Kontzeptua

Pasos fronterizos

En la Edad Media, aproximadamente a partir de mediados del siglo XIII, los reyes cristianos empezaron a gravar los productos importados y exportados de y para sus reinos como forma de incrementar sus ingresos fiscales. De ahí que fueran surgiendo una serie de cordones aduaneros en los límites entre reinos, a un lado y a otro de las fronteras. En el caso del Reino de Castilla y León, los puestos se situaban en la costa cantábrica, en la zona del Bidasoa y entre Guipúzcoa y Álava y el reino Navarra, entre Castilla y Navarra en la zona del Ebro y entre Navarra y Aragón, al Oeste. Cuando alguno de estos reinos se integra en otro, los monarcas respetaron las características fiscales de cada uno, de tal forma que aunque tenían el mismo monarca, sus instituciones y su sistema aduanero no variaron. Los diferentes tipos impositivos dieron oportunidades para contrabandear, creando tensiones entre los monarcas y algunos de sus reinos. Estas tensiones se fueron agravando a medida que se difundieron y a veces se aplicaron con rigor medidas de corte mercantilista a partir del siglo XVII, como hizo Francia en su frontera con la Navarra de este lado de los Pirineos. Así, incluso en reinos con el mismo monarca nos encontramos con gravámenes diferentes en uno y otro reino en la misma frontera, como era el caso entre Castilla y Navarra. Estas disfunciones se veían acentuadas por la longitud de las líneas fronterizas, la orografía y el elevado coste de la multitud de puestos aduaneros.

Entre Guipúzcoa y Navarra, del lado guipuzcoano estaban las aduanas de Tolosa, Ataún y Segura. Del lado navarrro, Goizueta, Leiza, Gorriti, Arriba, Azcárate, Huarte-Araquil, Irruazu, Arbizu, Echarriz-Aranaz, Bacaicoa, Iturmendi, Urdain y Alsasua. Con Álava, del lado alavés, Santa Cruz de Campezo. Del lado navarro, Ciordia, Olazugutia, Larraona, Gastain, Zúñiga, Genevilla, Cabreo, Maraón, Aguilar... Entre Castilla y Navarra, del lado castellano Logroño, Alcandre, Calahorra, Rincón de Soto, Alfaro y Cervera y del lado navarro Viana, Mendavia, Lodosa, San Adrián, Azagra, Milagro, Corella, Cintruenigo, Fitero... y a veces sus resguardos. Con Aragón del lado navarro Garde, Burgui, Bigüezal Yesa, Lumbier, Sangüesa, Caseda, Cascastillo, Fustiñana, Novillas, Ablitas, Monteagudos.. y del lado aragonés Fago, Salvatierra, Tiermas, Sos, Castiliscar, Sadaba, Novillas, Mallén Magón... Con Francia de lado navarro, Vera, Echalar, Zugarramurdi, Urdax, Maya, Errazu, Butguete, Orbaiceta, Izalzu, Uztarroz...

Estos puestos aduaneros y sus respectos resguardos no evitaban el contrabando tanto por los Pirineos, dada la abigarrada orografìa, como por el cordón del Ebro, por su gran extensión. El contrabando lesionaba los intereses fiscales del monarca, pero acabó también afectando a sectores artesanales e industriales que necesitaban de la protección aduanera para poder resistir a la competencia exterior. Cuando estos dos intereses confluyeron, la unidad del mercado interior acabó por convertirse en una realidad, al menos aduanera. Los pasos fronterizos dentro de un mismo reino o estado desaparecieron.

Tras 1841 estas aduanas interiores entre reinos y provincias se suprimieron y sólo se mantuvieron las existentes con Francia y las nuevas de la costa.

  • GARCÍA-ZÚÑIGA, Mario. "Aduanas y mercado". TORRE, Joseba de la (ed.). Cien años de historia. Navarra siglo XIX. Pamplona, 1994.