Îles

FAISANES, Isla de los

Condominio franco-español. Hay pocos territorios tan pequeños como éste que estén tan cargados de historia como la Isla de los Faisanes llamada también de la Conferencia. Esta isla, de dimensiones tan pequeñas que los mapas la ignoran, es sin embargo célebre en Europa y en el mundo, tanto por los recuerdos históricos a ella vinculados como por el estatus jurídico especial de derecho internacional que se le acordó. Es el territorio más pequeño que existe que tenga un estatus especial, como puede constatarse en el almanaque de Gotha que invita al jurista a un estudio más profundo -Edición 1944- de este fenómeno. En efecto, en la rúbrica "Francia" podemos leer: A) En Europa. IV. Dependencia.-1.° Condominio franco-español. Isla de los Faisanes o de la Conferencia y de la Bahía Frontera de Higuer. En el curso inferior del río frontera franco-español: el Bidasoa. Comunidad franco-española regulada por el Convenio de Bayona el 2 de diciembre de 1856 y el 27 de marzo de 1901. (0,23 km. cuadrados, deshabitada. Banda del medio común. 0,02 km. cuadrados en la Bahía Frontera de Higuer en virtud del tratado de Bayona el 30 de marzo de 1879). Condominio, comunidad, tales son los términos que vemos aparecer en el Gotha. El "Diccionario Topográfico de los Bajos Pirineos", dentro de su brevedad, se limita a señalar: "Isla situada en la comuna de Urrugne. Indivisa entre Francia y España". La Fontaine la cita también en su fábula "Las dos cabras". "Imagino ver con Luis el Grande a Felipe IV adelantándose en la Isla de la Conferencia. Ningún viajero pasa cerca sin mencionar este minúsculo territorio que Théophile Gautier comparaba prosaicamente a un "lenguado frito de no muy buena calidad". Todos los que pasan por el puente de Behobia cerca de la isla toman notas sobre los recuerdos que evoca esta plazoleta internacional. Conocida por las Cancillerías, su estatus actual tiene un origen lejano. Su posición en medio del curso del Bidasoa invitaba a los monarcas de los dos países a las entrevistas y a la negociación entre vecinos. Un carácter especial le es reconocido cada vez. Se la considera tierra de nadie o más exactamente como el limite natural entre las dos naciones. El mapa de Cassini, por ejemplo, la señala con una flor de lys para acentuar mejor su carácter de limite entre Francia y España. Geográficamente el Bidasoa se extiende con amplitud en la llanura entre Behobia y Hendaya en Francia e Irún y Fuenterrabía en España. El nivel de las aguas varía mucho con la marea que cubre parcialmente ciertas islas. Los borradores (a 1/10.000) de las marejadas de abril y mayo 1901 para el plano director de artillería (a 1/20.000) ofrecen un esquema satisfactorio. Y podemos notar que el río se ensancha desde el puente de Behobia; el Bidasoa transcurre circundando con su curso islas bastantes grandes y llanas. Las dos primeras se llaman: Isla de los Faisanes e Isla de la Conferencia. En efecto, según el mapa, sólo la isla grande lleva el nombre de Isla de los Faisanes, y el de la isla de la Conferencia se reserva a un pequeño islote situado en medio del curso del río que aparece al Oeste del puente de Behobia bastante destacado de las dos orillas. La Isla de los Faisanes, en cambio, es una isla solamente gracias a un pequeño curso de agua, afluente del Bidasoa, que la limita en su parte Norte. Como era de esperar esto constituyó una fuente de confusiones. La historia habla siempre de la conferencia que tuvo lugar en la Isla de los Faisanes, pero no se trata de la isla grande llamada así en los mapas sino de la islita denominada Isla de la Conferencia. Muy probablemente antes del siglo XVII se llamó Isla de los Faisanes lo que hoy es Isla de la Conferencia. La denominación de Isla de los Faisanes se encuentra desde la Edad Media y dadas las fluctuaciones del curso del Bidasoa es difícil afirmar nada acerca de la isla así denominada que ha podido cambiar de forma o dividirse después de esta época. Por otra parte, en relación con el origen del nombre "Isla de los Faisanes", M. Ph. Veyrin se pregunta si el nombre no viene de los negociadores locales que desde tiempo