Biographies

BOLIVAR PALACIOS, Simón

Biografía I. Nació en Caracas el 24 de julio de 1783. Llamado el «Libertador», libertó las actuales Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, territorios con una extensión de unos 5 millones de kms. cuadrados. Todas las Repúblicas americanas honran al prócer de origen vasco, pues su figura legendaria aglutina el esfuerzo americano hacia la libertad. En el monumento que el Paraguay le levantó en Asunción se lee esta significativa afirmación bolivariana: «Para nosotros la patria es América: nuestra enseña la independencia y libertad». Sus antecedentes venezolanos empiezan en 1587, cuando Simón Bolivar, señor de la Rementería de la villa de Bolívar, en Bizkaia, llega desde Santo Domingo a Venezuela con el gobernador don Diego de Osorio y Villegas. Estas figuras principales estaban emparentadas con las más nobles casas de Navarra y Galicia establecidas en Venezuela. Construyen por su cuenta el puerto de La Guaira y fundan colonias agrícolas en los valles de Aragua y del Tuy, donde mas abundaban las familias vascas. Juan de Bolívar y Villegas, en 1722, pone los cimientos de la ciudad de San Luis de Cura. Juan Vicente Bolívar, nieto de Juan Bolívar y Villegas, Marqués de Bolívar y Ponte, casa en 1733 con doña Concepción Palacios Blanco. Tienen cuatro hijos. El último, Simón, sería el «Libertador». «Este niño va a ser huérfano muy pronto. Es importante este hecho, porque en la psicología de un hombre trabaja activamente todo lo que le rodea en la niñez, y uno de los grandes traumatismos psicológicos que pueden ocurrirle a un niño es, precisamente, el de perder a sus padres a una tierna edad» (Uslar Pietri). Queda sin padre a los dos años. Pierde a su madre a los ocho. Sus tíos y tutores lo educan para la vida de rico hacendado de la alta sociedad colonial. Tuvo famosos maestros, como Andrés Bello, el gran jurista Miguel José Sanz y Simón Rodríguez. En 1799 realiza su sueño de viajar a Europa. Conoce en Bilbao a la joven María Teresa del Toro Alayza, como él, de poco más de 17 años, perteneciente a una importante familia. Mientras obtiene el permiso para el matrimonio conoce Madrid, Bilbao, Baiona, París y Amiens. En mayo de 1802 contrae matrimonio y en junio regresa a Venezuela. Visita sus haciendas con su mujer. En la famosa casa de los Bolívar, en el ingenio de San Mateo, pasan varios meses de la luna de miel. En enero de 1803 fallece María Teresa en Caracas, víctima de la fiebre amarilla. Con la muerte de su joven esposa, Bolívar sufre una profunda crisis espiritual que le impulsa a abandonar su país. Regresa a Europa a fines de 1803. Para comienzos de 1804 está de nuevo en París. El 18 de mayo de 1804 presencia la proclamación de Napoleón emperador en Saint-Cloud. El 2 de diciembre del mismo año Napoleón es coronado en Nôtre-Dame. Bolívar rehusa asistir a la ceremonia. Blanco Fombona, en "Mocedades", nos da su retrato físico a los veinte años: "un jovencito bajo de estatura, delgado, todo músculos y nervios. Las piernas son largas y elásticas, la cintura flexible, el cuello erguido, los pies y manos pequeños. La piel dorada por el sol de los trópicos, mate, entonces juvenil y fresca. La cara, de óvalo alongado, nariz recta, larga, fina, de esas caras que abundan en Bizkaia, de donde por línea paterna el mozo proviene. La frente alta, recta; las cejas encrespadas; encrespados también los cabellos y peinados hacia adelante, formando tupé sobre la frente y alborotándose en ondas sobre las sienes». Simón Bolívar en París eclipsa a todos los demás. Vaya a donde vaya es a él a quien se mira (Vaucaire). Vestido a la moda de los «increíbles», frecuenta el «Palais Royal», centro mundano de la aventura y el placer. Su prima Fanny, casada con Mr. Dervieu de Lillars, tiene uno de los salones más esplendorosos de su época. Allí conoce a la