Concept

Primera Guerra Mundial en Euskal Herria

A juzgar por las operaciones militares, la historia diplomática, la guerra económica, las técnicas, las mutaciones sociales, no se terminaría de aclarar a qué épocas pone fin la guerra del 14 o a qué nuevas edades abre el camino. Incluso se ha dicho por un historiador americano que se trataba simplemente del nacimiento de la nación francesa. Eugen Weber "Peasants into Frenchemen, 870-1914" (Standford 1976) pretende que la conciencia nacional en Francia ha nacido de la desintegración acelerada del mundo rural que se operó especialmente entre 1870 y 1914. Sigue con minuciosidad los progresos, lentos, del francés como lengua nacional, sobre todo en el Oeste, el Centro y el Sud-Oeste. Analiza los factores de integración, la escuela y también el servicio militar. Las leyes uniformadoras sobre el reclutamiento de 1872 y 1889 han jugado un papel decisivo: aunque el reclutamiento regional limita la mezcla, se crea todo un folklore en torno a los reclutas y sean de donde sean, a su vuelta, cantan canciones de taberna o patrióticas en francés.

"Tourangeaux, Picards, Béarnais,
Quel que soit le nom qu'on vous donne
L'armée est la grande patrone
Qui vous baptise tous français".

[Turangeses, picardos y bearneses, / sea cual sea el nombre que se os dé, / el Ejército es el gran patrón / que os bautiza a todos como franceses]. Dice el capitán de la canción del Dérouléde al recluta. A lo que responde el soldado vasco:

"Heidu girenean, denborak eginik
Bazterrak ikusirik, frantsesa jakinik".

[Cuando volvimos, transcurrido el tiempo, habíamos conocido mundo y aprendido francés].

Para muchas regiones, según Weber, esto no terminó en 1914 y es la guerra la que va a dar el golpe de gracia a las costumbres y los modos de vida tradicionales de las regiones.

Sin duda, hay que ser menos categórico que él. Como los dirigentes de la III República, que perseguían a todas las lenguas que no fueran el francés en el hexágono y en las colonias, Weber mide el nivel de conciencia nacional estrictamente por la extensión del idioma nacional único y asimila a los "patois" a frenos y fuerzas retrógradas. Pero el sentimiento de pertenecer a una comunidad más vasta y la aceptación del Estado que se dieron permitían muy bien prescindir del conocimiento de la lengua francesa.

No es menos verdadero que la división de Europa en Estados-naciones aparece hoy como algo tan natural e ineluctable que se olvidan fácilmente las resistencias encontradas para el desarrollo del sentimiento nacional en Francia, y que el libro de Eugenio Weber ha venido inútilmente a recordar que nuestro hexágono no es más que un mosaico reciente de regiones y de naciones. Si se admite que sólo el presente da un sentido al pasado, no se hará uno de rogar para releer algunas páginas de nuestra historia, y cuando no estén escritas, para intentar hacerlo.

El primer s. XX ha tenido en tan pobre estima todo lo que no había accedido al estadio de la formulación escrita y de la actividad analítica, el saber tradicional estuvo tan desvalorizado frente al conocimiento institucional y la enseñanza, que se ha empequeñecido y se han olvidado muchos detalles. Muchos aspectos de esta guerra han caído en el olvido, especialmente en el País Vasco, y esto tanto más fácilmente cuanto que, convertidos en vergonzosos e inconfesables, la memoria colectiva ha intentado borrarlos y la tradición oral los ha hecho casi desaparecer. Pero la guerra vivida por los combatientes, la que han vivido las poblaciones, tiene también su historia. Esta historia, diferente a la Gran Historia, tiene también su cronología propia, sus dramas, sus tiempos muertos. En este artículo intentemos encontrar la de la mayoría de los vascos de Iparralde.

JAG

"Si las circunstancias lo exigen, os levantaréis con toda vuestra energía y todo vuestro valor para salvaguardar la independencia de la Nación y la integridad del territorio, para proteger nuestros hogares, nuestras libertades, la República".

