Écrivains

Baroja, Serafín

Donostia, 1840-Bera, 1912.

Nacido en la actual Plaza de la Constitución de la Parte Vieja donostiarra en 1840, Serafín Baroja es más conocido por ser el padre del escritor Pío Baroja Nessi que por los trabajos realizados y publicados. La familia Baroja tenía la imprenta familiar (Casa Baroja) en el mismo edificio en el que residían, y en ella se publicaron, junto a numerosos textos para la difusión de ideas liberales, algunos clásicos vascos (principalmente guipuzcoanos) como Iztueta, Iturriaga, Zabala o Lardizabal.

El joven liberal Serafín Baroja estudió Ingeniería de Minas en Madrid, lugar en el que conoció a numerosos liberales con los que compartía ideología. En 1868 viajó a la empresa onubense Riotinto, donde trabajó durante algunos años. Después conoció a la que sería su mujer, Carmen Nessi, con la que viajó por numerosos pueblos y ciudades llevado por las necesidades laborales: Madrid, Pamplona, Valencia, Granada, Bilbao, etcétera. Parece, sin embargo, que la más querida afición de Baroja era la escritura. Escribió novela, narración, crónica, artículo periodístico, poesía, canto, opera y zarzuela y, además, tradujo algunas obras y fundó algunas publicaciones periódicas.

Serafín Baroja publicó sus dos primeras obras cuando contaba veinticinco años: Los pillos de la playa (1865, novela) y Noveluchas y cuentos (1865, narraciones). En la primera se afirma que se trata de una obra escrita originalmente en eusquera; sin embargo, no hay prueba de ello, y es posible que la afirmación sea únicamente una táctica comercial. Siguiendo la costumbre del momento, publicó dos novelas por entregas: Entre Madrid y San Sebastián (Amores prosaicos) (en el periódico El Urumea,1879) y De Chamberí a Madrid, 100 metros en 25 días (en el periódico La Voz de Guipúzcoa, 1895).

El reconocimiento, sin embargo, no le llegó de la mano de esas obras: tuvo que esperar a una ópera titulada Pudente (1879), ambientada en el mundo minero de la época de Trajano. Poco después apareció en Pamplona el drama breve Hirni ama alacab, que se vendió a tres reales y resultó ser un completo fracaso, ya que no se vendió ni un solo ejemplar. A esa obra siguieron la zarzuela Amairu damacho [=Trece damitas] (de la que solo se publicaron dos partes), Luchi, opera hiru acotan (1904) [=Luchi, ópera en tres actos], aparecida como suplemento en un número especial de la revista Bay, jauna, bay que se imprimía en Madrid.

Los versos de Baroja fueron publicados en forma diseminada. En 1875 apareció el poemario Gazi-gezak [=Agridulces]. Baroja afirmó tener completado un segundo poemario que tituló Malkoak eta itzalak [=Lágrimas y sombras], pero no ha quedado rastro del mismo. La gran mayoría de poemas y canciones de Baroja fueron recogidas en la revista Euskal Erria (que se publicaba en Donostia) y en el Cancionero vasco de José Manterola. Entre ellas se encuentra la famosa Donostiako martxa [=Marcha donostiarra] que, con música de Sarriegi, aún puede escucharse en la histórica Tamborrada donostiarra.

Fuera del campo literario, Serafín Baroja escribió y publicó decenas de artículos periodísticos. En 1876 comenzó a publicar escritos contra los carlistas en el periódico El tiempo de Madrid y a partir de aquel año su nombre fue habitual en la prensa liberal: escribió en El Eco de San Sebastián, en El Navarrio y en la mencionada La Voz de Guipúzcoa. Fundó junto a su hermano Ricardo Baroja el periódico El Urumea, periódico no político (1879) y poco después comenzó a colaborar en el semanario Bay, jauna, bay, donde se escribía tanto en eusquera como en español. Esa última publicación, sin embargo, no resultó exitosa: solamente se publicaron seis números. Unos veinte años después, Serafín Baroja preparó y publico otros cuatro números de dicha publicación, con el objetivo de ser repartidos en las panaderías junto al pan.

Serafín Baroja conocía bien a los autores españoles contemporáneos. Muestra de ello son las numerosas traducciones que hizo: tradujo a autores como Bécquer, Calderón, Zorrilla, López de Ayala, Lope de Vega, Revilla y Campoamor, y obras clásicas como El lazarillo de Tormes. Tradujo, asimismo, algunas partes del Hamlet de Shakespeare.

Ante los numerosos debates lingüísticos en torno al modelo a seguir para escribir que se sucedían a finales del siglo XIX y comienzos del XX, Serafín Baroja se mostró partidario de escribir en dialecto guipuzcoano: "Siga el que quiera a Bonaparte, Azkue, Campión, Arana eta Goiri Sabin, yo sigo a Larramendi, Iztueta, Iparragirre siempre".

En la medida en que los años avanzaban, la fama de Pío Baroja superó a la del padre, hasta llegar a eclipsarlo. Es digna de recuerdo la frase que el propio Serafín hizo imprimir en su tarjeta de presentación: "Serafín Baroja. Padre de Pío Baroja." Serafín Baroja murió en 1912 en la casa Itzea de Bera (Nafarroa).