Concept

Cuestación Tradicional

En el transcurrir festivo anual, pero principalmente en torno al invierno y sus rigores climáticos, grupos de necesitados postulantes deambulaban recorriendo casas y aldeas, solicitando de los moradores una licencia o donativos. Éstos, bien eran en especies u alimentos (huevos, chorizos, tocino, morcillas, nueces, avellanas, peras, manzanas, naranjas, etc.). Acto propio de la caridad cristiana o la hospitalidad tradicional de las gentes del mundo rural que solía ser compensada por los deseos de salud y prosperidad expresados cortésmente o agradecidos por los pedigüeños.

Quizás en este hecho social este el origen general, pues algunas celebraciones petitorias tienen su especial inicio en las costumbres de los necesitados postulantes y sus itinerantes recorridos. A lo largo de los siglos, sobre todo en épocas de mayor bonanza, dichas cuestaciones presentaban o derivaban en peticiones más interesadas y localistas. Principalmente, lideradas por la juventud local o los niños, imitando a su grupo de referencia.

Con los primeros fríos otoñales que anuncian la proximidad del invierno, los habitantes del mundo campesino empezaban su particular acopio cara a superar las carencias, aislamiento (ante lo intransitable de los caminos) y rigores de la estación venidera. En dicho contexto, la tradicional matanza del cerdo (txarri boda edo txarri hiltzea) cebado a lo largo del año solía suponer el aprovisionamiento y conservación (sal muela, ahumado, manteca, adobado, secado, etc.) de viandas, para consumo propio e incluso, objeto de obsequio para los postulantes (propios o extraños).

En la cercanías del invierno, grupos de chiquillos rememoran la festividad monacal de San Nicólas (6 de diciembre) con sus cantos petitorios y bajo la bendición de uno de ellos vestido de obispo Segura, Zegama o Legazpi). No es raro, como veremos, su aparición (a modo de figura o referencias en los cantos) en otros momentos del ciclo festivo y sus respectivos cantos.

Nueve días (bederatzi urren) o el mismo día de Navidad, son generalizados los cantos de cuestación en honor al nacimiento del Niño Jesús (Marijesiak en Bizkaia) o de su emisario gentil u "Olentzero" (propio de la regata del Bidasoa). La primera, reminiscencia de los actos sacramentales medievales realizados en el interior de los templos durante las grandes fiestas litúrgicas (Navidad, Semana Santa o Corpus Christi) y la segunda, perteneciente a un ritual de eterno retorno, basado en rememorar las leyendas que explican el origen de la civilización humana y dejando atrás el oscuro mundo de los antiguos habitantes de la Tierra o "Jentilak".

Coincidiendo con el final del calendario solar (concretamente, el llamado "juliano"), nuestro pueblo ha mantenido una serie de ritos de despedida del año (Urte zahar y en ocasiones, personificado en un ser mitológico denominado Ujanko) y recibimiento del nuevo año. Rituales asociados al agua y a los deseos de prosperidad, comunes a diversos valles septentrionales de Nafarroa y la zona líndate de Lapurdi. No faltando los grupos de niños y adultos que en todo el país, salen solicitando a sus convecinos un donativo por sus cantos petitorios de agasajo y la supuesta bendición de su presencia (Urte barri, Dios te Salve, Glin glan, etc.).

La fiesta de la Epifanía o Reyes Magos se ha caracterizado por la elección de reyes (rey de faba o inocentes, jefes infantiles o de juventud, etc.), los estruendos de las rondas con cencerros (cencerradas o gare jotzeak de Sakana, Malerreka, Baztán, Roncal o merindad de Estella) y como no, los particulares cantos petitorios (Erregeak edo Apalazio, Aguinaldo de Reyes, "Marzas" de Reyes, etc.).