En estos términos se dirigía Joséph Garat, alcalde de Bayona, a sus conciudadanos, en las columnas del "Courrier", el 1 de agosto de 1914. El llamamiento fue ampliamente recibido en Bayona, que vivía entonces el clima de todas las grandes ciudades de Francia y que ha sido descrito tantas veces: entusiasmo nacional, confianza en la victoria tras una guerra corta, etc.

El alcalde, a pesar de todo, había autorizado, contra la indicación del prefecto, un mitin organizado el 30 de julio por la Bolsa del Trabajo para protestar contra la guerra. No tendrá -decía- ninguna importancia y el impedirlo sería dársela. El 29 de julio, hacia la siete de la tarde, en la plaza de la Libertad, el doctor Elosu, Brion, Dupont y Cazade, que distribuían octavillas, fueron rodeados por una muchedumbre hostil que los abucheaba. La Policía hubo de intervenir para liberarlos y a cambio prometieron renunciar al mitin. A pesar de esto, hacia las nueve de la noche, alrededor de 400 personas se reunieron ante el domicilio del doctor Elosu para recriminarle. Una cuarentena de miembros de la Bolsa de Trabajo acudió para replicar a los gritos de "¡Abajo la guerra!". La "Internacional" respondió a la "Marsellesa" y hubo algunas escaramuzas. Al mismo tiempo la música del 49 Regimiento daba su concierto habitual en la plaza de Armas. La "Marsellesa" y el "Canto del Adiós", ejecutados por petición expresa del alcalde, provocaron desbordamientos de entusiasmo y 200 jóvenes se fueron a cantar la "Marsellesa" ante los Consulados de Inglaterra y Rusia. Se dispersaron hacia las once sin más incidentes.

Los espíritus estaban preparados para la guerra. No habría ningún problema. En los días que siguieron, Brion, inscrito con el carnet B, se integraba normalmente a su cuerpo. (El carnet B preveía el arresto preventivo, en el momento de la movilización, de los individuos antimilitaristas y jefes sindicalistas, considerados peligrosos para la defensa nacional: 2.501 nombres. Malvy, ministro del Interior, no mandó proceder a estos arrestos. Todos los internacionalistas y antimilitaristas que el Alto Mando había temido y que le habían hecho temer entre un 10 y un 15 % de deserciones el primer día, se habían incorporado a sus unidades.

Por el contrario, la población estaba mucho menos caliente en la zona rural, muy particularmente en el País Vasco. El subprefecto de Mauleón señalaba el 29 de julio al prefecto:

"preparativos de éxodo hacia la frontera española de numerosos jóvenes deseosos de escapar a la movilización".

Pedía que se reforzara la vigilancia de la frontera. Le escribió de nuevo el 31 de julio para expresarle sus temores:

"ante la incapacidad de la mayoría de las municipalidades del País Vasco" y "el estado de ánimo de las poblaciones y, sobre todo, de las que se denominan clases dirigentes, que es en general lamentable"... Para concluir que "el impulso patriótico que terminaría ciertamente por arrastrar al pueblo si tiene ante los ojos un ejemplo mejor, no está a punto aún".

Los temores del Alto Mando referentes a los antimilitaristas resultaron desprovistos de fundamento y los manuales no han conservado más que la fleur au fusil de París y de las grandes ciudades; pero el campo estaba lejos de mostrar entusiasmo. Sin embargo, la movilización se realizó sin problemas, aunque hubo deserciones allí donde la situación geográfica las hizo posibles. Un alto funcionario del Ministerio del Interior habla de:

"un 2 % de deserciones, procedentes casi en su totalidad de los departamentos fronterizos del Sur" (Henry Maunoury, "Police de Guerre", París, 1931).

Esto no resultó una sorpresa. El militarismo seguía siendo todavía un producto urbano y el mando lo sabía. En particular, la oficina de reclutamiento de Bayona conocía bien esta insumisión en la primera región de emigración del Estado francés y las autoridades no habían dejado de denunciar esta emigración vasco-bearnesa como una voluntad de escapar al servicio militar. Esta insumisión, que es ante todo un fenómeno pirenaico (Béarn, Ariège, Roussillon la conocían también), tiene empero, un carácter vasco.

