Industries

Banco de Bilbao

El Banco de Bilbao se formó en 1857 como una entidad crediticia de emisión, de comercio y de inversión. En 1874 perdió la capacidad de emitir moneda fiduciaria y pasó a constituirse en una sociedad de crédito. El Código de Comercio de 1886 le permitió consolidarse como banco mixto, de comercio y de inversión, lo que le facilitó, a fines del siglo XIX y principios del XX y sobre todo con ocasión de la Primera Guerra Mundial y su posguerra poseer una importante cartera de valores industriales. El franquismo limitó la competencia interbancaria merced al llamado status quo y la penetración del Banco de Bilbao en el tejido industrial se intensificó. Con la democracia y la perspectiva de integración en la CEE la legislación favoreció una mayor competencia entre bancos y entre estos y las cajas de ahorros. La llamada crisis del petróleo y esta nueva legislación provocó una profunda crisis bancaria entre 1978 y 1984 que no le afectó al Banco de Bilbao y pudo absorber a bancos de menor entidad en dificultades. En 1988 se fusionó con el Banco de Vizcaya.

La ley de 1856 acabó con el monopolio de emisión de billetes del banco de San Fernando (Banco de España) y autorizó la existencia de bancos de emisión, depósito y comercio y de sociedades de crédito (bancos de inversión). El primer modelo respondía a las necesidades de crédito a corto plazo (préstamos a corto, descuento de letras, suscripción de deuda pública, municipal...) además de la emisión de moneda fiduciaria. Las segundas tenían como objetivos crear y financiar empresas. De hecho la ley de 1856 estaba vinculada a la de 1855 que regulaba la construcción de ferrocarriles en España. Este es el nuevo marco legal al que se van a acoger una serie de capitalistas y comerciantes bilbaínos, reunidos a instancias de la Junta de Comercio de la villa para constituir el Banco de Bilbao en 1857. El decreto de autorización fue firmado el 19 mayo de 1857. Hasta entonces las necesidades de crédito a corto plazo (descuento de letras...) habían sido cubiertas por banqueros privados, por lo general importantes comerciantes. Entre sus fundadores figuran empresarios vinculados a la modernización de la siderurgia, al ferrocarril Bilbao-Tudela y al comercio de intermediación entre el exterior, lo que quedaba de colonias y la submeseta norte y el alto valle del Ebro -Juan Pantaleón Aguirre, Romualdo Arellano, Pablo Epalza, Ibarra hermanos y compañía, Mac Mahon, Lund y Mendiguren....-.

El capital inicial ascendió 8 millones de reales (2 millones de las futuras pesetas de 1868) y sus estatutos permitían emitir billetes hasta un montante de 24 millones de reales, cifra que alcanzó en 1860, fecha en la que aumentó su capital en dos millones. Al año siguiente solicitó y obtuvo autorización para emitir hasta 30 millones de reales. Tras la II Guerra Carlista volvió a ampliar su capital en 5 de millones de pesetas más y en 1891 en otros diez. En 1861 el Banco de Bilbao constituyó su propia caja de ahorros. Poco después de la creación del Banco de Bilbao, en 1862, se fundaron dos sociedades de crédito, la Compañía General Bilbaína de Crédito y el Crédito Vasco, ambas en Bilbao. Los negocios ferroviarios resultaron menos rentables que lo previsto y la mayoría de las sociedades de crédito y bancos que habían financiado su construcción se vieron arrastradas por la quiebra de aquellos. El primero de noviembre de 1865 suspendió pagos el Ferrocarril Bilbao-Tudela, en cuya financiación estaban implicados rentistas, capitalista y la banca de Bilbao. En la Villa cerraron las dos recientemente creadas sociedades de crédito, pero el Banco de Bilbao logró salir sin graves quebrantos de la crisis de 1866.

