Quartiers

LEJARZA

Tesoro ibérico de Lejarza. El 17 de febrero de 1767 cuatro hombres realizaban trabajos forestales en el monte Lejarza (Larrabezúa, Vizc.) por encargo de Manuel Antonio de Zugasti, propietario de aquellos terrenos. Francisco de Galarza, que dirigía la pequeña cuadrilla, ordenó a Sebastián de Zavalla abrir una zanja, «a que dando principio y profundado lo bastante advirtió que a unos golpes de la azada se resistía alguna cosa». Movióles esto a examinar cuidadosamente la tierra, comprobando que se trataba de «una cadenilla que parecía ser de plata engarzada con ingenio extraordinario del grueso de un dedo regular de hombre y mui poco más de una quarta de largo»; y ante la posibilidad de que hubiese más objetos enterrados continuaron cavando «con mucho cuidado» hasta tropezar, a distancia de una vara aproximadamente, con «otras dos varillas enroscadas de igual largo que la citada cadena y al parecer del mismo metal, dos medias lunas o lemas o sortijas enlazadas y otras distintas piezas extraordinarias de lo mismo», menudas según declararía Galarza. Aunque ambos aseguraron haber procedido con esmero, «al golpe de la azada hasta descubrirse su qualidad fueron desunidas y algunas despedazadas». Había también unas ciento veinticuatro monedas idénticas a otras que, según Galarza, aparecieron antes de descubrirse aquellos adornos, al comenzar Zavalla la excavación. Eran del tamaño de un real de plata «y parecían ser de plata con el sello, a saber por una cara de un caballo enjaezado con su ginete vestido al parecer de cota de malla con espada en algunas de las piezas y en otras con lanza y al pie unos caracteres de letras que por no ser del estilo de las que al presente se usan ni aun de las de mucha antigüedad no se pueden leer su contenido y por la segunda cara la caveza de un hombre con su pelo enrizado barba larga y en ello de cota de malla y a la parte superior de la cabeza unos caracteres al parecer de guarismos romanos que tampoco se puede leer su número o indicación en algunas de dichas monedas, en otras una media luna; en otras una O y en otras unas figuras similidas a la M y A, y habiendo profundado y seguido dicha zanja con todo cuidado en el largo de cosa de una vara se encontraron unas ciento y veinticuatro piezas poco más o menos de monedas de la figura y tamaño referido». Galarza se hizo cargo de todo ello, incluidas dos monedas que se había guardado Zavalla, otras cinco Juan de Messo y catorce más que dieron a varios vecinos de Larrabezúa «que las quisieron para verlas por curiosidad y las fiaron por no ser noticiosos del cuidado que se requieren en iguales asuntos como inauditos en estos países hasta el presente». Al día siguiente puso a Zugasti al corriente del hallazgo, personándose éste inmediatamente en el lugar para continuar la excavación y ver «si se puede descubrir algunas otras, o más monedas en dicho parage en el qual unicamente ha encontrado algunas tres piezas de dichas monedas que quedaron entre la tierra, haviendo desmenuzado y pasada toda la extraida, con el major cuidado por criba o tamiz por medio de operarios a su presencia sin que se pueda dar con otras algunas en medio de haverse cavado más terreno que el principiado». Fue nombrado depositario de todos aquellos materiales, obligándose «a dar quenta y razón siempre que por juez competente se le mandase bajo de las penas impuestas contra los Depositarios Reales que no dan cuenta y son obligados». Estos fueron los hechos tal y como se relatan en los Autos hechos a pedimento de D. Manuel Antonio de Zugasti, vecino de la N. Villa de Bilbao ante D. Francisco de Bazares, alcalde y juez ordinario de la N. villa de Larrabezúa, en razón de haberse hallado diferentes monedas antiguas y otras alaxas que se descubrieron dentro de la tierra, con motivo de haverse descuvierto una zanxa en el monte llamado de Lexarza, perteneciente a la casa Principal de Zugasti en la Calle de esta villa, ante M. Inocencio de Elorriaga. Labayru vio el documento original en el archivo de la casa Nafarroa, en Amorebieta, del que transcribió las declaraciones de Galarza y Zavalla. También depusieron como testigos Juan de Messo y su hijo José, «en igual sentido que los anteriores» (Estanislao J. de Labayru: «Historia general del Señorío de Bizcaya» tomo I apéndice 2.