En efecto, de 1818 a 1855 y de 1868 a 1872, el servicio militar (primero seis años, luego siete en el Ejército activo) fue obligatorio, pero no personal, sino que se basó en un sorteo surgido del derecho de reemplazo. Pero mientras se desarrolla por todas partes un comercio del reemplazo perfectamente organizado en agencias, que drena a los jóvenes de las regiones menos favorecidas, es chocante que el País Vasco no proporcione apenas reemplazantes. Bernard Schnapper (Le remplacement militaire en France, París-Sevpen, 1968) afirma que la:

"emigración ha afectado más al País Vasco que al Bearne, a la inversa que el reemplazo militar".

Aunque la ley de reclutamiento de 1889 suavizó un tanto las condiciones (en su famoso art. 50 se dispuso que los jóvenes establecidos fuera de Europa antes de los 19 años podrían dispensarse del servicio mientras estuvieran fuera y que si volvían después de los 30 años sólo se verían sometidos a las obligaciones de los de su clase), la insumisión y sus efectos retrocedieron un tanto, aunque su nivel siguió siendo preocupante.

Con la ley de 1905, que suprimía todas las dispensas, incluidas las del art. 50, volvió a crecer de modo inquietante. En 1913, en vísperas de la guerra, y en un clima de tensión nacionalista suscitado por la adopción de la ley de los tres años, el cónsul de Francia en San Francisco estimaba que, al menos dos tercios de los franceses establecidos en California eran insumisos, y que, según sus informaciones, la proporción era aún mucho mayor en México. Recomendó que, para recuperar hombres, se restableciera dicho art. 50.

La insumisión y después la deserción iban a ser, desde el principio de la guerra, en el País Vasco, la preocupación constante de las autoridades y tema de muchas conversaciones.

JAG

Transcurridos los plazos para alistarse, las Alcaldías se llenaron de muchas listas infamantes con nombres y apellidos y llamamientos dirigidos a los insumisos del cantón. En el País Vasco son impresionantemente extensas. Muchos, evidentemente, partieron para América mucho antes; muchos otros ya eran insumisos antes de 1914 y siguieron siéndolo al declararse la guerra, puesto que se hizo el llamamiento hasta la quinta de 1887 e incluso anteriores, en la reserva del Ejército Territorial. Otros habrían fallecido ya, como lo atestiguan las puestas al día y otros datos que se aportaron para que los alcaldes borraran de las listas a los familiares muertos. Muchas familias utilizaron subterfugios para tachar sus nombres y los prefectos hubieron de exhortar a los alcaldes a que compulsaran las listas. Otros habían marchado a América, tras haber cumplido sus obligaciones militares, pero no habían terminado de pagar su pasaje.

Hemos visto ya un importante movimiento de huida a España inmediatamente antes de la declaración de la guerra y en los primeros días de la movilización. Muchos pasaron la frontera antes del llamamiento concreto de clase o antes de la revisión de reclutas que se hacían cada vez más severamente, de modo que al cabo de cinco o seis revisiones se llegaba a incorporar al 94,4 % de los inscritos, como ocurrió con la quinta de 1917. Pero los reclutamientos se sucedían de continuo porque la guerra devoraba vidas. La quinta de 1915 fue llamada en diciembre de 1914; la del 16, en abril de 1915, etc.

Muchos atravesaban la frontera una vez diluidas todas las esperanzas de quedar libre de servicio. Los informes prefectorales estiman que alrededor de un tercio del número total de insumisos huyó después de la movilización. El sub prefecto y el prefecto se agitan, reclaman que se refuerce la vigilancia de la frontera e, inquietos por las desastrosas noticias que publicaban los diarios "Pueblo Vasco" o "Euzkadi" de Hegoalde, tachados de germanófilos, piden que la emisora de la TSF de la Torre de Eiffel difunda todos los días un comunicado en español en dirección a San Sebastián. Durante este tiempo el Boletín del Ejército dedica un artículo a "Nuestros soldados vascos" (3 de septiembre de 1914), que afirma de entrada: "El vasco francés es más francés que español el vasco español", ello antes de enumerar, desde la guardia de César Augusto hasta los cazadores vascos de Harispe, pasando por el Royal Cantabre, el Coursic y el Renaud de Elissagaray, "las pruebas clarísimas de su constante lealtad y su valor". Recordará, en 1915, que "Rosalie" ha nacido en Bayona por una carga heroica de vascos privados de municiones y alabará la conducta edificante de Chiquito de Cambó.

