Politiques et Fonctions Publiques

Goyeneche e Irigoyen, Juan Francisco de

Avispado hombre de negocios, del Consejo de SM en el de Hacienda, mayordomo de la Reina, consejero con voz y voto en el reino de Navarra, caballero de Santiago (1715) y a la postre marqués y señor de las villas de Ugena y Torrejoncillo. Nació en Arizkun en 1689 y joven todavía, se vino a Madrid, donde empezó figurando en el círculo de baztaneses que giraban en torno de la figura central de Juan de Goyeneche y Gastón, de quien era sobrino carnal. En 1714 aparece ya como apoderado de su tío Juan en algunos asientos; desde 1711 a 1716 fue arrendatario de los correos marítimos y terrestres, y a partir de aquí parece convertirse en el hombre clave de otras varias asociaciones de financieros muy activos y en uno de los puntales, también, del fortísimo bloque económico que formaron los navarros de la Montaña en el Madrid de los años inmediatos a la guerra de Sucesión. El marqués de Ugena vino a reunir, así, una fortuna inmensa, que le permitió desarrollar unos hábitos de vida refinados y exquisitos, en los que se delataba una alertada sensibilidad para los valores artístico-literarios.

Por lo que cabe deducir del inventario de bienes que dejó a su muerte en Madrid (1744), resulta que poseía una bien provista y variada librería, en cuyos estantes no faltaban, al lado del libro de piedad o de los clásicos e historiadores españoles, las obras de Molière y los grandes trágicos franceses; las de Fénelon y Pascal, al lado de las de Edme Boursault Montfleury o Voiture; la novela amorosa, junto al libro de Derecho; el Dictionnaire du Commerce de Savari de Bruslons -signo de los tiempos- junto al Grand Dictionnaire Historique, de Moreri e incluso Saint-Evremond, con su humor antimetafísico, su moral levemente epicureísta, su catolicismo ambiguo y problematizado, su aire de libertino... Reunió también una colección espléndida de obras de arte, en las que no faltaban las firmas de los Velázquez, Ribera, Carreño, Tiziano, Tintoretto, Bassano, Lucca Giordano e incluso Hieronimus Bosch..., y una masa de tallas, esculturas y otros objetos de arte menor, que revelan en él un espíritu culto y refinado.

Ref. Julio Caro Baroja: La hora navarra en el siglo XVIII, pp. 197-219.