inmemorial venían aquí a sellar facerías y tratados de buena relación. Pues se sabe que en castellano y en gascón "f" = "h" y viceversa. "Facería" viene, quizás, de "hacer", faire, en el sentido de acordar. Y de ahí, al afrancesar la expresión, los "faisans" serian no el término de caza sino los delegados encargados de la confección de los tratados. Cuando los plenipotenciarios del Tratado de Bayona hablaron de "la Isla de los Faisanes conocida bajo el nombre de Isla de la Conferencia" estaban cometiendo un lamentable error que provocó gran conmoción entre los habitantes de las riberas al imaginar éstos que la Isla de los Faisanes iba a dejar de pertenecerles completamente. Los habitantes de Hendaya creyeron que iba a quitárseles lo que ellos llaman Isla de los Faisanes, es decir la isla grande, anteriormente descrita y apenas separada de tierra firme. En el informe presentado por M. Odilon Barrot en la Cámara de Diputados vemos aparecer esta controversia. -Cámara de Diputados. Anexo n.° 3.080. 1902, pp. 319-320-. En él se hace resaltar la conmoción causada en Hendaya por la imprecisión del tratado de límites del 2 de diciembre de 1856 y sobre todo por el convenio del 27 de marzo de 1901. Este convenio, declara M. Odilon Barrot, ha suscitado vivas reclamaciones en la región interesada relativas a la designación de la porción de territorio aludido en sus disposiciones bajo el nombre de Isla de los Faisanes. "No hay que confundirla, prosigue, con otra isla más pequeña que parece haberse desgajado de la primera por efecto de las corrientes y en la que tuvo lugar la conferencia de 1659. Y termina de la siguiente manera: "Efectivamente, según documentos anteriores o contemporáneos al acta de 1659, parece ser que el islote en el que la conferencia tuvo lugar no existió en épocas anteriores y fue formado por la mano del hombre en el lecho del Bidasoa con el fin de facilitar la entrevista de los dos plenipotenciarios. Esto no pasa de ser una hipótesis sin verificar. No se ve muy bien por qué habría de crearse totalmente una isla cuando había otras en el Bidasoa. Y entra dentro de lo probable que la Isla de la Conferencia se haya desprendido de la Isla de los Faisanes a causa de las corrientes, así como parece evidente que esta última era más grande que hoy en día. Se encontraba completamente cubierta por el conjunto de construcciones destinadas a albergar en 1659 a los plenipotenciarios de los dos países y a sus séquitos. Y Velázquez, en calidad de aposentador mayor presidió poco antes de su muerte, acaecida el 6 de agosto de 1660, los trabajos de construcción y decoración llevados a cabo para la célebre entrevista entre Felipe IV y Luis XIV. En efecto, la Isla de la Conferencia y el paso de Behobia eran bien conocidos por las cancillerías. Recordemos las conferencias entre Enrique IV de Castilla y Luis XI y la liberación de Francisco I por Carlos V. Al parecer la entrevista entre Luis XI y Enrique IV tuvo lugar en el lado de Hendaya y parece que fue en el castillo de Urtubie. El texto, poco preciso, de Commines no evoca ninguna isla. Igualmente el intercambio entre Francisco I y su rescate parece que tuvo lugar sobre dos gabarras que se encontraron en medio del estuario. (Ver el texto bien conocido del escritor vasco Pío Baroja que traza en unas líneas los fastos de este lugar ideal para que el protocolo fuese respetado.) Y así se hizo, no sin haberse discutido largamente la propiedad de la isla común, como vemos por una carta de un gentilhombre del séquito de Mazarino escrita el 28 de julio de 1659: "Se me propone un plan que consiste en acudir a una isla en medio del río para encontrarse en un territorio neutro, en cuyo caso el ministro de España, D. Luis de Haro, no pone objeción, pero llegados a este punto presenta una dificultad apoyándose en el hecho de que en el año 1510 comisarios nombrados por ambas partes para la regulación de los límites emitieron una sentencia por la cual nos adjudicaron las islas que hay en el río y el derecho a colocar masas consistentes en unos pilares hundidos en el agua para tender las redes; según esto, pues, se ve que las islas nos pertenecen y