JAG

Con los primeros permisos aparecieron las primeras deserciones. Los capitanes del 18 Cuerpo del Ejército ¿tuvieron que rechazar a muchos fugitivos cuando los terribles reclutamientos de la batalla de las fronteras? ¿Se vieron obligados a cumplir la orden n.° 11 de Joffre de "si se encuentran fugitivos serán capturados y pasados por las armas"? El 10 de agosto de 1914 un decreto "confidencial" había concedido a la autoridad militar el derecho de trasladar directamente y sin instrucción previa a los acusados ante el Consejo de Guerra y ejecutar las sentencias de muerte bajo reserva de dar cuenta de ello. El diario de Marchas y Operaciones de la Capitanía habla con insistencia de "constituir barreras para conducir a los fugitivos al combate". Pero no dice más. En el mes de diciembre de 1914 un hombre fue pasado por las armas "por haber hecho señales al enemigo", y, en enero de 1915, los efectivos de la Capitanía se aumentan en 30 gendarmes.

El problema era siempre que cierto número de combatientes, después de cumplir su permiso, no se habían incorporado a su puesto y muy especialmente en los cantones fronterizos de los Pirineos. Es así como, aparentemente, desertaron los vascos. El terrible año de 1915, que dio un saldo de 450.000 muertos en vanas ofensivas, suscitó mucho miedo y muchos atravesaron la frontera. En marzo de 1915 el prefecto sugirió que se suspendieran los permisos y que se controlara la correspondencia que, escrita en euskera, contenía explicaciones alarmistas. Si es necesario habrá que exigir que todos escriban en francés. El general que manda el 18 Cuerpo del Ejército piensa, todavía en julio, que sería inoportuno suprimir los permisos de los contingentes vascos, porque esto podría crisparles. Pero a lo largo del verano las dificultades de la búsqueda de desertores condujeron al jefe de Estado Mayor, general Graziani, a reclamar esta suspensión sea como sea para la región pirenaica "o al menos para los Bajos Pirineos y los Pirineos Orientales".

En octubre de 1915 decide prohibir que los soldados de permiso, heridos o convalecientes, puedan disfrutarlo en los cantones fronterizos de los Bajos Pirineos, aunque hayan nacido allí o tengan allí la familia o su residencia habitual. Esto concierne a los cantones de San Juan de Luz, Ustaritz, Espelette, St. Etienne de Baigorry, St. Jean-Pied-de-Port, Tardets, Aramits, Accous, Larruns. Los soldados deberán disfrutar su permiso en otros cantones. Este medida se extendió a fin de año a la frontera italiana y después a la suiza. La huida hacia el Estado español para estos hombres es cosa fácil, no un salto a lo desconocido. Las relaciones familiares por encima de la frontera son aún muy frecuentes. En el País Vasco peninsular encuentran muy pronto trabajo y apoyos. El secretario de la Alcaldía de Valcarlos, llamado Marcos, proporcionaba papeles con facilidad, así como Leandro Goieneche, de Elizondo, antiguo agente de emigración, que procuraba papeles y pasajes para América a quienes querían y tenían posibilidades. De todas maneras, esta huida se inscribe en una larga tradición de emigración: saben que van a encontrar al otro lado del Pirineo un hermano, un cuñado, un tío, un vecino...

