Sailkatu gabe

MUJER (HISTORIA: MODERNA Y CONTEMPORÁNEA)

Acceso a la política II. Dolores Ibárruri, la Pasionaria, es quizá la figura femenina vasca de mayor relevancia política (local, nacional e internacional). En 1920 pertenecía ya a la agrupación socialista de Somorrostro (Bizkaia), que posteriormente se integró en el Partido Comunista. Ese mismo año fue elegida miembro del comité provincial del partido; en 1930 era miembro del comité central; en 1936 obtuvo el acta de diputada por Asturias; durante la guerra fue vicepresidenta de las Cortes de la República y se distinguió como oradora y propagandista de la causa republicana. Tras la guerra civil y la derrota de la República, se exilió. Nunca dejó la política, siguió trabajando en Rusia y, tras la Dictadura de Franco, volvió a obtener un escaño en el Congreso de los Diputados. Sigue siendo en 1988 la única figura indiscutida en el Partido Comunista de España. La Pasionaria es una mujer del pueblo, autodidacta, hija y esposa de mineros, su familia era católica y con ideas políticas cercanas al carlismo. La lucha por su subsistencia y la de su familia la condujo a la lucha revolucionaria. Nació y se crió en una de esas zonas de pobreza cercanas a la gran ciudad, que parecen la cara oculta del progreso y de la industrialización.

Otra mujer del pueblo fue Casilda Méndez; desde muy joven se afilió a la C. N. T., y como miembro del movimiento libertario participó en el movimiento revolucionario de 1934, siendo encarcelada por ello; el triunfo del Frente Popular permitió su liberación; participó activamente en la guerra, colaboró con las tropas milicianas en la defensa de Irun, y tras su caída pasó a Francia, entró de nuevo en España por Cataluña y siguió con las tropas libertarias en el frente de Aragón; posteriormente, se encargó de un taller de confección de ropa; volvió al frente y, junto con las tropas, se retiraría de nuevo hacia Francia al entrar los nacionales en Cataluña; luego el exilio en Francia. En este país vive desde 1939. Durante todos estos años ha mantenido sus ideas anarquistas. De las mujeres estudiadas hasta ahora es, quizá, la que más rompió con la norma social de su juventud. Ella, y sus compañeras de partido, vivían con arreglo a una moral libertaria muy diferente de la moral social de la época. Fueron las únicas que durante la guerra estuvieron en los frentes como combatientes. Aunque su actividad como tal no fuese muy destacada, sobre todo, tras la reorganización del ejército republicano en 1938, fueron progresivamente desplazadas a labores de retaguardia en los frentes. Los lemas que por esa época proclamaba la Pasionaria eran: «Los hombres, al frente; las mujeres, a la retaguardia. Hombre a luchar; mujer a trabajar». De hecho, la propia Casilda asegura que: «en el frente de Aragón las mujeres teníamos siempre adjudicada la segunda categoría o la tercera; hablo de la mayor parte. En algunas ocasiones se nos permitía ayudar en las faenas de la cocina y, en otras, intervenir en los combates» (Jiménez de Aberasturi: Casilda Ed. Txertoa, p. 49).

María de Maeztu desarrolló una labor de política diferente, desde posiciones de independencia ideológica, aunque cercanas a la derecha por su relación familiar. Nació en Vitoria en 1882, se estableció en Bilbao como maestra nacional. Desde muy joven se distinguió por su avanzadas ideas pedagógicas, de las que hizo continua propaganda en conferencias por todo el país. Completó sus estudios en el extranjero y, posteriormente, estudió Derecho. Fue una propagandista excepcional del valor de la educación para las niñas. Primo de Rivera la designó miembro de la Asamblea Nacional. En 1926 fundó el Lyceum Club, con un grupo de mujeres entre las que destacaban Victoria Kent y Zenobia Camprubí, siendo su primera presidenta. Las mujeres del Lyceum eran, por su representación social e intelectual, un grupo de élite muy importante por servir de ejemplo al resto de las mujeres, muy alejadas de esas cotas de cultura y que eran miradas con cierta suspicacia por parte de la población masculina, en especial por el clero. Desde el Lyceum abogaron por la implantación del derecho de voto para la mujer.

En 1934 Pilar Primo de Rivera fundó en Madrid la Sección Femenina de la Falange; en 1936 se fundaron las delegaciones de Vizcaya y Guipúzcoa, dirigidas por M.ª Teresa Díaz de la Vega y Concepción López Dóriga; y poco después la de Navarra al frente de la cual estaba Josefina Arraiza, y la de Vitoria. Surgió con un objetivo fundamental: ayudar a los hombres falangistas en su lucha política. Mientras que la guerra supuso para los grupos anteriormente citados -Emakumes y Margaritas- el inicio de su fin, para las falangistas fue el comienzo de una labor de más de cuarenta años. La S. F. comparte con los otros grupos la forma de trabajar y su dedicación preferente a ayudar a los varones y a movilizar a la población femenina en torno a sus ideales políticos. Se diferencia en que su marco geográfico se extendió por toda España y en la gran trascendencia que tuvo durante y después de la guerra. Pilar Primo de Rivera tuvo la habilidad de compaginar la fidelidad a los principios de su hermano José Antonio (el fundador de Falange Española), con lo dispuesto por el general Franco, logrando así para su organización la dirección de todos los movimientos de mujeres y el control ideológico de la población femenina de la totalidad del Estado. Su rígida disciplina, su jerarquización y su obediencia fueron sus mejores armas. Durante la guerra se encargaron las falangistas de las labores propiamente femeninas de retaguardia. El Decreto de 28-XII-1939 concedió a la Sección Femenina «la formación política y social de las mujeres españolas en orden a los fines propios de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS», más la movilización, formación y educación profesional de las mujeres del Movimiento, la formación para el hogar de todas las mujeres dependientes del Estado y la organización del Servicio Social de la mujer (véase: La mujer en el período franquista). Los servicios que realizó la S. F. se caracterizaron por su uniformidad estatal. Durante bastantes años sus actividades estuvieron dedicadas a buscar y cultivar lo que se entendía por femenino, siendo las más asiduas defensoras de la mujer en el hogar. Entre sus afiliadas se formaban las Instructoras de Juventud, las Rurales, las Profesoras de Hogar, las de Educación Física, y las de Formación Cívico-Social y Política, y las Asistentes Sociales, encargadas de las labores de dirección nacional, provincial o local. Con el paso del tiempo y tras el inicio de la industrialización, la S. F. cambió gran parte de sus planteamientos y empezó a presionar para alcanzar mejoras para la población femenina española, colaborando en la elaboración de algunas leyes: Ley de Derechos Políticos, Profesionales y de Trabajo de la Mujer (22-VII-1961); Participación Política de la Mujer (diciembre de 1968); Derechos Laborales de la Mujer Trabajadora (Decreto de 20-VIII-1970); Ley de Relaciones Laborales (1975/1976) en la que se consagró el principio de igualdad de derechos entre las mujeres y los hombres ante el trabajo.

