Villes

Leitza

Cinco barrios son los que conforman el pueblo de Leiza: Gorriztaran, Arkiskil, Eureka, Zakulu, y Erasote. La construcción típica de estos barrios es el caserío popular de dos niveles con balcones corridos de madera en el superior y tejado a dos aguas.

En el núcleo urbano, de anárquica distribución, merece la pena señalar la casa parroquial, que viene a sustituir a la casa abacial (en Leiza al párroco se lo denomina como Abadea), de considerable tamaño y curiosa distribución interior, la casa Baleztena, elegante bloque exento de sillar, la casa Totachenea o las casas Echeverria y Peritza del siglo XVIII.

Un comentario aparte merece la casa Consistorial. El Ayuntamiento de Leiza es un edificio que data de 1915 y que vino a sustituir al anterior construido a mediados del siglo XVIII. Las obras fueron contratadas en 1739, siendo finalizadas en 1745. Paralelamente a la construcción del edificio se llevó a cabo una importante remodelación urbanística que delimitaba un amplio espacio alrededor del mismo conocido como Plaza Nueva. Sin embargo, fue demolido en su totalidad y construido de nueva planta en 1915, año en que se decidió una reestructuración y ampliación del mismo, para lo cual entregaba proyecto y condiciones el arquitecto vecino de Tolosa Guillermo Eizaguirre. El encargado de llevarlo a efecto fue José Arrarás, arquitecto de Pamplona, finalizando su labor en 1917. La actual edificación, de estilo ecléctico y gran presencia a causa de su sobriedad y pureza de líneas, se compone de dos niveles culminados por una estructura central rematada en frontón partido. El cuerpo inferior queda abierto por nueve arcos de medio punto sostenidos por pilares sobre los que se disponen, ya en el segundo nivel, amplios ventanales delimitados por potentes pilastras y subdivididos a su vez en tres huecos a excepción del central; en el remate superior se abren cinco vanos rectangulares, el central culminado por frontón triangular, sobre el que se dispone un aparatoso escudo de estilo rococó de mediados del siglo XVIII. Culmina el conjunto una moldurada cornisa de piedra y un saliente alero de madera.

Cerca del ayuntamiento queda el lavadero en desuso desde que perdió su funcionalidad y casi olvidado pero interesante por la disposición de las askas. Por su ejecución parece claramente coetáneo al ayuntamiento.

Del templo medieval que debió de existir no ha llegado resto alguno. A aquél vino a sustituir el edificio llevado a cabo a finales del siglo XVI y cuya conclusión se demoró por falta de fondos. En el siglo XVIII se emprenderá una nueva fase constructiva a causa de la inminencia de desplome de un tramo de la cúpula y, por otro lado, la necesidad de ampliación del templo por el notable aumento de la población de la villa. Así pues, se pidió permiso al obispado para edificar un crucero de nueva planta, siendo concedido tal permiso por la diócesis en 1749, tras varios informes dando cuenta del estado de la iglesia.

La traza para el nuevo transepto la dio el célebre Francisco de Ibero aunque otro célebre arquitecto, Martín de Carrera, introdujera más tarde variaciones en el alzado. Las concluyeron en 1768. Así, la parroquia quedaba configurada por una nave del siglo XVI y un crucero del siglo XVIII. Pero esta composición duró poco tiempo. El continuo crecimiento de la población y el ruinoso estado de la nave obligaron a derribar ésta y a levantar otra más espaciosa y que casara mejor con el crucero nuevo. Esto sucedía en 1770. De esta manera fue nuevamente Francisco de Ibero el encargado de diseñar la nueva nave y dirigir la construcción de la misma, en la que participaron muchos canteros de la villa y del cercano pueblo de Areso. Toda la obra fue tasada en 1781. A finales del siglo XIX se realizó el remate de la facha con su pequeño campanario.

El templo, de considerables dimensiones, presenta una planta de cruz latina en tres tramos más amplio crucero y cabecera recta. Al interior prima la austeridad y la sencillez que solamente permiten remarcar los elementos estructurales en sillar. Los tramos de la nave, separados por arcos fajones y los brazos del crucero se cierran con el mismo tipo de cubierta, bóveda de lunetos, mientras que en el tramo central se utiliza una de arista. El coro se alza a los pies del edificio en la parte que corresponde al último tramo, con dos alas laterales avanzadas que recuerdan, en parte, a los coros de las iglesias de Iparralde. Monta el coro sobre un arco escarzano de embocadura sostenido por pilares. La sacristía queda adosada a la cabecera por el lado de Epístola.

Al exterior la iglesia ofrece una imagen sólida gracias al sillar bien escuadrado que luce hacía la fachada. La parte inferior de los muros de la nave son recorridos por un cuerpo, un procesionario, según la traza de Ibero, que une los brazos del crucero pasando por el muro hastial. Se abren huecos dintelados a lo largo del procesionario, a excepción del hueco central de arco de medio punto que hace de arco de ingreso al pórtico y es la meta de la impresionante escalinata que asciende desde el pueblo hasta la parroquia. Sobre gran parte de los dinteles, en un segundo nivel, redisponen pequeños balcones. Este procesionario de techumbre plana cobija tres puertas, una en cada brazo del crucero y la portada principal a los pies de la nave.

El muro hastial, que hace de fachada, se remata en su parte central por una hilera de canes sobre la que corre una balaustrada flanqueada en los extremos por dos cuerpos cúbicos. El del lado de la Epístola remata en frontón triangular, mientras que el del lado opuesto se configura como fuste de la torre que se eleva sobre él con el cuerpo de campanas.

