Pintor vizcaíno, nacido en Portugalete el 14 de octubre de 1928.
Cuando tenía seis años se trasladó con su familia a Bilbao. Cursó estudios de aparejador en la escuela de Arquitectura de Barcelona. Su afición a la pintura fue introducida por su padre, que era un gran aficionado. Se inició frecuentando el mundillo de los pintores de José Luis Pérez Díez, Agustín Ibarrola, Ismael Fidalgo, etc.
Ha participado en multitud de exposiciones tanto individuales como colectivas en Bilbo, Gasteiz, Donostia, Madrid, Bermeo, Córdoba, y en diferentes pueblos de la geografía de Bizkaia. Ha recibido diversos galardones, y de entre sus obras destacan: Akelarre, Bodegón, Campesinos, La ría de Bilbo, Baztán, Figuras, etc. Su obra se encuentra dispersa en diversas colecciones particulares.
El Marqués de Lozoya (Madrid, 1973), lo ve así:
"Samperio se incorpora a la mejor tradición vasca de pintura. Hay en sus magníficos paisajes una visión sobria, varonil, austera, del grandioso campo de Vasconia, visto a una luz templada, que no deslumbra, que permite captar los más finos matices de las cosas. Es un arte el suyo que podríamos llamar "silencioso", que exige para su contemplación un cierto recogimiento. Los valles, las laderas, adquieren una solemnidad casi religiosa".
Carlos Arean (Madrid, 1973):
"Los amplios cubos de sus casas se contrapesan a las distancias exactas, prefiriendo el aplomo racionalista a la vibración sentimental. Menos perceptible es a primera vista ese aplomo en los paisajes campesinos, pero basta ver la manera cómo la sombra y la luz se contrapesan en superficies amplísimas, para darse cuenta de que incluso entre los verdes densos y los reflejos filtrados caben también los más construidos esquemas. El color es el más habitual en la escuela vasca. Un color denso y con leves multitonalizaciones, con contrastes nunca excesivos y con una seriedad que le obliga a acudir a los fundamentales del iris, pero no a los evanescentes o inaprensibles. La factura es densa y con múltiples capas superpuestas".
J. M. Álvarez Emparanza (Donostia, 1974):
"Lo que destaca en el arte de Samperio es su fina sensibilidad pictórica. No se limita en una reproducción realista o naturalista, sino que va buscando su propia interpretación pictórica, que, basada en una figuración honesta del paisaje, trata de alcanzar, de aprehender, todo lo subjetivo que ofrece la naturaleza cuando se sabe prescindir del detalle para lograr plasmar en el lienzo una visión del paisaje sin sujeción a su propia delimitación natural. Combinación de gamas calientes y frías sin contrastes violentos que dan a la obra una "atmósfera" de sensibilidad que se transporta al contemplador del cuadro".
Luis de Lázaro Uriarte (Bilbo, 1974):
"Desde sus inicios más definidos y concretos, nuestro pintor manifiesta predilección por composiciones racionales y elaboradas, de ésas que no dejan cabo suelto y que no pagan tributo a románticos alardes imaginativos. Pintura en la que hasta el color, en gamas sordas de sepias, tierras y medias tintas, se ciñe a propósitos estructurales. Tal vez la lección distante de un Vázquez Díaz, filtrada vocacionalmente a través de influjos intermedios, se patentice en esta preferencia de Samperio por los medios tonos doblegados y supeditados, a manera de simple contrapunto, a la solidez de unos esquemas traducidos en solideces de firme traza. Al subrayar esta propensión de Samperio hacia una casi arquitectural concepción del cuadro, pensamos únicamente en filiar su pintura de acuerdo con venerables tradiciones clásicas que tuvieron en Cézanne su glorioso epígono dentro de la pintura contemporánea. (...)".
Luis de Lázaro Uriarte:
"Pero hay en Fernando Samperio otra faceta que interesa críticamente destacar a efectos de su actual coyuntura plástica: la del color dominante en sus últimos lienzos. Las coloraciones circunscritas al dibujo y contorno nítidos, van cediendo en pro de una mayor libertad de toque y de mancha. Sin embargo, es curioso constatar que lo cromático, en Samperio, jamás se libera definitivamente de sus arquitecturas plásticas del lienzo. Por más que caliente progresivamente la paleta, a pesar de que sus pigmentos deriven hacia rojos, ocres cálidos y verdes enterizos, en lugar de sus matizaciones sobrias de un antaño aún próximo, siempre los cromatismos más recientes de Samperio denotan objetivos fundamentales de no romper la equilibrada unidad de la composición".
Álvarez Emparanza (Pintura Vasca Contemporánea; Donostia, 1978):
"Denota en su obra una fina sensibilidad colorista, dentro de cierto sentido austero de su paleta. Va buscando la luz tamizada, el cromatismo atenuado, pero reflejando, con su sentido onírico, la luz del paisaje vasco"