Esta última ley coincide con el fin de la S. F. y el inicio de la Democracia Española que abrió nuevas perspectivas políticas y terminó con la uniformidad que aparentemente existía hasta entonces, ya que hacía bastante tiempo que había grupos de oposición al régimen -en el exilio y en el interior-. La labor de las mujeres en la oposición se había concentrado en los grupos feministas, y en los partidos de oposición tanto nacionalistas como de ámbito estatal, aunque en ningún caso ocuparon puestos importantes. Tras la muerte de Franco, se estableció una monarquía democrática en España, y la nueva Constitución reconoció a Euskal Herria y al resto de las regiones el derecho a cierto autogobierno. Se diversificaba y multiplicaba la acción política, al poder participar dentro de los partidos o en la administración pública (local, provincial, autonómica y nacional). Sin embargo, no se notó un aumento sustancial de las mujeres en el ámbito público, aunque sí hay un progresivo aumento cuantitativo.

La conclusión que puede sacarse de todo lo anterior es que, durante el siglo XX, las mujeres han ido incorporándose muy lentamente a la política conforme lo permitían las leyes. Es ésta la actividad a la que más les está costando integrarse a las mujeres. Todavía se mantiene una mayor afiliación y participación política entre las mujeres relacionadas con políticos. Sigue existiendo cierto recelo hacia esta profesión por parte de la población femenina, y hacia la idea de que la mujer debe incorporarse plenamente a la política si quiere que su igualdad legal se transforme en igualdad efectiva, participando en todas las instancias de poder donde se toman decisiones de futuro y en las que se elaboran las leyes.

Mujeres que han ocupado cargos públicos en las administraciones públicas locales, provinciales y nacionales.
Dictadura de Primo de Rivera. 1927 María de Maeztu, maestra. Miembro de la Asamblea Nacional. 1927 Josefina Olóriz Arcelus, maestra. Miembro de la Asamblea Nacional. También fue Concejal del Ayuntamiento de San Sebastián. 1926 Viuda de Ibarra, Concejal del Ayuntamiento de Bilbao. 1926 René Castellón, Concejal del Ayuntamiento de Bilbao. 1928 Concepción Pérez Baturones, Concejal del Ayuntamiento de San Sebastián. 1928 Carmen Resines, Concejal del Ayuntamiento de San Sebastián.
República. 1933 Pilar Careaga, ing. industrial, monárquica por Bilbao. 1933 M.ª Rosa Urraca Pastor, maestra carlista por Vizcaya. 1936 Julia Alvarez, maestra. Diputada socialista por Madrid. 1936 Dolores Ibárruri. Diputada comunista por Oviedo.
Franquismo. 1970 X Legislatura. Pilar Careaga, representante en Madrid por la Administración Local. Participó en las comisiones de Presupuestos y Leyes Fundamentales. Alcaldesas: Alava: (7-1973) M.ªTeresa Martínez (Marquínez, 277 h), maestra, soltera. (6-1974) M.ª Josefa Ochoa Echévarri (Llodio, 17.100 h.) licenciada. soltera. Guipúzcoa: (3-1971) Sabina Zurutuza Apalategui (Ataun, 2.307 h.) maestra, soltera. (3-1973) Mercedes Idido y Olascoaga (Fuenterrabía, 12.471 h.) S. L., casada. Navarra: (3-1974) Petra Paternain Idoate (Olloqui, 200 h.) S. L., soltera. (9-1973) Socorro Ortega Herreros (Requena de los Campos, 150 h.) Asistente Social. soltera. Vizcaya: (7-1979) Pilar Careaga de Lequerica (Bilbao, 405.908 h.), ing. industrial, casada. (6-1969) Emilia del Barrio Aguirre (Castillo, 842 h.) Prof. de Hogar, soltera. Concejalas: En Alava hubo en 10 pueblos, 12 concejalas. En Guipúzcoa hubo en 12 pueblos, 15 concejalas. En Navarra hubo en 4 pueblos, 4 concejalas. En Vizcaya hubo en 18 pueblos, 19 concejalas. Pertenecían a los Consejos Provinciales de la Sección Femenina: 4 mujeres en Vizcaya, 5 en Guipúzcoa, 3 en Pamplona y 4 en Vitoria. Era algo mayor el número de mujeres que pertenecían a los Consejos Locales.

Ascensión MARTÍNEZ