En el interior y en materia retablística el templo cuenta con cinco retablos, el mayor más cuatro colaterales. Del siglo XIX y neoclásicos son el de la Virgen del Rosario y el de la Dolorosa de igual traza. De la centuria siguiente los retablos de la Milagrosa y la Inmaculada.

El retablo mayor resulta más interesante. Barroco, a caballo entre los siglos XVII y el XVIII es resultado de la intervención de varias manos. Originalmente lo comenzó Miguel de Bengoechea tras cuya muerte terminó la obra su hijo Simón. La máquina quedaba concluida para 1707. En 1767 se procedía a desmontarlo con motivo de la ya citada construcción del crucero y lo hacía el escultor Ildefonso Fuster, quien cuatro años más tarde se encargaría de rearmarlo y recomponerlo. A fin de que cuadrara en el nuevo muro del testero, mayor que el anterior, hubo que ampliarlo. De ahí que sean perceptibles dos momentos distintos en su mazonería: uno corresponde al trabajo de los Bengoechea y se sitúa en el segundo cuerpo, y el otro a la intervención de Fuster con decoración más acorde con ese momento y que se situaría en el primer cuerpo del retablo. En el año 1800 nuevamente tuvo que ser retocado el retablo por Juan Bautista de Gogorza al amenazar el mueble litúrgico ruina.

Es de traza recta y se compone de banco con tableros entre ménsulas avolutadas, dos cuerpos de tres calles articuladas por columnas salomónicas dobles dispuestas en diferentes planos, unas más avanzadas que las otras, y ático de una sola caja entre aletones curvos de follaje que remata un gran gloria con un Padre Eterno. Invade toda la estructura una profusa decoración de tipo vegetal.

En la iconografía se utilizan tallas de distintas épocas. Las más reseñables son la de San José, barroca del siglo XVIII, la de San Miguel alanceando al dragón, talla de bastante dinamismo en sus pliegues, de la misma época, la talla de San Juan Baustista renacentista de la segunda mitad del siglo XVI y San Tiburcio, patrono de la villa, representado en una talla romanista de 1600. Finalmente el ático alberga un Crucificado tardorromanista de la primera mitad del siglo XVII.

El sagrario, el ambón y el altar se componen con piezas de mármol reutilizadas que originalmente formaron un hermoso conjunto que adornaba las gradas del presbiterio y recorría éste de lado a lado creando un bonito contraste al ser la estructura de mármol blanco y negro. Se quitó en tiempos del temprano postconcilio hacia el año 1968. Por la misma época se retiraron varios retablos del templo, se recolocaron o se desmontaron y se volvieron colocar con distinto formato.

Hay que añadir que en las capillas de la nave existen, casi a la altura del suelo, pequeñas estelas funerarias numeradas. Los números corresponden al número de fuesa u hobia que cada familia tenía en el suelo de la parroquia. Una vez eliminada la parcelación del piso como detalle conmemorativo se llevó a cabo lo que se acaba de explicar y es así como las familias todavía encienden velas frente a la pequeña estela que lleva el número que antiguamente correspondió a la sepultura de la familia.

El ajuar de platería de la parroquia resulta de gran interés. Dentro de las piezas son remarcables un cáliz de plata dorado del último tercio del siglo XVI y decoración bajorrenacentista, otro cáliz, éste ya del siglo XVIII, de plata y liso y otros dos vasos sagrados originarios de la Nueva España y del último tercio del mismo siglo de plata uno y plata sobredorada el otro. Todos de fina composición. La cruz parroquial también constituye un ejemplar excelente de trabajo de orfebrería. Diseño de cruz latina, crucero cuadrado y remates en brazos flordelisados de aire gótico más unas cresterías fundidas con motivos vegetales. A ambos lados del brazo vertical se alzan, como cuernos de la abundancia, la Virgen y San Juan representando el momento de la crucifixión. La pieza fue retocada hacia 1570 y le fue introducido un elemento decorativo más, un nudo jarroniforme de tupida decoración efectuada a buril y cincel. Posee también una rica iconografía.

La ermita de la Santa Cruz parece que ya existía en el siglo XVI. Fue reformada en el siglo XIX primero y en el XX después. Presenta planta rectangular de gran desarrollo más cabecera recta, más estrecha. La nave no está articulada aunque se separe del presbiterio por medio de una reja. Se cubre la estancia con una bóveda cañón. La sacristía se adosa a la cabecera por el lado de la Epístola. Al exterior, cercana a la puerta de ingreso, existe una aguabenditera con la fecha de 1813. Sobre el volumen de la sacristía se alza una espadaña construida en sillar. La ermita la preside un Crucificado moderno.

Cabe mencionar que en septiembre de 2011, se ha abierto una nueva capilla en la casa Iriartea con el fin de celebrar misa entre semana. La capilla es una estancia rectangular irregular con un sagrario moderno.

  • CARO BAROJA, J. "La Casa en Navarra.", III, CAN, 1982.
  • LOPEZ SELLÉS, T. "Contribución a un catálogo de ermitas de Navarra", C.E.E.N, 1972.
  • VV.AA. "Catalogo Monumental de Navarra", V**, 1996.
  • VV.AA. "Arte hispanoamericano en Navarra", Gobierno de Navarra, 1992.

ETE 2011