Recamier, a Mme. de Stael, al vizconde Laine, a los hermanos Lameth, a Eugenia de Beauharnais, a Alejandro de Humboldt, Talma, Chateaubriand que acababa de gublicar «René». Bolívar sorprende por el atrevimiento de sus ideas. Seduce por el encanto de su figura. Es el elegante y misterioso extranjero a quien todo se le perdona. Juega, se divierte. Se le invita a todas partes. Hace regalos y los recibe. Pasea a caballo por el bosque de Boulogne, asiste a cacerías, se bate en duelo. Gasta el dinero a manos llenas. En este tiempo empieza a usarse un sombrero de copa, muy ancho, que empezó a llamarse en toda Europa «le chapeau Bolívar». Inexplicablemente, su nombre empezaba a ser famoso. Pero Bolívar se aburre. Reflexiona ante los consejos de su prima Fanny, comprende la inutilidad de su vida. Se estrechan sus relaciones con su antiguo preceptor Simón Rodríguez, hombre idealista, rusoniano y aventurero. Diariamente visita al sabio Alejandro de Humboldt que acaba de hacer su famoso viaje por América del Sur. Humboldt recuerda la acogida exquisita de un primo de Bolívar en Venezuela. Bolívar le escucha respetuosamente y contempla los mapas que el viajero ha trazado de aquellas regiones. Humboldt opina que las colonias españolas pueden gobernarse ya por sí mismas. Bolívar, siempre apasionado y brillante, le ofrece la mitad de su fortuna para fundar un Instituto de Ciencias en Caracas. En abril de 1805 sale hacia Italia acompañado de Simón Rodríguez, su maestro. Cuatro meses de viaje con la mochila al hombro. Simón Rodríguez le tolera toda suerte de pequeñas aventuras. Visitan Milán, Venecia, Padua, Ferrara y Nápoles, donde son bien recibidos por el hermano de Humboldt. Conoce a Sismondi, al escultor alemán Rauch, reencuentra a Mme. de Stael. Es presentado al Papa. Bolívar se niega a besarle el pie, causando un gran escándalo. Pero Pío VII sonríe y le hace preguntas acerca de América. En toda Roma se habla de Bolívar. Los patriotas italianos invitan a Bolívar. Conoce los problemas de Italia. En una tertulia declara que Bonaparte ha perdido mucho al convertirse en César. Un día de agosto, Bolívar y su maestro se pasean por las cercanías de Roma. Bolívar lleva en su bolsillo la «Eneida» y los «Anales» de Tácito. A veces lee algún trozo en voz alta. Al atardecer de aquel día caluroso ascienden al Monte Sacro (Aventino). Es un atardecer rojo. Ante ellos se extiende la ciudad de Roma. Fatigados por la subida se sientan en un bloque de mármol. Bolívar, excitado ante aquel espectáculo de ruinas y esplendor, se pone en pie. Tiende su mano hacia la urbe e improvisa la famosa evocación que termina con el juramento del «Monte Sacro»: «¡Por mi honor y por mi vida, juro que no daré momento de descanso a mi brazo, hasta que no haya liberado América del yugo de los tiranos!». Rodríguez, orgulloso de su discípulo, se lanza a su encuentro y los dos hombres se abrazan. El joven, que hacía unos meses no pensaba más que en morir por una pena de amor, ha superado la crisis y se traza una misión en la vida: libertar América. Enfermo, pero fuerte de espíritu, inverna en Nápoles. Sube al Vesubio con el barón Humboldt. Su maestro se ha ido en busca de fortuna y aventuras. Le escribe desde Constantinopla, animándole a emprender sus grandes proyectos. Bolívar está otra vez decaído. Pero en la primavera, completamente restablecido, se entrevista con su prima Fanny en París. Tras una despedida emocionante, transfigurado ya en un hombre viril y firme, se aleja exaltado por la grandiosidad de sus propósitos. En Hamburgo visita detalladamente el puerto, los depósitos, el funcionamiento de aquel inmenso conjunto. Septiembre de 1806, embarca en Hamburgo. Llega a Charleston en enero de 1807. Visita Washington, Filadelfia, Nueva York y Boston. Admira la actividad creadora de los «Pioniers», observa cómo se construye una