En torno a las variables fiestas carnavalescas, la religiosa celebración de La Candelaria se presenta en diversos valles septentrionales de Álava (Zuia, Urka, Urkabustaitz, Kuartango y Zigoitia) a modo de cortejo pedigüeño que portando singulares estandartes, conmemoran la curiosa "fiesta de la banderita o banderilla". Ya en la víspera y fiesta de Santa Águeda, son conocidas las celebraciones juveniles o de los tradicionales grupos de juventud que con sus postulaciones nocturnas invaden el conjunto de nuestra geografía.

Por otro lado, a lo largo de las bulliciosas jornadas de los Carnavales y en especial el día de Jueves Gordo (Lardero o Eguen Zuri") y el Martes de Carnaval, se prodigan las cuestaciones a cargo de grupos de toda edad y condición que con sus rituales, pantomimas, bromas, sátiras, músicas, canciones o danzas inundan cualquier contexto festivo. Recurridas postulaciones colectivas que a lo largo y ancho de Euskal Herria, reciben un elenco de nombres muy variados (Otsabilko, Eguen Zuri edo Egun ttun ttun, Eskeak edo Piltzar, Puskak, Carnestoliendas, Fiesta de "el gallo", Fiesta del obispillo, etc.) y curiosamente, en el caso infantil se asocia a los escolares o en ocasiones, en sus letras o en la personificación de un obispillo, se alude a sus supuestos santos patronos (San Nicolás de Bari, San Casiano, etc). En los valle más occidentales de Bizkaia, se ha conservado el "cantar Marzas" y los cortejos atronadores de los "marceros" en su canto de bienvenida al primer mes del calendario lunar o precristiano.

Ante el creciente florecimiento de la Primavera, se suceden algunos actos de postulación que en buena medida toman elementos vegetativos, climáticos, femeninos y de religiosidad mariana. Niños y niñas cantan y piden dinero en Balmaseda, durante el primer día de mayo y el día de Santa Cruz (3 de mayo) mientras portan en andas imágenes y van tocados de mitras de cartón. Protagonizado por grupos de niñas o mozas, caracterizadas con su blanca indumentaria, que a modo de espíritu vegetal portan a su reina de mayo (mientras entonan un medieval romance Erregiña ta saratsa) en el valle de Baztán o la mariana cuestación de las "Pascuas" del Domingo de Resurrección, en los valles más occidentales de Bizkaia. En este tiempo de Semana Santa, no han sido raras las demandas infantiles o de grupos de monaguillos que solicitaban dinero con fines religiosos (agujas para el Monumento, velas, telas, etc.) o seudo religiosos.

Durante la temporada estival y en especial, durante las fiestas patronales de los pueblos han sido habituales las licencias juveniles y las colectas de dinero o alimentos (cara a sufragar gastos y el déficit festivo u organizar sendos ágapes), aves (en especial, para organizar sangrientos juegos) u otros elementos festivos u ornamentales (materiales, bebidas, productos de la huerta, etc.).

Pero en el contexto que nos ocupa, se han dado otros tipos de fuentes de ingreso o incluso, postulaciones que están unidas a la labor de ciertos oficios (pastores, alimañeros, serenos, carteros, bomberos, etc.), asociaciones religiosas (relicarios, huchas domiciliarias, cuotas, rifas o subastas, etc.) o profanas (agrupaciones juveniles, hermandades de ganaderos, trabajos vecinales, incendios o defunción, etc.) y gentes con verdadera necesidad (mendigos, ciegos o lisiados, etc.).

Para concluir y pese a sus peculiaridades, los cantos de cuestación siempre han mantenido una secuencia estructural similar que consiste en saludar a los moradores, solicitar licencia para cantar (en caso de luto reciente, rezar), hacer referencia extensa al motivo festivo que les anima, alagar con sus versos (improvisados o no) a los habitantes de la casa, mencionar de forma explicita la recompensa esperada y agradecer la generosidad o en su defecto, sancionar la falta de solidaridad comunitaria.