Concept

Cestería del mimbre

Según Juan Garmendia Larrañaga en nuestro país fue Zumarraga donde se inició la manipulación del mimbre en la última década del siglo XIX con la tecnología aportada por artesanos franceses. Nicolás de Bustinduy y Vergara en la obra La industria guipuzcoana publicada en 1894 dice que en Zumarraga, en aquellas fechas, la empresa Justo Artiz y Cía estaba llevando a cabo la plantación de mimbre añadiendo que "esta industria es utilísima para un pueblo, porque es, digámoslo así, doméstica, pues se presta a que las familias puedan trabajar en sus respectivas casas. Se fabrican toda clase de objetos de mimbre, y una vez que se conozcan sus ventajas, promete extenderse mucho. Su producción actual no deja de ser respetable; casi todos los trabajos se hacen a mano".

Los artesanos especializados en el arte de la cestería de mimbre trabajan sentados en una silla baja disponiendo al alcance de la mano lo necesario para su tarea que se lleva a cabo de forma totalmente artesanal al no disponer de más herramientas que sierras, tijeras, tenazas, cortantes, reglas, mazas, navajas y punzones.

Existen diversas clases de mimbre optando cada mimbrero por el que considera más adecuado para los productos que va a elaborar. Además se da una clara diferencia entre los que trabajan con mimbre pelado o sin pelar refiriéndonos en esta ocasión al primero por su mucha mayor duración.

El mimbre se cortaba en enero preferentemente en luna menguante, para pasar a enterrarlo formando haces hasta mayo. Tras sacarlas se procede al pelado es decir la separación de la corteza para lo que se utiliza una horquilla. En algunos lugares se anunciaba mediante un bando los días en que iba a llevarse a cabo el trabajo que se realizaba al aire libre a un precio por kg. y sin ninguna vinculación laboral. Tras almacenarlo en un lugar seco, antes de empezar a trabajarlo se introducía en agua para conseguir su ablandamiento donde debe permanecer unas cuatro horas.

A continuación el cestero procedía a cortar, utilizando tijeras, el extremo superior o punta del mimbre pasando a dividirlo en tres o cuatro partes mediante un cuchillo para acabar obteniendo las tiras e iniciando la confección de los cestos por la base que se soporta en dos o más mimbres enteros según la cesta a elaborar. Una vez terminado el fondo se pasa a elaborar el cuerpo del cesto colocando las tiras horizontales, para cada determinado número de las mismas situar otras de mayor tamaño para lograr una mayor solidez de la pieza hasta conseguir su terminación. La parte superior se remata con tiras más gruesas.

El trabajo puede finalizarse dándole un ligero color introduciéndolas en una mezcla de agua con anilina e incluso si el cliente lo desea barnizando las cestas. Las asas que requerían algunas cestas se elaboraban con mimbres enteros enrollados.