JAG

Por cada 15 insumisos hay una media de un desertor, pero a todos se los denomina así: desertores. En diciembre de 1914, ante la envergadura del fenómeno de las insumisiones, el prefecto sugiere a los Ministros de la Guerra y del Interior, para limitarlo, que destine los contingentes vascos a Marruecos:

"Es posible que una agencia de deserción muy hábilmente organizada en el otro lado de la frontera haya atraído a estos soldados. Pero su deplorable resolución puede explicarse mejor todavía por esa mentalidad especial que hace que muchos vascos consideren que no tienen otra patria que el rincón de tierra que los ha visto nacer... Convendría elegir muy particularmente, si no exclusivamente, los elementos destinados al mantenimiento de nuestra situación en Marruecos, entre los hombres del País Vasco.. . Serían buenos, sin duda alguna y con sus cualidades de resistencia y obstinación harían muy buena figura... En segundo lugar, no es dudoso que la mayoría de ellos, una vez terminada su misión militar, se quedarían en nuestra nueva colonia... y conseguiríamos así reprimir esta fuerte corriente de emigración que atrae a los vascos hacia América, en particular hacia América del Sur, y nos hace consignar cada año un número creciente de insumisos a la ley militar..."

El ministro de la Guerra le responde el 25 de diciembre que encuentra la idea interesante, pero que los imperativos de la Defensa la hacen imposible de poner en marcha y que,

"crearía en favor de los vascos una desigualdad de tratamiento incompatible con los deberes que incumben a todos los ciudadanos franceses en la defensa de su territorio".

Pese a las medidas de cierre de la frontera que se toman, los soldados con permiso intentan llegar hasta sus casas. Pese a la orden de denegar todas las peticiones, los soldados vuelven clandestinamente. Uno de ellos, asignado a Bordeaux, es detenido en la frontera. Otros muchos son encontrados en situación irregular y llevados a un cantón autorizado, lo cual no impide que a la noche siguiente reincidan. Los partes de los gendarmes están llenos de lamentaciones en este sentido, pese a lo cual no contestan a los requerimientos de que informen sobre "la actitud de las familias desde el punto de vista nacional".

JAG

¿Puede hablarse de opinión pública durante la guerra de 1914-18? La censura se impone desde los primeros días. A pesar de ello, el 6 de febrero de 1915 el diario parisién "Le Temps" publica un artículo titulado "El espionaje alemán en el País Vasco". Se hace eco de las insumisiones y deserciones en la frontera, que atribuye a la actividad de una red de espías alemanes que, establecidos en España, pasan a menudo la frontera e incitan a los jóvenes a huir de la movilización pretendiendo que no hay riesgo en ello y que, de todas formas, se daría una amnistía al fin de la guerra. A lo largo de la guerra se realizaron indagaciones sobre imaginarias "agencias de deserción", que no han podido llegar a nada en concreto. Todo lo más guías que ayudaban también a fugitivos belgas. De todas maneras, "Le Temps" concluía que este despliegue de propaganda alemana era inútil "porque se hacía en un medio muy patriota y carecía de un éxito especial".

El 26 de marzo de 1915 es "Eskualduna" quien titula "Ez uko egin" y retoma la tesis del espionaje alemán que distrae de su deber a los jóvenes vascos diciéndoles, especialmente, que pasar del País Vasco Continental al Peninsular no es desertar y que habrá amnistía, como después de la guerra de 1870. El artículo recuerda las penas a las que se exponen los desertores y que no habrá tal amnistía, entre otras cosas porque no la admitirán todos aquellos que están peleando en el frente.

"Ninguna amnistía para los desertores" titula igualmente Joseph Garat en la "Gazette" de Biarritz del 28 de junio de 1915. También habla de la agencia de deserción organizada por los alemanes con la ayuda "de los elementos carlistas llenos de odio hacia la Francia republicana" que llega a disuadir a algunos de su deber. Son poco numerosos, mucho menos que los desertores alemanes, pero existen; que sepan que "la amnistía es imposible después de la guerra; constituiría un crimen de lesa patria. No se encontrará un parlamentario para proponer o votar tal absolución".

