Como vestigio prehistórico hallado en tierras eibarresas puede citarse un hacha neolítica muy perfecta encontrada en 1970 en un labrantío del caserío Gorostabeña.
Carmelo de Echegaray, en la Geografía del País Vasco-Navarro, t. Vizcaya, p. 865, cita: "...el siglo XII se cuenta de un D. Celinos, pariente de los reyes de Navarra, que vino a desposarse con una hija del solar de Unzueta de Eibar y que quiso hacer ofrenda a la iglesia de Cenarruza de veinticuatro vacas preñadas para ensalzarla y honrarla". Como se sabe, los Unzueta de Eibar eran parientes mayores del bando oñacino, y como tales, su centro parroquial no era precisamente San Andrés de Eibar, sino la Colegiata de Cenarruza, que era a la vez de los parientes mayores de dicho bando. De todas formas es la primera noticia escrita de la existencia de Eibar. Por lo menos hasta la fecha. Para encontrar algo anterior quedan muy pocas posibilidades, y éstas tendrían que ser o bien en el archivo de Navarra o bien en el Obispado de Calahorra. Esta misma cita es aún mucho más interesante y detallada en la obra Historia general de Vizcaya, de Juan Ramón de Iturriza, escrita en 1785 y editada en Barcelona en 1884. De la p. 163 de esta edición recogemos: "...Según escribe Pedro de Monasterio y Burgos fue Cenarruza en tiempos pasados cámara de la parcialidad oñacina, en donde se juntaban á celebrar bodas, bautizos, entierros, honras, y bentilar todas las materias, y negocios grabes que se les ofrecían tocantes al servicio de Dios y Señores de Vizcaya; y en una ocasión en que se juntaron barios cavalleros, y entre ellos Don Celinos pariente cercano del Rey de Navarra, que vino en casamiento a la casa de Unzueta de Eibar reedificada por el año 1193 hizo ofrenda á dicha Iglesia de Cenarruza de 24 bacas por ensalzarla, y adquirir honra, según escribe Juan Iñiguez de Ibarguen en el quaderno 168 libro 3.° cap. 31 de su Crónica general Española. Después que se fundó esta Colegiata los dueños de las citadas Casas Infanzonas se segregaron de su Parroquia por la mucha distancia, agregándose a las Iglesias inmediatas de sus respectibas casas, y no obstante algunas de ellas pagan las décimas; y permanecen en el cuerpo de dicha parroquia de Cenarruza y en su cimenterio barias lapidas sepulcrales de las nominadas Casas con armas y blasones; y la que está en el umbral de la puerta de la Iglesia tiene las de la Casa de Butron, y son una cruz con cinco lobos". Aún hoy podemos encontrar una lápida sepulcral mandada poner, según reza, en 1544 por Pedro Ibarra, señor de Unzueta de Eibar. Pero el dato es que la casa de Unzueta de Eibar fue reedificada el año 1193. Lo que atestigua que su existencia aún remonta a tiempos anteriores. La segunda noticia omitida por el historiador de Eibar, la recogí de su padre Serapio Múgica. La interesante cita aparece en la Geografía del País Vasco-Navarro, vol. Guipúzcoa, p. 1.022, que da a conocer:
"...al estudiar los orígenes de Bermeo, con que el privilegio dado a la villa vizcaína por los señores de Vizcaya fue confirmado por el rey D. Alfonso el Sabio de Castilla, hallándose en la cerca del castillo de Unzueta de Eibar á 12 de Agosto de 1277".
Las razones por las que Gregorio de Múgica pudo omitir estas dos citas probablemente serán sus procedencias vizcaínas, pues no he hallado ninguna de ambas citas en historiadores de Gipuzkoa hasta la reseña un poco casual de su padre Serapio, quien afirma haberla recogido al estudiar los orígenes de Bermeo. Iturriza habla de ella en la p. 256 de su Historia General de Vizcaya. Pero es Gabriel de Henao quien trata con mayor precisión en su obra Averiguaciones de las antigüedades de Cantabria, escrito hacia los años 1689-1691. Encontraremos en el t. II, p. 91, en la reedición hecha por E. López en Tolosa en el año 1894; la noticia en cuestión es la siguiente:
"...un privilegio del rey D. Alfonso el Sabio, era mil trescientos quince, que es el año mil doscientos setenta y siete, á doce de Agosto en la cerca del castillo de Unzueta, distante de Eibar en Guipúzcoa, un cuarto de legua, para que se guardasen á Bermeo sus fueros, usos y costumbres, como se guardaban en tiempo de D. Lope Díaz de Haro".
Esta noticia, en la que se han basado los demás, contiene la particularidad de la situación precisa de la torre de Unzueta, a un cuarto de legua de Eibar. Y es, aproximadamente, la distancia que separa la iglesia parroquial de San Andrés del palacio actual de Unzueta en Acitain. Lo que confirma algún núcleo importante junto a la parroquia, que se conocía ya como Eibar. La tercera noticia está recogida en la Monografía de la villa de Eibar, que cuenta en dicha obra como primer testimonio de la existencia de la villa. Pero aún tiene un inconveniente para los que manejan la obra, y es que figura en el capítulo cuarto, donde trata de la historia eclesiástica, sin hacer alusión en el primero al tratar de los orígenes. Por eso a muchos se les pasa por alto y creen que la carta-puebla, del año 1364, es el primer testimonio de la existencia de Eibar. Esta tercera noticia la transcribiré textualmente de la monografía de Gregorio de Múgica, p. 115:
"...Hay clarísima señal de que la mencionada iglesia (refiriéndose a la Parroquia de San Andrés Apóstol) data no ya del siglo XIV, sino del siglo XIII, y es la merced del patronato de la misma iglesia que Alfonso el Sabio hizo el año 1267 a Juan López de Gamboa, que casó con la señora de la famosa casa solar y palacio de Olaso de Elgoibar. Si no hubiera habido en aquella fecha una iglesia que se denominaba San Andrés de Eibar, mal hubiera podido el monarca conceder su patronato a nadie".
Esta villa conservó durante el siglo XIV el nombre que le puso el rey D. Alonso; pero ya para mediados del siguiente se ve que solamente usaba del primitivo de Eibar, con el cual es conocido desde entonces. Así lo testifican Esteban de Garibay y el doctor Lope Martínez de Isasti, que vieron la expresada fundación, en sus historias. Con arreglo a dicha carta-puebla correspondía a los habitantes de esta villa la facultad de nombrar cada año el alcalde que les gobernase, de comprar y vender libremente las heredades y demás cosas, la de utilizarse de las aguas para los riegos y molinos, y de la leña de sus montes para su uso. También les concedió el derecho de cultivar los terrenos yermos y que no estuviesen labrados dentro de su término, de servirse de sus pastos para sus ganados, y les eximió del fuero de sayonía, fonsadera y de otros tributos; queriendo que fuesen siempre libres e ingenuos, con sola la obligación de pagar cada año al rey dos sueldos por casa.
Dicho año y previa autorización de la Junta de Usarraga, Eibar fue autorizado para vender parte de sus ricos comunales, a fin de poder hacer frente a los gastos ocasionados por la gente enviada a luchar a Fuenterrabía. En la guerra contra Aman de Albret perecieron muchos milicianos de la villa.
(Siglo XV) El concejo de esta villa, los curas y clérigos de su parroquia de San Andrés tuvieron al fin del siglo XV algunas diferencias con Juan López de Gamboa, señor de la casa solar de Olaso de Elgóibar, patrono a la sazón de la misma iglesia, sobre la percepción de los diezmos provenientes de ella. Pendiente el pleito en la real corte, transigieron sus cuestiones por medio de una escritura de concordia. Otorgóse ésta entre dichos Juan López y su mujer D.ª Isabel de Mendoza, de la una parte, y el bachiller Pedro de Urquizu, apoderado de los cabildos secular y eclesiástico, de la otra, en la villa de la Guardia a 5 de julio de 1501, reducida a los capítulos siguientes: 1.° Que por razón de los diezmos y rentas de la expresada parroquia diesen perpetuamente al dicho patrono y sus sucesores cien ducados anuales. 2.° Que de esta cantidad se pagase a los citados clérigos la en que estaban condenados por sentencia. 3.° Que ambos cabildos, secular y eclesiástico, hubiesen de consentir en que el Juan López fuese absuelto de la excomunión en que estaba condenado, cuando viniese la confirmación de este convenio. 4.° Que los mayordomos de la iglesia hubiesen de entregar al patrono los cien ducados de renta dentro de veinte días desde que viniese la confirmación. 5.° Que con el resto de los diezmos se pusiese otro beneficiado, además de los cinco que había entonces, para el servicio de ella.
Hubo varios intentos de invasión de uno y otro lado del Bidasoa. Uno, en 1557, que no tuvo efecto. El otro, en 1558, fue protagonizado por 2.000 guipuzcoanos que invadieron Laburdi; entre éstos estaban los eibarreses que acudieron encuadrados a las órdenes del alcalde Juan Martínez de Arrizabalaga. Recogemos de la Monografía histórica de la villa de Eibar los siguientes datos sobre guerras y matxinada de 1766. En sesión del Ayuntamiento de 20 de noviembre de 1625, se dio cuenta de una R. C. fechada en Madrid el 11 de noviembre de 1625, y en ella se decía a Guipúzcoa que el vecino reino preparaba alguna invasión y que convendría disponer un núcleo de gente para enviarlo a Fuenterrabía; con este motivo, la Provincia aconsejaba que los pueblos tomasen las medidas que eran del caso. Eibar, además de las disposiciones ordinarias de proveerse de pólvora y plomo, tomó otro acuerdo que denota la necesidad que de educarse aptas para la lucha y la guerra sentían las gentes en aquella época azarosa y revuelta. Disponía aquella resolución del Ayuntamiento que en adelante todos los vecinos y moradores de la villa, comprendidos entre los 18 y los 60 años de edad, viniesen armados con espadas los domingos y fiestas, bajo pena de 200 maravedís, y este acuerdo se incluyó entre las ordenanzas municipales para que se guardase siempre. Tampoco posee Eibar ningún documento que nos diga el número de soldados que mandó a la frontera con Laburdi, ni la cuantía del sacrificio que se impuso en virtud de los acontecimientos que se sucedieron después de 1634, año en que a las órdenes de un eibarrés ilustre, Diego de Isasi y Sarmiento, coronel de las fuerzas guipuzcoanas, tomaron parte tan principal los hijos de esta provincia, así en la guarda de los límites como en la entrada en Laburdi en 1638, y más tarde peleando dentro de nuestro territorio contra el enemigo invasor. Solamente sabemos que reunido el Concejo el 31 de julio de 1638 dio poder al alcalde Sebastián de Zumaran para que tomase a censo hasta 200 ducados en plata o vellón para socorro de la gente que de esta villa salió a la frontera.
El representante de Eibar que acudió a la Junta particular celebrada por la provincia en la iglesia de Nuestra Señora de Olaz, en Azpeitia el 10 de enero de 1652, trajo la nueva de que aquel congreso había acordado mandar cien infantes para el ejército de Cataluña, y de que según el repartimiento hecho entre los pueblos para completar aquel número, debía la villa eibarresa enviar un soldado, y reunida ésta acordó a su vez hacer un reparto en metálico entre los mozos de la calle y de la casería para recaudar, antes del 1.° de enero siguiente, las cuotas asignadas a cada uno. Aquellos mozos que no hubiesen pagado su parte serían sorteados y aquel a quien tocase la suerte sería el infante que iría de la villa, entregándosele el dinero recogido, sin que pudiera poner sustituto, como castigo, sin duda, de su morosidad en el pago. A la guardia de 300 infantes que la provincia, reunida en la Junta Particular de Hernani el día 7 de julio de 1667, acordó poner en la frontera de Francia ante el temor de una invasión, tuvo que contribuir Eibar con tres soldados y los designados para cubrir sus plazas fueron Andrés de Zubiaur, Juan Bautista de Barrundia y Francisco de Arguiano, a cada uno de los cuales se le dieron seis reales de a ocho para el camino. Así bien para constituir el núcleo de 200 infantes que la provincia reunió por reparto entre los pueblos en mayo de 1671 con destino a la Armada Real, además de los 38 que mandó por su cuenta, correspondieron dos a Eibar. Inacabable labor seria la de dar cuenta de todas las amenazas e invasiones francesas que se temieron o realizaron en nuestro suelo. Pasémoslas por alto, ya que fue escasísima su influencia en Eibar. El Tratado de Utrech hecho en 1713 parecía garantía suficiente de que hablan de terminarse estas luchas constantes, pero en 1719, por haberse infringido lo establecido en aquel convenio, estalló de nuevo la guerra y volvieron las luchas y las alarmas. El duque de Berwick con sus soldados y enorme cantidad de municiones, artillería gruesa, carros de mulas y bueyes entró en Irún. Eibar aportó en la parte que le correspondía, soldados que hicieran frente a la audacia del francés. Con la destitución de Alberoni del cargo de primer ministro de Felipe V, y en virtud de la adhesión de España a la Cuádruple Alianza, cesaron las hostilidades y en agosto de 1721 se firmó el tratado de paz. Desde entonces, mientras el trono de Francia estuvo ocupado por la dinastía de los Borbones no volvió a alterarse la paz entre Francia y España.
En la matxinada de 1718, levantamiento popular vasco debido a la no aceptación del R. D. del 31 de agosto de 1717 que trasladaba las aduanas a Bilbao y puertos, suspendió el trabajo de la fábrica real de armas de Placencia donde se verificaban las armas elaboradas también en Eibar. Eibar se sumó asimismo a la revuelta con todas sus consecuencias.
El año de 1766 fue pródigo en conmociones populares. Madrid fue testigo del motín de Esquilache. Barcelona, Navarra, Aragón y Andalucía sufrieron también los efectos de tumultos semejantes. En Gipuzkoa se verificó la sublevación conocida con el nombre de Machinada. En Euskal Herria Norte las rebeliones contra el despotismo borbónico tuvieron también importancia. La Matxinada tuvo su origen en la carestía de los cereales y de otros artículos de primera necesidad. Comenzó en Azcoitia el 14 de abril de 1766; amotinadas las clases populares, se dirigieron a Azpeitia, y reunidas con las gentes descontentas de los pueblos cercanos formaron pronto un rústico ejército que pasaba de 1.500 luchadores. Eibar también tomó parte en esta algarada. En el acta de la sesión que el Ayuntamiento general celebró el día 20 de abril de 1766 se hace constar que la gente acumulada en el salón y las escaleras de la casa concejil era tanta que se hacía imposible anotar los nombres de los asistentes. En aquella sesión se leyó una carta que la provincia escribió desde Azpeitia; en ella se concretaban los acuerdos tomados por aquella villa para apaciguar los ánimos exaltados de los insurgentes, y se expresaba el deseo de que Eibar por idénticos medios consiguiera el mismo fin. La justicia y eclesiásticos de Eibar accedieron a lo expuesto en la carta y la Diputación ofreció mandar las medidas para que las pusieran en la casa concejil. A consecuencia de los alborotos ocasionados por los matxines muchos sublevados huyeron de Eibar por no caer en manos de la justicia. Cuando los eibarreses supieron que ésta conocía los nombres de aquéllos, armaron gran escándalo. El dio 4 de mayo celebró sesión el Ayuntamiento y por no haber acudido el alcalde Sebastián de Zumaran, presidió la reunión Andrés de Areitio. Hubo gran concurrencia, y cuando se habló de la conveniencia de que los vecinos fugitivos volvieran a la villa, se levantó un gran clamor, y el concurso decidió enviar una comisión a casa del alcalde principal para saber quién había denunciado a los que se vieron obligados a huir. Cuando la comisión pidió explicaciones al alcalde, éste mostró una carta que decía así:
"Muy Sr. mío: el portador de ésta será D. Juan José de Zuanabar que en calidad de Capitán Comandante va destacado con parte de la tropa de mi mando a dar el auxilio necesario a V. m. e instruído de lo que debe ejecutar en cumplimiento de las facultades con que me hallo habilitado. En este supuesto espero del celo de V. m. al real servicio y amor a nuestra madre la provincia coadyuvará al logro de los importantes fines a que destino a D. Juan José informándole de los principales motores del motín procurando su aprehensión y entrega para que los conduzca a mi disposición y quedo a la de V. m. rogando a Dios le guarde muchos años. Elgoibar 2 de mayo de 1776. B. L. M. de V. m. su atento servidor D. Manuel Antonio de Arriola. Señor alcaide de la N. villa de Eibar".
Añadió Zumaran que al recibir aquella carta, y a fin de darla satisfactoria contestación, reunió a algunos amigos suyos, ya que él, por el tiempo que había estado fuera, apenas conocía a nadie en Eibar, y aquellos amigos fueron quienes indicaron a Zuaznabar los nombres de los alborotadores. Al oír este descargo se produjo de nuevo gran alboroto, pero luego se aquietaron los ánimos con la promesa de que el trigo y el maíz se venderían a los precios señalados por la provincia. Al Síndico se le encomendó el trabajo de llevar la cuenta de todos los trigos que se trajeran de San Sebastián y de otras partes, y el de encargarse de la repartición a los vecinos. Mientras duró esta excitación, los eibarreses cometieron también desmanes semejantes a los realizados en otros pueblos, tales como el de apedrear la casa del cura de la parroquia Martín de Rementería. Los que salieron fugitivos de la villa, fueron apresados por varios partidas de paisanos y tropa que se repartieron por Guipúzcoa. En Eibar y Elgóibar hubo tropa alojada desde el 23 de mayo hasta el 17 de diciembre de 1766. El 10 de mayo hubo nueva sesión bajo la presidencia de Andrés de Areitio. La sesión fue una protesta de amor a la provincia y de adhesión a S. M. por quien dijeron estar dispuestos los reunidos a perder vidas y haciendas. Todos los vecinos congregados reconocieron su culpa, se dieron mutuas explicaciones y convinieron en dar toda clase de satisfacciones al alcalde. Para atender a los gastos originados principalmente por la actitud de los sublevados, la villa tuvo que buscar al poco tiempo a censo 300.000 reales, que los facilitó el alcalde Zumaran. En acta de 14 de junio de 1767 se dice:
"Dicho día expresó su merced el señor alcalde los grandes y graves agravios que el año 1766 se habían experimentado en esta villa por causa de tumultuantes y resulta por lo que dio orden la villa a su merced del alcalde para que trate en orden a ello en la Junta de Bergara".
