Pintoreak

Olaortua Unceta, Pelayo

Pintor vizcaíno nacido en Gernika en 1910, murió en Bilbao el 5 de marzo de 1983.

Realizó sus primeros estudios de pintura con Antonio Torcal en Bilbao (1927) y con Cecilio Plá durante los años 1931 a 1933, para después ingresar en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid, donde cursó pintura y profesorado de Dibujo. Fue dos veces pensionado en la Residencia de Paisajistas de El Paular en 1935 y 1936. En 1943 expuso por primera vez en Bilbao en la Sala Alonso, con gran éxito. Después de su presentación en Bilbao, colgó sus cuadros en las Galerías Pallarés de Barcelona, en 1944, y en 1945 en la Sala Syra; en 1947 en el Círculo Mercantil de Zaragoza. Este mismo año concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid. Expuso en Bilbao, en 1946, en la Provincial de Bellas Artes, consiguiendo una Segunda Medalla, y a continuación presentó sus obras nuevamente en la Sala Alonso, en exposición personal. En esta galería de arte siguió exponiendo sus nuevas obras hasta el año 1950. Después de un corto tiempo de inactividad expositora, vuelve a exponer en la Sala Arte de Bilbao sin interrupción, con temas de París. Viajó a Palma de Mallorca en 1948 para exponer en las Galerías Meliá al mismo tiempo que concurría a la Exposición Nacional de Bellas Artes. En los salones Macarrón, de Madrid, presenta a la consideración del público y crítica cuadros en exposición colectiva con los "Cuatro Pintores Vizcaínos". En 1950 concurre a la Exposición Nacional de Bellas Artes, y en 1951 toma parte en la I Bienal Hispanoamericana de Arte con un cuadro titulado Bodegón en Bilbao. Fue pensionado en 1952 para ir a Roma y París. En 1953 celebró una nueva exposición en el Salón Dardo, de Madrid, siendo tanto el éxito que alcanzó que se vio obligado a presentar otra exposición al año siguiente, o sea, en 1954. Coincidiendo la exposición de Madrid de 1953 también expuso en la Exposición de Pintores y Escultores en Artesanía Española, en Bilbao.

Sus temas preferidos son los paisajes, marinas y bodegones, sobresaliendo en general temas de París y del País Vasco. No obstante, ha pintado temas de otras regiones, sobre todo de Castilla, Baleares y Rioja. Pelayo de Olaortua residía en la capital vizcaína, pero pasaba largas temporadas en París, donde contaba con buenos amigos y buen número de clientes, estando muy considerada su obra artística, por haber expuesto en varias ocasiones en exposiciones colectivas e individuales.

Entre sus obras destacan: Estampa antigua de Bilbao, Ondárroa, Viejo restaurante en el barrio latino, Rompientes, Calle de Mundaka, diversos bodegones y pinturas de varios pueblos de su Vizcaya, en los Museos de Arte Contemporáneo de Madrid y de Arte Moderno de la capital vizcaína, así como en colecciones particulares.

Juan de Irigoyen lo ve así (Bilbao, 1943):

"En la obra que nos ofrece Olaortua se adivina claramente la documentación adquirida por el pintor con el estudio de las obras maestras de museos; y la seguridad de composición, pensada con el efecto pictórico a lograr y destacar, aromatizada con un regusto clásico que recuerda a ratos maneras de hacer y concebir términos y planos, como en las escuelas clásicas. Fondos y lejanías, primeros términos, masas de arbolado y verdura, peñascales y figuras, son elementos tratados con ese baño y matiz de recuerdos, que dan solera y sentimiento a los cuadros. Cada cuadro es una composición en la que el modelo le ofrece disposiciones limitadas de luz, alineamientos, planos y volúmenes, que Olaortua conjuga valorándolos con todos los recursos de un arte íntimo, personal, ungido de emoción; pero que gusta de ajustarse a las normas obligadas y a postulados ineludibles en la preparación y montaje del paisaje, concebido integralmente". "Olaortua relaciona el carácter típico de sus paisajes con sugerencias y reminiscencias de otros ya clásicos; y no es raro ver en sus cuadros un rincón de primitivo, italiano o flamenco, con sus amasamientos finos de vegetación de alto valor decorativo. Unge sus producciones con un cálido color, en el que aparece éste iluminado con reflejos perlinos, transparentes, dentro de una gama suavemente teñida de dorados ocres y cadmios".

Mariano Tomás (Madrid, 1950):

"No sabemos en qué tendencia clasificar a este paisajista. Es más que impresionismo, y es menos -y no es este 'menos' medida de calidad- que realismo, pudiéramos llamar a tal estilo, de gracia transparente, de levedad sutil. En los lienzos de Olaortua se reúne lo sustantivo del realismo y lo objetivo del impresionismo, la solidez de lo primero y la sutileza de lo segundo, cosido todo con una hebra impalpable, tantas veces impalpable e inconseguida, de la pura emoción".

Sánchez Camargo (Madrid, 1950):

"Una preocupación por hallar interpretaciones con sinceridad de entrega, que deja en la tela la impronta de la pura emoción que detuvo los pasos del pintor (...). Recorriendo las gamas de la materia, atendiendo a la disposición de los colores bases y de los complementarios, fijándose bien en la gracia final de cada paisaje, veremos mejor el esfuerzo y el estudio que representa cada lienzo. Y en esta producción se atiende bien a la depuración íntima que de ver y sentir ha hecho encontrarse modo y forma (...). El pintor, sin querer, ha informado a su obra de un fuerte acento lírico; pero éste surge sin propósito previo de 'hacer literatura', sino que la sinceridad de cada hallazgo se halla impregnada en la tela con la propia sensibilidad con que el pintor ha sorprendido la luz que pasaba en un momento determinado. Viejas casas, viejas calles, ese mundo triste y melancólico de París, aparece puro y no 'deshecho'".