Peintres

Basiano Martínez, Jesús

Pintor navarro. Nacido en Murchante el 9 de diciembre de 1889, falleció en Pamplona el 23 de marzo de 1966.

Pasó los primeros años de su niñez en Bilbao, donde asistió a la Escuela de Artes y Oficios. Conoció el arte de la pintura por las enseñanzas que recibió de los maestros Muñoz Degrain, Chicharro, Cecilio Plá y Darío de Regoyos. Fue pensionado por la Diputación Foral de Navarra en 1912 para realizar estudios en Madrid. Debido al aprovechamiento y valores artísticos que demostró, la Diputación le amplió a tres años más este pensionado y le elevaron la cuantía de la beca. Al mismo tiempo que estudiaba con Pla ingresó en la Escuela de San Fernando, obteniendo todos los años de su carrera varios primeros premios. Subvencionado también por la Diputación por los premios obtenidos en Madrid, fue a Roma en 1916, donde estudió año y medio las obras de los grandes museos. A los veinte años de edad fijó su residencia en Durango, Bizkaia, empezando a producir obras artísticas. Allí ve pintar a Regoyos.

Concurrió a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes en los años 1917, 1922, 1924, 1929, 1930, 1932 y 1957, tomando también parte en la I Exposición Internacional de Pintura y Escultura, que se celebró en Bilbao en 1919, y en la I Bienal Hispanoamericana de Arte (1951) y en la II Exposición Hispanoamericana de Arte (1954). Tomó parte en innumerables exposiciones colectivas y exclusivamente personales, entre ellas en 1920 y 1922 en Bilbao, en la Exposición de Artistas Vascos; en Biarritz en 1923; Madrid y Bilbao en 1925; y a partir de esta fecha en Pamplona y Zaragoza en 1927; en San Sebastián en 1928 en la Gran Semana Vasca y en diferentes años en Vitoria, Pamplona, Bilbao, etc. Obtuvo el Diploma de Honor en la Exposición Internacional de Barcelona. En algunas ocasiones firmó sus obras con el nombre de Jesús Martínez.

El "gran Basiano", como se le llama en la actualidad, plasmó la Navarra entera: desde la montaña a la ribera, la baja y la alta, la media y la agreste, con paleta excepcional. No fue hombre de palabras ni de letras, parecía un casero, con txapela y sin corbata, y nunca se enteró de su fama. Su pueblo natal, Murchante, le nombró Hijo Ilustre y Predilecto el 24 de junio de 1951. Después de su muerte se ha sabido que existen infinidad de paisajes suyos en media Europa y en colecciones particulares de Vasconia, a pesar de que sólo hizo quince exposiciones en toda su larga vida artística. Oleos suyos están colgados en el Museo de San Telmo, de San Sebastián, Museo de Navarra, Museo de Vitoria, en la Diputación Foral de Navarra, Ayuntamiento de Pamplona, Caja de Ahorros Municipal de Pamplona y en Diario de Navarra. Se sabe que una familia donostiarra posee una ingente y valiosa colección de sus paisajes que Basiano regalaba en sus épocas de hambre a cambio de techo y comida.

Basiano está considerado hoy como el mejor paisajista del País Vasco, después que Dario de Regoyos iniciara esa temática, pero con una concepción diferente de la pintura al filo de una capacidad inductiva excepcional, con la experiencia visual directa de la naturaleza, que fue su escuela al aire libre. Jesús llevó a su pintura en su primera época los efectos de disolución luminosa producidos por el sol sobre las piedras de las casas y la vegetación, con resultados de un dinámico claroscuro del color, a manchas discontinuas; pero unificados por una malla fina en armonía de tonos dominantes, sin cálculo aparente al estilo de los impresionistas. Huyó siempre de la regularidad de medidas precisas, porque decía que la naturaleza siente horror por la regularidad. En una segunda época utilizó los colores puros, sin mezcla en la paleta, descubriendo que la naturaleza es rica, diversa, irregular, sin principios fundamentales concretos, pintando algunos paisajes que recuerdan algo a la antigua "maniera" italiana con diminutos toques de color vagamente divididos, mientras que profundiza de obra a obra un método de composición más estricto, aunque el color seguía fermentando en raras transparencias. En sus últimos años, su paleta se compone de una decena de colores, entre los que están los amarillos, los carmines, el rojo veneciano, el bermellón francés, la laca granza, el verde esmeralda, el azul cobalto, el marfil oscuro y los sienes, obteniendo una serie de paisajes de singular entonación. Pintó el País Vasco en todos sus momentos y cambios de paisaje con una fidelidad absoluta y personal, que le ha situado entre los mejores paisajistas de su época.

Obras de este artista más destacadas: Molino y Presa de Ziganda-Pamplona, Friso de la Catedral (en el Museo Provincial de Vitoria), Luz en la mañana, Caballero del pitillo, Un paisaje, Podadores, Cantera de la Barga de Olazagutia, Puente de Cantalojas, Valdelobos, Torla de Huesca, Catedral, El estraperlo, La meseta de Pamplona, Castillo de Loarre, Mallos de Riglos, Burgo de San Cernin, Pamplona, Loarre, Ezkaurre, etc.

Un mes antes de morir, Basiano dijo a José María Muruzabal, director de las Salas de Arte de la Caja de Ahorros de Pamplona, que tenía infinidad de premios, diplomas y medallas, pero que ignoraba dónde los tenía, pues nunca se preocupó de recopilarlos. Tan solo unos pocos se han podido recoger: Primer Diploma de Honor de Barcelona; Medalla primer premio de paisaje de San Fernando (1913); Diploma de San Fernando (1913) y este mismo año obtuvo cuatro Diplomas en la misma escuela de "Primera Clase" y Premio. En 1914 obtuvo el primer premio de Dibujo y primero de Paisaje de San Fernando, con dos premios en metálico y otros dos Diplomas "Primera Clase". En 1924 se le nombró "Socio de Mérito en el Salón de Otoño" de Madrid. Obtuvo la primera medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid y el primer premio del Ayuntamiento de Pamplona, en 1943.

En 1990 la revista navarra Panorama publica un monográfico sobre el pintor obra de Pedro Salaberri, Javier Eder y Carmen Areopagita, utilizando como texto básico el libro publicado por José Mari Muruzábal.