Rivières/Estuaires

GUADALQUIVIR

En el cauce del río Guadalquivir y en particular en Sevilla tuvo lugar un famoso hecho de armas a cargo de Muza y sus gentes de Tudela, contra los piratas normandos. Una temible flota, compuesta por un ciento de navíos, más de la mitad de gran tonelaje, desembarca en Lisboa el 20 de agosto del 844. El gobernador musulmán de la plaza los rechaza después de trece días de violentísimos combates. La alarma cunde en el emirato. Abd al Rahman II llama a las armas a todas sus gentes armadas con el fin de hacerles frente en las comarcas andaluzas regadas por grandes ríos. Efectivamente los normandos conquistan el puerto de Cádiz mientras la escuadra, sin pérdida de tiempo, remonta el río Guadalquivir (29 setiembre) y se establecen en la denominada isla Menor. Todo es desde ese momento actividad. Navíos exploradores remontan las aguas camino de Sevilla donde cunde el pánico hasta tal punto que la gente abandona la ciudad a una con su propio gobernador. Los vikingos desembarcan y saquean la ciudad matando a los habitantes que han atrapado en su huida. La segunda etapa, en plan fulminante, es apoderarse de Córdoba. Han organizado poderosos escuadrones de caballería con los caballos tomados en la incursión. En la movilización general de guerreros cuenta Abd al-Rahman II con los de la Marca Superior a quienes ha pedido inmediata ayuda, entre ellos al banukasi Muza ben Muza de Tudela a quien le recuerda los lazos de clientela o mauladía que le unían a los Omeyas desde los tiempos de su abuelo Kasi. Abd al-Rahman organiza las primeras columnas de choque al mando de prestigiosos generales como Abd Alah ibn Kulaib, Abd al-ahid ibn Yazid y Muhammad ibn Rustun. Van llegando los contingentes guerreros de todo el Emirato a Córdoba al mando del eunuco Nasr Abul-Fath. Sin embargo, los cordobeses no se deciden a entrar en batalla en tanto no lleguen las tropas de la frontera mandadas por Muza ben Muza: "los cordobeses no se atrevieron a atacar al enemigo (los normandos), porque era demasiado bravo, hasta que llegaron las tropas de la Frontera" (Ibn al Kutiya). La intervención de los tudelanos la relata ibn Kutiya con lujo de detalles: "Muza vino con un gran ejército pero, al llegar frente a Carmona, se separó de las demás tropas de las Marcas y del ejército de los Visiris y acampó aparte. "Muza preguntó por los movimientos del enemigo y le dijeron que todas las mañanas solían salir destacamentos en dirección a Firish y Lekant y hacia la parte de Córdoba y Morón. Preguntó, además, dónde podría preparar una celada escondiéndose en las inmediaciones de Sevilla, y le indicaron la alquería de Kintos de Muafar, que está al sur de la ciudad. A media noche, las tropas de Muza ibn Muza se dirigieron a Kintos y se emboscaron. En una iglesia antigua que allí se alzaba, hicieron subir a la torre a un vigía, llevando un haz de leña. Al apuntar la aurora, salió de Sevilla un grupo de dieciséis mil normandos, en dirección a la comarca de Morón. Cuando estuvieron frente a la alquería, aunque el vigía hizo la señal, los emboscados se abstuvieron de salir a fin de que los Madchus se alejaran un poco más y, una vez que se distanciaron, se interpusieron entre ellos y la ciudad y los pasaron a todos a degüello. En seguida se adelantaron los visires, entraron en Sevilla y encontraron al gobernador sitiado en la Alcazaba. El gobernador les salió al encuentro y los sevillanos regresaron a la ciudad. Además del destacamento que fue pasado a cuchillo, habían salido otros dos: uno hacia la parte de Morón y otro hacia la de Córdoba. Pero cuando los normandos, que estaban en Sevilla, supieron la arrogante acción del ejército y la muerte del destacamento que había salido hacia Morón, huyeron a sus naves y navegaron río arriba hasta el castillo de al-Zawak. Cuando alcanzaron a sus compañeros, una vez embarcados, dieron la vuelta siguiendo la corriente del río. Entonces, la gente comenzó a insultarles y a tirarles piedras con hondas. Al llegar una milla más abajo de Sevilla, los normandos dijeron a los que les apedreaban: "Si queréis rescatar a vuestros prisioneros, dejadnos paso libre". Dejaron de arrojarles piedras y ellos procedieron al rescate de los cautivos. La mayoría fueron redimidos, pero no por oro ni plata, sino por ropas y comestibles. "Después que los Madchus se alejaron de Sevilla..." Muza ben Muza, triunfante, volvió a Tudela lleno de prestigio y de honores.

Bernardo ESTORNÉS LASA