G. Múgica refiere asimismo que como consecuencia de los sucesos que siguieron al movimiento de 1789 y que produjeron la Revolución francesa, se vio Gipuzkoa obligada a fijar su atención en la frontera de la nación vecina, y a circular órdenes a los pueblos a fin de que estuvieran preparados para evitar una sorpresa de las tropas de Francia. El Ayuntamiento de Eibar, en virtud de una carta circular de la Diputación, fechada en Azcoitia el 23 de diciembre de 1792, se reunió en sesión el 9 de enero siguiente y procedió a hacer las listas de los vecinos que en caso de necesidad habrían de formar las compañías, así como el cuadro de oficiales que había de figurar al frente de dichas fuerzas. No tardaron los hechos en sancionar esta previsión de Gipuzkoa pues a los tres meses de haber dictado aquellas medidas, el 7 de marzo de 1793, la Convención Nacional de Francia declaró la guerra a España y ésta, a su vez, hizo lo mismo con Francia el 27 del propio mes. En sesión de 14 de abril se dio cuenta al Ayuntamiento de una carta remitida por la provincia; aquella carta decía que para cubrir el contingente de los tres Tercios de a 4.600 hombres con que acordó servir a S. M. en la Junta Particular del 21 de febrero celebrada en Azkoitia, correspondía a Eibar enviar 140 hombres; que se aportase dicha fuerza en el término de ocho días, y que cada compañía había de tener 50 hombres con su capitán, teniente, alférez, dos sargentos, dos cabos, pífano y tambor.
En sesión de 15 de abril se acordó vender los viejos fusiles que poseía el Concejo e invertir su importe en la paga del nuevo armamento que se había construido. Los rumores que llegaban acerca de los preparativos que en la frontera francesa se hacían para invadir a Guipúzcoa por aquella parte, obligaban a la provincia a activar los medios de defensa y en su virtud, la Diputación, reunida en Hernani el 6 de mayo, dictó órdenes más apremiantes para que los pueblos fueran mandando sus compañías. De las citadas apremiantes órdenes se dio cuenta al vecindario de Eibar en sesión de 9 de mayo. En ellas se mandaba que la primera compañía se hallase en Urnieta para el día 12 y que cada hombre llevase seis libras de pan cocido para cuatro días, manta o cubierta de cama, jergón con paja para dos soldados, un topin de hierro capaz para diez soldados, y tres camisas y el calzado correspondiente. Los pueblos que no tuviesen armas ni fondos con que atender a las necesidades de sus compañías, no debían retrasar el envío de éstas, sino que la Diputación adelantaría todo cuanto fuera necesario, abriendo cuenta a cada Ayuntamiento. Se apresuró Eibar a cumplimentar las órdenes de la Provincia y mandó la primera compañía con los utensilios necesarios colocados en tres carros. El 3 de junio acordó el vecindario implorar la ayuda de Dios para el buen éxito de la guerra, haciendo rogativas en la parroquia, y el 11 del mes siguiente se dio cuenta del acuerdo de las Juntas de Rentería. Decía el mencionado acuerdo que habían convenido con el capitán general D. Ventura Caro en armar un batallón de 750 voluntarios, de los cuales correspondían siete a Eibar; la villa se apresuró a aportarlos. Para hacer frente a las peticiones de fondos que hacía el capitán Larrañaga desde el campamento, y a otras perentorias necesidades que a cada momento ocurrían como consecuencia necesaria de los extraordinarios sucesos que se iban desarrollando, y a muchas más que se preveía hablan de ocurrir muy pronto, acordó el Ayuntamiento con fecha 21 de julio, buscar en préstamo la cantidad de 60.000 reales, pidiendo autorización para ello a la Diputación, pues ésta, en virtud de la gravedad de las circunstancias, se hallaba facultada por el gobierno de S. M. para concederla siempre que la considerase de necesidad. La autorización deseada le fue concedida con fecha 9 de agosto por la citada Corporación provincial, y la villa pudo así llevar a cabo su intento. El 27 de octubre se acordó traer un quintal de pólvora y balas, y se ordenó a todos los vecinos estar preparados con escopeta o fusil a todo evento. Cuando mayores iban siendo los cuidados del vecindario de Eibar a causa de la temida invasión de las tropas de la nación vecina, se presentaron en la villa 14 sacerdotes franceses que venían huyendo de la Revolución. La provincia, reunida en Azcoitia el dio 23 de noviembre en Junta Particular, en inteligencia con el capitán general, acordó enviar los dos tercios primeros a la frontera, y a sus proximidades el tercero para poder contar con él en caso de peligro inminente; pidió al mismo tiempo, que los pueblos mandasen 300 peones y 50 carros para emplearlos en obras, y Eibar se apresuró a ofrecer los tres o cuatro que le correspondían. Sin duda por haber desaparecido la inminencia del peligro, debió rectificarse aquella orden, puesto que Eibar se limitó a mandar una sola de sus compañías, compuesta de 46 hombres y la oficialidad que había de llevar al frente. Despidióse animosamente de los suyos y la compañía se puso en marcha el día 30 de noviembre, y después de pasar por Elgóibar, Azcoitia, Régil, Astigarraga y Oyarzun, llegó al cuarto día a Irún, en donde permaneció hasta el 4 de febrero, día en que emprendió su regreso a casa. Para relevar a la compañía citada, que, según hemos manifestado, regresó a su pueblo el mes de febrero, el 1.° de abril salió otra mandada por el alcalde Juan Bautista Mendizábal, quien como tal autoridad hacia de capitán, y por Gabriel de Guisasola, quien hacía de teniente en lugar de Erbiti, como queda expresado, y después de prestar sus servicios en el punto de Lastaola, cerca de Endarlaza, durante dos meses, volvió el 7 de junio a su pueblo. Desde el momento en que la Diputación manifestó el número de soldados que cada pueblo habla de dar para cubrir el contingente de los 4.600 hombres con que había ofrecido servir a S. M., comprendió Eibar que para aplicarle la parte proporcional que le correspondía, se había tomado por base todo el vecindario de que se componía la villa, sin tener en cuenta que muchos hijos de ella, por dedicarse a la fabricación de armas, estaban exceptuados del sorteo, si presentaban firmado por el subdirector de la Real Fábrica de Armas un certificado en el que constase ser preciso su concurso para la elaboración de las mismas. Basándose en ese derecho concedido por una R. O. del año 1703, y apoyada por el subdirector que se veía falto de operarios para poder dar cumplimiento a los muchos encargos que del Gobierno recibía, presentó la villa una solicitud reclamando el respeto hacia sus prerrogativas, y su petición fue atendida y las disposiciones de 1703 confirmadas por una R. O. de 8 de mayo de 1794. Partió en seguida el otro tercio o compañía, menor en número que los anteriores, por haberse formado con arreglo a la R. O. de 8 de mayo de 1794 a que se ha hecho referencia. Llevó consigo a una mujer llamada María Ana de Arregui para lavar la ropa de la citada fuerza. Parte del tiempo prestó sus servicios la compañía en el indicado punto de Lastaola, y después estuvo alojada en Fuenterrabía. En los últimos días de julio, el ejército enemigo atacó por la parte de Navarra y se apoderó del valle de Baztán, y el 1.° de agosto, pasando a Guipúzcoa por la retaguardia de las tropas españolas mientras parte maniobraba por el frente, hizo levantar el campo a los guipuzcoanos que huyeron a la desbandada, por lo cual les fue fácil a los franceses entrar en Fuenterrabía aquel mismo día. Los rumores de alarma llegaron hasta el confín de Vizcaya, y el Ayuntamiento de Eibar reunido al día siguiente, acordó que un propio saliese inmediatamente al interior de la provincia con una carta para que los alcaldes no le pusieran impedimento en su tránsito: que se encajonasen las alhajas de la iglesia de luego a luego por los mayordomos y se pusiesen a buen recaudo, así como los protocolos de las numerías y papeles del archivo; que saliera el alcalde Juan Bautista de Mendizábal inmediatamente con dirección a la frontera, para ponerse al frente de los tercios de la villa; que se buscase dinero para proveer las muchas necesidades; que diariamente al anochecer se rezara en la parroquia, previo repique de campanas, el Santo Rosario, a fin de conseguir del Altísimo el triunfo de las armas eibarresas; que para evitar en la villa las considerables inordenaciones que con la gente joven se observan, en adelante, a cualquiera persona que se encuentre en la calle después del toque de ánimas sin motivo legitimo, se le declare vago, y sin remisión se le mande a la frontera si es varón, y si es hembra sea desterrada del pueblo. La Diputación, al ver que el enemigo penetraba en Guipúzcoa, se dirigió con fecha 30 de julio a sus pueblos, pidiendo que mandasen a Tolosa padre por hijo a todos sus naturales, y al llegar las compañías en cumplimiento de esta orden a aquella villa, se encontraron con que los franceses habían ocupado la plaza de San Sebastián el día 4, y, rota la segunda línea puesta por los nuestros en Hernani, avanzaron sus húsares hasta Tolosa apoyados por el resto de la fuerza enemiga que obligó a retirarse a Navarra al general en jefe Conde de Colomera con los batallones de su mando. El Ayuntamiento, reunido de nuevo en sesión el día 4 de agosto, acordó pedir 200 fusiles al director de las Reales Fábricas de Placencia, D. Antonio Rodríguez Zapata, y a D. José María de Lardizábal, gobernador de ellas por la Real Compañía de Filipinas. Pidió también al primero, cien libras de pólvora y balas y piedras, todo ello a calidad de devolución y reintegro, para armar al vecindario y defenderse del enemigo en caso de necesidad. También se acordó que se despachasen propios al interior de la provincia a averiguar los movimientos del enemigo, y que se hiciera una recolección voluntaria de trigo para abastecer la villa; la colecta produjo en el acto 76 fanegas de dicho artículo.
En este tiempo, la anarquía reinante en la provincia debió llegar a su límite, y nadie tenia conocimiento exacto de los planes de los jefes militares ni del pensamiento de la Diputación de Guipúzcoa, a la que muchos consideraban en tratos con Francia, hasta tal extremo, que hombres arraigados en el país aconsejaron a los pueblos su desobediencia a la citada Corporación provincial. Se reunieron al efecto con fecha 21 de agosto el Ayuntamiento y el vecindario de Eibar, y dando por cierto que la Diputación de Guipúzcoa y la República francesa trataban de capitular para la unión entre si con título de provisional, acordaron por unanimidad y mientras durasen aquellas circunstancias, segregarse de esta provincia y anexionarse a la de Vizcaya, ofreciéndose a hacer el servicio de las armas con sus naturales y a contribuir a los gastos del Señorío en la parte proporcional. Sin pérdida de tiempo se transmitió a Vizcaya resolución de tanta trascendencia, que fue una de las causas, sin duda alguna, de la ferocidad con que a los pocos días fue tratada la villa por sus enemigos. Para mejor cumplir los fines patrióticos que se proponían, acordaron también, con objeto de defender la villa en el caso de que fuese atacada por el enemigo, armar a los vecinos que aún no habían salido a campaña y recoger para ello todos los fusiles montados y por montar, que, pertenecientes a la Real Fábrica de Placencia, hubiese en las casas de los cajeros de la villa Mientras esto sucedía en Eibar, las fuerzas españolas iban situándose en la línea de Ermua a Kampanzar, conforme a las últimas instrucciones comunicadas a sus jefes a mediados de agosto. Del 26 al 30 de dicho mes una columna francesa que salió de Tolosa, verificó una correría por Loyola, Azpeitia, Eibar y Ermua; aquí se encontró con la línea de defensa establecida por los nuestros, la cual obligó al francés a retroceder de nuevo al punto de partida, apoderándose del convoy que llevaba e impidiéndole entrar en Vergara como era su intento. La mañana del día 28 de agosto se presentó en Azpeitia una fuerte partida de franceses. Al amanecer del día siguiente, aquellos franceses cubrían las montañas de Eibar y de Ermua. En las calles de la villa se oyó el grito de guerra, y los eibarreses se dispusieron para luchar. Al frente de todos figuraron el alcalde Juan Bautista de Mendizábal como capitán, y Gabriel de Guisasola como teniente. Se rompió el fuego. Los valientes eibarreses guerrearon contra los franceses que recorrían el trayecto de Málzaga a Ermua, y acometieron a los que entraban a saco en las calles de la villa. Lucharon con denuedo; el entusiasmo eibarrés hizo proezas, pero aquel puñado de valientes hubo de sucumbir ante el empuje de los innumerables franceses que sobre la villa cayeron. Rendidos los eibarreses ante el peso del número, el francés entró en la villa. Entró, pero no a ofrecer una mano generosa a los vencidos, sino a cebarse en su desgracia. Una enorme llamarada enrojeció las calles. Ardían las casas y el fuego parecía complacerse en destruir y abrasar. Las lenguas doradas removíanse inquietas por encima de los edificios, y a sus impulsos caían trepidantes las moradas más suntuosas, bajaban con estrépito los tejados; ardían rápidos los talleres y las llamas retorcíanse en torno de los cadáveres que cubrían las calles. Se derrumbaron 116 casas, y las enormes nubes de polvo que se alzaron hicieron más irrespirable el ambiente; las casas consistoriales, la escuela de niños y una de las dos numerías se hundieron para convertirse en montones de piedras abrasadoras, y las campanas de la torre tuvieron que bajar de junto al cielo para unir sus cenizas con las demás. Los invasores no satisfechos con ver convertida en escombros la villa laboriosa, se apoderaron de los indefensos moradores. Consiguieron muchos huir de las garras de los inhumanos soldados, pero cinco que no pudieron rescatar su libertad, al día siguiente hubieron de sucumbir fusilados en el alto de Deskarga. Se valoró en 200.000 pesos el valor de los edificios quemados, en 600.000 el de los muebles y efectos abrasados en aquel día funesto, y en 16.000 el de los daños ocasionados en la iglesia. Mas todos éstos eran reparables. Lo que ya no tenía reparación posible fue el incendio de los papeles del archivo y de las escribanías. Si hemos de creer a Gorosábel, aquellos papeles, buscando su mayor seguridad, fueron trasladados a Ermua; esta población sufrió catástrofe semejante a la que experimentó Eibar, y en ella desaparecieron los papeles del archivo y de las escribanías. La noche del 28 de agosto se recibió en Eibar la patriótica comunicación que el alcalde de Mondragón, Angel de Echabarri, pasó a los alcaldes de Eibar, Elgueta, Elgóibar, Motrico y Placencia convocándolos para el 1.° de setiembre a una reunión en aquella villa a fin de tratar de constituir una Diputación de la verdadera M. N. y M. L. Provincia de Guipúzcoa. Los acontecimientos del día siguiente impidieron a Eibar nombrar procurador para tal reunión, pero apenas pasada la impresión que aquellos nefastos hechos dejaron en sus corazones, firmes en su propósito de combatir al invasor, se reunieron el 2 de setiembre en casa del escribano, cuando aún no habían vuelto al pueblo la mayor parte de los que se retiraron huyendo del incendio y de la muerte, y que seguramente estarían en el campamento atisbando los movimientos del enemigo, y designaron por los procuradores, para que asistiesen a la Junta de Mondragón, al alcalde Juan Bautista de Mendizábal y a Ignacio María de Ibarzábal con amplios poderes para que, entre otras cosas, nombrasen los diputados y demás dependientes que sean necesarios para gobierno de una Diputación de la verdadera M. N. y M. L. Provincia de Guipúzcoa y defensa de la causa de Dios, del rey y de la patria.
En la Junta del cinco de setiembre dieron cuenta los citados procuradores de cuanto habían hecho durante los días pasados y le pidieron su apoyo, que en el acto les fue prometido. Nombrada que fue la Diputación en la Junta particular citada, se leyeron en el Ayuntamiento las contestaciones de Vizcaya que recibía con gusto la unión de Eibar, y se hacia cargo al mismo tiempo del cambio de circunstancias verificado en la provincia merced a la reacción favorable a la causa española, sufrida por los pueblos de la alta Guipúzcoa, y del nombramiento de la nueva Diputación, a la cual suponía Vizcaya se acogería Eibar, por lo cual le pedía que le dijese francamente su actitud presente. El 28 de noviembre avanzó de nuevo el francés y se apoderó de Vergara sorprendiendo al marqués de Rubí, quien tuvo que abandonar la villa apresuradamente con sus 4.000 hombres. Los naturales de Guipúzcoa, Alava y Vizcaya, en número de 5.000, atacáronles a su vez al mando de D. Gabriel de Mendizábal y los franceses tuvieron que retirarse de nuevo abandonando tan codiciada plaza el 2 de diciembre. Entonces se acabó de reorganizar la resistencia de estas provincias: Vizcaya puso 5.000 hombres sobre los montes que se levantan desde Iziar hasta Alzola, se colocaron los guipuzcoanos desde Alzola hacia Alava y Navarra, y los alaveses ocuparon el resto de la línea. En ella se defendieron durante siete meses sin que los franceses pudieran rebasarla hasta el mes de julio de 1795, a pesar de las distintas acometidas que hicieron con el fin de romper nuestras filas. Los pueblos situados en las inmediaciones de este campo, en el que tantas acciones se libraron, viéronse obligados a sufrir terriblemente las cargas anejas a la guerra, y fue Eibar uno de los que con más intensidad tuvo que sobrellevarlas a pesar de la situación angustiosa a que quedó reducido en la catástrofe del 29 de agosto. Sin embargo sus entusiasmos no decrecieron un momento, y Eibar se mantuvo firme y altiva en la brecha hasta que la paz de Basilea firmada en el mes de julio de 1795, hizo que desapareciera el estruendo de las batallas, y volviera la paz a los hogares.