° págs. 832 y siguientes. Bilbao, 1895). Añade el mismo Labayru (E. de Labayru: Op. cit. pág. 54) «que por la información judicial hecha entonces no puede darse importancia al hallazgo», siendo posteriormente enviados aquellos objetos a la Real Academia de la Historia). Real Academia de la Historia: «Diccionario geográfico-histórico de España» Sección I, tomo I, pág. 416 (artículo Larrabezúa firmado por González Amao). Madrid, MDCCCII). Descripción de lturriza. Según refiere Iturriza (Juan R. de Iturriza y Zabala: «Historia general de Vizcaya», págs. 572-573. Manuscrito fechado en Munítibar en 1793. Se conserva éste en la Biblioteca de la Excma. Diputación de Vizcaya), únicamente envió Zugasti a la Academia las joyas y parte de las monedas «para saver de qué tiempo, y significado de sus caracteres, pero ninguno pudo descifrarlas» (Iturriza fecha el hallazgo en 1777). El mismo pudo ver ocho de las monedas que Zugasti conservó en su poder, «de plata finísima del tamaño de una pieza de dos reales de vellon». Copiaré a continuación la descripción que de ellas hizo este autor exceptuados los letreros, que pueden verse en la adjunta tabla (figura 1). Distribuyendo aquí éstos en grupos de dos líneas consecutivas, uno por cada moneda. La primera línea comprende los signos del reverso (r) y en la segunda los del anverso (a), y entre ambas, a la izquierda, pongo el número (del 1 al 8) con que Iturriza señaló el ejemplar correspondiente. Hay otros números bajo los signos del anverso de algunas de las monedas: al decir, por ejemplo, 2.a.1 me referiré al marcado con 1 en el anverso de la pieza 2. Incluyo a la derecha una segunda columna en que frente a los signos de Iturriza señalo las lecturas correctas, precedidas del número con que Vives designó la ceca correspondiente (A. Vives: «La moneda hispánica», 4 tomos, Madrid, 1924). Dice Iturriza: «1.ª En el anberso una cabeza barbicerrada, pelo gironado como el de los mulatos, nariz larga: bajo el pescuezo la letra (1.a.1) bajo de la barbilla (1.a.2) y en el pescuezo (1.a.3). Al reverso un ginete a la ligera de medio cuerpo desnudo con birretina y lanza enrristrada y a los pies del Cavallo (1.r). »2.ª Cara barbicerrada, pelo gironado; junto a la boca (2.a.1) en el cogote (2.a.2) en el reverso un ginete con una (dibuja aquí una flecha con la punta hacia arriba) en la mano, y a los pies del Cavallo (2.r). »3.ª Cara barbicerrada: en el cogote (3.a.1), bajo del pescuezo (3.a.2) junto a la boca (3.a.3) y en el reverso un ginete con lanza en mano; y a los pies del Cavallo (3.r). »4.ª Cara barbicerrada con collar en el pescuezo; y en el cogote (4.a). Al reverso un ginete a la ligera con lanza, y a los pies del Cavallo (4.r). »5.ª Cara barbicerrada, nariz larga, pelo gironado: en el cogote (5.a) y al reberso un ginete con sable en mano y a los pies del Cavallo (5.r). »6.ª Cara sin barba; pelo gironado: en el cogote (7.a.1) bajo del pescuezo (7.a.2), y al reverso un ginete a la ligera con lanza en mano, y a los pies del Cavallo (7.r). »8.ª cabeza limpia en el cogote(8a.l) bajo del pescuezo (8.a.2) y al reberso un ginete a la ligera con lanza en mano, y a los pies del Cavallo (8.r)». No osó Iturriza hacer conjeturas sobre la naturaleza de estas monedas, aunque sí recogió algunas de las teorías más en boga en su época. Identificación. De las descripciones hechas por Galarza y Zavalla a los pocos días del hallazgo se desprende claramente que se trataba de monedas «ibéricas» de la serie del jinete, grupos de la espada y de la lanza, si bien no faltaba por lo menos un ejemplar en que el jinete iba armado de flecha o dardo (Iturriza n.° 2). Fue don Antonio Aguirre, según mis noticias, el primero en identificar correctamente aquellas ocho monedas, utilizando para su lectura las ya superadas equivalencias de A. Delgado. Posteriormente han vuelto a ser publicadas por don Mario Grande en el diario bilbaino «El Correo Español-El Pueblo Vasco». La primera y tercera son evidentemente iguales, tratándose de denarios de la 5.ª emisión, n.° 6, de la ceca 55: en el anverso una cabeza barbuda, a los lados ca y du (tu), debajo s; en el reverso jinete con lanza y debajo tu-r-i-a-s u. La segunda puede ser un denario, n.° 1, o un as, n.° 3, de la 1.ª emisión de la ceca 44: en el anverso, cabeza barbuda entre arado y delfín; en el reverso, jinete con dardo, y debajo a-r-s-a-o-s. La cuarta moneda es un denario, n.° 2, de la ceca 37: en el anverso, cabeza barbuda y detrás bo-l; en el reverso, jinete con lanza y debajo bo-i-s-ca-n. La quinta puede ser un denario, n.° 1 , o un as, n.° 3, del primer grupo de la ceca 41: en el anverso, cabeza barbuda, detrás be-n-co-ta; en el reverso un jinete con espada y debajo ba-s-cu-n-e-s. La sexta es un denario, n.° 13, de la 6.ª emisión de la ceca 34: en el anverso una cabeza desnuda, detrás cu; en el reverso un jinete con lanza, debajo a-`r-e-co-`r-a-la-s. Las dos últimas son denarios, n.º 1, de la ceca 26: en el anverso una cabeza desnuda, detrás de una media luna, debajo `s; en el reverso un jinete con lanza, debajo `s-e-c-o-bi-`r-i-ce-s. Ref. Ugartechea, J. Miguel: Materiales «ibéricos» en Vizcaya, ASEF, 1966, 183-187.