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PANGUA

Entre su caserío podemos ver la interesante casa blasonada de los Urbina, un edificio del siglo XVI, remodelado en 1686. Destaca la iglesia dedicada a san Cornelio y san Cipriano, una buena construcción gótica de fines del siglo XV (M. J. Portilla, 1991: 267/270). Al exterior es un cajón rectangular edificado en piedra de sillería y recrecido en la parte superior de sus muros. Son frecuentes las marcas de cantero en los sillares. El muro sur de la iglesia se abre en dos grandes y bellos óculos y una pequeña espadaña de cronología barroca, decorada con pirámides y bolas.

La entrada a la iglesia se hace a través de una portada de arco apuntado con tres arquivoltas con baquetones y sin más decoración, que se apoyan en tres columnas a cada lado. Los capiteles se decoran con figuras humanas y motivos vegetales, tratados todos ellos de un modo muy esquemático y elemental.

Al interior la iglesia tiene nave única y cabecera recta. Los dos tramos de la nave se cubren con bóvedas de terceletes que descansan en pilares fasciculados con bellos capiteles corridos a modo de fajas y decorados con motivos antropomorfos, animales y vegetales, en los que quedan restos de la policromía original que tuvieron. En su conjunto destacan las claves de bóveda, con bellos relieves labrados. En las de los arcos fajones que separan los tramos, destacan los santos titulares del templo. En las del primer tramo de la iglesia destaca una bella representación como Trono de Gracia, con el Padre Eterno sentado, sosteniendo al Crucificado y con la paloma del Espíritu Santo. En las claves secundarias, se encuentran representaciones simbólicas de los evangelistas por medio del Tetramorfos. En las claves del segundo tramo se hallan relieves de diferentes apóstoles, con san Pedro en la central. En el muro del sur conserva bellos vanos geminados góticos y óculos de cronología posterior.

Dentro del ajuar litúrgico de la iglesia encontramos la pila bautismal medieval de copa lisa con forma de embudo, situada en el sotocoro. Pero el elemento artístico que centra la atención de todo el templo es el retablo mayor, una bella obra del Romanismo característico de la escultura en madera del último tercio del siglo XVI, de la fase manierista del Renacimiento. Consta de banco, dos cuerpos y ático, organizado en tres calles y dos entrecalles, separadas por columnas de fuste estriado y con superposición de órdenes en los capiteles en los diferentes pisos y con frontones de remate sobre las cajas. En el banco, entre bellos relieves de los evangelistas, insertos en perfiles correiformes, encontramos un sagrario posterior barroco rococó. La calle central cobija las tallas de los santos titulares, en el primer cuerpo y la Asunción de la Virgen y el Calvario en los siguientes. En las calles laterales del primer cuerpo se narran en sendos relieves, los martirios de los titulares y entre ellas las tallas de San Pedro y San Pablo, flanqueando la calle central. En el segundo cuerpo, releves de la Visitación y la Anunciación, con las tallas de san Juan Bautista y otro santo sin identificar, en las entrecalles. El ático, completa su iconografía con las tallas de san Sebastián y san Roque. El sagrario es un templete de planta mixtilínea ejecutado en 1772 por Manuel de Larios con columnas estriadas y con el tercio inferior de talla y remate cupulado, situado sobre un podio escalonado con tres alturas y decoraciones de rocalla. En la puerta se halla un relieve del Crucificado y con los santos titulares de la parroquia en las hornacinas laterales (J. J. Vélez Chaurri, 1991: 369/370 y 374/375). Todo el conjunto se doró a fines de esta centuria.

Los laterales son retablos barrocos de su fase madrileña, de hacia 1660-1670 dedicados a la Virgen del Rosario y a Cristo Crucificado organizados con columnas de fuste zigzagueante o machihembrado y con abundante decoración vegetal. Son obra de Pedro de Arenalde y de Antonio de Alvarado respectivamente, de 1686 y fueron dorados en la última década del XVII por Diego de Ibarrola (J. J. Vélez Chaurri, 1991: 473/474).. El primero, ubicado en el lado del evangelio, se completa con una prolongación hacia la cabecera del templo, donde su ubica actualmente una talla de san Antonio de Padua y una pintura en el ático. En el del lado de la epístola encontramos el titular y santa Elena en el ático. Hacia la cabecera, caja con san Isidro y en el remate una pintura alusiva al mismo santo labrador.

Amaia GALLEGO SÁNCHEZ (2008)