Monarchie et Noblesse

Blanca I de Navarra (version de 1977)

Reina de Navarra. Reina de Sicilia, condesa de Nemours, duquesa de Atenas y Neopatria, reina, finalmente, de Navarra desde 1425 hasta 1441. Era hija de Carlos III el Noble y de Leonor de Trastamara, reyes de Navarra. Contrajo enlace matrimonial el 21 de mayo de 1402 con Martín El Joven, rey de Sicilia, duque de Atenas y Neopatria, hijo del rey Martín de Aragón. La ceremonia tuvo lugar en Catania, representando a la novia Mosen Leonel de Navarra y Diego de Baquedano. Ese mismo año fue Dña. Blanca a Sicilia acompañada por Ojerot de Var. Este matrimonio duró sólo siete años, ya que en 1409, Martín el Joven moría sin dejar hijos. En diciembre de 1410 la reina Dña. Leonor enviaba a Sicilia a Beltrán, señor de Beria, y Diego de Baquedano, para que hiciesen compañía y consolasen a su hija Blanca, que estava en estraino reino é entre gentes estraiñas, é non tenia quien la consolase. En 1414 se trataba de la venida de la reina Dña. Blanca a Navarra y las Cortes otorgaron cuatro cuarteles para los gastos: Mosen Pierres de Peralta, y Juan de Asiain, fueron los comisionados encargados de acompañarla en el viaje. El 13 de abril de 1415 estaban ambos en Barcelona, donde fletaron una nave llamada San Pedro, y su maestro, o patrón, Ferrando de Ben, vecino de Noya. Convinieron con éste en que él, con 30 personas mareantes (marineros) en la nave,

pasarán -dice el texto de Comptos- á Mosen Pierres é Compañía, é gent que eillos querran poner en eilla, é los levarán en el regno de Cicilia, é los descenderán en la ciudat de Zaragoza, é si necesario fuere arribarán á Trapana ó á Palermo, ó en pasando, si necesario fuere, tocarán á Caller por quoatro ó cinco días. item el maestro será pronto para partir el veinterro dia de abril, é de proveer la nave bien é complidament. Los dictos Pierres é Juan darán al patrón por fret de la dicta nave 675, florines.

El 17 de mayo siguiente fletaron en Sicilia otra nave para la venida de la Reina a Barcelona. En 1416 suplicó Dña. Blanca a su padre, que ya que

la ordenanza de Dios había seido que la primogenitura del regno hobiese caido en eilla, la hiciese tanta gracia que eilla, como primogénita, fuese jurada por los tres Estados del regno.

El rey convocó Cortes para ello en Olite, señalando el día 28 de octubre. La que había sido reina de Sicilia desde 1410 hasta 1412, fue así proclamada reina de Navarra. Esto despertó el "interés" de su vecino, el rey de Aragón. El 23 de mayo, de 1419 el infante D. Juan de Aragón, señor de Lara, dio poder a Diego Martínez de Sandoval, adelantado mayor de Castilla, para que en su nombre contrajese matrimonio con Dña. Blanca, reina viuda de Sicilia, hija primogénita de D. Carlos de Navarra. Al mismo tiempo daba el infante otro poder para recibir la firma del dote y juramento del rey D. Carlos, de que no tenía firmado matrimonio, ni lo firmaría en toda su vida, con mujer alguna durante el del infante con Dña. Blanca, ni aunque se disolviese, si quedasen hijos de él; que no había legitimado, ni legitimaría ninguno de sus hijos y que haría heredera a Dña. Blanca del reino de Navarra y del ducado de Nemours. Otorgáronse las capitulaciones matrimoniales, bajo dichas condiciones y otras, en Olite el de diciembre de dicho año. Respecto al derecho de la corona se insertó el artículo que sigue:

Et por razon que Nos el dicho infante D. Johan, placiendo á Dios, por causa é por razon del derecho de la reina Doña Blanca mi muger, esperamos venir, como estrangero, á la sucesion é herencio del dicho regno de Navarra, é del dicho ducado de Nemoux, juramos, como dicho es, que si falleciese la dicha reina Doña Blanca mi muger sen deyxar de Nos criatura ó criaturas, descendientes deilla, en legítimo matrimonio, que en el dicho caso Nos deyxaremos, é desampararemos realmente, é de fecho, el dicho regno de Navarra, et el dicho ducado de Nemoux é todas las villas, castillos é fortalezas, é derechos de aqueil ó aqueilla á quien el dicho señor rey de Navarra habrá declarado por su testamento...