Recogemos de la Monografía de G. Múgica lo que éste relata sobre la francesada y guerras carlistas. Eibar fue acaso el pueblo sobre el que más perjuicios causó la guerra terminada por la paz de Basilea. Los eibarreses, al final de la guerra, se encontraron sin hogares donde cobijarse, sin talleres donde trabajar, sin herramientas con que dedicarse al ejercicio de su profesión y sin medios para atender a las necesidades de sus familias. Buscando alivio a situación tan triste y angustiosa, los eibarreses se alejaron de la villa, y buscaron su subsistencia en la fábrica de armas de Oviedo y en otras donde pudieran ejercer la profesión que tan bien conocían. Pero no tardaron en volver al regazo de su pueblo. Atraídos por los sentimientos de amor que el pueblo y la casa despiertan en los vascos, poco a poco los eibarreses fueron tornando a sus hogares destruidos. Los alzaron de nuevo, reconstruyeron malamente los talleres, levantaron pobres barracas, y pronto las orillas del río Ego se animaron con la música del trabajo. Pero la música era pobre y débil todavía. Buscando alivio a sus estrecheces, Eibar acudió en demanda de socorros no sólo a los eibarreses pudientes que moraban en España y en las Indias, sino también al rey, por medio del Príncipe de la Paz. Todos prometían socorros, pero al ver que no llegaban, Eibar pidió en las Juntas de Cestona de 1795 que la provincia le secundase en sus gestiones, como en efecto lo hizo, dejando encargo para ello a la Diputación. En la Junta novena de las celebradas en Segura en 1796, se hizo eco de las mismas quejas y pidió a la provincia que tomase las providencias convenientes a su alivio. "Compadecidos todos los vocales de la triste suerte que ha padecido la villa de Eibar" acordaron que cada pueblo diese con el indicado fin de aliviar la situación de aquella villa la cantidad que le pareciese conveniente, remitiendo nota de ella a la Diputación, y que su producto se invirtiese en la reedificación de las casas quemadas, haciéndose la distribución de este caudal entre los vecinos de Eibar a prorrata de lo que padecieron sus edificios respectivos; se nombró para llevar a cabo estos acuerdos a Sebastián de Zumaran y Félix de Aramburu con encargo de que socorriesen en primer lugar a los más pobres.
También se acordó que la provincia le prestase todo el concurso posible para el buen éxito de sus representaciones al rey. No debió ser muy eficaz el apoyo prestado, puesto que en las Juntas de Zarauz de 1798 se solicitó de nuevo, para acudir al rey y al comisario general de la cruzada, a quien se había pedido algo del repartimiento de las limosnas de la gracia del indulto cuadragesimal que produjese la provincia y Oñate, como se hizo en beneficio de los hospitales de Fuenterrabía, Azcoitia y Azpeitia. Estos productos, así como los del resto de la diócesis de Calahorra, por R. O. de 12 de diciembre de 1793, estaban aplicados en favor de las casas de niños expósitos de Calahorra, y se hacía por ello muy difícil conseguir el auxilio que por este concepto pedía Eibar. Conforme a lo acordado por las Juntas, entre los pueblos de Guipúzcoa se abrió una suscripción que produjo en total 2.747 reales. No debe extrañarnos la escasez de esta suma si tenemos en cuenta la situación en que las villas guipuzcoanas quedaron después de la guerra, pues todas ellas sufrieron en mayor o menor escala las consecuencias de aquella lucha. El Ayuntamiento repartió también entre los vecinos y moradores que sufrieron incendio, muchos árboles de sus montes comunales; dio a cada uno cierto número de piezas que estaba en relación con las dimensiones de la casa quemada. Según se dice en acta de 27 de mayo de 1798, en la liquidación que hizo la provincia con la Real Hacienda en favor de los Tercios de Guipúzcoa, correspondieron a Eibar 12.040 reales que cobró para repartirlos entre los soldados. En 1799, Eibar hizo presente en las Juntas de Villafranca la necesidad de establecer una casa que sirviera de albergue, por lo menos en casos de enfermedad, a varias familias que a causa del incendio sufrido por la villa, no tenían otro remedio que dedicarse a la mendicidad. Esta guerra fue causa de que el pueblo eibarrés permaneciera durante muchos años bajo el peso de una deuda cuantiosa, tanto porque para hacer frente a los gastos originados por aquellas circunstancias anormales se vio precisada a buscar dinero pagando crecidos intereses, cuanto por que los ingresos disminuyeron la mitad mientras duró la guerra. El año 1796 debía la villa 540.178 reales que suponían anualmente 15.230 reales de intereses.
Siguiendo la reseña de los sucesos en orden cronológico, llegamos a la Guerra de la Independencia, guerra sostenida entre España y las huestes de Napoleón desde el año de 1808 hasta el de 1813. Durante aquélla, no siguieron los franceses con Eibar la misma táctica que en 1794; no entraron a saco incendiando la villa y arrasando cuanto se opusiera a su paso. Los guerreros de Napoleón comprendieron perfectamente los valiosos servicios que podrían prestarles los laboriosos e inteligentes obreros que trabajaban en las orillas del río Ego, y quisieron ganarse sus simpatías halagándoles con las más lisonjeras esperanzas, pero muchos abandonando sus hogares se afiliaron a diversas columnas del ejército español y pelearon contra el francés. En el primer sitio de Zaragoza, unido al heroísmo aragonés luchó el heroísmo de los eibarreses, y juntos ofrecieron guerra a cuchillo al general Verdier. Unidos lucharon también durante el segundo sitio contra los 40.000 hombres capitaneados por Moncey y Mortier. En ambos sitios murieron 36 padres de familia, y otros tantos soldados solteros, eibarreses. Mientras duró esta guerra Eibar tuvo que hacer grandes gastos para atender al servicio de las tropas francesas; sobre todo desde setiembre de 1808 a 20 de enero de 1809 se vio precisada a suministrar trigo, carne, maíz, vino, alubia, paja y aguardiente; tuvo que conducir pertrechos de guerra a Durango, Bilbao, Vitoria, Burgos y montañas de Santander, encargarse del transporte de heridos y de caballerías, proveer de aguardiente a las tropas durante los 78 días que los franceses tuvieron guardia en Málzaga, y atender a los enfermos en el hospital.
Las luchas entre los absolutistas y los partidarios de la Constitución, llegaron hasta Eibar. En la villa eibarresa dominaban las ideas constitucionales, y sus habitantes las defendieron con calor, impidiendo que sus enemigos entraran en la villa, a pesar de las tentativas que hicieron. El 17 de julio de 1822 quisieron penetrar los absolutistas en Eibar, pero fueron rechazados. Para mejor defenderse fortificaron la villa haciendo obras que duraron más de tres meses; a fin de atender a los gastos ocasionados por estas obras y por los suministros hechos a la milicia de la villa, se acordó vender el monte llamado Matxaria. Durante los años 1822 y 1823 se batieron muchas veces contra las numerosas columnas realistas que cruzaban el país; los absolutistas, a pesar de su decisión y valentía no pudieron apoderarse del pueblo, gracias a la resistencia opuesta por los constitucionales. D. Manuel Antonio de Murua fue comandante de la milicia local de Eibar desde julio de 1821 hasta 1.° de enero de 1823, fecha en que se retiró por falta de salud. También fue comandante de la misma milicia, desde 1821 hasta el 8 de abril de 1823, Gabriel de Ibarzábal. Cuando en virtud del Congreso de Verona Francia intervino en las disensiones españolas enviando 100.000 soldados que se repartieron por la Península, los eibarreses abandonaron la villa retirándose hasta Galicia donde la mayor parte fueron hechos prisioneros. En sesión de 21 de setiembre de 1822, el Ayuntamiento Constitucional acordó preguntar al jefe político si habían delinquido las personas que abandonado sus hogares emigraron con motivo de la defensa en que el pueblo se hallaba empeñado, y a qué penas se habían hecho acreedores quienes con su fuga debilitaron el espíritu del resto del pueblo que produjo quejas y clamores contra los emigrados. Retirados de Eibar los defensores de la Constitución, los realistas ocuparon el pueblo. Todo el primer batallón anticonstitucional de Guipúzcoa se acantonó en Eibar, Elgoibar y Bergara. En Eibar había, según consta en acta de 2 de noviembre de 1823, tres compañías al mando del comandante Francisco María de Gorostidi. El teniente capitán de aquel batallón, José María Cruzeta, era hijo de Eibar. Las tres compañías estaban aún en la villa en febrero de 1824.
En Eibar predominaron notablemente las ideas liberales; la inmensa mayoría de los habitantes defendió a Isabel II, y fueron muchas las ocasiones de lucha que a los eibarreses se presentaron, y muchos los sacrificios que se vieron obligados a hacer. En sesión de 12 de enero de 1834 el alcalde hizo constar que el día 8, a las once y media de la noche fue sorprendido en su casa por una partida de gente armada a) mando de un sargento; alegando pertenecer al batallón primero de la segunda brigada de Bizkaia, le pidió 8.000 reales. El alcalde, que no los tenia, hizo llamar con el alguacil a varios vecinos, y entre todos aportaron 7.000 reales, con los cuales se conformaron los armados. El Ayuntamiento acordó pagar los 7.000 reales, y poner una guardia de hombres honrados, para que el hecho no se repitiese. Cuando estalló la guerra, Eibar destinó para cuartel la casa llamada Juan Estebanenekoa o de Bustindui; por el segundo piso y el desván abonó 50 reales mensuales hasta el 8 de junio de 1835, día en que capituló la guarnición. En enero de 1834 se comisionó a Gaspar de Urrieta con las reservas convenientes porque todavía dominaban en Eibar las fuerzas carlistas, para que con un salario de 30 reales diarios fuera a Madrid a gestionar el establecimiento de una guarnición, y de las oficinas de la Real Fábrica de armas de chispa. Permaneció en Madrid hasta el 23 de julio, y en 18 de febrero de 1835 se aprobó la cuenta de sus haberes importantes, 4.890 reales, haciéndose constar al mismo tiempo que las gestiones tuvieron resultado favorable. Dominaron en Eibar los partidarios de Isabel II, y el 26 de julio de 1834 se vieron precisados a luchar por vez primera con los carlistas. Los elementos de que Eibar podía disponer para su defensa eran bien escasos: los urbanos y una pequeña guarnición que no llegaría a 200 hombres. El comandante militar era Bernardo Senosiain. Los carlistas al mando del jefe Fernando de Zabala atacaron las dos casas fortificadas que los liberales tenían. Mas con tal ímpetu se defendieron éstos que los carlistas, no pudiendo apoderarse de aquellas fortificaciones, se retiraron incendiando varias casas de campo de las cercanías. Reseñando este hecho, se publicó una hoja impresa que se repartió profusamente. En ella figura la intimación que después del suceso dirigió Zabala a las autoridades de Eibar, así como también la respuesta que Gaspar de Urrieta dio a Zabala en nombre de todos los habitantes de la villa. En este hecho de armas distinguiéronse las mujeres eibarresas que pelearon bravamente contra los carlistas, conforme se deduce de la lectura del oficio remitido por el comandante general de Bizkaia contestando a la exposición de las mujeres eibarresas que solicitaban organizar un batallón femenino. La conducta de los habitantes de Eibar en esta ocasión fue muy del agrado de los altos poderes, y la reina expresó haber visto con satisfacción el comportamiento de la guarnición y del pueblo de Eibar y dio gracias a cuantos intervinieron en la defensa.
En octubre de 1834, se quejaron los eibarreses de que Espartero había disminuido la guarnición del pueblo sacando de la plaza 70 hombres, y dejando únicamente 120 donde cuando menos, eran indispensables 300; y pedían al comandante general de la provincia que completara los 300 en Eibar, y enviara a Elgoibar los 200 que allá eran necesarios. Ante la necesidad de cubrir estas deficiencias de personal, acaso, por una parte, y llevadas de su entusiasmo por ciertas ideas y de su natural valeroso, las mujeres eibarresas quisieron constituir un batallón voluntario que luchara por la defensa de la villa, y a fin de organizarlo debidamente, las valientes eibarresas solicitaron que les fuera concedida la gracia de proceder a su formación. La obtuvieron en términos muy lisonjeros, como se ve en este oficio que consta en acta de 7 de octubre de 1834. Sin embargo el batallón femenino no debió llegar a constituirse; por lo menos, han resultado infructuosos cuantos esfuerzos hemos realizado para hallar algún dato que nos demostrara su formación y los ancianos eibarreses contemporáneos de los sucesos que narramos afirman unánimemente no tener noticia de la existencia de aquel batallón. Después del desastre que sufren los liberales en el Alto de Deskarga, el 2 de junio de 1835 caen en cadena Eibar, Bergara, Tolosa y Durango en manos de los carlistas. Comenzaba el apogeo del ejército carlista. Pronto la casi totalidad del territorio vasco, menos las capitales, estarla en manos de los carlistas. Esta guerra, como todas, trajo consecuencias fatales para el estado económico de la villa. Cierto que podían no haber sido tan considerables los gastos que se impuso, pero Eibar en casos de guerra hacía cuantos sacrificios eran necesarios para atender a los servicios a ella inherentes. Hubo que fortificar la villa, y a fin de llenar esa necesidad se derribó la casa Musetadi, por lo cual su dueño Pedro Miguel de Guisasola pedía 3.856 reales, y se hicieron las obras en auzolan o por prestación personal. Había que proveer de lo necesario a la tropa, y el Ayuntamiento trajo de Bergara por su cuenta camas, y de Antzuola y Elgoibar mantas. El 13 de junio de 1835, después de la entrada de los carlistas en Eibar por orden del general Eraso se constituyó nuevo Ayuntamiento, y la Diputación a guerra carlista que se hallaba en Bergara pidió los 74.000 reales que la villa debía de contribuciones atrasadas. Para pagarlos, hubo que hacer un préstamo, y el 16 de junio se recaudó parte de lo que se debía. Además, para atender a las grandes necesidades de la villa se acordó hacer un reparto y gravar con el 21 % la propiedad y con el 7 % el colonato. Por falta de fondos con que satisfacer los sueldos, se despidió al médico y también al organista; al maestro se le disminuyó tanto su sueldo que hubo de marcharse; todos los trigos de la villa quedaron embargados. Las Agustinas tuvieron que instalarse provisionalmente en el convento de Isasi, y estar juntamente con la Comunidad que había en él. De una reclamación hecha por el capellán de aquel convento resulta que el citado convento de Isasi pagó de contribuciones desde el 15 de diciembre de 1833 hasta el 12 de junio de 1835, 3.401 reales. Y el convento del Arrabal, desde enero de 1834 a 20 de mayo de 1835, satisfizo 4.369 reales.
La francesada y la guerra carlista hicieron imposible la desaparición de la deuda de la villa. En 1842 debía 496.650 reales, y Gabriel Ibarzábal presentó para liquidarla un plan que el Ayuntamiento aceptó. Como en otras ocasiones análogas, esta vez también el Ayuntamiento trató de enajenar propios para atender el pago de sus deudas; asi parece deducirse de la comunicación que con fecha 12 de mayo de 1844 envió al Ayuntamiento el jefe superior político de la provincia; en ella fijaba los requisitos que debería llenar el Consejo para vender sus propios. En vista de la multitud de litigios que la villa tenía pendientes, y ante los nuevos que con frecuencia le presentaban los acreedores y los poseedores de terrenos enajenados después de esta guerra de la Independencia, el Ayuntamiento, reunido con todo el vecindario y con asistencia del abogado Francisco María de Astarloa, acordó, según consta en acta de 9 de junio de 1845, que para dirimir las diferencias pendientes con propietarios y prendarios, diesen éstos, para pago de los acreedores, 60.000 reales en seis años. Además, y con el mismo objeto, se establecieron nuevos impuestos a la carne y al vino; su producto debía ingresar en poder de un tesorero nombrado por los acreedores.
La industria armera -de características casi familiares se desarrolló durante unos cinco siglos regida por asociaciones gremiales. Eran Hermandades de mutuo socorro para personas de un mismo oficio bajo la advocación de un santo. En Eibar fue célebre en ese orden el Gremio y Labor de Hierro, que en una u otra forma subsistió hasta el año 1858.
