Pesca. Subasta de pescado, en el mercado de San Sebastián, en 1899: los asientos de los licitadores tienen, cada uno, una anilla de hierro de la cual se tira para para la subasta; dicha anilla va unida a un alambre que, por debajo de la tarima, llega al kiosko (al fondo de la foto) y el tirón hace salir una bola con el número del asiento del rematante; ésta bola cae a un embudo común a todas y rueda por un tubo estrecho hasta el exterior donde la recoge el director de la subasta