El rey D. Juan prometió de dote 420.112 florines, 6 sueldos y 8 dineros del cuño de Aragón, parte en dinero, parte en créditos sobre el rey de Aragón, y parte en pueblos y castillos. El Papa Martino V dispensó, en el mismo año, los grados segundo, tercero y cuarto de consanguinidad para este matrimonio. Verificándose las bodas en Pamplona, en el año siguiente, con asistencia del conde de Foix. La reina Dña. Blanca ofreció en ellas, a Santa María de Ujué, una corona de oro guarnecida de perlas, zafiros y otras piedras preciosas. En el mismo año, D. Juan y Dña. Blanca convinieron en que si los 30.000 florines del dote de ésta, que consistían en créditos contra el rey de Aragón, no se cobraban, no fuese obligado D. Juan a pagar a Doña Blanca sino 30.000 florines de los 60.000 prometidos por él.

Que debiendo dar D. Juan, para alimentos de Dña. Blanca, 14.000 florines anuales con la condición de que todo cuanto le asignase el rey de Castilla, a cuya corte pensaban pasar, fuese para el mismo don Juan, sin embargo, queriendo éste manifestar el cariño que tenía a su esposa, y conociendo que los 14.000 florines no serían bastantes para sus gastos, le cedía todo cuanto dicho rey de Castilla le diese; pero que si esta dádiva fuese superior a lo que había dado hasta entonces a sus parientes, y otras personas, en las gracias y mercedes que les hacía entre año y al partir de un lugar a otro, como acostumbraba hacer por los grandes gastos en andar continuamente con él, en tal caso pudiera disponer D. Juan de la tal pensión a su voluntad. En 1422 vino a Navarra la reina Dña. Blanca, con su hijo Carlos, Príncipe de Viana, nacido en 1421. En 28 de agosto de 1424, hizo la reina un viaje a Castilla llevando al príncipe en su compañía hasta Haro. D. Juan y Dña. Blanca comenzaron a reinar en Navarra a la muerte de D. Carlos III en 1425. Dña. Blanca hizo su testamento el 17 de febrero de 1439. Disponía que se la enterrase en Santa María de Ujué, con el traje y ropas de su coronación. Dejaba por heredero universal a su hijo el príncipe D. Carlos y a sus descendientes de legítimo matrimonio, prefiriendo los varones a las hembras.

Decía en él que aunque el príncipe podía, según derecho, titularse rey de Navarra y duque de Nemours después de la muerte de su madre, le rogaba encarecidamente que no tomase esos títulos sin la benevolencia y bendición de su padre. A falta del príncipe llamaba por heredera a la infanta Dña. Blanca (Blanca II) y sus descendientes, y a falta de ésta a Dña. Leonor y los suyos. Ordenaba que durante la menor edad del príncipe fuese tutor el rey su padre, administrando el reino y el ducado de Nemours. Dejaba al rey D. Juan su marido 140.000 florines; al príncipe la corona de oro guarnecida de piedras y perlas; a María de Peralta 3.000 florines para su casamiento con Juan de Luxa; que se pagasen a su hermana Dña. Juana condesa de Lerín, los 10.000 florines que su padre le mandó cuando casó con el condestable D. Luis de Beaumont; a Catalina Beaumont, hermana del condestable, 300 florines para ayuda de su casamiento; a Dña. Blanca de Arellano, hija de Dña. Teresa, condesa de Cortes, 500 florines; que se pagasen otros 500 que debían a Dña. Anglesa, mujer de Mosen Gracián de Agramont, por su dote, y 200 a Mosen Gracián; a Mosen Bertrán de Ezpeleta, vizconde de Valderro, 2200 florines; que si Mosen Pierres de Peralta, y Mosen Pierres el joven su hijo muriesen sin hijo legítimo varón, volviesen la villa de Peralta y la Planieilla de Caparroso, que les había dado, a la corona real.

Concluía personando a D. Godofre, su hermano, y mandando al príncipe D. Carlos que le perdonase también, siempre que viniese a pedírselo, y que en recompensa del condado de Cortes le diese el de Monfort en el ducado de Nemours o cerca de él. Murió Dña. Blanca I el I de abril de 1442 dejando en este timorato testamento abierta la puerta a la ambición de su marido y, sobre todo, a la de la segunda mujer de éste Juana Enríquez, madre de Fernando el Católico. Blanca fue una víctima del temperamento avasallador de Juan II, una personalidad débil, eclipsada por el aragonés, que arrastró a Navarra a desastrosas aventuras políticas. A su muerte, el enfrentamiento entre agramonteses -partidarios de Juan II- y beamonteses -que proclaman al Príncipe de Viana- es inevitable. Por lo demás no puede decirse que, en vida, se despreocupara de su hijo, al que ya a los 18 años había facultado para firmar en su nombre, dotándole cuando se casó, en 1439, con una casa en la ciudad y una buena capilla de músicos que el Príncipe convirtió en excelente. Durante su reinado se hizo el Libro de Fuegos de 1427.