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Carnaval de Lantz

La equivalencia lingüística local de disfrazado, tal y como se ha apuntado, es el txatxo: es el más habitual entre los mozos, y desde finales del siglo XX también de las mozas. Generalmente se visten con telas arlequinadas de llamativos colores, campanillas, gorro de cartón, principalmente cónico, cuyo exterior es adornado con papeles de colores de seda. Las mantillas, pieles de animales, o telas de saco complementan el atuendo. Portan principalmente una escoba, o tridente.

Entre los personajes con disfraz observamos en la comparsa el Ziripot. Embutido en sacos, completa su vestuario con un largo palo, a modo de bastón, que le sirve para apoyar su constante balanceo, un desgastado y viejo sombrero de paja y un trapo como máscara. Antropomorfo, torpe y sin estabilidad, es embestido continuamente por Zaldiko, que también va enmascarado, con una tela de saco sobre el torso y que, a la altura de la cintura, y colgado mediante tirantes, sujeta un armazón de madera que nos recuerda, sin lugar a dudas, a otro de los caballos de nuestras tradiciones, presente en las Maskaradak: Zamaltzain.

Les acompañan los herradores, según algunas publicaciones los denominados arotzak, cuya dedicación, además de incordiar al público, se centra en herrar al nervioso Zaldiko, lo cual hacen en dos momentos determinados. Van cubiertos con telas de sacos, tocados con cestos y sombreros de paja o aros de latón, llevan calderos, tridentes, tenazas, martillos y otros instrumentos menores. Según J. M.ª Iribarren también existían las "damas" y un enjuiciamiento, previa sentencia, de un personaje que portaba un libro en sus manos.

Por último, el personaje central de la comitiva, Miel Otxin. Es un muñeco construido unos días antes y el núcleo principal sobre el que se sustenta es una horquilla de madera, la cual sirve de guía para rellenarlo con paja, vistiendo una camisa de vivos colores, un pantalón de mahón, una faja de color rojo y un gran gorro cónico, del que sobresalen papeles de colores, similar al de los txatxos. Remata el conjunto una cabeza con grandes facciones. En algunos momentos ha llevado una inscripción en la parte central del tronco que decía: "Vivan (o viva) los mozos de Lanz". Existen ciertas leyendas alrededor de su existencia que encaminan su origen a un malhechor que fue apresado. En todo momento va acompañado de los txistularis, que son los únicos componentes no enmascarados ni disfrazados, por norma, del cortejo.