La mayor parte de las iglesias de Aramaio se construyeron a partir del siglo XVI sustituyendo las anteriores. Algunos restos románicos como los de la ermita de San Pedro de Arraga en Ibarra y los de la ermita de Santiago de Guraia en Uribarri constatan que hubo iglesias en Aramaio durante los siglos XI y XIII, pero nada queda de ellas. Los templos que existen actualmente son de planta de salón, de nave única y cabeceras rectas y se cubren con bóvedas de crucería. Entre todas ellas, Etxaguen y Arexola son iglesias únicas por haber conservado la cubrición de madera, dando con ello un bello testimonio de las artes vascas de la madera.
Debieron existir numerosas tallas góticas de madera de devoción popular pero pocas han sobrevivido a la historia. Las más destacadas son la Andra Mari de Barajuen y la de Ibarra, ambas del siglo XIV, así como un San Miguel y un San Pedro en Etxaguen, éstos ya del siglo XV.
Entrando en el siglo XVI, algunas iglesias de Aramaiona como Uribarri, Azkoaga o Untzilla dotaron a sus parroquias de unas portadas de piedra de estilo renacentista. Junto con unas esculturas del manierismo expresivista de mediados de este siglo que se encuentran en Ibarra y Arexola, son las obras más importantes del Renacimiento.
A finales de este siglo, cuando la iglesia de la Contrarreforma demanda una nueva liturgia y una nueva devoción y se introduce el estilo romanista, las iglesias de Aramaio renovaron sus muebles. Los talleres de escultura de Arrasate serán los que responderán a esta nueva demanda, con Felipe de Goyeneche y Juan de Mendiaraz como principales escultores. Es así que tras el mandato del Visitador en 1616, la práctica totalidad de las parroquias de Aramaio se decidan a encargar un nuevo sagrario para su parroquia, de tal manera que forman un grupo unitario.
Durante los siglos del Barroco se construyeron y reformaron varios templos aportándoles bóvedas vaídas y de lunetos, como las de Barajuen. Pero el cambio más significativo vivido en la arquitectura de este período fueron las ampliaciones de varias cabeceras y la construcción de pórticos. Untzilla, Olaeta, Azkoaga y Arexola añadieron así a sus naves unos ochavos cubiertos por bóvedas sexpartitas, y las mismas Azkoaga, Olaeta y Uribarri añadieron unos bellos pórticos con viguería de madera al descubierto para que los vecinos estuvieran a resguardo en sus reuniones.
Estas mismas parroquias, al construir la nueva cabecera, las dotaron también de retablos barrocos realizados por artistas locales y cántabros. Hay ejemplos de retablos churriguerescos, como el de Azkoaga, pero también rococós, como es el de Untzilla.
Las artes de la platería van a dejar también buenos ejemplos, en buena parte fruto de las donaciones de emigrantes enriquecidos en América. La Custodia de Untzilla, de taller Mexicano, es una obra recalcable.
Entre toda la obra barroca de Aramaio destaca la ermita de Ibabe en Ibarra, un importante centro de devoción popular. Responde a un modelo de arquitectura barroca con sentido unitario, ya que la ermita, la sacristía, la espadaña, la casa de la cofradía contigua y el retablo se construyeron durante el siglo XVIII, de tal manera que supone una obra realizada en conjunto y con el mismo sentido estético, como existen pocas.
Otro hito artístico en Aramaio, pero esta vez de estilo neoclásico, es la iglesia de San Martín de Zalgo de Ibarra. Se construyó entre 1805 y 1831 con trazas del academicista Alejo de Miranda y tiene planta de cruz griega, lo que es excepcional. Con una sobriedad y austeridad que llaman la atención, este templo se encuentra entre las obras más interesantes del Neoclasicismo alavés.
La población dispersa del valle da lugar a los numerosos caseríos que existen, exponentes del caserío vasco de las tierras de la vertiente norte. Son grandes casas familiares de mampostería con vanos recercados con sillares, cubiertas a dos y cuatro aguas, tornapuntas sosteniendo el alero, típicas características de las construcciones rurales. El caserío Maskaiano de Ibarra es el más antiguo del valle y data de 1454, pero en su mayoría, como en el resto del País Vasco, son casas levantadas en los siglos XVI, XVII y XVIII.
AEM 2011