Vétérinaires

Arciniega Añastro, Mateo

Veterinario, periodista científico. Vitoria (Álava), 22-09-1860 - 4-02-1943.

Cursó los estudios en la Escuela de Veterinaria de Madrid entre 1878 y 1883, realizando prácticas durante la primavera de este último año en la Escuela de Alfort (Francia).

Ejerció como veterinario municipal de Vitoria entre 1890 y 1900, cuando fue cesado. Casi desde el principio comenzaron sus desavenencias y enfrentamientos con los dirigentes municipales. En 1897 fue amonestado por publicar varios artículos en los que hacía referencia a la intromisión de los regidores en el trabajo de los inspectores de alimentos. Se le advirtió seriamente

"para que en lo sucesivo cumpla estrictamente con los deberes que los reglamentos del ramo le imponen, así en lo referente a su parte técnica o científica, como en la administrativa, y que se conduzca con la debida corrección y preste justo acatamiento a todos sus superiores jerárquicos".

Tres años después volvió a escribir nuevos artículos en la prensa local denunciando irregularidades en el matadero, lo que determinó su destitución.

En un pleno municipal se procedió a la votación sobre si "se acuerda declarar cesante al Veedor Veterinario". El resultado final fue de 15 votos a favor de la destitución y cinco en contra, haciendo constar la minoría la desproporción existente entre la falta cometida y el castigo impuesto.

Los posteriores recursos contra la decisión no prosperaron. También desempeñó el cargo de Inspector veterinario de salubridad de la provincia de Álava (1899-1904).

Según sus propias palabras fue un hombre laborioso, reformista, demócrata, liberal y defensor de la ciencia veterinaria.

Dirigió Revista de Inspección de Carnes, Mataderos y Mercados, considerada como la primera publicación periódica sobre seguridad alimentaría en España, y Revista Veterinaria, ambas editadas en Vitoria.

La primera comenzó a publicarse el 15 de octubre de 1896, finalizando su primera época en diciembre del año siguiente. Se retomó en enero de 1899, interrumpiéndose en septiembre. Todavía el 15 de julio de 1900 se lanzó el último número, gracias a la colaboración de Estanislao Urquijo Ussía, III Marqués de Urquijo. La periodicidad de la época inicial fue quincenal, y mensual la segunda. La impresión corrió a cargo de El Alavés, que también editaba un periódico local. La redacción y administración se encontraba en la calle Zapatería nº 7, su domicilio particular.

El equipo de redacción estaba formado por algunos de los más importantes veterinarios de la época como Juan Arderius (Figueras), Severo Curiá (San Sebastián), Ignacio Guerricabeitia (Bilbao), Marcelino Ramírez, doctor en medicina (La Rioja) y Juan Morcillo Olalla (Xátiva). Además, contaba con las colaboraciones de científicos franceses, italianos y belgas.

La Revista de Veterinaria se editó entre enero y septiembre de 1899. Su periodicidad fue mensual, publicándose el último día de cada mes.

Publicó numerosos artículos tanto en la prensa local, El Alavés, nacional, El Sol, como en la profesional, La Medicina Veterinaria y La Semana Veterinaria.

Tradujo varios volúmenes del francés, como los siete primeros de la Enciclopedia Veterinaria de Celestin Cadeac. Fue miembro de dos sociedades parisinas, la de Medicina veterinaria práctica y la Central de medicina veterinaria.

En 1904, durante la celebración del I Congreso Nacional de Ganaderos, presentó una "Memoria sobre la organización de mataderos bajo el punto de vista del interés de la ganadería y la mejora de la alimentación pública", en la que recogía sus ideas sobre la profesión. Propuso la promulgación de una Ley de policía sanitaria veterinaria, la creación de estaciones pecuarias, la formulación de un nuevo Reglamento de mataderos, ya que venían rigiéndose por una R.O. del 24 de Febrero de 1859, y la formación de un Cuerpo de Veterinarios Inspectores de Carnes, con dedicación exclusiva.

Consideraba que las principales tareas del Gobierno debían ser tratar de mitigar la tremenda mortalidad existente en los ganados y educar a los ganaderos inculcándoles las modernas técnicas de producción animal. Lo primero se conseguiría con la promulgación de una ley de policía sanitaria, y lo segundo con la creación de las estaciones pecuarias.

Señalaba los cuatro motivos que habían provocado las escasas garantías de las que, a su juicio, gozaba la salud pública: el sistema utilizado en la provisión de cargos, que los inspectores de carnes fuesen elegidos y pagados por los municipios, la poca o nula estabilidad de estos funcionarios, y "las asignaciones mezquinas" que disfrutaban.

En el resumen final propugnaba un Reglamento de Mataderos idéntico en todo el país, donde se incluyesen indemnizaciones para los dueños de los animales decomisados que no hubieran podido ser diagnosticados en vida, y la prohibición de sacrificar hembras utilizadas para la reproducción, así como la creación de un "Cuerpo de Veterinarios inspectores de carnes, ingresando en él por rigurosa oposición, declarando la inamovilidad en el cargo al funcionario que lo desempeñe, y prohibiéndole en absoluto el ejercicio de su carrera entre los particulares". El sueldo de estos empleados debería adecuarse a sus necesidades, para que pudieran dedicarse en exclusiva al servicio sanitario. Todas estas iniciativas se fueron haciendo realidad años después.

En 1909 aprobó las oposiciones del recién creado Cuerpo de Inspectores de Higiene y Sanidad pecuaria, hoy Cuerpo Nacional Veterinario, optando en el concurso por la plaza de Álava. Llegó a presidir el Colegio de Veterinarios de la provincia (1921-1922). Entre los días 11 y 18 de septiembre de 1927, acudió en representación del colegio al Congreso de Genética celebrado en Berlín. Se jubiló en 1930 al cumplir 20 años de trabajo como inspector provincial. Falleció en Vitoria en 1943.

Su hijo Álvaro también ejerció la veterinaria y la medicina.