Concept

Carpinteros funerarios

La muerte de un convecino, sobre todo en los pueblos de escaso número de habitantes, constituye una noticia de gran repercusión, sobre todo local, tanto más en la medida en que fuera poco esperada. La campana de la iglesia informaba al vecindario del fallecimiento y en muchos lugares ya indicaba si era hombre, mujer o niño. Aunque el carpintero funerario era rápidamente informado, en algunos casos la "hil kanpaia" llegaba con antelación.

Las labores que tradicionalmente realizaba el carpintero funerario eran muy diversas pudiéndose señalar, entre otras de menor entidad, la construcción de la caja en la que el difunto iba a ser enterrado así como las andas, dos barras de madera horizontales y paralelas y sobre las que se colocaría el féretro debidamente sujeto mediante unas correas para desplazarlo por los, con frecuencia, difíciles caminos "hil bideak" desde los caseríos hasta la iglesia donde iban a celebrarse los actos religiosos o al cementerio.

También les correspondía montar "la capilla ardiente" aportando los candelabros, los cirios con sus velas y las flores. Asimismo era frecuente que colaboraran con las amortajadoras, es decir, las que vestían al cadáver. Debían igualmente colocar sobre el ataúd las cintas que agarraban con una mano los familiares o amigos del difunto durante el desplazamiento de la caja. Asimismo se encargaban de preparar la documentación como certificados médicos o los requeridos por los juzgados. También colocaba encima del féretro un vaso con agua bendita y laurel así como un hisopo.

Los carpinteros especializados en la prestación de servicios funerarios, en su conjunto, han tenido en nuestro país una buena consideración. Su presencia junto a las familias en momento de especial dolor y dureza siempre se llevaba a cabo con el debido respeto y colaboración.

Los carpinteros funerarios es uno más de los oficios que las nuevas formas de organización social hicieron desaparecer.