Según consta en el acta municipal y en hoja que se difundió de mano en mano, Eibar se alzó contra la rebelión carlista constituyendo otra vez cuerpos armados voluntarios. En 1869, a invitación de las autoridades, formó el Batallón de Voluntarios de la Libertad, que llegó a tener novecientas plazas, no permitiendo a los carlistas entrar en su jurisdicción, haciendo frecuentes salidas para proteger las pequeñas guarniciones de Elgeta, Elgoibar, Markina y Ondarroa, hasta el día 15 de agosto de 1873, en que el general en jefe del ejército del Norte ordenó se levantara la guarnición de Eibar, última que quedaba en la alta Gipuzkoa, y se refugiase en San Sebastián, en donde formaron el Segundo Batallón de Voluntarios Emigrados, prestando en ambos batallones importantes servicios, además de los de guarnición y fuertes avanzados; pues entre las treinta y una salidas que verificaron fuera de su jurisdicción, de acuerdo con las autoridades militares, causaron al enemigo varios muertos y heridos, treinta y cuatro prisioneros armados, apoderándose también de 243 fusiles, varios caballos y efectos de guerra, mereciendo especial mención las siguientes salidas: El 8 de marzo de 1873 rechazan a las facciones de Lizárraga e Iturbe en el punto de Málzaga, al querer pasar de noche de Bizkaia a Gipuzkoa, causándoles nueve prisioneros, con catorce fusiles, y dispersándoles completamente, de forma que en todo el siguiente día no pudo rehacerse, ni intentó pasar por la jurisdicción de Eibar, verificándolo por el alto de Areitio, en Bizkaia, a la vista casi de las columnas de Loma y Ansoátegui, que se racionaban en Durango, para seguir su persecución, y de lo que tuvieron que desistir por entonces. El 13 de abril de 1873 tres compañías de voluntarios, situadas en el alto de Elosua, a seis horas de Eibar, rechazan a la facción Lizárraga, fuerte de 500 hombres, que venia perseguida por las columnas de Cuenca y Loma, haciéndoles retroceder hacia las referidas columnas, causándoles varios heridos, de los que en el campo recogieron dos, y diez y ocho prisioneros armados, entre ellos dos oficiales, la Caja del Batallón con 10.000 pesetas, correspondencia, víveres, municiones, maletas, caballos, etc., haciéndoles repasar el río, y dirigirse hacia Zumárraga. Este hecho de armas lo presenciaron las columnas desde la falda opuesta, no pudiendo continuar la persecución por ser de noche. Tan completa fue la dispersión, que Lizárraga no pudo reunir sino treinta hombres aquella noche, y aun a la siguiente, que se halló en Elgeta, no tenia sino sesenta hombres.
Este hecho de armas es el más importante y más expuesto de los verificados en la última guerra civil, ocupando espontáneamente aquel punto de peligro, que si no hubiera estado guardado, la facción, aunque en retirada, lo hubiera ocupado sin dispersarse, teniendo que cesar su persecución las columnas aquel día. Este encuentro tuvo gran importancia, y así lo comprendió el Gobierno premiando largamente a los jefes militares, aunque no se acordó para nada de los voluntarios. Tuvieron éstos varias felicitaciones de sus compañeros de otros pueblos, por hecho tan notorio en todo el país, y esta manifestación de sus compañeros de armas, y la satisfacción de haber cumplido con su deber, es el mejor premio para los voluntarios de Eibar, que con orgullo recuerdan aquella jornada. Terminada la guerra civil, el día 6 de marzo de 1876 regresaron de San Sebastián a Eibar, deponiendo más tarde las armas de acuerdo con las autoridades. Durante los dos años y siete meses que duró la emigración, pasaron 51 voluntarios al cuerpo de miqueletes, y en toda esta época tuvieron once muertos en acción de guerra y varios heridos.
Otra consecuencia de la guerra fue el surgimiento de dos bandos, muy característicos: los goitarras y los betarras. Entre los goitarras destacó no poco Antonio Iturrioz y la cuadrilla Eskuadra Zarra. Los betarras, liberales también en sus comienzos, estaban en línea conservadora y guiados por los señores de una de las fábricas más antiguas e importantes de nuestra villa, principalmente los Orbea, que, a fines del siglo XVI, entroncaron con los Urquizu, que dan nombre a la plaza y casas donde se ubicaba la plaza y la fábrica. Tal vez esta diferencia haya que remontarla a tiempos medievales: la villa artesanal y el burgo dotado de arrabal poblado por gente más acomodada. Esta diferencia se pudo apreciar también al comenzar nuestro siglo: el núcleo socialista se concentró en el alto y el católico-tradicional en el bajo.
Por 1880 nace el Gremio Obrero. En la formación de esta asociación obrera intervienen gentes de toda condición política, social y religiosa. Había entre ellos patronos y obreros, aprendices, jornaleros y gente trabajadora de muy diversa condición laboral, económica, etc. Gran número de gentes bajadas de los caseríos nutrían estos oficios armeros y su Gremio. Según D. Antonio Iturrioz, los primeros Estatutos los formuló un sacerdote. El Gremio sistematizó y reguló muchas cosas de la armería. Se revalorizó la vida del aprendiz. Se uniformaron las tarifas de precios. Se cortaron también no pocos abusos laborales. En 1890 había ya en Eibar militantes socialistas que acuden al II Congreso del PSOE que se celebra del 29 al 31 de agosto de este año. Estos militantes publicaban en la villa armera un semanario llamado Adelante (1910-1912), dirigido por Tomás Meabe. Uno de los primeros apóstoles del socialismo fue Aquilino Amuategui, "Txikillana" y el Dr. Madinabeitia. En 1891 se funda en Eibar la primera cooperativa de consumo. En 1905 se instituyó una sociedad cooperativa para conseguir ventajas en calidad y precio de pan. En 1915 existían hasta 7 cooperativas de consumo. En 1892 se constituye la fábrica de cañones de escopeta "La Eibarresa". Eran 146 asociados que suscribían un capital de 105.000 ptas. en acciones de 250 ptas. Siguieron a ésta varios intentos -tres por lo menos- de cooperativas de producción. Todas fracasaron por falta de capital y por los obstáculos que se les interpusieron.
Resultados de las elecciones generales del 1-II-1891
[Ref. "La Voz de Guipúzcoa" del 3-II-1891]. En 1892 fue alcalde de Eibar el goitarra Juan José Larrañaga. Los concejales de ambos bandos -goitarras y betarras- contaban con el mismo número de votos. Las fuerzas y los votos entre las dos facciones estuvieron muy igualados hasta el año 1910. Desde esta fecha, hay mayoría goitarra en los escaños del Ayuntamiento.
El resultado de las elecciones generales del 5-III-1893 fue el siguiente:
[Ref. "Boletín Oficial de Guipúzcoa" del 9-III-1893. Filiaciones en diversas publicaciones de la época].
Y en las elecciones generales del 12-IV 1896
La primera huelga moderna en Eibar fue el 6 de agosto de 1897 en la fábrica que suministraba a Quintana Hnos. La casa Quintana, con residencia en Méjico, fue la gran ayuda para nuestra industria armera por los cuantiosos pedidos que hizo a los industriales eibarreses desde el año 1876. El hecho es que Quintana Hnos. instalaron ellos por su cuenta, el año 1895, un taller frente a la estación del ferrocarril. En 1896 eran considerados como los primeros fabricantes de revólveres finos, sin dejar de ser los principales exportadores de escopetas de todo Eibar. José Cruz Echeverría y su hijo Bonifacio eran contramaestres de la fábrica. Dicen que las causas de esta huelga fueron el establecer trabajo continuo a base de sólo dos turnos, el aumentar la intensidad del trabajo acentuando las especializaciones y el sistema de piezas de destajo. Depreciaban también los salarios con mano de obra no cualificada que trajeron de fuera. El hecho es que el 6 de agosto de 1897 nos deparó esta primera huelga de trabajo, la primera en Eibar, no así en Guipúzcoa, pues en 1893 se había dado otra de cerrajeros en Arechavaleta y Mondragón. Fue un solo día de huelga. Como consecuencia, todos fueron despedidos. Es entonces -sobre todo- cuando los Quintana trajeron obreros de fuera en número bastante considerable. Después se unieron también a ellos no pocos de los anteriormente despedidos. Enlazando el tema de huelgas, diremos que a aquella primera siguieron pronto otras huelgas. En GAC -fabricante de las primeras bicicletas eibarresas- y en la fábrica de limas de Villabella las hubo el año 1901. En 1902, varias fábricas de armas cortas las registraron también.
En 1904 en GAC, Aurrerá y Estrella. En 1906 hubo también huelga en la fábrica de V. Sarasqueta. La primera huelga de Quintana sirvió de germen para que el socialismo arraigara en Eibar. A los seis días de la misma, tenia lugar en nuestro Salón Teatro el primer mitin socialista. Participaban en él los líderes Pablo Iglesias y Perezagua. Hubo en el transcurso de aquel mes y medio -según Iturrioz- tres manifestaciones en la vía pública: el aludido mitin socialista, dos más promovidos por los obreros huelguistas y una batalla campal de cinco horas y media en la Junta de armeros. Nos consta también que hubo fábrica en Eibar -y no de las pequeñas- que dio fiesta a sus obreros para asistir a las manifestaciones contra Quintana. El hecho es que el socialismo que, andando el tiempo, tanto arraigaría en el suelo eibarrés, empezó -en estos momentos- sus primeros pasos. El 29 de agosto de 1897 se fundaba laAgrupación socialista de Eibar. Sin embargo, apenas se tradujo en votos este movimiento en las Elecciones generales del 27-III-1898:
[Ref. "Boletín Oficial de Guipúzcoa" del 30-III-1898. Filiación en "El Fuerista" del 27-III-1898].
Ni en las del 16-IV-1899:
[Ref."Boletín Oficial de Guipúzcoa" del 19-IV-1899. Filiaciones en "La Unión Vascongada" del 17-IV-1899].
En 1898, gracias a las aguas del monte Umbe, se hizo la primera distribución de agua a domicilio. Era alcalde Antonio Iturrioz, quien -por este motivo también- tuvo que sufrir incomprensiones. Al principio fueron solamente 100 las familias abonadas al suministro de agua. Muy pronto pasaron de 1.500, por lo que el año 1905 hubo que hacer nueva traída desde Aya-erreka.
S. Arizmendi relata en la revista Eibar del n.° junio-julio de 1971 una serie de interesantes recuerdos referentes al Eibar que conoció en su niñez:
"Una discusión fue causa de que hiciera un viaje retrospectivo sobre Eibar, donde nací a principios de la canturía, y pese a mi memoria, más que débil casi nula, he recordado: Que Eibar tenía entonces dos bandas de música, dos orfeones, dos semanarios y la orquesta del Casino de la Amistad Musical Bretón. La Banda de Música "La Marcial", dirigida por Ildefonso Irusta, era municipal y cuando alguna vez no lo fuera, porque también la de los músicos, según está escrito, era una república difícil de gobernar, creo que siempre costaba algo al Ayuntamiento. A su cargo corrían los bailes públicos; durante el verano en la Plaza de Unzaga, donde bailaban los jóvenes en el corro formada por sus padres y que en el intermedio escuchaban con atención una obra de audición, y los inviernos en el Salón Teatro. La otra Banda se llamaba Santa Cecilia, dirigida por Críspulo Guisasola, y era confesional Entonces se prodigaban los Alardes Musicales y Concursos de Bandas y en su estandarte lucían las palmas ganadas en las competiciones, a las que la Banda acudía y el pueblo seguía entonces a su Banda, como ahora sigue a su equipo de fútbol. El Orfeón Eibarrés era dirigido por Juan Guisasola, del que T. Echevarría llegó a afirmar que Juanito sentía la música como Tomás Meabe el socialismo. A Meabe no le he conocido, pero sí a aquél, bajo cuya batuta he cantado junto con aquellos de épocas anteriores, entre los que recuerdo a Demetrio Sarasúa, tenor de fino oido musical, y a Abdón Alberdi, buen elemento de la cuerda de bajos, y, efectivamente, a mi juicio, que es muy pobre, sentía la música. El movimiento de sus brazos, cuerpo y la expresión de su rostro estaba en consonancia con el sentido de la música y su letra, y si nuestro modo de cantar no lo estaba, interrumpía el ensayo con un vigoroso: "puñeteros, Erreval'eko mojak dirudisue kantuan; au kantau biajok bekokixa zimurtuta, ikubillak itxitxa, azarratuta". El texto de la canción empezaba: "Gure itxasua, bildurgarria, aimbeste gizon galdu eta oin be azarria", o "El hierro infame que oprime nuestras manos, yugo vil de nuestra virtud". Con majestuosidad trataba de hacernos cantar " El regreso de peregrinos" de "Tanhausser" y con el pecho abierto y la mirada puesta en el cielo cuando se cantaba: "Ave María, gracia plena, benedicta tu inmuliéribus...". El otro Orfeón era el Vasco fuerista y también dirigido por Críspulo Guisasola, el de la banda Santa Cecilia, al que no llegué a conocer porque falleció cuando yo era niño. Los semanarios eran: "Adelante" y "Ecos de Eibar"; aquél de los socialistas y éste de los tradicionalistas. Sólo tenían cuatro páginas, pero el sábado, su fecha de aparición, llega pronto y su no aparición ese día era en demérito de la organización que lo editaba, defecto en que nadie quería incurrir. De modo que, mejor o peor hecha, la publicación debía ser puesta a la venta el citado día. Las bandas, los orfeones, los semanarios, a los que había que sumar la Sociedad de Socorros Mutuos, que venía de tiempos atrás en ayuda de los mutualistas enfermos, eran una institución y que requerían hombres inquietos entregados desinteresadamente a la causa común. De aquellos hombres nació la idea de establecer un Jardín de Convalecientes, promovida a aquella Sociedad por el Dr. D. José Madinabeitia, idea a la que se sumó con todo el entusiasmo el joven Dr. D. Niceto Muguruza, tempranamente perdido para la ciencia y para Eibar en un accidente deportivo. A aquellos hombres se debe también la creación de la Escuela de Armería. En cuanto a la iniciación del fútbol en Eibar, recuerdo: Que en el Convento de Isasi había un Colegio regido por los Hermanos del Sagrado Corazón de Jesús, y sus alumnos fueron los primeros futbolistas eibarreses; los que crearon el Club Izarra, que llegó a ser campeón en su categoría, teniendo como campo de deportes el patio cuadricular del citado Convento. A éste siguió el Eibar Club, constituido por los primeras alumnos de la Escuela de Armería y su campo de juego el Frontón Viejo que es donde inició sus funciones la escuela. A éste siguió el Sport Arín, con sede en el café Royalti de la calle Isasi. Que había dos maestros de las escuelas públicas, que además de su labor diaria en su escuela correspondiente, dedicaban otras horas a dar a nosotros otra formación. D. Antonio de la Torre, primer esperantista eibarrés, nos ejercitaba en conjunto a toque de silbato, y D. Segundo Mayora, que era músico, nos enseñaba a cantar. Las canciones eran dedicadas al trabajo y una vez que nos enseñaron una que empezaba: 'La guardia montante viene, la trompeta suena ya... y terminaba con un "Ta tarara, tarara...", algunos ediles dijeron que a los niños no se debía enseñar canciones guerreras, por lo que en seguida se nos enseñó otra, de la que sólo recuerdo que la tarara, tarara fue sustituida con las palabras: "a trabajar, a trabajar". Eibar era conocido más allá de las fronteras por sus armas y damasquinados, arte éste que requiere conocimientos de dibujo y que mucho debe a la familia de los Zuloaga. Un roce cualquiera, el más insignificante entre dos países sin importancia, era motivo de paro en la armería. Por eso en Eibar se trabajaban dos o tres meses a jornada normal, tal vez hasta con intensidad, pero luego se producía el paro durante 10, 30 o más días. Pero cuando se declaró la primera guerra mundial, el paro fue general y, además, absoluta. Ni un dedo se movía. Se nos cerraron los caminos comerciales.
Ante aquel hecho insólito, no conocido hasta entonces, de verse el obrero eibarrés sin el correspondiente jornal, ni grande ni pequeño, nada en absoluto, el Ayuntamiento haciendo caso omiso de formalidades dilatoras para las que no había tiempo, logró de las autoridades superiores que se empezaran los trabajos de la apertura o construcción de la carretera a Marquina. Así todas los armeros, empezando en Mekola-etxebarri hurgaron en las faldas del Urko con el pico y la pala. Al mismo tiempo se estableció una cocina popular en el patio de nuestro Ayuntamiento, cocina que suministraba raciones para las dos comidas a precio sumamente económico, pues sólo se trataba de cubrir los gastos. Pero aquella ayuda al obrero eibarrés en paro no era una limosna. El jornal tenía que sudarlo, pese a que los pescadores de Ondárroa hicieron donaciones liberales de camiones de sardinas a los armeros de Eibar en desgracia en justa correspondencia a las veces que éstos ayudaban a los pueblos de nuestro litoral cuando las galernas sembraban el luto. Continuaba la guerra y los armeros eibarreses seguían trabajando en las faldas del Urko, pero remitió la crisis porque los franceses vinieron a Eibar en busca de armas, que las necesitaban con urgencia y en cantidad, y el armero eibarrés se vio en el caso de trabajar con intensidad, por lo que las obras de la carretera quedaron paralizadas y su incesante labor en la armería produjo los primeros ricos."
Los centros políticos funcionando en Eibar en 1908 son: Agrupación socialista con 73 socios, Juventud socialista, 75 afiliados, Batzoki eibartarra, 40 socios, Circulo tradicionalista, 113 socios, Juventud republicana con 200.
El 7 octubre 1900 se fundó el gremio de obreros fabricantes de pistola. En 1903 pasaban de 300 sus afiliados y era su presidente Aquilino Amuategui, socialista. En 1901 fracasa un intento de constituir sindicato de patronos. En 1905 ya estaba constituido tal sindicato bajo la denominación de Sociedad Siderúrgica. La inmensa mayoría de los que la fundaron pertenecieron o pertenecían a las sociedades obreras. En las elecciones generales del 19- V-1901 comienza ya a reflejarse el empuje socialista:
CANDIDATOS | PARTIDOS | VOTOS |
García | Liberal | 977 |
Perezagua | P.S.O.E. | 57 |
[Ref. "Boletín Oficial de Guipúzcoa" del 24-V-1901. Filiaciones en "La Unión Vascongada" del 13-V-1901].