Tras la investigación suscitada por el artículo de "Le Temps", el comisario especial de Hendaya presenta su informe al prefecto. Piensa que la existencia de tal agencia es imposible y da otra explicación de las deserciones:

"... la emoción causada por la lectura de las cartas de los compañeros que están en el frente. Estas cartas escritas en una lengua comprensible solamente para dos habitantes del país, son -lo sé- propagadas y comentadas de casa en casa... Las particularidades etnográficas del país. Todos saben que las familias vascas, que hablan el mismo lenguaje e integradas por elementos que mantienen entre sí relaciones constantes, habitan indiferentemente a un lado u otro de la frontera; este hecho es de tal modo indiscutible que en 1913, cuando el comandante francés del 'Grondeur' ordenó el arresto de cierto número de marineros españoles que habían venido a pescar en aguas francesas; eran marineros de Fuenterrabía, Pasajes o San Sebastián que recibieron la más cordial hospitalidad en casa de sus cuñados o primos de San Juan de Luz o de Ziburu. Son muy pocos los desertores actuales que no hayan encontrado hospitalidad entre sus parientes españoles de la frontera. No tengo inconveniente en declarar que los vascos son en su inmensa mayoría excelentes patriotas que suelen ser buenos soldados, pero no significa ningún desdoro a su patriotismo que incluso antes de la guerra cierto número de ellos se escapara del servicio militar emigrando "a las Américas".

Para remediarlo no se ve más que una solución: pedir al Gobierno español que envíe a estos desertores al otro lado del Ebro y. .. "una vez que el pescador de Hendaya refugiado en Fuenterrabía o en Behobia no pudiera charlar con sus compatriotas, el mal sería cortado de raíz". Es la opinión de un funcionario de Policía; es decir, la contraria a una opinión destinada a ser pública. Se la encuentra, por lo tanto, muy extendida en los informes oficiales. Por ejemplo, uno se escandaliza de que un concejal, padre de un desertor, siga siendo concejal y que nada tengan que decir sus colegas de la municipalidad. Otro, hablando de dos familias de desertores, subraya que están perfectamente bien consideradas, "lo que indica el grado de sentimiento nacional de esta región". Otro observa que "para un gran número de familias del País Vasco la deserción no es un crimen". Otro informe caracteriza la actitud de una familia diciendo "que es la de muchos vascos; es decir, indiferente". A pesar de lo cual, y no se trata de excepciones, hay vascos que obedecen a otras motivaciones y hay algún padre que incluso llegó a denunciar a su hijo que había desertado. Se encuentran numerosas cartas, anónimas o no como en todas las circunstancias revueltas, facilitando la búsqueda de la policía.

JAG

Hay un episodio de la lucha contra la insumisión y la deserción que puede parecer menor y que sería anecdótico si no tuviera un valor simbólico: la supresión de los pasadizos de Arneguy.

Existen entre Arneguy y las "ventas" del otro lado ocho pasadizos, cuatro públicos y cuatro privados. El de Etcheverry (el alcalde) une su casa en Francia con un terreno que le pertenece en territorio español. El paso de Polit pertenece a un español, propietario de una chocolatería en el Sur y une dos inmuebles que le pertenecen, uno a cada lado de la frontera. La pasarela de Mendiburu, llamada "la vieja", une su casa, en terreno francés, a la huerta situada en España. Finalmente, en Ondarole, en el lugar llamado Molino de Marbot, una pasarela une el molino con Valcarlos.

En noviembre de 1916 el prefecto ordena la destrucción de todos los pasos privados y se propone no conservar más que una pasarela pública cuidadosamente vigilada. El ayuntamiento protesta enérgicamente invocando privilegios tradicionales, derechos adquiridos y subrayando la inutilidad de la medida, ya que el río Nive es practicable en casi todo su curso. Informa al prefecto que va a recurrir al diputado local Ibarnégaray para obtener lo que pide. No sabemos cómo terminó el "affaire", pero es poco probable que Arneguy obtuviera de la Administración la anulación de la medida. En todo caso, la frontera fue objeto de la mayor atención por parte de las autoridades prefectorales. Los agentes supervisores que no piden el pasaporte a las personas conocidas son severamente reprendidos. En 1917 el propio ministro pide explicaciones al prefecto... "¡Se pasaba la frontera con cualquier documento de identidad!"