En medio de la II Guerra Carlista, en 1874, el gobierno concedió al Banco de España el monopolio de emisión de billetes y los bancos de emisión existentes tuvieron que convertirse en sucursales del Banco de España o en sociedades de crédito. Esta última fue la opción seguida por el Banco de Bilbao tras haber ejercido no pequeña resistencia a perder su derecho a emitir moneda fiduciaria. El Banco de Bilbao siguió actuando, bien que de forma modesta, como banco emisor hasta 1878. El 7 de julio de 1878 quedó liquidado como banco emisor y se publicaban en la Gaceta de Madrid sus nuevos estatutos, transformado en "Banco particular de crédito real mobiliario". La mayoría de los bancos de emisión optaron por convertirse en condiciones ventajosas -cambio de acciones a la par- en sucursales del Banco de España, excepto el Banco de Barcelona, de Santander, de Tarragona, de Reus y de Bilbao, que se transformaron en sociedades de crédito. El Banco de España creó una sucursal en Bilbao y hasta muy fines del siglo XIX fue el único competidor del Banco de Bilbao en la villa.

El Código de Comercio de 1886 trataba de los bancos en el apartado dedicado a las sociedades anónimas (artículos 175 y 176) y desde el punto de vista legal fue la base para que la banca perdurase como banca mixta, de comercio y de inversión, que es lo que eran las llamadas sociedades de crédito.

Las crisis bancarias de 1866 y sobre todo la de 1881-1882 tuvieron poca incidencia en los resultados del banco. Frente a lo que sucedió con otras instituciones de crédito, y con excepción de los años de la II Guerra Carlista, el Banco de Bilbao tuvo desde su fundación un crecimiento regular. Se vio afectado por las principales crisis bancarias (1866, 1881/82, 1890), pero ninguna de ellas puso en peligro su solvencia.

A fines del siglo XIX y principios del XX se inaugura una nueva etapa, con la creación de nuevas instituciones de crédito. En 1891 se constituyó en Bilbao el Banco de Comercio; con un capital de 5 millones de pesetas, y en 1901 el Crédito de la Unión Minera y en 1902 el Banco de Vizcaya. Para hacer frente a estos nuevos competidores el Banco de Bilbao duplicó su capital y en mayo de 1901 se fusionó con el Banco de Comercio. El nuevo Banco de Bilbao tenía un capital suscrito de 30 millones de pesetas: diez en manos accionistas del Banco de Bilbao y cinco las del Banco de Comercio, y los restantes quince en cartera, que no se pusieron en circulación hasta 1918.

Tras la breve crisis de 1914, la banca vizcaína, como prácticamente la totalidad de la banca española, atravesó una etapa de intenso crecimiento. La demanda de crédito para montar empresas y negocios que abastecieran la demanda de los países beligerantes y la propia, los rápidos y lucrativos negocios realizados en torno a la guerra, fueron bien aprovechados por la banca. Los recursos ajenos (cuentas corrientes) iniciaron muy pronto su expansión. Los beneficios medios de la banca se multiplicaron por casi cinco entre 1915 y 1921, y el Banco de Bilbao, junto con el Banco de Vizcaya, y el Crédito de la Unión Minera, y el Español de Crédito y el Hispano los sobrepasaron. Gracias a los beneficios extraordinarios y al crecimiento de los recursos propios (capital y reservas) y a los ajenos (el dinero depositado por sus clientes), el banco pudo, sobre todo en la última etapa de la guerra (1918) y a principios de la postguerra (1919), incrementar su cartera de valores. En 1920 el capital autorizado alcanzó los 100 millones de pesetas, aunque no se desembolsaría en su totalidad hasta 1931. Al año siguiente, 1932, el capital desembolsado y las reservas ascendían a 154 millones de pesetas, cifra expresiva de la expansión del banco, buena parte de la cual tuvo lugar aprovechando las especiales condiciones creadas por la Primera Guerra Mundial.

Los países beligerantes en la última etapa del conflicto estaban exhaustos, sus reservas de divisas agotadas y para poder seguir financiando el esfuerzo bélico tuvieron que liquidar sus activos en el extranjero. No pocas de las empresas en España de capital extranjero fueron vendidas a españoles y la banca adquirió importantes paquetes de acciones. Estas, más las acciones que sus clientes depositaban en el servicio de gestión de cartera, permitieron la presencia del Banco de Bilbao en los consejos de administración de las principales empresas españolas. El Banco de Bilbao en 1921 tenía consejeros en 91 sociedades, por lo general situadas en sectores claves de la economía española, como ferrocarriles, electricidad, minería, siderurgia...y de fácil cartelización.

