Peintres

Arraiz Inchaurraga, Clemente

Pintor alavés, natural de Vitoria, donde nació el 1 de agosto de 1873, falleció en la misma ciudad el 9 de noviembre de 1952.

Desarrolló prácticamente toda su vida profesional y artística en la capital alavesa. Emprendió sus primeros pasos pictóricos, como la mayoría de los artistas nativos, en la Academia de Bellas Artes de Vitoria, la actual Escuela de Artes y Oficios. Según su hija María (Pensamiento Alavés, 25-05-1954) tuvo en sus años mozos un carácter inquieto y bullicioso, un tanto bohemio. Contraviniendo los deseos paternos, se trasladó muy joven, primero, a Madrid, y posteriormente a Barcelona, capitales en las que dio rienda suelta, sin trabas de ninguna clase, a su imaginación de artista.

Como resumen de aquellos años de ardor juvenil, y de sus más que exitosas relaciones con el bello sexo, es la dedicatoria que le trazó en un retrato a carboncillo su entrañable amigo, y principal maestro, el también pintor Fernando de Amárica: "Más señas: afortunado en amores, pero desgraciado... en pensiones. -F.A.". Esta inscripción aludía al episodio en que Felicia Olave, pía benefactora vitoriana, desestimó concederle a última hora una pensión para que se instruyera en Roma. Sus reiteradas galanterías con las féminas no eran del agrado en tan ilustre dama.

En los últimos años del siglo XIX, Clemente Arraiz frecuenta con Amárica, Díaz Olano y otros pintores las proximidades de Trespuentes y Víllodas, el curso bajo del río Zadorra, en torno al molino de Aspea. Enclave "que ha sido, como el Barbizon de las cercanías de París, cuartel general de los pintores vitorianos que querían estudiar la naturaleza real, y los montes y heredades cercanos", en palabras de Ángel de Apraiz, el primer catedrático de Historia del Arte en el País Vasco.

Por estas fechas, en compañía de su novia y futura mujer, Jesusa Ibarra, pone rumbo a París, residiendo casi un lustro en la rue de Coulancourt, en la mítica colina de Montmartre. Empieza a exhibir ya sus verdaderas cualidades como pintor. Muestra una enorme sensibilidad colorista, con pinceladas luminosas y vibrantes, y refinado gusto en la composición. Son años de intensa actividad que despliega en varios géneros pictóricos, ocupando el paisaje y el retrato la mayor parte de sus quehaceres.

En mayo de 1901 concurre a la plaza de profesor de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria, puesto que logra, tras brillante oposición, el insigne Ignacio Díaz Olano. Decide entonces asegurar el porvenir profesional orientándose hacia los proyectos de decoración y pintura industrial. En 1906 posee ya un negocio de estas características en la calle del Prado, trasladándose más tarde a la calle de la Estación, hoy de Dato, y finalmente a la antigua calle del Sur, Manuel Iradier en el nomenclátor actual. Este último taller se encontraba activo hasta mediados de los años treinta.

Su labor amplia y provechosa en el campo de la pintura industrial, que supone el sustento de la economía familiar, explica que permanezca casi durante tres largas décadas distanciado de la creación artística. Una circunstancia que no impidió que fuera conocido por sus numerosos amigos y admiradores con el apodo de "Tiziano". A pesar de sus esporádicas participaciones en exposiciones públicas conservó siempre entre sus paisanos un alto nivel de popularidad.

En mayo de 1946 expone a título individual en el Salón Permanente de la Caja Municipal, calle de Olaguíbel, número 6. Colgó cuarenta y dos obras: flores y bodegones constituyeron el grueso de la producción, figurando también un lote de nueve paisajes, con marinas y rincones de la costa gallega y algunas vistas de Vitoria y de sus afueras. También exhibió, pero sin estar a la venta, Un sitio de Trespuentes, pintado medio siglo atrás y que probablemente sea el lienzo ahora titulado Vuelta del Zadorra en Víllodas, adquirido por el Museo Provincial a sus descendientes en 1971.

Uno de los hijos del pintor, Jesús, es autor de las pinturas murales del vestíbulo principal del palacio de Ajuria Enea, actual Lehendakaritza. Fueron realizadas en 1925 por encargo del primer propietario del inmueble don Serafín de Ajuria.