Lexikoa

MAGDALENIENSE

La cultura magdaleniense es una de las más brillantes en la Prehistoria del Sudoeste de Europa. Se desarrolla durante el final de la Ultima Glaciación (Würm IV o Tardiglaciar), aproximadamente entre los años 15000 y 9500/8500 a. de C. En esta época el hombre ocupa numerosas cuevas de los territorios de Aquitania (cuencas del Garonal Dordoña), estribaciones del Pirineo y Cornisa Cantábrica. Las condiciones muy frías y bastante secas del final de la glaciación Würmiense ofrecen en este período la sucesión de tres etapas especialmente rigurosas en clima (Dryas I, II y III) interrumpidas por dos interestadiales muy atemperados (Bölling y Alleröd). El País Vasco se incluye en esta etapa prehistórica en el denso mapa de concentración de grupos humanos del ámbito francocantábrico, participando de utillajes, modos de vida y códigos expresivos (en arte) comunes. Aquellas gentes pertenecen a la estirpe del «hombre de Cro-Magnon» (Homo sapiens sapiens), antecesor inmediato de las poblaciones «actuales». La máxima intensidad de la regresión marina del würmiense parece darse hace unos 17.000 años: cuando las aguas del Cantábrico estaban a un nivel unos 120 m. más bajo que el actual y, por tanto, avanzaba la línea de costa -según los parajes- entre 4 y 12 km. mar adentro con respecto a la que ocupa ahora. A partir de esos años, a comienzos del Magdaleniense, se producirá el lento ascenso del Atlántico en las costas de Aquitania y litoral vasco-cantábrico hasta alcanzar hacia los años 5000 a. de C. un nivel aproximado al actual. El territorio, con pocas especies arbóreas en general (eran sobre todo de hoja perenne) y más abundancia de praderas, soportaba una variada población de herbívoros a cuya captura especializada se dedican los cazadores del Magdaleniense. Animales de bosque y sitios próximos (ciervo, por ejemplo, en parajes con brezo abundante, o corzos y jabalíes), u otros de paisaje más abierto (caballos, bisontes o renos) y de zonas de roquedo (cabras montesas y sarrios) son cazados frecuentemente. La captura de algunos peces de río (salmones, reos y truchas) y hasta de mar (en zonas de ensenada y playa, aprovechándose de pleamares), la recogida de moluscos (lapas, bígaros, ostras, almejas, mejillones, etc.) y de diversos productos vegetales proporcionan a los magdalenienses su suministro en alimentos. Las gentes que en el Magdaleniense habitan en el amplio territorio francocantábrico adquirieron una especial destreza en el aprovechamiento de los recursos naturales, lo que marca una tendencia a la estabilización y al progreso de las poblaciones. Se advierte una notable especialización de los cazadores del Magdaleniense vasco- cantábrico: se seleccionan las piezas (ya no se hacen capturas indiscriminadas), especialmente ciervos y crías, se establecen cazaderos que se frecuentan con asiduidad y se descuartizan las piezas en el mismo lugar de su captura reteniéndose y llevando a los lugares de acampada estable determinadas partes y subproductos (sobre todo de patas y cabeza). El Magdaleniense se presenta como un bloque cultural con un equipamiento de utensilios de fuerte cohesión interna: la tradicional subdivisión del Magdaleniense en seis etapas se agrupa en dos bloques genéricos: uno sin arpones, cuya periodificación interna (I, II y III) tendría por guía algunos tipos particulares de azagayas; y otro con arpones (IV, V y VI).