en consecuencia estamos ante un problema. Pero nosotros respondemos que jamás hemos aceptado tal sentencia porque ella ordena que los de San Juan de Luz y los de Ciboure podrán penetrar con sus barcos en el río pero no podrán emplear más que barcos chatos, lo cual nos resultaba tan perjudicial a nosotros como útil a los de Fuenterrabía, a los cuales se liberaba de las sospechas que podía producir la entrada de los barcos así como de la competencia comercial; y que esto es tan cierto que se demostró en esta época que el comisario nombrado por el rey había sido corrompido con un salmón que le habían dado en este lugar y que estaba lleno de doblones españoles. Y a la luz de estas razones presentadas por una y otra parte se habla de construir, sobre pilotes, un cuadrado en forma de sala justo en medio del río". Hay otra carta, fechada en San Juan de Luz el 31 de julio de 1659, que resulta de lo más interesante pues registra de alguna manera el acta de nacimiento de la isla en su estatus actual como límite entre los dos países: "Después de algunas idas y venidas de los Sres. de Pimentel y de Lyonne se acordó que la conferencia tendría lugar en una isla que está a dos leguas de aquí, en medio del río que separa los dos reinos. D. Luis hará una declaración por la cual reconocerá que la isla pertenece por igual a los dos reinos para disipar cualquier duda que la sentencia de 1510, de la que he hablado, pudiera despertar en los espíritus; seguidamente se construirá un alojamiento al cual cada uno de los ministros acudirá desde su lado por un puente, pudiendo decirse con toda verdad que el Sr. Cardenal tratará sobre tierra francesa y D. Luis sobre tierra española". Hay que señalar, por otra parte, que los términos de ambas cartas pecan de imprecisión en una cuestión tan importante para el protocolo. Este gentilhombre, el 28 de julio habla de la isla como de un lugar neutro. El 31 de julio habla (después del pequeño problema sobre la propiedad de la isla) de la declaración de D. Luis de Haro, afirmando que la isla pertenece por igual a los dos reyes, lo cual hace suponer su carácter de indivisible. Pero al final de la carta cuando declara: "pudiendo decirse con toda verdad que el Sr. Cardenal tratará sobre tierra francesa y D. Luis sobre la de España", nos deja suponer que la isla está considerada no como indivisa sino como perteneciendo a medias a los dos reinos. Y resulta interesante tomar nota de esta controversia que veremos aparecer casi en idénticos términos dos siglos más tarde. De hecho, hasta que el tratado de Bayona lo sancione más estrictamente, la Isla de los Faisanes fue considerada por la opinión pública como propiedad común de los dos reinos. Si repasamos los acontecimientos que hicieron célebre a esta isla, celebridad que le valió un puesto especial en el derecho internacional, vemos que la idea de tratar en los Pirineos fue propuesta la primera vez por Peñaranda con ocasión de la dieta de Francfort el 4 de junio de 1658 (Asuntos Extranjeros. Correspondencia Política Alemania, Tomo CXLI). Las conferencias duraron del 13 de agosto al 7 de noviembre de 1659. Hubo 24 que se desarrollaron en el edificio construido en la isla. (Ver el plano de la isla y de las instalaciones en Asuntos Exteriores, Correspondencia Política España; y Biblioteca Nacional, MSS. Fds. F. 4.240 F.° bis. Tomo XXXVII, f.° 380 y 381.) La paz de los Pirineos firmada el 7 de noviembre de 1659 fue además ratificada por el matrimonio de Luis XIV con la infanta María Teresa celebrado en San Juan de Luz. El 4 de junio de 1661, el rey vino a ver a su prometida a la Isla de los Faisanes donde tuvo además una entrevista con el rey de España Felipe IV el 6 de junio. El 23 de enero de 1666 tuvo lugar en la isla una conferencia para regular las cuestiones concernientes a la liquidación de los derechos eclesiásticos de los obispados de Bayona y de Pamplona. Después llegó el olvido y, al paso de los años, esta pequeña banda de tierra consagrada a la paz fue desapareciendo con el paso de las corrientes y en la época del Tratado de Bayona sólo quedaba de ella un banco de arenisca en el que crecían algunos juncos.