Concept

Pacto de San Sebastián

Influencia, aunque indirecta, antirrepublicana debió de ejercer la filípica de Múgica contra el semanario alavés Álava Republicana que, reproducida en el Heraldo Alavés y luego en toda la prensa católica de la diócesis e incluso de fuera de la misma, colocaba al republicanismo vasco el sambenito de "odiar a la Religión Católica, desprestigiar y perseguir en una u otra forma a sus Ministros y echar abajo en nombre de una libertad que es licencia y libertinaje, los únicos puntales que sostienen y pueden sostener el edificio social de España: la religión y la moralidad". (El texto en la prensa citada y en el BOOV del 12 de mayo de 1930).

Meses después, en agosto, una nueva polémica enzarzaba a republicanos y mugiquistas a propósito de la Fundación Ostolaza (biblioteca y escuela) de Deba que, creada por el "indiano" liberal José Manuel Ostolaza en 1928, atrajo la animadversión de ciertos sectores católicos y la condena del obispo Múgica, con la intervención airada de Pío Baroja y otras personalidades antimonárquicas.

Creemos, pues, importante, a la hora de enjuiciar el comportamiento de un colectivo tan adicto a la Iglesia como el nacionalista vasco, intentar calibrar, en la medida de lo posible, el considerable peso del comportamiento diocesano. ¿Existió intervención directa? A este respecto sólo poseemos una pista: el telegrama que el 5 de mayo de 1931 envían al obispo de Vitoria, en nombre del GBB del Partido Nacionalista ya reunificado, dos de sus miembros más preeminentes -Avelino Barriola y Policarpo Barrena- defendiéndose de la denuncia efectuada por el órgano integrista La Constancia que les imputaba el haber participado en el célebre Pacto. Ambos acusan concretamente a La Constancia de mantener y explotar "el equívoco de nuestra participación a sabiendas de que el hecho es falso". (La Constancia, 6 de mayo de 1931, p. 1).

La pregunta es inevitable: ¿Por qué habrían de disculparse ante el obispo los nacionalistas de no haber mediado un interdicto previo? A falta de mayores precisiones, difíciles de depurar dado el hermetismo de las fuentes, no seremos nosotros los que zanjemos el asunto. Sólo queremos reseñar, para mayor abundamiento dentro de la precariedad de esta hipótesis, que meses después del Pacto y al calor todavía de los hechos, Irujo lo calificó en un acto público "no (como) un compromiso de republicano para la República sino un compromiso de las izquierdas para instaurar un régimen laico, acatólico y ateo". (Irujo, Manuel de: La misión del nacionalismo. Conferencia pronunciada por Euzko-Etxea de San Sebastián el 29 de agosto de 1931, Tolosa, L. Mendizabal, s/f, p. 3).

Toda la historiografía posterior y algunos protagonistas nacionalistas señalan la trascendencia que tal ausencia tuvo en el discurrir posterior del autonomismo vasco. El profesor Granja (1986; 21-22) llegará incluso a afirmar que "de haber existido Acción Vasca en agosto de 1930, lo más probable es que hubiese participado en el pacto, con lo que el nacionalismo vasco no habría sido retratado tan peyorativamente como lo fue en San Sebastián".

El nacionalismo vasco, pues, no asistía la llamada del republicanismo (en caso de existir ésta). No olvidemos, sin embargo, que tampoco acudió Prieto a la que Eusko-Ikaskuntza efectuó el 7 de julio de 1930 destinada a recabar la opinión de todas las personalidades de relieve del País Vasco. Su presencia hubiera podido cambiar también el curso de los acontecimientos posteriores. Ni acudió la CNT -no invitada- ni el PC cuya dirección ejercía en aquel momento la Comintem, enemiga de apoyar una revolución que barruntaba como eminentemente burguesa.