En el año 1901 existe ya el Centro Socialista. Pedro Chastang, de origen francés, es su presidente. Se presentaba al público como órgano del Partido Socialista Obrero y defensor de los Gremios Obreros. El año 1904, el médico eibarrés D. Ciriaco Aguirre era presidente de la Juventud Republicana. Los tradicionalistas eibarreses inauguraron su Círculo Carlista en abril de 1905. En 1902 el gremio obrero se transforma en Federación de Sociedades Obreras. En agosto de 1902 contaba en su seno más de 600 trabajadores. Eran presidente y secretario de la misma Martín Erquiaga y José Guisasola. Es indudable la influencia socialista en las sociedades obreras. En 1903, en esta industriosa villa tiene potentes fuerzas la UGT en general. Un informe de la propia sindical describe asi su situación:
"La industria eibarresa se divide en dos ramos: la que se relaciona con el arma larga (escopeta) y la de la corta (pistola o revólver). En la primera se halla asociada la casi totalidad de los obreros, no ocurriendo lo mismo con los que se dedican a la confección de armas cortas, pues escasamente llegará el número de asociados a un 40 %. La producción de éstos se halla concentrada en grandes fábricas y talleres. La agrupación socialista ejerce una gran influencia moral sobre las sociedades obreras. Así lo demuestra el que en las últimas elecciones se haya conseguido sacar triunfante un concejal socialista, a pesar de todos los amaños que los burgueses han empleado para impedir la victoria. Aquí existe una federación que se compone de las siguientes sociedades: cañonistas, 29; basculeros, 190; cajeros, 110; arregladores, 28; llaveros, 50; grabadores, 26; pulidores, 46, y pistoleros, 340. Total: 819 afiliados. Se halla en organización la sociedad de moldeadores. Las sociedades obreras y la agrupación publican un periódico titulado "El Obrero Eibarrés"
["Ref." Rev. Socialista, n.° 24 (16-XII-1903)].
Durante la huelga de mineros de 1903, el Dr. Madinabeitia trajo a Eibar 200 hijos de mineros para que fueran alojados mientras duraba el conflicto. Valdour nos habla de la mentalidad de los obreros eibarreses. En 1910 el Centro Socialista de Eibar cuenta con alrededor de mil afiliados. Según Valdour:
"Esos socialistas exaltados son hombres satisfechos de su suerte; nunca se han lanzado a la huelga, pero se entusiasman a la vista de las huelgas y revueltas de los trabajadores de otras localidades. Su socialismo es, sobre todo, antirreligioso. Casi todos los patronos, antiguos obreros, han conservado sus ideas y los hábitos de su vida de asalariados; tratan a los obreros familiarmente y los acompañan al café".
Recogemos de la revista "Eibar" (n.° 195, oct. 1977) la siguiente información sobre los rectores del municipio en este período: En el año 1901, hubo dos distritos electorales: Ayuntamiento y Nueva Alhóndiga. Electores: 1.426. Votaron: 1.138. Los que más votos obtuvieron fueron los monárquicos liberales Martín A. Bascarán e Hilarión Suinaga, seguidos de los republicanos Tomás Irusta y Facundo Vildósola Las elecciones tuvieron lugar el 10-XI-1901. Como consecuencia de las mismas, al empezar el año 1902, así se constituyó el Ayuntamiento. Alcalde: el republicano Vicente Iraola, que quedó empatado con el monárquico liberal Jacinto Orbea. En la corporación municipal había 7 concejales monárquicos liberales y 4 republicanos. Año 1903: fecha de elecciones: 8-XI-1903. Electores: 1.450. Votaron: 1.160. Hubo tres distritos electorales, pues a los dos anteriores se añadió el del Juzgado, frente a la parroquia de San Andrés. En estos comicios se proclama el primer concejal socialista, Esteban Barrutia. Triunfaron los monárquicos liberales, seguidos de republicanos y socialistas. El Ayuntamiento que se constituyó en 1904 tenia por alcalde, designado gubernativamente, a Miguel María Orbea, monárquico liberal. 8 concejales eran monárquicos liberales, 5 republicanos y 1 socialista. Año 1905: de 1.468 electores votaron 1.211. Los partidos políticos se clasificaron por este orden: republicanos, monárquicos, socialistas, independientes.
A comienzos de 1906 regia nuestro Ayuntamiento el monárquico liberal Miguel María Orbea, ayudado en la corporación municipal por 6 concejales republicanos, 5 monárquicos, 1 independiente y 1 socialista. No hubo elecciones en los cuatro años siguientes. El 31-XII- 1909 seguían los mismos concejales que al comenzar el año 1906. Año 1909: Las elecciones se celebraron el 12-XII- 1909. Obtuvieron mayoría los llamados independientes, cuyo representantes electos fueron Eladio Guisasola y Maximino Achótegui. Los otros partidos se clasificaron así: demócratas (cuyo lider máximo fue Nemesio Astaburuaga); republicanos; liberales (Joaquín Aldazábal fue su concejal); monárquicos, socialistas y católicos independientes, representados estos últimos por Agustín Gabilondo. Año 1911: de 2.190 electores votaron 1.692. Ganaron las elecciones los monárquicos, seguidos de republicanos y socialistas. Los nacionalistas vascos Leoncio Basterrica y Segundo Aldazábal alcanzaron 61 y 42 votos respectivamente. El Ayuntamiento que nació en consecuencia en 1912 estaba presidido por el monárquico Pedro Muguerza, ayudado por 5 concejales republicanos, 4 socialistas, 2 monárquicos, 1 conservador y 1 independiente. Año 1913: ganaron las elecciones municipales los republicanos, seguidos de los conservadores, socialistas, nacionalistas y carlistas. Antonio Paguaga se presentó como jaimista y obtuvo 33 votos. El que más votos obtuvo -431- fue el republicano Tomás Gárate. En virtud de estas elecciones, el Ayuntamiento de 1914 quedó constituido asi: alcalde, el conservador Santiago Astigarraga. Con él estaban 8 concejales republicanos, 4 socialistas, 3 conservadores y 1 demócrata. Año 1915: triunfaron los republicanos con 100 votos de diferencia respecto a los socialistas. A éstos siguieron los conservadores y demócratas. El Ayuntamiento de 1916 tenia la siguiente formación: alcalde, Nemesio Astaburuaga, liberal, demócrata, ayudado de 9 concejales republicanos, 4 conservadores y 3 socialistas. Año 1917: en estas elecciones triunfaron ampliamente los republicanos, seguidos de los socialistas e independientes. Los nacionalistas vascos Luis Argárate, Segundo Aldazábal y Gregorio Iñarrairaegui obtuvieron 28, 157 y 160 votos, respectivamente. El jaimista Gregorio Bolumburu contó 6 votos. El Ayuntamiento de 1918 lo encabezó el alcalde republicano José Ramón Iriondo. Tenia en la corporación a 8 concejales republicanos, 3 socialistas, 2 conservadores, 2 independientes (Félix Gárate y Agustín Azpiri) y 1 demócrata.
Elecciones del 26-IV 1903
[Ref."Boletín Oficial de Guipúzcoa" del 29-IV-1903. Filiaciones en "La Constancia" del 26-IV-1903].
Elecciones generales del 10 de septiembre de 1905.
[Ref."Boletín Oficial de Guipúzcoa" del 13-IX-1905. Filiaciones en "La Voz de Guipúzcoa" del 11-IX-1905].
Elecciones generales del 21-IV-1907
[Ref."Boletín Oficial de Guipúzcoa" del 24-IV-1907. Filiaciones en "La Voz de Guipúzcoa" del 22-IV-1907].
En las elecciones generales del 8 de mayo de 1910 se emitieron en esta localidad los siguientes votos:
[Ref."Boletín Oficial de Guipúzcoa", mayo 1910].
Gárate, Anitúa y Compañía GAC, primer fabricante de bicicletas de Eibar (1925), deriva de la sección de montaje de estos vehículos que se constituyó en la armería tradicional a comienzos de nuestro siglo. Posteriormente, ORBEA (1929), otra armería más poderosa, se dedicó asimismo a la elaboración del sensacional vehículo de dos ruedas que revolucionó el transporte individual en carretera. Beistegui Hnos., siguió luego sus pasos; habiéndose dedicado a la fabricación de armas, pasó a la de bicicletas haciendo célebre la marca BH cuyas factorías se trasladaron, ya en nuestros días, a Vitoria-Gasteiz.
En abril de 1912 tuvieron lugar en Eibar los luctuosos acontecimientos en los que perdió la vida el joven jaimista Tiburcio Gardeazábal y fueron heridas varias personas. Días más tarde fallecía en San Sebastián el radical Tomás Oregui, herido de bala en dicho suceso. Ello ocurrió al convocar los jaimistas un mitin en el frontón Astelena de la villa y salirles al encuentro grupos de jóvenes radicales. A pesar de la cargas de la Guardia Civil, el enfrentamiento tuvo lugar llegándose a las consecuencias indicadas.
En junio de 1912 tuvo lugar la colocación de la primera piedra de la casa del pueblo en la plaza Unzaga, ángulo con la calle O`Donnell. Un mitin conjuncionista republicano-socialista reunió a oradores tales como Melquíades Alvarez, Castro Casal, Fernández Dans, Indalecio Prieto, Ocio y Horacio Echevarrieta. Funcionaba ya en la villa una sección de SOV (Solidaridad de Obreros Vascos) fundada el 12 de enero de 1912. El Sindicato Católico de Eibar llegó a organizar una Cooperativa de Consumos y tuvo un periódico quincenal, llamado El Sindicato eibarrés. En las elecciones municipales de 1913, fueron elegidos en Eibar tres concejales socialistas. El 10 de mayo de 1914 se creó la Federación de Solidaridad de Obreros Vascos a la que acudió una representación de armeros de Eibar. También acudieron los eibarreses a la asamblea anual de SOV celebrada el 16 de enero de 1916. El 29 de octubre 1916 se inaugura la Casa del Pueblo en Unzaga con un acto en el que hablaron Indalecio Prieto, en castellano, Aquilino Amuátegui, en euskera, y Léon Jouhaux, secretario de la CGT francesa, en francés. Unamuno pronunció el discurso de apertura de la biblioteca de la Casa.
Para Eibar significó el cierre de las rutas comerciales habituales, y, con ello, el paro de sus talleres y fábricas durante casi un año.
"Y lo que fue peor, significaba la moratoria para los créditos dispersos por el mundo, que constituían el capital de nuestros modestos patronos. Los de Turquía, importantes en aquella época, se perdieron definitivamente, de la misma forma que habían de perder sus ahorros los tenedores franceses de bonos de la deuda rusa. Y es que los industriales de Eibar, dicho sea en su honor, sólo ganaron, cuando ganaban, para equipar sus talleres con elementos nuevos y hacer créditos a los más remotos mercados, viviendo personalmente sin diferenciarse del común de los artesanos. Con tanto, llegado el momento de la crisis, ninguno tenía reservas para aguantar el impacto..."
(Toribio Echevarría, Viaje por el país de los recuerdos, México, 1968).
Coincidiendo con la nueva etapa de la guerra -la fase de las trincheras y de las armas cortas a mediados de 1915 comienzan a reorganizarse los talleres eibarreses, cerrados por el colapso bélico de 1914, conforme se establecían los primeros contratos de suministro de armas para los aliados. El cierre de los talleres y fábricas y el subsiguiente paro logró aliviarse mediante la ocupación de la mano de obra desocupada en la construcción de la carretera Eibar-Markina, que proporcionó trabajo y salario a los que habían quedado en la calle. El Ayuntamiento organizó, por otra parte, comedores colectivos a precio de costo. Pasado el mal momento, el hormiguero eibarrés se puso en marcha; se trabajó sin interrupción, incluso de noche y en días de fiesta.
Elecciones generales del 9-IV-1916
[Ref. "Boletín Oficial de Guipúzcoa" de 12-IV-1916. Filiaciones en "La Voz de Guipúzcoa" del 10-IV-1916. (1) Según "La Voz de Guipúzcoa" cit.: 213] .
En las elecciones generales del 8 de marzo de 1914 se emitieron en esta localidad los siguientes votos:
[Ref. "Boletín Oficial de Guipúzcoa", marzo 1914].
Elecciones generales del 24-II-1918
[Ref. "Boletín Oficial de Guipúzcoa" del 1-III-1918. Filiaciones en "La Voz de Guipúzcoa" del 25-II-1918].
Elecciones generales del 1 de junio de 1919
[Ref. "Boletín Oficial de Guipúzcoa" del 6-VI-1919. Filiaciones en "El Pueblo Vasco" del 26-V-1919].
En Eibar el clima fue de moderación al acaecer la gran huelga revolucionaria de agosto de 1917. Durante una semana la localidad estuvo parada sin que se registraran las violencias que ensombrecieron otros escenarios tales como Bilbao donde perecieron en tiroteo once personas. Conminados por el gobernador militar, general Sousa, los trabajadores se reintegraron al trabajo a partir del día 21. El 17 de setiembre de 1919 se constituye "Danok-bat", Sociedad Anónima y Cooperativa Mercantil y de producción de armas de caza. Capital inicial: 30.000 ptas. en acciones de 50 ptas. Quebró en 1932.
1918. El mes de noviembre de 1918, en tres sesiones consecutivas, el Ayuntamiento eibarrés trató sobre la autonomía del País Vasco, y en el último pleno sobre el asunto tomó el acuerdo de reclamar la foralidad suspendida en 1839 y derogada en 1876. Téngase en cuenta que el Ayuntamiento aquel estaba compuesto de socialistas, republicanos y algunos conservadores.
En verano de 1920 comienza una de las huelgas más largas y dramáticas que haya conocido nuestro país. Coincidiendo con las huelgas de otros sectores de la producción -portuarios, construcción, ebanistas, tranviarios, carreteros, panaderos-, los metalúrgicos eibarreses suspenden toda actividad. Al frente de los mismos se halla el socialista Valentín Vallejo y, por parte patronal, el ex-alcalde Mario Orbe, representante del sindicato único de patronos. El día 18 de agosto la huelga comenzó a ser total en Bizkaia, donde comunistas, sindicalistas y socialistas propugnan una huelga general política revolucionaria frente a la actitud de ELA-SOV que no quiere verse envuelta en la misma. Sin embargo, en Gipuzkoa, este mismo sindicato apoya la huelga de los obreros azcoitianos y tolosarras suscitada por cuestiones meramente laborales, huelga ahogada en sangre por la Guardia Civil en Azkoitia. Así las cosas, la R. O. del 15 de setiembre va a suponer un golpe terrible a la industria tradicional eibarresa, ya que, con el fin de limitar el uso de armas de fuego utilizadas por las bandas de pistoleros, se establecía un férreo control sobre la fabricación de las mismas y sobre las licencias de uso. La medida, que iba a provocar el paro y la emigración tanto en Eibar como en las villas guipuzcoanas y bilbaínas dedicadas a las armas, Bergara, Soraluze, Elgoibar, Elorrio, Elgeta, Zaldibar, Zumarraga, Ermua y Gernika, hizo que los huelguistas reafirmaran su decisión de proseguir la huelga indefinidamente. El conflicto duró hasta Navidades manteniendo parado a medio pueblo. El Ayuntamiento organizó una cocina popular, tal como lo había hecho cuando la crisis de 1914. De esta huelga surgió la iniciativa de la creación de la Cooperativa Alfa.
El sindicato metalúrgico de Eibar se propuso fabricar el mismo producto -objetos de hierro con igual calidad y costo pero bajo las condiciones salariales que habían rehusado los patronos. Entre aportaciones obreras y las del Sindicato Metalúrgico de Vizcaya se reunió un capital inicial de 300.000 ptas., con el que se compró la maquinaria de un industrial retirado. Al cabo de 5 ó 6 meses la Cooperativa ALFA estaba ya en marcha fabricando armas. Sin embargo, este producto no había de manifestarse como el más idóneo en una empresa tan arriesgada y se pasó a un producto novedoso: la máquina de coser (1927), basada en el modelo Singer. El alma de la cooperativa fue Toribio Echeverría, socialista eibarrés de gran autoridad. El 14 de abril de 1923 el alcalde de Eibar dimitía en señal de protesta por la R. O. de. setiembre de 1920, dimisión que comunicó a las miles de personas congregadas ante la casa consistorial. Pero pese a las multitudinarias protestas que se produjeron, el R. D. no fue revocado y la industria armera eibarresa experimentó un rudo golpe. Sin embargo, ALFA, a partir del cambio de objeto de producción mencionado, fue un éxito; en 1936 era la primera manufacturera de máquinas de coser del estado, con un capital de 5 ó 6 millones resultantes de las capitalizaciones progresivas de todos los beneficios de 15 años de gestión. Después de la guerra, la empresa pasó a constituirse en Sociedad Anónima; Falange requisó la maquinaria que llevó, en parte, a Valladolid y que fue difícil de recuperar, por lo que la reestructuración de la empresa fue muy lenta.
En las elecciones generales del 19-XII 1920
[Ref."Boletín Oficial de Guipúzcoa" del 22-XII-1920. Filiaciones en "La Voz de Guipúzcoa" del 21-XII-1920].
Elecciones generales del 29-IV-1923
El comisionado en las gestiones armeras ante Madrid derrotó ampliamente al duque de Hernani, recomendado por el Ministerio de Gobernación.
[Ref."El Pueblo Vasco" del 1-V-1923].
En las elecciones municipales celebradas en 1920 socialistas y republicanos baten a los restantes candidatos. Los socialistas Alejandro Tellería, José Guisasola, Cándido Arrizabalaga, Francisco Echeverría, Florentino Bueno y Alberto Mendiguren obtuvieron 314, 308, 220, 218, 217 y 158 votos respectivamente. Los republicanos José María Ojanguren, Feliciano Astaburuaga, Ciriaco Aguirre y Francisco Arizmendi apuntaron 238, 223, 173 y 90 votos. Los nacionalistas vascos llegaron a tener un concejal en la persona de Antonino Aldazábal. En las elecciones de 1922 los socialistas se hacen con el poder municipal alcanzando 858 votos frente a 619 de los republicanos y 413 de los nacionalistas vascos, a los que siguieron los conservadores, independientes, mauristas y tradicionalistas con 401, 370, 263 y 254 votos, respectivamente. Los candidatos socialistas fueron Martín Erquiaga, Valentín Vallejo, Cándido Arrizabalaga, Juan Eguía e Ignacio Galarraga. Por los republicanos se presentaron Francisco Zabala, Gregorio Bustinduy, Secundino Zuloaga y Eulogio Gárate. Benjamín Villabella se presentó como candidato independiente. Representaban a los nacionalistas vascos José Miguel Aramburu, Gumer Aramberri, Lázaro Aizpurua, Juan Gaztelu, Eduardo Iraeta y Gregorio Iñarrairaegui. Santiago Astigarraga, Lázaro Achotegui y Martín Larrañaga se presentaron como conservadores. Francisco Errasti era candidato maurista. Juan Urízar, tradicionalista. El Ayuntamiento anterior a la dictadura de Primo de Rivera (año 1924) fue presidido por Benjamín Villabella, independiente.
