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NAVIERA BILBAÍNA

La Naviera Bilbaína, S.A., se creó en Bilbao el 20 de octubre de 1942, por iniciativa conjunta de las Navieras Aznar y Vascongada y con el respaldo financiero del Banco de Vizcaya. El objetivo, según las palabras de sus promotores, era evitar el traslado de buques y sociedades navieras hacia otras plazas, como había sucedido con la Naviera Bachi, adquirida pocos meses antes por la sociedad holding del gobierno alemán en España Sofindus -que trasladó su domicilio a Madrid- y como parecía que iba a suceder con las Navieras Amaya y la Marítima Unión. La nueva sociedad se creó con un capital de 160 millones de pesetas repartido en 320.000 acciones, una parte de las cuales se ofrecieron a los accionistas de estas sociedades a cambio de sus viejos títulos, y el resto, más de la mitad, quedó en manos de las empresas promotoras, las Navieras Aznar y Vascongada y el Banco de Vizcaya, que controlaron el Consejo de Administración y la dirección y se reservaron los puestos más importantes (José Luis Aznar, de la Naviera Aznar, la presidencia; José Luis Anchústegui, del Banco de Vizcaya, la Vicepresidencia; y Alejandro Zubizarreta, de la Naviera Vascongada, la gerencia). La Naviera Bilbaína, a su vez, pasaba a controlar el Consejo de Administración y la Gerencia de las dos compañías adquiridas, puesto éste último desempeñado por Alejandro Zubizarreta. Desde finales de los años cuarenta, las familias Aznar y Zubizarreta fueron aumentando su participación en el capital social y en los órganos de gobierno de la compañía. A la muerte de José Luis Aznar en 1951, Zubizarreta fue nombrado presidente, cargo que simultaneó con la gerencia. Tras el fallecimiento de este último, en 1963, Eduardo Aznar Coste asumió la presidencia de la empresa, mientras que la gerencia recayó en un sobrino de Zubizarreta, Eduardo Ibarrondo Frías. Aunque sociedades jurídicamente independientes y, con órganos de gobierno y dirección distintos, la dirección y explotación de las Navieras Bilbaína y Vascongada se llevó, en la práctica, de forma coordinada y conjunta. Ambas se integraron dentro del grupo naviero liderado por la familia Aznar y la Naviera del mismo nombre y participaron de forma conjunta en varias sociedades de fletamentos y consignaciones creadas para cubrir las necesidades de las navieras de este grupo.

Desde su creación, la Naviera Bilbaína se colocó entre las veinte mayores compañías navieras españolas, puesto que no abandonó hasta mediados del decenio de 1980. La empresa, no obstante, careció inicialmente de una flota propia, funcionando con la flota de sus sociedades filiales Marítima Unión y Naviera Amaya, alquilada en time-charter por contratos de un año de duración, que se fueron renovando. Aunque desde marzo de 1943 tuvo la autorización de la Subsecretaría de la Marina Mercante para adquirir la flota de ambas compañías, la compra se hizo de forma muy gradual y espaciada en el tiempo (en abril de 1943 se compra el Eolo, en abril de 1946 los Marte, Júpiter y Neptuno, en agosto de ese mismo año el Guecho, en abril y mayo de 1947 el Josiña y el Manu) y se financió con la venta de las acciones de esas empresas. Como sucedió con las otras navieras del grupo Aznar, la renovación de la flota de la Naviera Bilbaína se inicia a partir de 1956, aunque se intensifica durante el decenio de 1960. Los nuevos buques fueron bulk-carriers y madereros, destinados a los principales tráficos servidos por la compañía, el tráfico de importación de carbón y cereales de América y el de importación de madera de Guinea. Prueba del esfuerzo de renovación acometido en este periodo es que, si en 1958 la Naviera Bilbaína explotaba una flota de 7 buques con 42.319 toneladas de peso muerto y una edad media de 42 años, diez años más tarde el tonelaje en explotación era de 103.679 toneladas y tenía una edad media de 9 años (el número de buques no había variado). Entre 1969 y 1970 la empresa contrató otros cuatro buques de similares características con Euskalduna y Juliana Constructora Gijonesa. A la altura de 1973, la flota de la compañía alcanzó su mayor tamaño: 10 buques con 173.294 toneladas de peso muerto.

La renovación de la flota obligó a la empresa, a partir de 1959 en adelante, a ampliar su capital (el inicial se había reducido en 1946 hasta los 32 millones de pesetas, a través de devoluciones en efectivo a los accionistas) y a endeudarse, sobre todo, aunque no de forma exclusiva, con la banca pública. Durante los años sesenta los fondos propios pasaron a representar menos del 50 por 100 del pasivo de la compañía, mientras que el exigible a largo plazo representó más de la mitad. En el decenio de 1970 la compañía recurrió a nuevas ampliaciones de capital y al crédito bancario. Las nuevas construcciones se financiaron, no obstante, mayoritariamente a través de las líneas de redescuento de la Banca privada y de la emisión de obligaciones hipotecarias, adquiridas por las Cajas de Ahorros. Además del esfuerzo financiero desplegado para renovar su flota propia, la compañía intentó entrar a principios de los años setenta en el tráfico de petróleo, de forma conjunta con las Navieras Aznar y Vascongada, una operación financiada exclusivamente por una línea de crédito aportada por la banca pública y un grupo de bancos privados liderados por el Urquijo y el Hispano Americano.

El estallido de la crisis económica, que afectó con especial gravedad al negocio marítimo, puso a la empresa en una situación financiera cada vez más difícil. La caída en los ingresos debido a la contracción de la demanda y la reducción de los fletes hizo imposible afrontar el pago de los costes financieros y los costes de explotación, que iban en aumento. La Naviera Bilbaína tuvo que vender algunos de sus buques, endeudarse a corto plazo y solicitar el aplazamiento de algunos pagos (seguridad social, vencimientos de créditos) para conseguir liquidez suficiente como para continuar la explotación de sus buques; también acudió a un expediente de regulación de empleo. La inversión conjunta con Vascongada y Aznar en el tráfico de petróleo acabó fracasando y las tres navieras rescindieron los contratos de construcción de los petroleros. En el caso concreto de la Naviera Bilbaína, otros dos factores agravaron aún más su situación: el hundimiento del Luchana en 1986 y el litigio con Bazán, en su calidad de avalista de la sociedad Argos Marítima (una empresa creada en 1981 por Vascongada y Bilbaína para transformar el petrolero Urquiola en un bulk-carrier), que provocó el embargo y la detención de varios buques, lo que dejó a la compañía con tan solo dos buques en explotación a partir de esa fecha. Finalmente, la compañía fue disuelta en 1993.

Jesús Mª VALDALISO GAGO (2007)