Roman

Irazu Garmendia, José

María José Olaziregi: Bernardo Atxagaren irakurlea (Edit. Erein, 1998). Lourdes Otaegi: Bernardo Atxaga. Egilearen hitza (Edit. Labayru, 1999). Iñaki Aldekoa: Antzara eta ispilua. Obabakoak-en irudimen mundua (Edit. Erein, 1992) y Mendebaldea eta narraziogintza (Edit. Erein, 1998).

En los siguientes párrafos resumiremos el estudio que sobre la novelística de Atxaga ha realizado Maria José Olaziregi (Historia de la Literatura Vasca, Edit. U.N.E.D. (Universidad Nacional de Educación a Distancia), 2000). Hasta la recopilación Obabakoak (1988, y en castellano en 1989), buena parte de las narraciones de Atxaga tenían por escenario el lugar indeterminado de nombre Obaba. Se trata de mucho más que la transposición del Asteasu natal del escritor y sirve de excusa narrativa para trasmitir un mundo antiguo en el que no rige la causalidad lógica sino la mágica. Por ello, en el territorio de Obaba es factible que se acepte la metamorfosis de un niño en jabalí o la creencia de que un lagarto puede volvernos locos tras introducirse por nuestro oído.

Los relatos fantásticos del ciclo obabiano han tenido una gran acogida, y antes de conseguir el Premio Nacional de Narrativa, en 1988, ya gozaban de muchos seguidores. Bi letter... (Dos letters), Sugeak txoriari... (Cuando la serpiente...) y Bi anai (Dos hermanos) tuvieron unas ventas en euskera de cerca de 20.000 ejemplares cada una. Bi letter... tiene un sugerente mestizaje lingüístico entre el inglés y el euskera, fruto de la colaboración heterofónica. Bi anai es, según Marijose Olaziregi y el también profesor y crítico Iñaki Aldekoa, la mejor de la década de los 80, junto con Hamaseigarrenean aidanez, de Anjel Lertxundi. Tiene la particularidad de que los narradores son cuatro animales, el pájaro, la ardilla, la serpiente y las ocas, que refuerzan el relato trágico del sacrificio del muchacho inocente.

Después, en 1988, publicó el libro de relatos Obabakoak, que le catapultó a la fama. Presenta un conjunto de relatos interrelacionados. Y las historias combinan la reflexión metanarrativa con estrategias de literatura fantástica. Pero el libro es también un viaje literario, por sus numerosas referencias a otras obras y autores. Los grandes temas del libro son, según Olaziregi, la soledad y la fatalidad, y Atxaga reflexiona en definitiva sobre los límites entre la literatura y la vida.

A partir de aquel momento, Atxaga decidió dar un viraje hacia el realismo. Publicó la novela Behi euskaldun baten memoriak (Memorias de una vaca) en 1991, donde abandonaba el lugar mítico de Obaba, si bien tampoco se trata de una novela estrictamente realista. Fue incluida en la Lista de Honor del I.B.B.Y. (International Board on Books for Young People) en 1994. Ahí comenzó Atxaga a usar recursos formales que desarrolló en sus narraciones posteriores, como las voces interiores para narrar el discurrir de los diferentes protagonistas. El personaje principal es Mo, una vaca que apuesta por la actitud crítica ante la vida. Además, Atxaga sitúa la novela en un tiempo ya más definido, con referencias a la guerra civil de 1936-1939. Esta novela desconcertó a parte de la crítica en el País Vasco, pero después se afianzó con fuerza en el mercado.

El viraje hacia el realismo se completó con Gizona bere bakardadean (El hombre solo), en 1993. Ha sido traducida a 12 idiomas y galardonada con importantes premios(Premio de la Crítica de 1993, finalista del Premio Nacional de Literatura de 1993, Premio Euskadi de Plata de 1994 y mejor libro del año para las revistas "El Urogallo" y "Elle". La novela comienza a las nueve horas del día 28 de junio de 1982 y su acción transcurre en los cinco días siguientes. El protagonista, Carlos, es uno de los propietarios de un hotel cercano a Barcelona, y ha escondido en el sótano de la panadería a dos activistas de E.T.A. (Euskadi ta Askatasuna) que acaban de cometer un atentado en Euskadi. El narrador muestra el mundo interior de Carlos y narra con un suspense muy logrado el intento de la pareja de activistas de burlar el cerco policial.

La siguiente novela, Zeru horiek (Esos cielos), se articula también en torno a un personaje. Se trata de una mujer de 37 años que acaba de salir de la cárcel de Barcelona, por su pertenencia a un grupo armado, y coge el autobús para dirigirse a Bilbao. El viaje entre Barcelona y Bilbao se convierte en un viaje interior de la protagonista. La soledad es una de las características de esta mujer, al igual que el personaje principal de la novela anterior.

En lo referente a la labor poética de Atxaga, se puede reproducir el comentario que sobre Etiopia (1978) ha hecho el también poeta Koldo Izagirre en el prólogo del tomo dedicado a este autor en la colección de antologías XX. mendeko poesia kaierak (Edit. Susa, 2000): "Alejándose tanto de la poesía social como de la existencial, y dando la espalda en la misma medida al sentimentalismo y al optimismo, Etiopia ofrecía una nueva actitud ante la labor poética: el poeta nunca habla en primera persona, oculta o intelectualiza sus pensamientos con el fin de evitar la ingenuidad; tiene una mirada distante hacia el entorno, pero sin ser insolidaria, y ama a los marginados y a los derrotados". Según Izagirre, Etiopia trajo "vanguardia y trasgresión, predominio de la imagen y belleza de la marginalidad".

Etiopia sirvió de guía a toda una nueva generación de escritores, pero a fines de los años 80 Atxaga decidió cambiar radicalmente su poética, alejándose de los vanguardismos para buscar una poesía más esencial y a la vez más comprensible.

Los poemas de Atxaga han sido muchas veces empleados por los cantantes. Por ejemplo, Ruper Ordorika se valió de diez poemas para el disco Hautsi da anphora (1980), y Mikel Laboa también ha cantado temas de este poeta en los discos 6 (1985) y 12 (1989).

Igualmente, hay que destacar el influjo que ha tenido Atxaga en la literatura infantil. Su Chuck Aranberri... (1982) es considerado por Xabier Etxaniz, autor de una historia de la literatura infantil en euskera, como el comienzo de la literatura moderna en este ámbito, galardón que comparte con Tristeak kontsolatzeko makina (Anjel Lertxundi, 1981) y Txan fantasma (Mariasun Landa, 1984).