Concept

Batalla de Somorrostro

En el mes que transcurrió desde los combates de febrero a los de marzo, ambos contendientes se prepararon para el nuevo encuentro. Los carlistas, que habían visto los destrozos que la artillería contraria había hecho sobre sus parapetos, decidieron cambiar este sistema defensivo por el de zanjas o trincheras, creación de don José Garin, ingeniero-jefe carlista, el cual inició este sistema bélico en España. El general Serrano reunió 48 batallones, con unos 35.000 hombres. Los carlistas tenían unos 28, con unos 15.000. Disponían de mejores posiciones, pero carecían de artillería. El mando liberal planeó un desembarco por Algorta, desde San Sebastián, para liberar Bilbao por la margen derecha, como lo hizo Espartero, por Luchana, en la guerra anterior de los siete años, pero no se puedo efectuar por el mal estado de la mar. También se pensó en una acción desde el valle de Karrantza, pero al fin se optó por atacar a los carlistas en sus posiciones del valle de Somorrostro, como lo había hecho Moriones en febrero.

La batalla empezó al amanecer del 24 de marzo, con el fuego de la artillería de tierra y mar y el avance de los tres cuerpos del Ejército Liberal, mandados por Letona (izquierda), Loma (centro) y F. Primo de Rivera (derecha). El objetivo principal era el pueblecito de San Pedro de Abanto, situado en medio de la línea carlista, con el fin de partirla y dividirla, cosa que no se logró en los tres días de lucha, sólo interrumpida durante la noche, aunque también durante ésta se reforzaban los puestos para el día siguiente. Ambos contendientes lucharon con gran bravura, unos pugnando por avanzar y los otros (carlistas) por impedírselo. Los muertos y heridos se contaron a millares. Unas 8.000 bajas se calcula que hubo en total, siendo mayores las de los liberales. El valle se tiñó de sangre y grandes fosas recibieron miles de cadáveres. El tercer día los carlistas pelearon bajo la festividad de su Generalísima, la Virgen de los Dolores, e hicieron alarde de su tesón defensivo. Todos los intentos liberales se estrellaron ante la muralla de voluntarios carlistas de diversas regiones españolas. Fueron tres días agotadores, en que apenas se comía y dormía, pero nadie quería ser relevado y hubieran seguido de no amanecer el sábado 28 con una densa niebla, que puso tregua a aquella carnicería y alarde de valor por ambas partes. El Domingo de Ramos ocurrió la trágica muerte de los carlistas Ollo y Radica.