Concept

Maestros campaneros

En el año 1.628 la Ermita de San Lorenzo de Elgoibar tenía una de sus dos campanas rotas y por ello el mayordomo contacta con un maestro campanero, Martín de Izaga que era vecino de Bilbao y realizan un contrato.

En el mismo, el maestro campanero se compromete a ejecutar la campana perfectamente y teniendo que quedar a gusto del mayordomo y para comprobar su buena fabricación podía el mayordomo traer a su costa, cuando se hallase terminada, cuantos maestros en el mismo arte quisiese. Al mismo tiempo su peso tenía que ser idéntico, ni más ni menos. El compromiso adquirido era que tenía que terminarla para el día de San Lorenzo de ese mismo año, por lo cual solo le quedaban quince días y por supuesto no le daban otro plazo.

El precio convenido fue el mismo que el efectuado para otra campana que hizo para la iglesia de Nuestra Señora de Azpilgoeta, unos 16 maravedís por libra y la campana pesó 30 libras.

Con respecto al pago, se realizó en varios plazos en parte como garantía de que el maestro había hecho un buen trabajo. No obstante el mayordomo además del dinero, debía facilitarle para la misma fundición de la campana, un terreno adecuado, tierra, leña y cera necesaria.

El campanero no podía esperar ninguna gratificación por el hecho de tener que hacer el horno donde fundir el metal o por el mismo molde de la campana y toda esta labor iba por su cuenta.

El mismo día 10 de agosto y en presencia del alcalde hizo entrega de la campana que según parece estaba a gusto de todos los presentes.

Sin embargo en el año 1650 en un 8 de mayo se reúnen la mayor parte de los vecinos del valle de San Lorenzo para determinar lo que hacer con la campana que se había quebrado. Debido a que la ermita no contaba con el suficiente dinero para contratar a un maestro campanero que pudiese refundirla, decidieron que cada vecino ponía un tanto, ya bien fuese en dinero o en trigo.

Una vez recogidos todos los productos, son los regidores de la villa los que se reúnen para decidir con quien contactar para hacer la nueva campana. Después de muchas deliberaciones, deciden contactar con Pedro del Hoyo, natural de la Merindad de Transmiera y residente en aquellos momentos en Elgoibar.

Más tarde el propio alcalde elgoibarrés, el que se reúne con Pedro del Hoyo, con el que concreta todos los compromisos que debía adquirir cada cual.

Por de pronto el campanero se comprometió a ejecutar la campana para el día de San Juan de ese mismo año, sin otro plazo y fundirla cerca del "cimenterio" (pórtico de la ermita). Además de hacerla del mismo peso, teniendo en cuenta la merma que sufría el material al calentarlo que, calculaban era de un 10% aproximadamente, por lo cual había que añadirle más material que se lo pagarían a 4 reales de plata y por cada libra de la fundida a 32 maravedís.

En caso de que en la campana se observase algún defecto, tendría que hacerla de nuevo y esta vez a su costa.

Por otra parte, al maestro había que suministrarle a pie de obra, toda la leña, carbón, ladrillo, tierra y sebo que pudiese necesitar.

Con respecto a sus honorarios, le pagaban en el mismo instante del contrato 150 reales, una vez acabada la campana otra cantidad igual y el resto al año de concluirla, a modo de garantía, por si en el transcurso de esos días se rompía.

Al mismo tiempo, al maestro campanero era obligado entregarle la campana quebrada y una campanilla que se guardaba en la misma sacristía para fundirla también.

Meses más tarde, a este mismo campanero, una vecina de Usurbil le reclama cierta cantidad de dinero por haberle quitado su limpieza y virginidad, habiéndole dado palabra de matrimonio. Por tal motivo y en petición de la madre, abrieron una investigación y le embargaron parte del dinero que debía recibir por haber fundido la campana de San Lorenzo.