Según la revista "Eibar" (n.° 195, oct. 1977) los alcaldes que rigieron nuestro pueblo en este período de la dictadura de Primo de Rivera fueron los siguientes. El primero, Remigio Guimón, quien dimitió en setiembre de 1924. El 12 de setiembre 1924, por votación entre concejales, fue nombrado alcalde José González Orbea, quien se mantuvo en su puesto hasta mayo de 1926. Pedro Román Unceta-barrenechea fue nombrado, por votación entre concejales, para suceder a González Orbea. El 22-X-1926 fue elegido alcalde Ignacio Anitua. El 25 de marzo de 1928 es designado primera autoridad municipal por el ministro de Gobernación Timoteo Zubiate. El 29 de enero de 1931 se reorganizó de nuevo el Ayuntamiento. Entre los concejales designados se nombró alcalde al mismo Sr. Zubiate. Con él formaron Ayuntamiento Guillermo Bascarán, Alejandro Apellániz, Martín Larrañaga, José Manuel Ascasibar, Benjamin Villabella, Tomás Onaindía, Pablo Aranzábal, Fernando Aguirrebeña, Lázaro Achotegui, Domingo Lasuen y Cipriano Guruceta. Este Ayuntamiento se extinguió el 14 de abril de 1931.
Municipales de 1931.
El resultado en esta localidad de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 es el siguiente:
CANDIDATOS | PARTIDOS | VOTOS |
Alejandro Tellería | Socialista | 357 |
Juan de los Toyos | socialista | 351 |
Félix Arregui | socialista | 353 |
Cándido Arrizabalaga | Socialista | 307 |
Marcelino Bascarán | socialista | 275 |
José Lizarzaburu | socialista | 272 |
Florentino Bueno | socialista | 278 |
Jacinto Galarraga | socialista | 222 |
Martín Erquiaga | socialista | 236 |
Miguel Gorrochategui | socialista | 222 |
Domingo Cortázar | Republicano | 352 |
Gregorio Bustinduy | Republicano | 352 |
Eulogio Gárate | Republicano | 312 |
Mateo Careaga | Republicano | 306 |
Florentino Carral | Republicano | 277 |
José M.ª Ojanguren | Republicano | 277 |
Esteban Rementería | Republicano | 235 |
Jacinto Alberdi | Republicano | 225 |
Facundo Iturrioz | Nacionalista | 98 |
Donato Ojanguren | Nacionalista | 92 |
Joaquín Olañeta | Nacionalista | 95 |
Genaro Boneta | Nacionalista | 185 |
Eduardo Alberdi | Nacionalista | 187 |
Joaquín Elorza | Nacionalista | 188 |
Eduardo Iraeta | Nacionalista | 129 |
Joaquín Elorza | Nacionalista | 124 |
Graciano Ormaechea | Nacionalista | 121 |
Juan Gastelu | Nacionalista | (ilegible) |
Antonio Astigarraga | Nacionalista | 156 |
Antonio Urquidi | Nacionalista | 151 |
Juan Urizar | Católico | 131 |
Justo Oria | Católico | 128 |
Julián Aristondo | Católico | 36 |
Ignacio Losa | Católico | 92 |
Martín Larrañaga | Católico | 33 |
José Astaburuaga | Católico | 84 |
Francisco Arroita | Católico | 84 |
Daniel Zulaica | Católico | 54 |
Resultaron elegidos 18 de la Conjunción republicano-socialista y un nacionalista. Presidió el Ayuntamiento Alejandro Tellería
[Ref. "La Voz de Guipúzcoa", abril 1931].
A tenor de los resultados del escrutinio y al percibirse que la monarquía no iba a sacar un solo concejal en Eibar, el entusiasmo de los protagonistas de las primeras elecciones de después de la dictadura se vuelca a la calle. La noche del 12 de abril los eibarreses la viven en la calle, frente a una pizarra en la que se van escribiendo los resultados. El lunes, día 13, se acude al trabajo a desgana; todo son cábalas y comentarios y la gente se retira pronto a recuperar el sueño. El martes, de madrugada, al llegar los primeros camiones de pescado se difunde la noticia de una supuesta proclamación "inminente" de la República y de que dos representantes de Eibar han de presentarse en San Sebastián para formar la nueva Diputación. Corre rápidamente el rumor en Eibar y, antes de las 6 de la mañana, todo el pueblo está en la plaza Unzaga -futura plaza de la República- y los nuevos concejales elegidos deciden, por unanimidad, proclamar la República. Se iza la bandera republicana y el retrato de Alfonso XIII es arrumbado en un desván. Acto seguido son despachados dos representantes a la capital de Gipuzkoa. Pasado el momento de euforia comenzó la incertidumbre, ya que los periódicos aparecieron sin noticia alguna al respecto. Miles de eibarreses no fueron a trabajar limitándose a pasear por las calles nerviosos. La angustiada espera duró hasta la llegada, ya entrada la tarde, de la noticia de que también Barcelona había proclamado, aquel mediodía, el histórico cambio de gobierno, ciudad a la que siguió Madrid y luego las restantes. Eibar recibió de la República el título de Muy Ejemplar Ciudad, y un Instituto de Primera Enseñanza que funcionó hasta 1936.
[Ref."La Voz de Guipúzcoa" del 30-VI-1931. Filiaciones en "El Pueblo Vasco" del 30-VI-1931].
El pleito armero seguía su crisis. No encontraba solución en Madrid por muchas comisiones -la historia se repetía- que se dirigían allá. Como en tiempo de la monarquía, también durante la República abundaban buenas palabras en la capital de España, pero no se resolvía la crisis. Siempre llegaban de allí los comisionados llenos de buenas esperanzas pero... ahí quedaba todo. Y lo que era peor, muchas veces se complicaba nuestra situación armera como cuando el Gobierno presentaba proyectos de ley sobre uso de armas. Una comisión municipal que salió para Madrid el 22-11-34 con objeto de estudiar la grave crisis armera afirmaba que la política del Gobierno, a este respecto, era injusta. Así, por ejemplo, en 1935, el Gobierno propuso un Proyecto de Ley sobre monopolio de armas de fuego. Esto obligó a los Ayuntamientos de la Zona armera de Eibar a reunirse y recabar ayuda de nuestros parlamentarios con objeto de defendernos. En esta situación, las fábricas no tienen trabajo y despiden a sus obreros. En 1931 había no pocos obreros parados en Eibar. En noviembre del año 1932 sigue -más acentuado este problema. En 1933, Eibar registra -por esta crisis- una huelga de escopeteros que, para bien nuestro, se arregló satisfactoriamente. Pero el problema, en su hondura, seguía sin resolverse.
A mediados del año 33, el paro era agudo. Para ayudar a los afectados se habían recaudado 34.294 ptas.; se tenían gastadas 33.353. Lo malo era que no se veía solución. Hasta el punto de que el Ayuntamiento, para remediarlo en parte, trató de organizar un plan de obras municipales a base de presupuesto extraordinario. En efecto, el 9 de agosto 1933, celebró nuestro Ayuntamiento sesión extraordinaria para ayudar a los parados y resolver, de paso, el problema de la vivienda. Se aprobó en aquella asamblea municipal un plan que abarcaba los siguientes puntos: traída de agua a Arrate, lavadero en Chonta, construir cuatro casas en Paguey, hacer nueva Alhóndiga, casa en O`Donnell cubriendo parte del río, lavadero allí mismo, nuevo kiosco en Unzaga, reforma y ampliación de la plaza del mercado, ídem en cementerio y hospital, muro de contención y cierre del hospital, escuelas en Santa Cruz, Arrate y Málzaga, reforma en el matadero y terminación de la carretera de Elgueta. Todo ello suponía un presupuesto de 1.408.898 ptas. ¿Cómo financiarlo? Ampliando la cuenta de crédito de 600.000 ptas. que tenia el Ayuntamiento con la Caja de Ahorros Provincial a 1.200.000 ptas. Digamos a este respecto que muchos de los proyectos empezaron y llegaron a ser realidad. De esta forma se suavizó un poco la crisis de trabajo que afectaba a tantos obreros.
El 15 de setiembre de 1932, el presidente de la República española, Alcalá Zamora, firmó en San Sebastián la ley promulgadora del Estatuto de Cataluña con una pluma regalo de la ciudad de Eibar. En dicho acto dijo Alcalá Zamora:
"Tengo la inmensa satisfacción de anunciar que con esta pluma, regalo de la industriosa ciudad de Eibar y símbolo del trabajo y de las tradiciones guipuzcoanas, acabo de autorizar la promulgación del Estatuto de Cataluña".
En Eibar, meca del socialismo, la casa del pueblo había llegado, en sus mejores tiempos, a registrar 2.000 afiliados. En 1932 competía dignamente "ELA-STV" que, bien organizada, realizaba una activa labor social. Con un secretariado y con grupos de solidarios entusiastas, tenía células en todos los talleres y fábricas, que controlaban toda la vida del trabajo. Había organizado una Cooperativa de Consumos, que desarrollaba su vida con prosperidad creciente, y proyectaba, para dar trabajo a los armeros, solidarios parados de toda la zona, en inteligencia con las agrupaciones de Elgoibar y Soraluze, la fabricación en forma cooperativista de escopetas de caza. Los socialistas, preocupados por su avance, trataron de organizar un almacén de cañones, monopolizando ellos su venta a todos los fabricantes. Su finalidad saltaba a la vista; hacerse con la llave de toda la industria armera escopetera, y anular a "Solidaridad" en este ramo. Mas ésta aceptó el guante, y como unidos los solidarios escopeteros de todas las zonas constituían mayoría plantearon el problema a los socialistas, y éstos, impotentes para oponerse, no tuvieron más remedio que transigir, y tomar en consideración a "Solidaridad". Gracias a esta actitud se organizó el almacén central de cañones, reconociendo a "Solidaridad" los mismos derechos e intervenciones que a la Casa del Pueblo.
En 1932 los sindicalistas, realizando su esfuerzo, contrataron nada menos que al mismo líder catalán, Angel Pestaña, para fustigar a ELA-STV. Para ello prepararon un aparatoso mitin en la villa, donde, ante un gentío enorme, dirigió su palabra, despotricando y fustigando contra "Solidaridad". Mas esta organización no se tambaleó por los golpes de Pestaña, ni siquiera la misma agrupación de Eibar sintió mover sus fundamentos.
Hemos citado la creación del almacén central de cañones, por la U. G. T. y "Solidaridad". Este organismo, que monopolizaba la venta de todos los cañones de las escopetas que se fabricaban en la zona armera y tenia su residencia en Eibar, fue legalmente reconocido. Tuvo la virtud de matar la ruinosa competencia de los fabricantes de escopetas, que con sus innecesarias luchas rebajaban constantemente los precios de las armas, repercutiendo en los jornales de los obreros escopeteros. Por ello este organismo fue bien acogido por los fabricantes serios y acreditados. Pero algunos fabricantes, queriendo reconquistar la anterior libertad, comenzaron a sacudir subrepticiamente la tutela del almacén, fabricando y vendiendo cañones a más bajos precios. Sorprendidos por las organizaciones obreras, fueron multados. En 1933, como algunos fabricantes de escopetas, arrastrados por su egoísmo, siguieran suministrándose de estos contrabandistas, llamaron los obreros varias veces su atención, y pusieron las ilegalidades en conocimiento de la competente autoridad. Como tampoco pusiera ésta remedio, y se viera claramente el anhelo de los pequeños fabricantes de destruir esta exclusiva venta del cañón por las organizaciones obreras, conquista apreciada, porque mantenía el precio de las escopetas, el jornal de los obreros y la seriedad de la industria, sin que se originara ningún perjuicio a los fabricantes, porque la medida afectaba por igual a todos, llevaron la cuestión a las asambleas de las organizaciones afectadas de toda la zona, donde se propuso, como única arma decisiva, porque las autoridades no imponían el derecho legal de los obreros, la huelga pacifica. Sometido el proyecto a votaciones secretas, prosperó por casi unanimidad. La huelga acordada era de 24 horas para toda la zona, e indefinida para los armeros, escopeteros, directamente interesados.
En estas gestiones y negociaciones llevaba "Solidaridad" la primacía, ya que la mayoría de los escopeteros eran afiliados a sus agrupaciones. Anunciada la huelga, el gobernador Artola, cuyas ineptitudes se ponían de relieve cada vez que surgía algún conflicto, obrando con parcialidad e indelicadeza, consiguió envenenar los ánimos de no pocos obreros, que desenvolvían sus gestiones con toda calma, prudencia y serenidad. El primer día faltaron al trabajo unos seis mil obreros en toda la zona, transcurriendo la jornada, a pesar de las provocaciones de la fuerza, pacífica y tranquilamente. No hubo ni una coacción, ni una provocación, ni incitaciones de ningún género. Las organizaciones obreras eran las más interesadas en ello. El comercio se sumó a la huelga, paralizándose toda la vida industrial y comercial de la zona. Los diputados vascos, Leizaola y Aguirre, que ya habían intervenido en nombre de "Solidaridad" en las negociaciones anteriores, para imponer el derecho legal de los obreros, se personaron desde el primer momento en Eibar, poniéndose a disposición del comité de huelga. Imitando su conducta hicieron lo propio dos diputados socialistas, De Francisco, y el secretario de la U. G. T., Pascual. El segundo día circularon por la Zona noticias poco tranquilizadoras para la paz pública, a pesar de lo cual no se alteró el orden en lo más mínimo. El tercero, un grupo de exaltados obreros, pertenecientes todos ellos a organizaciones extremistas, asaltaban el taller de un escopetero disidente y destruían su maquinaria y mercancías. Leizaola y Aguirre conferenciaban con el gobernador y convencían a éste de la imperiosa necesidad de hacer cumplir el laudo dictado por él mismo anteriormente, que era la base legal del funcionamiento del almacén de cañones. Gracias a ello se resolvía el pleito, que amenazaba llevar el desasosiego a los pueblos, y reconocida la fuerza legal del almacén, volvían todos los obreros al trabajo.
La adhesión de Eibar al proyecto de autonomía de Euskadi fue unánime. En el plebiscito del 5 de noviembre de 1933 para refrendar el Estatuto Vasco se obtuvo en esta localidad el siguiente resultado:
En las elecciones a diputados en Cortes del 19 de noviembre de 1933 se emitieron en esta localidad los siguientes votos:
[Ref. "La Voz de Guipúzcoa", nov. 1933].
Funcionaba con éxito creciente una Cooperativa de Consumos en Eibar, que servía de ejemplo a las organizaciones guipuzcoanas. Cupo también a este laborioso pueblo el honor de organizar una cooperativa guipuzcoana de producción (1933). Los solidarios escopeteros, afectados por la crisis, se lanzaron a organizar un taller cooperativista. Reunidos los afiliados de Elgoibar, Soraluze y Eibar, acordaban en firme dar el paso, amparados en la vigente Ley de Cooperativas, y de acuerdo con el almacén central proveedor de cañones. Esta cooperativa llegó a fabricar miles de escopetas de todos los modelos y precios, desde los de batalla, hasta de lujo y gran precisión. Acreditó su marca Eial (Euzko Izkilluginen Alkar Laguntza - Cooperativa de armeros vascos).
Este Ayuntamiento pervivió hasta el 7 de setiembre 1934, pues, suspendido gubernativamente su alcalde, todos los concejales -a excepción de los Sres. Corral, Bustinduy y Cortázar- dimitieron al no poder defender el Concierto Económico y la autonomía municipal.
En la revolución del 5 de octubre de 1934 fue una de las pocas localidades del País Vasco en donde se produjeron, junto con Mondragón, incidentes de consideración. A las cinco de la mañana diversos elementos de izquierda, entre los que destacaban miembros conocidos del PSOE, ocuparon el Ayuntamiento cuyos balcones blindaron. Asimismo se hicieron fuertes en la Casa del Pueblo, en la Cooperativa Socialista, en ALFA y en la Escuela de Armería. La Guardia Civil, que custodiaba en aquellos momentos 1.500 pistolas-ametralladoras, contaba con 43 números, cinco de los cuales ocuparon la fábrica Star y otros tantos la Unión General de Explosivos. Atacado el cuartel, la Guardia Civil intentó en vano llegar a la Plaza de la República y pidió desesperadamente auxilio al Gobierno Civil de Gipuzkoa que pidió, a su vez, ayuda al de Bizkaia y Álava-Araba. El primero envió una camioneta de guardias de asalto que los revolucionarios atajaron, bravamente, a la entrada de Eibar mediante la erección de eficaces barricadas. El gobernador militar de Vitoria envió, por su parte, dos compañías de infantería. Entre todos fueron a lo largo del día reduciendo a los sublevados que se entregaron o huyeron a través del monte. Entre los muertos de ambos bandos (cinco) puede citarse al tradicionalista Carlos Larrañaga. La huelga general duró hasta el día 11. En el proceso por rebelión militar que tuvo lugar en enero de 1936 comparecieron 144 vecinos de Eibar, que constituían la mayoría de los encausados ya que sólo unos pocos lograron atravesar la frontera o beneficiarse de la libertad provisional. El fiscal, general Dávila, solicitó la pena de muerte para Toribio Echeverría, y más de cien cadenas perpetuas para el resto de los encausados. Todos ellos fueron amnistiados al sobrevenir el triunfo de la izquierda en febrero de 1936. Los huidos, que, en su mayoría habían pernoctado en el refugio de Kalamua, eran: Los Toyos, el alcalde Alejandro Tellería, Jacinto Galarraga, Teodoro Lluch, Enrique de Francisco, Agapito Echevarría, José Aranguren, Julio Betolaza y Fermín Aldave. Alejandro Tellería fue detenido al atravesar la frontera. El Gobernador Civil nombró alcalde a Domingo Cortázar y una corporación subsistió hasta febrero de 1936. El 23 de ese mismo mes y año se reintegraron a sus puestos, salvo Domingo Cortázar, los elegidos democráticamente en 1931.