nación libre, activa y ambiciosa. Entre abril y mayo llega a La Guaira. En 1809 Bolívar es nombrado Justicia Mayor de Yare. La caída de Cádiz en manos de los franceses y la presión de los patriotas trae la dimisión del Capitán General Vicente de Emparan. Se constituye la Junta de Caracas. Bolívar, que estaba en el campo, salta sobre su caballo y se presenta en Caracas. Lo nombran teniente coronel de milicias. Ya con el grado de coronel y nombrado Diputado principal de Caracas parte (1910) para Londres como embajador de la Junta de Caracas. Todos los gastos corren por su cuenta. Su éxito personal es indiscutible, pero Inglaterra no se arriesga oficialmente. Estudia la Constitución inglesa. Conoce a Miranda. Bolívar es la atracción de Londres. El conde de Mornington y el duque de Gloucester lo visitan diariamente. Es presentado al pintor de moda Gill que hace su retrato en uniforme de coronel. Lleva una medalla de oro en la mano en la que aparece grabado: «No hay patria sin libertad». La juventud de Londres se reúne en el estudio de Gill. Mientras Bolívar posa se organizan asaltos de esgrima, veladas musicales, combates de boxeo. Bolívar muestra su destreza con el sable. Lord Byron, que ha llegado de Turquía, relata sus proezas. El año 1812, durante el terremoto que asoló a Caracas el día 26 de marzo, Bolívar socorre a las víctimas y organiza un hospital. El genio indómito de Bolivar se revela contra el fatalismo. Un eclesiástico realista arenga al pueblo: el terremoto es un castigo de Dios, hay que someterse al rey. Bolívar saca el sable, se abre paso, aparta al orador, de pie sobre un montón de escombros, arenga al pueblo: «¡La Naturaleza se alía con el despotismo, quiere detenernos. Peor para ella, sabremos obligarla a obedecernos!» En veinte años de lucha, cruzando a caballo en todos los sentidos aquella inmensa geografía, Bolivar cumpliría su promesa, animado por la llama de su genio. El mismo año es comandante político y militar de Puerto Cabello. Traición y sublevación en la fortaleza de Puerto Cabello: Francisco Iturbide le salva la vida poniendo la suya como garantía. Bolívar demostró públicamente, varias veces, su cariño y gratitud hacia Iturbide. En agosto Bolívar se halla en Curaçao, refugiado y pobre. Octubre del año 1812: Bolívar sale para Cartagena de Indias. En diciembre del mismo año comienza su campaña del río Magdalena (Colombia), creando un ejército de la nada. Aquí empieza la gloria de Simón Bolívar. Una frase suya lo afirma: «Yo nací en Caracas, pero mi gloria nació en Mompox», aludiendo a la primera plaza de importancia que tomó en esta campaña. En quince días había restablecido las comunicaciones entre el alto y el bajo Magdalena, libertando un inmenso territorio. Al mismo tiempo aparecía su Manifiesto de Cartagena, redactado durante su travesía desde Curaçao. Enero-agosto de 1813: Realiza la llamada «Campaña Admirable». Venciendo sus propias enfermedades, sin una sola queja, siempre al frente de su tropa, atraviesa la cordillera de los Andes por un punto reputado como infranqueable, salvando terribles obstáculos. Penetra en Venezuela. Rápido como un torbellino, arrasa con todos los oponentes. El 15 de mayo de 1813 sale de San Cristóbal. Los habitantes del país engrosan la tropa. Después de una marcha en medio de un entusiasmo indescriptible, entra en Trujillo el 15 de junio. A su paso dirige proclamas al pueblo, invitándole a sacudir el yugo y unirse a él. Derrota al comandante Izquierdo que iba pertrechado con poderosa artillería, en el llano de Taguanes. Monteverde, el jefe español, se encierra en Puerto Cabello. Caracas capitula. Bolívar entra en Caracas el 6 de agosto, en uniforme de gala, al frente de sus tropas, seguido de todo su estado mayor. Lleva en la mano un bastón sembrado de estrellas de oro; insignia del mando supremo. El pueblo lo aclama.