Las familias de desertores o insumisos a los que se ha retirado el pasaporte siguen pasando la frontera sin problemas. Incluso se les ha suprimido la pensión aun teniendo dos o tres hermanos en el frente..., lo que contribuyó a deteriorar las relaciones de miembros de una misma familia, ya dividida por la guerra. Se suceden continuos proyectos de reorganización de la frontera y en marzo de 1918 se crea un fondo especial para gratificaciones a los agentes más celosos en el control de la frontera.

JAG

Se cierra la frontera, pero se abre la correspondencia. En 1916 se organizan las comisiones de control postal encargadas de vigilar el estado de opinión. Se encarga a la Subprefectura de Mauleón que vigile directamente (en lugar de la comisión de control de Burdeos) la correspondencia de las familias de desertores. Las cartas están escritas siempre en euskera, por lo que hay que controlarlas en el mismo País Vasco. En noviembre de 1917 surgen ciertas dificultades con los empleados de Correos del distrito, que exigen que se ponga un sello de "abierto por la autoridad administrativa", fechado y firmado. Los servicios de control se niegan, porque ello haría inútil la censura. Este combate por las libertades individuales es interesante, pero los usuarios saben casi siempre que sus cartas se han abierto.

"La última vez te costó leerme y esta te pasará igual, pero puede ser que alguien lo haga antes que tú, se burlan en una de ellas".

De todos modos, hay muchos contrabandistas que pasan del otro lado cartas y correo. Un desertor explica a su familia que tiene intención de casarse y de adquirir, al cabo de cinco años, la nacionalidad española:

"En ese caso podría volver a Francia y nadie podría decirme nada. Pero, como desertor, no podré heredar de vosotros. El Gobierno se va a apoderar de todo lo que tenéis. Enviadme, a nombre de mi futura mujer, una pequeña dote de 5 o 6.000 francos".

En todos estos documentos se nota que hay una esperanza firme en la amnistía. A partir de abril de 1917 la correspondencia procedente de América da cuenta de las inquietudes de los insumisos franceses desde la entrada de los Estados Unidos en la guerra. Se está enrolando a la fuerza en el ejército americano a los que se dejan capturar. Hay incluso acuerdos a este respecto. "Todos los franceses temen que se venga en su busca... "

JAG

En enero de 1917 Joseph Garat escribe al prefecto para decirle que:

"con Brousse de los Pirineos Orientales e Ybarnegaray ha ido a ver al ministro de Guerra para hablar sobre el inquietante asunto de los desertores". Pide un comisario especial de vigilancia en Bayona "para vigilar a los desertores, y muy especialmente a los del País Vasco". Luego estudia con sus colegas y el ministro "las medidas de rigor y suavidad que hay que emplear para atacar en sus bienes a los que han desertado, si no vuelven en un plazo determinado".

Las tensiones con la iglesia comienzan a desaparecer sensiblemente. Cuando en noviembre de 1914 el clero comienza a organizar servicios religiosos para los soldados fallecidos, Joseph Garat estima que "ninguna razón podría, en la hora actual, justificar una abstención". La administración prefectoral es más prudente y siente la tentación de ver en ello "una voluntad de hacerse abusivamente intérprete del homenaje unánime debido a la memoria de los soldados". El 18 de octubre de 1914 el cura Emile Juanchuto, en la catedral de Bayona, lee desde el púlpito una carta de un soldado (el cura Mendiondo) en la que da detalles sobre la batalla de Charleroi, "en la que los hombres caían como moscas", lo que distaba de la versión del "comunicado". El clero presenta la guerra como un castigo divino, pero hay un contencioso reciente. El 27 de julio de 1917 "Eskualduna" afirma: "No alcanzamos la victoria porque el Gobierno no ha entregado a los sacerdotes el dinero de las misas de difunto robado en el momento de la separación de la Iglesia y el Estado". El prefecto, en su informe, comenta: "Este estado de ánimo justifica las deserciones; la República sería culpable porque ha robado al clero" y deplora la falta de periódicos vascos que permitan responderle. Se darán algunos incidentes con el clero en el curso de la guerra en Baigorry, Sara, Hasparren, pero nunca se mantuvo ningún cargo. El cura de Lecunberry, Gombault, fue incluso acusado de haber favorecido una deserción en diciembre de 1916, pero fue liberado inmediatamente. Cuando la conferencia del R. P. Lhande sobre el "Soldado vasco" fue prohibida en setiembre de 1915 por el general que mandaba en la Región, es, sin duda, porque afectó a un tema tabú. La charla se clasificó como "antimilitarismo".

