Kobazuloak

SANTIMAMIÑE


Yacimiento. La cueva se abre cerca de la ría de Gernika, dominando un amplio paisaje de múltiples matices y, por ello, de variados recursos potenciales de explotación en la Prehistoria: al combinar las posibilidades de los medios montuosos y de praderas con expediciones a la no lejana zona mareal. A 7 km. de allí se hallan las canteras de sílex de Pedernales. La boca de la cueva -a una altitud de unos 150 m. sobre el actual nivel del mar- se orienta al sur/sudeste, dando acceso a una larga galería que se adentra por la peña de Ereñusarre. Tras el "portal", que desciende rápidamente, se abre un vestíbulo al que llega la luz exterior, situándose en todo este sitio -portal más vestíbulo- un interesantísimo relleno arqueológico que contiene restos de ocupación humana desde los inicios del Paleolítico Superior hasta época romana. A unos cuarenta metros de la entrada se llega al más amplio salón en cuyo lado izquierdo se abre un estrecho pasadizo ascendente que comunica con el "camarín" decorado con pinturas y grabados paleolíticos. La incorporación de la cueva de Santimamiñe a los mapas de yacimientos prehistóricos se produjo en 1916, cuando un grupo de muchachos avisó de la existencia de algunas figuras en el "camarín". En 1917 visitó H. Breuil el sitio, descubriendo algunos grabados no percibidos y definiendo las principales figuras de esa zona: el primer estudio del arte rupestre de Santimamiñe, a cargo de la Comisión Provincial de Monumentos de Vizcaya, fue publicado en 1918 con la firma de A. Alcalá Galiano y de F. de la Quadra-Salcedo. Por ese mismo tiempo, señalaron T. de Aranzadi, J. M. de Barandiarán y E. de Eguren indicios de un yacimiento prehistórico en las zonas anteriores de la cueva: cuyo estudio completo (incluyendo ahí la revisión del arte parietal tanto como las excavaciones del depósito arqueológico) fue patrocinado por la Diputación de Vizcaya. Invirtieron en ese trabajo nueve campañas estivales, entre 1918 y 1926: del trío de directores responsables hubo de retirarse al poco tiempo E. de Eguren por motivos de salud. Más tarde, en 1953, el "Grupo Espeleológico Vizcaíno" encontró otras tres pinturas; dos de ellas auténticas y otra dudosa, de un bisonte y una figura de caballo. Luego, en 1962, el señor Bengoechea, comunicó el hallazgo de otra pintura encontrada por su hijo David. De 1960 a 1962 J. M. de Barandiarán reemprendió una excavación parcial en el yacimiento para recoger y analizar un trozo del testigo estratigráfico dejado en 1926, que amenazaba con derrumbarse. Con el título general de Exploraciones de la Caverna de Santimamiñe (Basondo, Kortezubi) y la firma de T. de Aranzadi, J. M. de Barandiarán y E. de Eguren, publicó la Diputación de Vizcaya tres tomos recogiendo los resultados de aquellos trabajos de investigación: aparecieron en los años 1925, 1931 y 1935. El primero está dedicado a ofrecer datos generales sobre la cueva y yacimiento y a la descripción y estudio de sus manifestaciones de arte rupestre; el segundo recoge los resultados de los trabajos de excavación entre 1918 y 1922: es decir, de los niveles más modernos hasta el de conchero; el tercero (ya sin la firma de E. de Eguren) da cuenta de los materiales y estratos de Santimamiñe estudiados entre 1923 y 1926 -o sea, los niveles azilienses y paleolíticos- y de las excavaciones de la cueva de Lumentxa. Los resultados de las campañas de 1960 a 1962 por J. M. de Barandiarán los publicó en la serie "Excavaciones Arqueológicas en España" (oficial de la Comisaría de Excavaciones), en Madrid en 1962. Las evidencias prehistóricas de la cueva de Santimamiñe han sido objeto de atención por diversos especialistas. El arte rupestre de la cueva figura lógicamente en lugar importante en las grandes obras dedicadas al tema por los más eminentes estudiosos: H. Breuil o A. Leroi-Gourhan. La peculiaridad de algunas de sus series industriales ha sido analizada por L. G. Straus y por P. Utrilla en sus estudios respectivos sobre el Solutrense y sobre el Magdaleniense Inferior y Medio regionales, y en diversas síntesis de Prehistoria cantábrica por F. Jordá y J. González Echegaray. J. M.ª Apellániz (en publicaciones aparecidas en la revista "Munibe" en 1973 y 1976) ha llegado a concretar en los niveles postpaleolíticos de Santimamiñe un modelo de comportamiento cultural de las poblaciones habitantes en el País Vasco meridional entre el Neolítico y la romanización: el llamado "Grupo de Santimamiñe". A. Cava (en la revista "Sautuola" de 1975) ha ofrecido un cuidado análisis de la industria lítica para definir las etapas de ocupación de Santimamiñe después del Aziliense. En el sondeo estratigráfico de la cueva por Aranzadi, Barandiarán y Eguren se alcanzaron los casi 10 metros de profundidad. Un corte del relleno de Santimamiñe -realizado por J. M. de Barandiarán y conservado en el Museo de Vizcaya- señala ocho estratos, que coinciden con los publicados por Aranzadi-Barandiarán-Eguren en el tomo 2.° de su monografía (en una visión Este-Oeste del relleno del portal-vestíbulo, de julio de 1918) y con los del corte sintético incluido en el tomo 3.°. El problema de su identificación cultural está resuelto en sus líneas generales, pero aún quedan dudas en algunos detalles. Repasando las publicaciones de síntesis de J. M. de Barandiarán y las alusiones de otros investigadores se concretan unos niveles postpaleolíticos (V, Aziliense; IV, "Proto-Neolítico", en conchero sin cerámica; III, Neolítico, en conchero con cerámica; II, del Neo-Eneolítico y de la Edad del Bronce; I, de la Edad del Hierro; y superficial, con restos de la romanización y más recientes) y otros del Paleolítico Superior que habrá que precisar. Para J. M. de Barandiarán estos niveles más antiguos deben atribuirse al Auriñaciense típico con alguna probable pieza del tipo Chátelperron, a un Solutrense poco claro (acaso Superior) y al Magdaleniense terminal (Superior o Final). Al republicar don José Miguel en 1976 (dentro del tomo IX de sus "Obras Completas") las seis monografías de sus excavaciones en Santimamiñe (las tres primeras con las campañas antiguas y las otras tres con las de 1960 a 1962) incluyó una recapitulación y un apéndice sumamente útiles. Ahí se evaluaba todo lo anteriormente expresado y se definía de modo sintético la secuencia del yacimiento durante esos 20.000 años en que conoció una ocupación humana. Con ese apéndice se pueden salvar las dificultades de coordinar los datos incluidos en aquella serie de memorias: que, a veces, no encajan bien (por ejemplo, los modos de designar los niveles o capas del depósito, o su descripción formal y espesores) porque se tomaron de zonas relativamente alejadas en la extensión o en la profundidad del yacimiento, aparentando ser contradictorias.

