Monarkia eta noblezia

Pipino de Heristal

(633-714) Mayordomo del palacio real de Austrasia desde 679. Ejerció de hecho la soberanía real en tiempos de Clodoveo III, Childeberto III y Dagoberto III. Los Anales de Metz, dicen que el año 691 de la Encarnación, 688 de nuestra Era, Pipino de Heristal, Mayordomo de Palacio, dirigía expediciones contra los Sajones, Frisones, Alemanes, Bávaros, Aquitanos, Vascones y Bretones, cuyos duques se habían aprovechado de la negligencia de los últimos príncipes para sustraerse poco a poco de su autoridad. Pipino logró reducir a algunos de ellos a su obediencia pero los demás quedaron independientes como estaban. En este texto llama la atención la mención separada de aquitanos y de vascones como si se tratara de dos ducados independientes el uno del otro. Como no da sus nombres todo queda tan oscuro como antes porque tampoco se sabe de una manera cierta cuándo falleció Lupo I, quien, indudablemente, era duque de Aquitania y de Vasconia. Entre la última noticia de Lupo I y la primera noticia del siguiente, Eudón, median treinta y siete años de silencio histórico. No se sabe, pues, cuándo muere Lupo y cuándo asume el poder Eudón, pero entretanto aparece esa mención de los anales de Metz que desconcierta un tanto:

Igitur anno ab Incarnatione Domini DCXCI, Pippinus singularem Francorum obtinuit principatum. Correctisque omnibus pravitativus, quae in illis partibus per cupiditatem et iniquitatem principum per multos annos adoleverant, cunctam illam patriam in Christi servicio florentem pacatissimamque reddidit. Ex hoc ergo tempore non de principatu Francorum, sed de diversarum gentium adquisitione, quae quondam Francis subiecta fuerant, invicto Principi certamen instabat, id est contra Saxones, Frisiones, Alemannos, Baiowarios, Aquitanos, Wascones atque Brittones. Harum gentium duces contumaciam versi, a Francorum se dominio per desidiam praecedentium principum, iniqua se praesumptione abstraxerant.

(Ann. Franc. Metens. ap. "Bouquet", II, 680).

Así pues en el año 691 de la Encarnación del Señor Pipino consiguió el principado único de los Francos. Y corregidas todas las perversidades, que durante muchos años se habían desarrollado en aquellas partes por la ambición e iniquidad de los príncipes, consiguió que toda aquella patria fuera floreciente y tranquilísima en el servicio de Cristo. Así pues a partir de este tiempo al invicto príncipe le instaba la preocupación, no del principado de los Francos, sino de la adquisición de los diversos pueblos que en otro tiempo habían estado sometidos a los Francos, es decir, la lucha contra los Sajones, Frisones, Alemanes, Bávaros, Aquitanos, Vascones y Bretones. Los jefes de estos pueblos, contumaces, con inicua presunción se habían sustraído al dominio de los Francos por la desidia de los príncipes precedentes.