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CONCIERTO ECÓNOMICO (HISTORIA)

Revisión y atmósfera política. La firma de los nuevos acuerdos fue precedida por una serie de acontecimientos que hicieron precaria la postura del partido liberal tanto en Vizcaya -provincia más afectada- como en la persona de su líder más destacado, Sagasta. La agitación foral ganó rápidamente a las cuatro provincias concertadas, en cuyas capitales se desarrollaron, entre 1893 y 1894, diversos incidentes y ruidosas manifestaciones populares favorables a la restitución de los fueros, tales como la sanrrocada de Guernica y la gamazada navarra, que costó la cartera al ministro de finanzas Gamazo. La firma del concierto, que preveía un notable aumento contributivo, no ayudó en absoluto a apaciguar los ánimos. S. de Arana denunció el carácter oligárquico del convenio que hacía recaer el peso de la fiscalidad sobre el consumo de las clases más necesitadas, mientras industriales y grandes propietarios Vizcaíno conservaban las manos libres para seguir enriqueciéndose. "De esta forma -comenta J. C. Larronde- la clase burguesa, principal beneficiaria de este acuerdo económico, gozaba de un sistema ventajoso para ella, ya que le daba cierta autonomía respecto al poder central al mismo tiempo que facilidades para desarrollarse y mantener su dominación sobre las clases populares". Es en el concierto, pues, y no en la supresión de los fueros donde hay que ver la clave de la industrialización del País Vasco. Pero el concierto era algo más que este instrumento de la clase capitalista bilbaína; significó, sin ningún género de dudas, la persistencia del régimen foral en lo referente al sistema administrativo provincial, la última migaja de soberanía, y como tal, aunque criticado en cuanto a contenido, fue defendido por Arana y sus partidarios -los futuros nacionalistas vascos-, como institucionalización de un derecho. Se trataba, pues, de defender, un continente, no un contenido.