Pinturas.

Descubiertas las primeras pinturas negras de su camarín por varios jóvenes en 1916, fueron Aranzadi, Barandiarán y Eguren quienes publicaron en 1925 una buena memoria descriptiva de las figuras con reproducciones en fotografía y calcos y una muy correcta lectura de los temas. Aparte de esos conjuntos de figuras, situadas en el camarín y en la llamada antecámara del santuario, de 1953 a 1962 fueron identificadas nuevas representaciones rupestres, al acondicionar el acceso turístico a zonas interiores de la cueva, a unos 150 m. de la entrada. En varias guías de la cueva (firmadas en 1966 por N. de Goicoechea y en 1969 por J. M.ª Apellániz), destinadas a un gran público, se refieren los conjuntos principales de figuras de Santimamiñe. Obviamente, la cueva tiene su tratamiento adecuado en las obras de mayor entidad sobre el arte paleolítico: de H. Breuil, P. Graziosi, A. Leroi-Gourhan, etc. El mejor conjunto animalístico de Santimamiñe se concentra en un lugar estrecho y algo elevado, de difícil acceso, a medio centenar de metros de la entrada: es el llamado camarín. Aquí y en la inmediata zona (la "antecámara") se concentran las figuras de animales de tamaños medianos o algo pequeños, pintadas en negro o grabadas. El más conocido de los paneles del camarín incluye una figura de caballo y ocho bisontes (seis de ellos completos). Otro, aprovechando una caída estalagmítica, ha sido pintado con tres figuras de bisontes (dos de ellos enfrentados) verticales; en otro conjunto próximo hay figuras de oso y de caballo y prótomos de ciervo y de cabra montés. El catálogo de figuras de Santimamiñe reúne unas cuarenta representaciones identificables: veintiséis figuras de bisonte, un uro probable grabado, seis caballos, dos o tres cabras monteses, una cabeza de ciervo, un oso pardo, un dudoso jabalí, y diversos trazos negros. Hay diferencias mínimas entre unas figuras y otras en cuanto a estilo y aspecto general: debidas, probablemente, no a un amplio margen de tiempo en su ejecución, cuanto a la intervención de diversas manos. Unos animales están representados por su simple contorno, otros ofrecen modelados y aparecen tratados con cuidado en el flanco e interior de los cuerpos. Salvo unas ocho figuras grabadas, el resto se pintó en negro intenso. Las cornamentas de los bisontes suelen ser filiformes, en tanto que los cuerpos, cascos, barbas y gibas se detallan con cuidado en bastantes ocasiones. En cuanto a dimensiones, por lo común las representaciones están reducidas a tamaños pequeños (normalmente a 1/4 0 1/5 del original): las cabezas solas (por ejemplo, del ciervo) se reducen algo menos, y algunos cuerpos enteros (así algún caballo o el oso) llegan a representar apenas 1/10 del tamaño del animal vivo. Alguno de los bisontes del "camarín" de Santimamiñe alcanza una alta calificación, por su modelado y realismo, en el contexto del arte rupestre de la época: incluso se les ha aproximado a figuras similares (éstas, de cierto, de dimensiones algo mayores) de sitios pirenaicos tan significativos como Niaux o Le Portel. Es grande la coincidencia en la datación de estas representaciones. Encajan bien con las características del ciclo magdaleniense antiguo de H. Breuil: "solútreo-magdaleniense" de E. Ripoll o F. Jordá, o "estilo IV antiguo" (esto es, desde el Solutrense avanzado hasta el Magdaleniense Inferior o Medio) de A. Leroi-Gourhan. Leroi-Gourhan ve en Santimamiñe un caso muy típico de "santuario profundo" correctamente estructurado, especialmente en el grupo del camarín con la combinación habitual caballo más bisonte, referible al Magdaleniense III o IV.

Ignacio BARANDIARÁN MAESTU