Pasada la tormenta, en 1919 se dieron las primeras sumisiones voluntarias. El consejo de guerra de la 18 Región impone penas de tres a cinco años de prisión firme. Pronto las persecuciones se hacen menos severas, aunque las asociaciones de ex combatientes están alerta. La de Sara, en 1922, delata ante las autoridades a un desertor en el extranjero que se quería hacer pasar por un desertor en el interior, y

"deciden dar a la presente moción la más amplia publicidad para que la opinión pública, informada sobre la arrogancia y la mala fe de los cobardes que han abandonado Francia en el momento de peligro y el asco de los ex combatientes, pueda juzgar con todo conocimiento de causa el día en que estos últimos se vean obligados a reemplazar a la justicia, si se halla debilitada, y hacer respetar por todos los medios y su poder la memoria de sus camaradas muertos por Francia y su honor de ex combatientes".

JAG

Pese a que sabemos que los desertores de la circunscripción de Bayona no eran todos vascos -Bayona se halla al borde de la línea férrea; hubo sin duda otros desertores de los ejércitos francés y aliado- se ve que el número de desertores e insumisos es netamente más alto en las otras circunscripciones vascas. Existe una estadística que data del 30 de noviembre de 1918 del Comisario del Gobierno en la frontera. Digamos ante todo que eran pocos en comparación a los 8.500.000 movilizados, y comparados con la multitud de los muertos. Digamos también que prácticamente ninguna de las cifras que hemos podido encontrar son fiables. En 1915, en el momento en que proliferan las deserciones, el Estado Mayor pide un informe detallado (ejército, departamento, ayuntamiento) y la Justicia Militar responde que para ello harían falta meses y un personal dedicado a ello.

Después de la guerra, el informe de Louis Marin no tiene en cuenta más que los casos que han pasado a consejo de guerra. Aunque están por elaborar las estadísticas, los informes de Gendarmerías nos proporcionan una idea:

Desertores e insumisos del departamento de los pirineos atlanticos (25/XI/1916)
DESERTORESINSUMISOS
Antes de la movilizaciónDespués de la movilizaciónAntes de la movilizaciónDespués de la movilización
Fuente: Archivos Departamentales de los Pirineos Atlánticos.
27481210.4456.444
1.08616.889
CantonesDesertoresInsumisosMovilizados
Fuente: Archivos Departamentales de los Pirineos Atlánticos.
Mauléon 111.077-
Tardets6732-
St. Palais8782-
Iholdy421.035-
Baigorry451.032594
St. Jean-Pied-de-Port491.3101.314

Como puede observarse, en la zona de Baigorry, el número de desertores e insumisos es superior en más del doble al de movilizados; en el cantón de San Juan de Pie de Puerto, el número de desertores y de insumisos es superior al de movilizados (30 de noviembre de 1916):

SEÑALADOSARRESTADOS
CircunscripciónDesertoresInsumisosDesertoresInsumisos
Fuente: Archivos Departamentales de los Pirineos Atlánticos.
Pau 197441289
Oloron181.00632
Orthez1476020
Bayonne3241.51219755
Mauléon1612.57868

En la zona interior de los Bajos Pirineos vemos que la mayor parte de los que escapan son vascos. Aunque el problema fue tratado como uno más de los fronterizos, se observa que la atención que se le presta por el general Graziani en 1915 a los Pirineos Atlánticos y a los Orientales es enorme. Incluso carentes de datos comparativos, tenemos la tentación de conceder a este fenómeno un carácter propiamente vasco.

JAG