La crisis que sobrevino tras la Primera Guerra Mundial resultó desgraciada para cierto sector de la banca. Varios bancos catalanes y en Bilbao El Crédito de la Unión Minera suspendieron pagos (1925). Por el contrario, el resto de la banca bilbaína salió fortalecida. El Banco de Bilbao al acabar el conflicto instala una sucursal en Madrid, en 1920 en Barcelona y Valencia y en 1921 en Tánger y Sevilla. En 1931 el número de sucursales del Banco de Bilbao en España ascendía a 65.

La ley Cambó de Ordenación del Sistema bancario de 29 diciembre de 1921 inaugura una legislación tendente a limitar la competencia entre bancos, que se verá reforzada a lo largo de la dictadura de Primo de Ribera (ley de 24 de enero de 1927) y que el franquismo acentuará. (Orden Ministerial de 19 de octubre de 1939 y sobre todo ley de Ordenación Bancaria de 1946). Estas normas legalizaban lo que se ha venido en llamar el status quo bancario por el cual podían actuar como banqueros y bancos los existentes el 18 de julio de 1936 y planteaba tales requisitos para fundar una nueva institución crediticia que en la práctica resultaba imposible. Los intereses y las comisiones serían fijadas por el Ministerio de Hacienda, de tal forma que no se iba a producir una competencia por el pasivo. Además limitaba los dividendos y ponía trabas a la apertura de nuevas sucursales. El Banco de Bilbao soslayó parte de estos obstáculos absorbiendo casas de banca privadas y convirtiéndolas en sucursales como fue el caso en 1942 de la Banca Nieto (Ciudad Real), Banca Luis Pozuelo (La Laguna), Banca José Sáenz (Mérida), en 1943 la banca Pablo Camacho (Tomelloso), en 1945 Juan Merle Sucesores (Denia) y Viuda de Clemente Alvira (Guadalajara), en 1947 Banca Arámburu hermanos (Cádiz), Banca Perxas y compañía (Figueras), Banca Anacleto Carbajoso (Toro) y media docena más hasta 1952. Por otro lado las Cajas de Ahorros sólo podían prestar a la construcción con lo que la oferta de crédito estaba limitada a la banca privada y al crédito oficial. En contrapartida la banca tenía que suscribir una parte de la deuda publica, bien es verdad que pignorable. Esta situación empezó a modificarse con lentitud a partir de 1964.

La nueva legislación impedía la creación de bancos mixtos, pero permitía a los existentes seguir ejerciendo como tal y creaba la banca industrial. Los grandes bancos fundaron, dependientes de ellos, bancos industriales. El Banco de Bilbao constituyó el Banco Industrial de Bilbao (1967) y filiales destinadas a efectuar inversiones inmobiliarias, aseguradoras y se expande, sobre todo, por América Latina. Con la democracia y el proceso de liberalización de la economía la banca extranjera pudo establecerse en España, se liberalizaron las tarifas bancarias y se equiparó en muchos aspectos las cajas de ahorros a la banca privada. Estas medidas que tendieron a incrementar la competencia y la crisis económica dieron lugar a una profunda crisis bancaria, iniciada en 1978 y terminada en 1984, cuya manifestación más evidente fue un proceso de concentración. El Banco de Bilbao adquirió al Fondo de Garantía de Depósitos una serie de entidades: El Banco del Oeste y el Banco de Huesca en 1979, el Banco de Promoción de Negocios en 1981, el Banco Latino y el Banco de Extremadura, del grupo Rumasa, en 1984, y la Banca Mas Sardá en 1985. Este proceso se acentuará con las perspectivas de entrada en la CEE (adhesión en 1985, con efectos a partir de 1986) y las medidas legales de 1987: liberalización de los tipos de interés que no lo estaban y las comisiones, reducción gradual del coeficiente de inversión, transparencia informativa hacia el consumidor (obligación de especificar la Tasa Anual Equivalente). El crecimiento de la competencia entre banca privada, entre ésta y las cajas de ahorros y la necesidad de crecer en tamaño para participar en los grandes préstamos, incluso internacionales, va a estimular las fusiones. El Banco de Bilbao acabó en 1988 uniéndose con el Banco de Vizcaya, constituyendo el BBV. Posteriormente el BBV se fusionará con Argentaria, grupo bancario resultado de la unión de la banca pública, el Banco Exterior y la Caja Postal de Ahorros, privatizado y sacado a subasta.