En las elecciones a diputados en Cortes de febrero-marzo de 1936 se emitieron en esta localidad los siguientes votos:
(Ref. "El Pueblo Vasco", febrero, marzo 1936].
La relación de fuerzas sindicales al estallar la guerra favorecía a UGT, con escasa diferencia sobre ELA-STV y gran margen de ambas sobre el sindicato católico de vinculación diocesana. P. Larrañaga presenta así la relación.
"Según cálculos procedentes aproximados: ELA-STV, en 1931, 200 afiliados; en 1936, 1.400; UGT, en 1931, 1.300 afiliados; en 1936, 1.600; Sindicato Católico en 1931, 70; en 1936, 90".
Al producirse el alzamiento militar de 18 de julio de 1936 la villa de Eibar, adicta a la República, tuvo un destacado papel en la organización de la defensa. Sus fábricas proveyeron a las milicias gubernamentales de su primer armamento. Al tenerse noticia del alzamiento se formó con voluntarios de Eibar y poblaciones vecinas y algunas fuerzas regulares una columna, heterogéneamente armada y apoyada por algunos camiones blindados con chapas de hierro, que el 21 de julio partió hacia Mondragón, donde debía juntársele la columna que, bajo el mando del comandante Pérez Garmendia, había salido de San Sebastián. El objetivo de ambas columnas era la marcha sobre Vitoria, donde los militares alzados habían dominado la situación. La operación se vio, sin embargo, frustrada por la sublevación de la guarnición de Loyola, en San Sebastián. Ante esta noticia la columna de Pérez Garmendia marchó a Eibar de donde, tras rearmarse e incrementar sus fuerzas con elementos eibarreses que improvisaron varios camiones blindados, marchó sobre la capital, logrando restablecer la situación. En Eibar se constituyó una Junta de Defensa, presidida por el socialista Juan de los Toyos, la cual, actuando con gran autonomía, controló una amplia zona de Gipuzkoa que llegó, probablemente, hasta Mutriku y Zumaia al Norte, y Mondragón y Zumarraga al Sur. Organizó la provisión de armas y municiones a las milicias gubernamentales y, tras la caída de San Sebastián, recogió gran parte del armamento de las milicias en retirada, reorganizando la resistencia. El 21 de setiembre de 1936 caía la vecina villa de Elgoibar en poder de las tropas del general Mola. El 22, Soraluze y Alzola corrían igual suerte. Las fuerzas atacantes convergían sobre Eibar. El día 26 el monte Kalamua y las ermitas de San Pedro y Arrate eran ocupados. Para entonces Eibar había sufrido varios bombardeos aéreos. El 28 las avanzadas de Mola bajaron carretera abajo desde el Santuario de Arrate, pero unos cuantos disparos las hicieron retroceder. La aviación volvió a bombardear la villa. Los últimos días de setiembre y buena parte de octubre se sucedieron los contraataques vascos, principalmente sobre Arrate. Si bien no se consiguieron avances territoriales apreciables, se logró congelar el frente en el sector, frente que no se movería hasta la primavera del año siguiente, pese al castigo a que seria sometido Eibar por la artillería y aviación nacionales. Entonces se evacuó la población civil a Bizkaia.
Durante el invierno las factorías de Eibar fueron desmontadas y trasladadas a la zona de Bilbao. Al batallón socialista eibarrés Amuategi se le confió la defensa del territorio local; mantuvo esta parte del frente durante 7 meses. Con el mes de abril se reanudaron con nueva fuerza los ataques aéreos y de artillería. El 12 de abril una fuerte embestida de los nacionales, reforzados en hombres y armamento, fue rechazada, como lo serían otras los días siguientes. El día 20 los milicianos y gudaris, aprovechando el mal tiempo, contraatacaban ganando algunas posiciones. Sin embargo, el 23, con el envolvimiento por una columna nacional del sector Kanpantzar-Intxorta-Elgeta, la línea defensiva vasca quedó rota y sentenciada la suerte de Eibar. El 24 un bombardeo aéreo causó 70 muertes y numerosos heridos. Un nuevo bombardeo al día siguiente, ésta vez con la utilización de bombas incendiarias, acabó por destruir lo poco que aún quedaba en pie. Cuando, a la mañana siguiente, 26 de abril de 1937, entraron en Eibar las tropas de la IV Brigada, barrios enteros -los del Mercado, María Angela, Carranza, Bidebarrieta..: eran pasto de las llamas. Según anuncio oficial del general Mola, en una de las calles de la villa fueron encontrados los cadáveres de doscientos gudaris. En el frente de Bizkaia tuvo una destacada actuación el batallón socialista Amuategi, formado en su mayoría por eibarreses [Ref. M. Bande: La guerra en el Norte, pp. 87-88, y Vizcaya, p. 98; Andoni de Astigarraga: Historia Documental de la Guerra en Euzkadi, pp. 86, 90, 92-93, 103, 147-149, 169 y 269 y ss.; Steer: El Arbol de Guernica, pp. 108-111; Irujo, M.: Memorias, citado por El pueblo vasco frente a..., Documentos, publicación del Clero Vasco, Ed. Egi-Indarra, Toulouse, 1966, p. 401.]
El Franquismo, a la vez que ponía en marcha los procesos represivos que hemos mencionado, trató de llevar a cabo una regeneración de la sociedad española, mediante la cual pretendía eliminar toda posibilidad de que las ideas opuestas a las tradicionales, representadas por sectores conservadores de la sociedad, la Iglesia y el Ejército pudieran regenerarse. Para lograr este objetivo se puso en marcha un enorme proceso de depuración de todos los ámbitos sociales que se llevó a cabo de manera paralela a los procesos emprendidos por las distintas jurisdicciones especiales. La depuración en los lugares de trabajo, en la Administración, en la Enseñanza.... fue corriente en los primeros años de la posguerra y en muchos casos "marcó" a los depurados durante muchos años, tal como ha estudiado la profesora Mir para el caso de la Cataluña rural (Cfr. Mir, 2000). Las depuraciones son el aspecto en el que queda más camino por recorrer en el estudio de la represión de posguerra pero conocemos el resultado en sectores muy destacados como es el caso de la Enseñanza.
En lo que se refiere a Eibar hemos podido consultar los expedientes de depuración de veintidós maestros y de cinco profesores de secundaria de la localidad. Los resultados globales de la depuración del magisterio eibarrés suponen que siete profesores, es decir el 31% de los profesores de Eibar, son sancionados y cuatro separados definitivamente del servicio. Por el contrario, un total de 15 son confirmados en sus puestos.
Resolución | Gipuzkoa | % | Bajo Deba | % | Eibar | % |
? Confirmación Muerto Sanción Separación definitiva | 5 386 3 79 73 | 0,92 70,70 0,55 14,47 13,37 | 1 19 0 8 5 | 3,03 57,58 0,00 24,24 15,15 | 0 15 0 3 4 | 0,00 68,18 0,00 13,64 18,18 |
Cuadro 2: Comparación de la depuración del Magisterio
Para tener una idea real de la incidencia de esta cifras debemos recurrir a establecer una comparación con los datos globales de Gipuzkoa y los del Bajo Deba para, de esta manera, tener una idea más aproximada.
Si observamos el cuadro 2 veremos que el porcentaje de maestros confirmados es similar al porcentaje guipuzcoano y superior al del Alto Deba. El porcentaje de maestros sancionados es, a su vez, el menor de las tres áreas comparadas, pero se debe hacer notar que la comarca tiene unas cifras de sanción superior a la provincial y por supuesto a la de Eibar. Pero, y he aquí el dato importante, Eibar presenta el porcentaje más elevado de maestros separados del servicio. El 18% de los maestros de la villa son separados del servicio mientras que en el Alto Deba tan solo lo son el 15% y en Gipuzkoa el 13%. Por tanto la severidad, una vez más, de las sanciones en Eibar es grande.
Conocemos los expedientes de depuración de los maestros eibarreses y podemos profundizar un poco más en el proceso de su depuración. En el caso de los separados del servicio se alegan razones como la de ser "un significado socialista, empuñó las armas para combatir al Ejército y fue herido en San Sebastián" (AGA-Educación, leg.557), pero razones de índole moral también son contempladas. Este es el caso de una maestra, que es considerada nacionalista, pero que es descrita por los informes de la Guardia Civil como una "persona inmoral tanto en la calle como en la escuela donde recíbía a los jóvenes y se pasaba un rato hablando con ellos" (AGA-Educación, leg.557). Un informe de un vocal de la Comisión de Depuración ahonda en la cuestión moral y señala que "recibía en la escuela a un individuo, hoy su esposo" (AGA-Educación, leg.557). Si a esto unimos su condición de afiliada al P.N.V. la Comisión encuentra razones suficientes para destituirla en septiembre de 1937. La depuración del magisterio pone de manifiesto que la principal intención de las nuevas autoridades es eliminar todo vestigio de nacionalismo de las escuelas públicas, de esta manera se justifica que un maestro de Eibar, que es separado del servicio en 1939, se le revise la sanción en 1941 y se suspenda la misma, al considerarse que al "tratarse de un maestro castellano y nunca contaminado por el virus separatista, hace parecer conveniente que su traslado no sea fuera de la provincia [de Gipuzkoa] por estimarse interesante su labor en las Provincias Vascongadas" (AGA-Educación, leg.191). En lo que se refiere a los maestros sancionados algunos son cesados al encontrarse en zona republicana y no poder presentarse en San Sebastián en el momento que comienza la depuración, en octubre de 1936, o estar formando parte del Ejército, como es el caso de un maestro que se encuentra en el frente. Otras personas son sancionadas por la sospecha de formar parte de una determinada ideología, alegando que si su hermano y su padre forman parte de la misma ellas también deberían de ser de las mismas ideas. (A.G.A.-Educación, leg.192 y 580).
En lo que respecta a la educación secundaria son cinco los expedientes que hemos podido localizar de profesores del Instituto de Eibar. De ellos cuatro son confirmados en sus puestos y uno separado definitivamente en marzo de 1938. Acusado de haber estado empleado en la Comisaría de Transportes de Eibar abandona Eibar en dirección a Bilbao y de allí pasa a Francia, falleciendo en París en abril de 1937. Es decir que es destituido casi un años después de su fallecimiento (A.G.A.-Educación, leg. 18.528).
La represión también afecta al clero eibarrés y tres de sus sacerdotes se ven incluidos en la lista que, en 1937, elabora el Gobierno Civil de Gipuzkoa y en la que se incluyen los sacerdotes a los que piensa sancionar. Los tres son considerados afiliados al P.N.V. y dos de ellos se exilian en Francia. El tercero, condenado en un consejo de guerra a 20 años de prisión, es desterrado a Ciudad Real. Entre los dos que se exilian se encuentra Policarpo de Larrañaga, uno de los sacerdotes que impulso durante la II República el sindicato nacionalista Solidaridad de Trabajadores Vascos, junto con José de Ariztimuño "Aitzol", fusilado en Hernani en octubre del 1936. El otro exiliado es hermano de Florencio Marquiegui -alcalde de Deba y miembro del E.B.B. del P.N.V. que fue fusilado en Santoña en 1937- y de José Marquiegui, uno de los dieciséis sacerdotes fusilados por los franquistas en Gipuzkoa.
Poder político y representación social en Eibar durante el Franquismo
Pese a que, por el momento, no conocemos en profundidad el personal político eibarrés durante el Primer Franquismo, si podemos apreciar que se dan en la villa las mismas tendencias que en el resto de la provincia. 1943 es el año elegido para llevar a cabo una profunda reforma de los ayuntamientos guipuzcoanos, reforma que también afecta a Eibar. Como consecuencia de la misma se incorporan tres concejales, dos de ellos que habían tomado parte en la Guerra Civil, lo que supone, por una parte rejuvenecer el consistorio y por otra ir colocando en puestos de responsabilidad a personas que han tomado parte en la contienda. Pero será en 1948 cuando se culmine la creación de un nuevo poder político en Eibar.
El citado año el Franquismo celebra sus primeras elecciones "orgánicas" de acuerdo con lo dispuesto en el "Fuero de los Españoles" aprobado en 1945. La celebración de estos "comicios", que se había ido aplazando por diversas razones, tiene lugar, finalmente, en noviembre de 1948. Eibar es una de las escasas localidades -tan solo dieciséis en toda Gipuzkoa- en la que llegan a producirse votaciones. Sin embargo, la normativa electoral, enormemente restrictiva y que limita el voto a uno de los tres tercios que conformaran el Ayuntamiento y a los padres de familia mayores de 21 años -con exclusión expresa de la mujer- reduce el número de votantes de Eibar a tan solo 2.500 personas de una población de más de 12.000 de los cuales más de 10.000 son mayores de 21 años. A esta cifra tan reducida hay que sustraerle aquellas personas que están inhabilitadas para ejercer el derecho al voto, como son los condenados por alguna de las diversas jurisdicciones puestas en marcha por el Franquismo.
De los "comicios" de noviembre de 1948 sale un consistorio presidido por Justo Oria Gorostiaga e integrado mayoritariamente por tradicionalistas (6) y falangistas (4) careciendo de filiación el resto de los concejales. Como corresponde a la estructura económica de la villa la mayor parte de los miembros del nuevo ayuntamiento pertenece al mundo industrial; tan solo encontramos un representante del sector terciario, el alcalde, y un concejal que se define como labrador. El resto se reparte en el sector secundario: cuatro industriales, cuatro empleados y tres mecánicos. La mayoría del Ayuntamiento, salvo tres concejales, figura como afiliada a F.E.T. y de las J.O.N.S.
El último aspecto al que nos vamos a referir es el relacionado a la representación social en el Primer Franquismo. Aunque es bien conocida la falta de libertades y el falseamiento del sistema de representación puesto en marcha por el Franquismo, podemos apreciar cómo el escaso resquicio de presencia popular en el gobierno municipal era también falseado. Según el "Fuero de los Españoles" los cabezas de familia -con muchas restricciones- podían elegir a los representantes del Tercio Familiar. En 1948, en Eibar, son 2.571 los cabezas de familia a los que se le reconoce el "derecho" al voto, en un consistorio que había perdido 6 concejales con respecto a su composición en la II República. Esto supone que la representación municipal de cada concejal se incrementa en un 138% con lo cual el falseamiento electoral no es más que una mera pantalla para que el poder municipal, y la mayor parte de las decisiones, queden en manos de unos pocos concejales sometidos a la constante vigilancia del Gobernador Civil de la provincia, vigilancia que en localidades de cierta entidad, como es el caso de Eibar, y con una importante trayectoria obrera, es más acentuada si cabe.
PBB
Eibar fue el feudo socialista por excelencia en Gipuzkoa durante la II República e incluso antes. La villa armera fue una de las primeras localidades en las que se proclamó el nuevo Régimen. La izquierda fue hegemónica en la villa durante todo el periodo republicano imponiéndose con holgura en todas las convocatorias electorales entre 1931 y 1936. El socialismo eibarrés fue uno de los más activos de Gipuzkoa teniendo como referencia la Casa del Pueblo de Eibar, inaugurada a principios del siglo XX. Eibar fue, junto con Arrasate/Mondragón, uno de los municipios guipuzcoanos más afectados por la "Revolución de Octubre", llegando los insurrectos a controlar parte de la villa. Al comienzo de la Guerra Civil fue en este municipio donde se organizó la columna que se dirigió a San Sebastián y derrotó a los sublevados en la capital donostiarra.
La villa de Eibar fue, junto con la de Elgeta, las únicas que permanecieron en manos de la República tras finalizar la campaña de Gipuzkoa a principios de octubre de 1936. Una junta de defensa, de mayoría socialista, se hizo con el control de la situación en el municipio. El frente quedó estabilizado en las inmediaciones de Eibar hasta marzo de 1937, fecha en que dio comienzo la ofensiva sobre Bilbao. Como resultado de la proximidad del frente, y de los combates que se produjeron a raíz de la ofensiva sobre Bizkaia, Eibar fue bombardeada repetidas veces sufriendo grandes destrucciones. Se puede decir que Eibar, junto con Elgeta e Irun, son las localidades más afectadas por la Guerra Civil. Esto provocó que en las tres localidades tuviera que intervenir el servicio de Regiones Devastadas para poder reconstruir el municipio, proceso que llevó largos años. Sin embargo, a pesar del duro castigo sufrido por Eibar la industria se fue recuperando lentamente si bien se pude considerar que hasta 1950 no se puede considerar superadas las consecuencias, tanto demográficas como económicas, del conflicto civil. En el plano demográfico debemos señalar que todavía en 1948 no se había recuperado el nivel de población de 1930, si bien se estaba cerca de los niveles de antes de la Guerra. Las consecuencias demográficas del conflicto en Eibar se ponen de manifiesto cuando el censo de 1940 -pese a la escasa fiabilidad del mismo- señala una pérdida de población de un 9% con respecto a los valores de 1930. En 1948 los datos de población, pese a que apuntan a una recuperación, siguen situando el nivel de población en un valor un 6% inferior al de antes de la Guerra Civil. En concreto la población de Eibar retrocede, entre 1930 y 1940, en más de 1.000 habitantes. En 1948 el incremento de población, sigue sin alcanzar los niveles de antes de la Guerra Civil.
La violencia política tras la Guerra Civil
La primera consecuencia de la Guerra Civil de 1936-1939 fue la violencia que se desató por parte de las nuevas autoridades contra los derrotados en la contienda. Pese a que en Gipuzkoa la represión fue menor que en otras provincias, los efectos de la misma, en localidades como Eibar se dejaron sentir. Según los datos de que disponemos al menos 76 vecinos de la villa pasaron por un consejo de guerra entre 1937 y 1940. De éstos 23 fueron condenados a muerte y tenemos constancia de que once fueron ejecutados. La mayor parte de los condenados por la justicia militar en Eibar son milicianos que formaron parte en los batallones republicanos, especialmente del "Amuátegui" creado por los socialistas eibarreses y que fueron encarcelados en Santoña donde fueron juzgados en un consejo de guerra. Un elevado número de detenidos son condenados a elevadas penas de prisión, sobre 23 procesados recae una sentencia de 30 años de cárcel y sobre otros quince penas que oscilan entre los 20 y los 12 años.
Por grupos de edades el mayor número de procesados está formado por personas entre los 18 y los 30 años (el 48% de los procesados), seguido de los que se sitúan e la franja entre los 31 y los 40 años que suponen el 32% del total. Por profesiones son los obreros industriales los que tienen una mayor representación, siendo los armeros y los empleados en industrias metalúrgicas el grupo principal. En lo que se refiere a las filiaciones políticas el núcleo principal lo componen los socialistas, bien de la Unión General de Trabajadores o del P.S.O.E que representan el 36% de los procesados, seguidos de los nacionalistas que suponen un 21% de los casos. Pero pese a la importancia de la represión llevada a cabo por los consejos de guerra, ésta adopta diversas formas que, en el caso de Eibar cobran una especial importancia como vamos a ver a continuación. La aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas, la actividad de los comisiones de depuración y de las comisiones de incautación de bienes supondrán que la incidencia de la represión en Eibar sea una de las más importantes junto con las que se llevan a cabo en la capital y en Irun.
Las medidas económicas contra los "desafectos" durante la Guerra Civil
Una de las primeras disposiciones que adoptó la Junta de Defensa Nacional, órgano creado por los sublevados para vertebrar la zona que quedó en su poder, fue la de decretar la incautación de todos los bienes de los partidos que no se habían sumado a la sublevación. De esta manera, el 13 de septiembre de 1936, es decir, el mismo día que los alzados ocupaban San Sebastián, se hacía público el decreto 108 de la Junta de Defensa Nacional que igualmente suponía la ilegalización de los partidos opuestos al Alzamiento. El citado texto, en su artículo segundo, señala que "se decreta la incautación de cuantos bienes muebles, inmuebles, efectos y documentos pertenecientes a los referidos partidos o agrupaciones, pasando todo ello a la propiedad del Estado", si bien su incautación oficial no se llevaría a cabo hasta 1937. Será ese año, a raíz del decreto del 10 de enero del 1937, cuando se creen las Comisiones Provinciales. La principal Casa del Pueblo de Gipuzkoa, la de Eibar, es incautada el 20 de agosto de 1937 y, acogiéndose al decreto 108, fue inscrita en el registro de la propiedad a nombre de Estado Español, formula en la que permanecerá hasta la devolución de bienes sindicales en la década de los 80 del siglo XX. Pero no sólo fueron los locales de las sociedades obreras los incautados, sino también empresas, como la cooperativa "Alfa". De la misma se incautan tanto los locales de la fábrica, en la calle San Andrés sino de dos terrenos y el caserío "Molino Arcaspe", propiedad igualmente de la cooperativa. Posteriormente gran parte de los trabajadores de la misma son procesados por poseer acciones de la cooperativa.
Según los datos que se conservan de la C.P.I.B. de Gipuzkoa son al menos veintiuno los vecinos del municipio con los bienes intervenidos por la citada comisión. De la actuación de la misma se derivan unos ingresos de 773 pesetas, una cantidad muy pequeña si se compara con las ingresadas en municipios como Irun (23.000 pesetas), Legazpia (34.000 pesetas). La explicación responde a que gran parte de los bienes incautados son propiedad de los expedientados o son establecimientos industriales que no generan rentas por el arrendamiento de los mismos. Junto a los que hemos mencionado anteriormente hemos localizado un total de 55 vecinos del municipio a los que les abre expediente la C.P.I.B, pero en solo dos casos parece que los mismos llegaron a su término y se les impuso una sanción. Se trata de dos eibarreses a los que les imponen unas sanciones de 25.000 y 5.000 pesetas respectivamente, en 1938. En lo que se refiere al resto de los procesados parece que sus expedientes siguieron su trámite, pasando al Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas, que -como veremos- en 1944 los sobresee casi en su totalidad.
Tras la extinción de la C.P.I.B de Gipuzkoa sus funciones fueron asumidas por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Navarra y Guipúzcoa, entre 1939 y 1942. Este organismo fue el encargado de aplicar la Ley de Responsabilidades Políticas, texto legislativo que el Franquismo empleó para sancionar a todas aquellas personas que quedaban al margen de la jurisdicción militar pero que eran consideradas como desafectas al régimen. Las penas que se imponían eran económicas y éstas podían estar acompañadas de sanciones accesorias como inhabilitaciones para determinados puestos e incluso el destierro a las posesiones africanas.
En Eibar podemos contabilizar al menos 203 casos de vecinos procesados por dicha ley entre 1939 y 1945, de los cuales 26 fueron condenados y la mayor parte de los casos sobreseídos. Pero la aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas en Eibar tiene una serie de circunstancias especiales que es preciso mencionar antes de seguir adelante. Los 24 condenados por la citada ley lo son entre 1939 y febrero de 1942, es decir, antes de la reforma de la profunda reforma de la Ley de Responsabilidades Políticas, que se llevó a cabo en febrero de 1942, y que suavizó en gran manera la severidad del texto legislativo de 1942. Las sanciones que se imponen oscilan entre las 20.000 pesetas con las que se sanciona al concejal republicano Eulogio Gárate y las 50 pesetas que recaen sobre diez procesados, con lo cual se convierte en la sanción más frecuente. Sin embargo no nos debe extrañar una sanción tan leve, en comparación con las que se imponen en otros lugares, ya que las personas a las que se les impone dicha sanción son, en su mayoría, accionistas de "Alfa" acusados de C y L. Estos cargos, dos de las numerosas conductas "delictivas" contempladas en la Ley de Responsabilidades políticas, son concretamente el haber pertenecido a alguno de los partidos ilegalizados en septiembre de 1936 (cargo C) o el L "haberse opuesto de manera activa al Movimiento Nacional", es decir un cajón de sastre donde cualquier conducta en pro de la República podía entrar en el citado supuesto.
Pero para poder comprender en toda su extensión la aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas en Eibar debemos establecer una comparación con lo que ocurre en otros lugares de Gipuzkoa. En primer lugar vamos a recurrir a criterios geográficos y centrar nuestra atención en la comarca del Bajo Deba, formada por Eibar, Deba y Elgoibar.
Natural de | Total | ¿? | Absueltos | Condenados | Sobreseídos |
Deba Eibar Elgoibar | 11 203 28 | 6 13 10 | 0 3 9 | 5 24 9 | 0 163 0 |
Cuadro 1: Aplicación de la L.R.P. en el Bajo Deba
Como podemos apreciar en el Cuadro 1 la villa armera es la que presenta un número más elevado de procesados, 203, como ya hemos mencionado, a considerable distancia de las otras dos localidades. Sin embargo, el porcentaje de condenados en Eibar es el menor de las tres localidades (12% de condenados frente al 45% de Deba y el 32% de Elgoibar). Los sobreseimientos de expedientes son un rasgo significativo de Eibar, ya que en ninguna otra localidad guipuzcoana encontramos un número tan elevado. La explicación hay que buscarla, por una parte en la reforma de la Ley de Responsabilidades Políticas en 1942, que suaviza considerablemente la severidad de la misma, por otra parte la escasa entidad de los procesos iniciados, en su mayor parte dirigidos contra trabajadores de la cooperativa "Alfa" o milicianos republicanos.
Entrando a considerar con mayor detenimiento la aplicación de la ley la primera condena recae sobre un nacionalista al que se le impone una sanción de 2.000 pesetas. Éste es acusado por el Ayuntamiento de haber formado parte de la Junta de Abastos de la Junta de Defensa de Eibar y "del Comité o Junta encargado de despachar, es decir expulsar, de Eibar a las personas de derechas". (AGA-Justicia, c.538). Al parecer el procesado había huido a Bilbao desde donde vuelve a Eibar tras la caída de Bizkaia. Tras su regreso fue encarcelado y a los 10 meses fue puesto en libertad tras pagar una multa 5.000 pesetas. Pero sus penalidades no acabaron aquí. El 30 de septiembre de 1939 fue desterrado a 140 Km. de Eibar "por resultar de momento perniciosa para el interés nacional su permanencia en Eibar", destierro del que regresa el 7 de junio de 1940, finalmente, como hemos visto, en agosto de 1940 fue condenado por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas. Este caso pone de manifiesto la compleja maquinaria judicial del Franquismo, que supone que una persona pueda verse envuelta en un complejo proceso jurídico que se puede prolongar en el tiempo.
Pero si la huida hacia Bizkaia es algo frecuente entre los habitantes de Eibar, hecho que a muchos les supuso que se les impusiera algún tipo de condena, el hecho de colaborar con las fuerzas franquistas no se considera que enjuaga el "error" cometido anteriormente. Para ilustrar lo que decimos podemos citar el caso del secretario del batzoki, un tornero que trabajaba en la fábrica "La Esperanza". Tras huir de Eibar se pasó en Orduña al bando "nacional", sin embargo es procesado y se le impone una sanción de 1.000 pesetas en 1941 (AGA-Justicia, c.364). Pero la intensidad con la que se aplican los miembros del Tribunal Regional a su tarea represora genera situaciones, que si no fuera por la tragedia que engloba, podrían calificarse de cómicas. Este el caso de un anciano, internado desde 1932 en el asilo de Eibar, que es trasladado a Bilbao cuando éste es evacuado. Cuando Bilbao es ocupado regresa al asilo de la villa armera pero se le abre expediente de responsabilidades políticas en 1940 y tiene que esperar hasta 1944 para que su caso sea sobreseído. Suponemos que, en este caso, la persona que citamos vivió para ver el fin de su proceso pero no es infrecuente que personas fallecidas hace tiempo sean procesadas. Al menos siete de los procesados han fallecido antes de que su expediente se falle, algunos con anterioridad a la Guerra Civil. Aunque en la mayoría de los casos los expedientes acaban siendo sobreseídos el dato no deja de ser significativo.
Al igual que ocurre en otros lugares los cargos municipales son igualmente procesados por su condición. En el caso de Eibar solo nos ha sido posible documentar tres casos, el de dos concejales republicanos y el de uno nacionalista. Sobre uno de ellos - Eulogio Gárate Osoro, miembro de Izquierda Republicana- recae la más elevada -20.000 pesetas- que se impone en Eibar. Sin embargo, en el momento de ser condenado, en 1941, Gárate se encuentra exiliado en Buenos Aires. El otro concejal procesado fue José María Ojanguren Arrilaga, que dimitió en 1934 y posteriormente se reintegró al consistorio. Sin embargo durante la guerra se mantuvo al margen. Previamente había sido absuelto en un consejo de Guerra. El tercer concejal, preso en Santoña, es teniente del Batallón Arratia, su caso es sobreseído en 1944 y, como ya hemos visto, había sido condenado a 20 años en un consejo de guerra. Dos de los aspectos nos deben de llamar la atención; las referencias a la "Revolución de Octubre" y la duplicidad de las jurisdicciones. Veamos cada uno de los casos.
Esta referencia a los sucesos de 1934 no nos debe extrañar. La Ley de Responsabilidades Políticas contempla que las supuestas actuaciones delictivas se retrotraigan al primero de octubre de 1934, es decir, para que los sucesos de octubre puedan ser castigados por la citada ley. En el caso de Eibar son varios los procesados a los que se les tienen en cuenta supuestas actuaciones en la "Revolución de Octubre". Este es el caso de Emilio Solaun, condenado en 1941, y al que se le acusa de que la sociedad "Solaun, Rubio y Ormaechea contribuyó con 300 pesetas a la suscripción pro presos de los sucesos revolucionarios de octubre de 1934" (AGA-Justicia, c.1350). Solaun, al igual que antes Ojanguren, había sido absuelto en un consejo de guerra. Al menos trece de los procesados habían estado implicados en los sucesos de 1934. De ellos algunos mueren durante la Guerra Civil y al menos uno es fusilado como consecuencia de la contienda, como ya hemos mencionado.
El caso de la duplicidad de las jurisdicciones es algo frecuente, ya que la Ley de Responsabilidades Políticas contempla, en su supuesto A, que los condenados en un consejo de guerra son -de manera inmediata- expedientados por el correspondiente Tribunal Regional. En el caso de Eibar son veintiuno los vecinos que habían sido sometidos a un consejo de guerra y que posteriormente se enfrentaron a un expediente de responsabilidades políticas. Como ya hemos mencionado la repercusión de la justicia militar con anterioridad, únicamente haremos constar que de este grupo sólo tres expedientados son condenados -como ya hemos mencionado- y los tres lo son en 1941, es decir en el período en el que la Ley de Responsabilidades Políticas se aplica con una mayor dureza.
Nos interesa también tratar de esbozar el perfil sociológico de los procesados eibarreses por la jurisdicción de Responsabilidades Políticas, y para ello nos vamos a fijar en tres aspectos: la edad de los procesados, su profesión y su filiación política. El primero de los aspectos que hemos mencionado es el de la edad. La media de edad de los procesados eibarreses de los que conocemos este dato es de 41 años, siendo la edad del procesado más joven 23 años y la del más anciano 72 en el momento en que acaba el expediente en el que se ven envueltos. Por grupos de edad el más numeroso es el que se sitúa entre los 31 y los 40 años (37% del total) seguido del grupo que se encuentra entre los 41 y los 50 años que suponen el 27% del total. Es decir, que el 64% de los procesados se encuentra en el principal grupo productor de la villa lo que da una idea del impacto demográfico que tuvo la represión en la villa del Bajo Deba.
Por grupos profesionales, lógicamente, en el caso de Eibar son los obreros industriales el grupo más castigado, grupo al que pertenece el 49% de los procesados. Al sector secundario pertenece más del 65% de los procesados en Eibar algo, que como ya hemos mencionado, es lógico dada la estructura económica de la villa armera. Al sector tercio pertenece el 28% de los procesados, destacando los empleados que suponen el 16% de los procesados. Podemos pensar que muchos de éstos prestan sus servicios en las empresas de la localidad por lo que, de ser así, la incidencia sobre el sector industrial sería todavía mayor.
El último aspecto que vamos a contemplar es el referido a la filiación política de los procesados de Eibar. El sector más castigado es la izquierda, de donde proceden el 79% de los procesados, y concretamente la U.G.T. a la que pertenecen más del 40% de los procesados por la Ley de Responsabilidades Políticas, mientras que el nacionalismo -a diferencia de lo que ocurre en otros lugares- tan solo supone el 13% de los procesados. Por partidos políticos el que aporta un mayor número de expedientados es el P.S.O.E, al que pertenecen el 9% de los procesados, seguido por el P.N.V. con el 8%. Esto también es un reflejo de la lógica política de Gipuzkoa durante la II República, período en el que la representación del socialismo recae de manera considerable en la U.G.T. manteniéndose el P.S.O.E en tasas de afiliación reducidas, si bien en el caso de Eibar las cifras son muy superiores al conjunto provincial, donde el porcentaje de expedientados afiliados al Partido Socialista se sitúa en el 3,5%, y el conjunto de procesados de ideología socialista cuadruplica las cifras provinciales.
Fueron los entierros civiles tradicionales en Eibar desde finales del siglo XIX, existiendo, por lo tanto, un cementerio civil y otro religioso. Sin embargo, desde 1939, los actos cívicos tuvieron que hacerse en la clandestinidad ya que fueron rigurosamente prohibidos por la dictadura. El primero en ser autorizado, aunque se efectuó un tanto furtivamente, fue el de Marcelino Bascarán, "Xumendixa", socialista de la primera hora llamado también "el Cura Laico" por haber sido hasta entonces el encargado de pronunciar la alocución fúnebre en los actos. Dicho acto cívico tuvo lugar en 1952 y fue el primero de la dictadura que no se efectuó de madrugada y portando el cadáver en una camilla.
Durante el Primer Juicio de Burgos tuvieron lugar en Eibar violentos choques con la fuerza pública; en uno de ellos resultaron varios heridos de arma de fuego, uno de los cuales, Roberto Pérez Jauregui, de 21 años de edad, murió a los cuatro días (8 de diciembre). Su entierro civil fue un sentido homenaje laico en el que el pueblo apenas pudo participar por hallarse materialmente ocupado por la Guardia Civil.
A finales de noviembre de 1971, los trabajadores de Precicontrol, con talleres en Eibar y Ermua, se hallan en huelga. Algunos de los obreros hacen huelga de hambre en la iglesia de San Andrés. Convocada por ELA-STV, una manifestación reúne en las calles de Eibar alrededor de 6.000 personas. Como consecuencia de esta huelga, cerca de 180 trabajadores son despedidos. El 19 de enero de 1972 Lorenzo Zavala, industrial dueño de la fábrica, es secuestrado por un comando ETA.
Tras haber arrojado un elevado porcentaje de abstención en el Referéndum de 1976 (38,80 % votantes) sobre la reforma política preconizada por el gobierno Suárez, las primeras elecciones celebradas tras la muerte de Franco dieron los siguientes resultados:
Nulos y abst.: 8.172 (25,4 %)