Escultor del siglo XV originario de Tournai, ciudad hoy belga pero entonces incorporada a la corona francesa. Fue el más notable de los artistas que trabajó para el rey Carlos III El Noble de Navarra (1387-1425) encargándosele el conjunto escultórico sepulcral de este rey y de su esposa Doña Leonor.
Es mencionado por primera vez con el nombre de Juan Le-home de Tortay (sic.) en el Diccionario de antigüedades del reino de Navarra, de José Yanguas y Miranda (Pamplona, 1840), III, pág. 366. Esta noticia la recoge Iturralde y Suit en Memoria sobre las ruinas del palacio real de Olite (Pamplona, 1870), págs. 16-17. La importancia de Lome como escultor encargado del sepulcro real en la catedral de Pamplona fue destacada por Pedro de Madrazo [y Kuntz], España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia: Navarra y Logroño, 3 tomos (Barcelona, 1886) I.. Este último autor publicó una parte del importante documento de 1416 pero ya que no estaba enterado de la existencia del documento conocido por Yanguas y Miranda, conjeturó que Lome pudiera ser de origen italiano. El único estudio dedicado específicamente a este artista ha sido de Bertaux, Emile, "Le mausolée de Charles le Noble á Pampelune et l'art franco-flamand en Navarre", Gazette des beaux-arts. 3e période, XL/2 (1908) (págs. 89-112). Este publicó en su totalidad los documentos citados por Madrazo y también añadió otros de importancia. Los autores posteriores, en su mayor parte, han contado con el estudio de Bertaux. Finalmente, en 1977, aparece en Pamplona editado por la institución Príncipe de Viana Jehan Lome y la escultura gótica posterior en Navarra de R. Steven Janke, que aporta un mayor refuerzo documental y efectúa un estudio de su producción. De esta última obra extraemos, pues, las pocas fechas biográficas que conocemos y las conclusiones.
Lome aparece mencionado por primera vez en documento de 1411 infiriendo Janke que el soberano navarro lo pudo haber traído de Francia en su último viaje. El sepulcro real, la única obra escultural importante encargada por Carlos el Noble que ha persistido a través de los siglos, permanece como un tributo a su buen gusto y sus intereses estéticos. Lome sirvió como escultor principal en la corte de Navarra. La obra de fecha más temprana que realizó para el rey, un bajorrelieve de San Juan Bautista que fue tallado en el año 1411, no ha sobrevivido el paso del tiempo. Sin embargo, el cenotafio, comenzado en 1413 y terminado en 1419, atestigua la excelencia de su instrucción y de su capacidad. El sepulcro, de forma tradicional, demuestra que Lome era un soberbio escultor que seguía un estilo elegante aunque algo conservador; también sirve para destacar el interés de Carlos III en el desarrollo artístico francés de principios del siglo XV, especialmente el de París. Es significativo que Lome no hubiera completado el sepulcro por sí solo; él más bien dirigió un taller bastante grande en Olite, donde también se encontraba parcialmente encargado de la construcción del palacio real, el cual habría de servir como residencia principal de Carlos III y doña Leonor. Los albañiles que ayudaban a Lome en ese momento -Johan de Lisla, Michel de Reyems, Aneqin de Sorça, Vicent Huyart, Collin de Rems, Johan de la Garnia, y Johan de Borgoyna- representaban una experiencia personal de gran diversidad, incluyendo orígenes en varias regiones de Francia -Champaña, Picardía, y Borgoña-. La existencia de una armonía general entre los varios elementos figurativos del sepulcro se debe a que Lome diseñó cada una de las figuras, como lo evidencia la relación entre los diseños del ropaje en las figuras particulares. El que Lome no hubiera exigido una adhesión absoluta a su manera de tallar lo atestigua la variedad de las características estilísticas personales evidente en las figuras. A causa de tales diferencias individuales, el sepulcro sirve como una especie de "libro de texto" de estilos de aquel período. Los plorantes varían desde los de forma muy esbelta, pasando por los de proporciones muy realistas, hasta incluir otros cuya forma maciza está relacionada con el estilo establecido por Claus Sluter en Borgoña.
El estilo de Lome puede ubicarse a medio camino entre estos dos extremos. Debió de ser personalmente responsable de las efigies, las cuales constituyen indudablemente la parte más significativa del encargo. Estas conforman, evidentemente, con una tendencia conservadora del arte de principios del siglo XV y no con las características innovadoras introducidas por Sluter en el sepulcro ducal de Dijon. Las proporciones de las figuras de Lome no se exageran; sus vestiduras están realizadas de modo que las figuras parecen estar de pie en vez de reclinadas; descansan bajo grandes doseles abovedados. Ninguna de estas características concuerda con la manera de proceder de Sluter. Las efigies y la totalidad de la obra de Lome pertenecen más bien a la tradición tournai-parisiense de principios del siglo XV. A causa de la habilidad de Lome, la belleza del alabastro en el cual fueron talladas las figuras, y su excelente estado de conservación, las imágenes sepulcrales no son solamente los ejemplos más importantes que nos quedan de esa tradición, sino que también se cuentan entre las efigies más significativas que se conservan del período gótico posterior.
La participación de Lome y su taller en la ejecución de dos ventanas en el gran salón del palacio real de Olite también la comprueba la documentación. El trabajo en el sepulcro se detuvo en 1414 para que los albañiles pudieran dedicarse a otras tareas más apremiantes respecto al trabajo en el palacio. Esas ventanas aún existen, aunque se encuentran deterioradas. Una ménsula de un pequeño patio superior también atestigua la presencia del maestro y sus ayudantes. Estas labores de talla aumentan numéricamente la lista de obras atribuidas al taller de Lome, de la misma manera que acrecientan nuestra comprensión de los intereses estéticos que imperaban en Navarra en aquel período. Se ha frustrado para siempre un estudio de la suntuosa decoración interior del palacio de Olite debido al desastroso incendio causado por el general Mina a principios del siglo XIX.
De la participación posterior de Lome en la construcción del palacio de Tafalla, la cual fue encargada por Carlos III varios años después de la muerte de doña Leonor, sólo se conservan unas pruebas documentarias y algunos dibujos del siglo XIX; este segundo palacio fue completamente destruido en el siglo pasado al sobrevenir la segunda guerra carlista. Perdemos de vista a Lome por algún tiempo después de la muerte de Carlos III en 1425. Su ausencia parecería ser el resultado de una pérdida de documentos y no de su despido del servicio de doña Blanca I, heredera de Carlos III, ya que su nombre vuelve a aparecer en los registros desde 1438, año en que se refiere a su recibo de una pensión en 1437. Aunque estuvo trabajando en la catedral de Pamplona en 1439, los registros no nos permiten saber cuál fue el proyecto que se completó en aquel momento.
Subsisten en Navarra varias otras obras esculturales del mismo período que son de alta calidad, pero no pueden ser asignadas a ningún artista o taller particular a base de la documentación existente. Sin embargo, varias de estas obras revelan una marcada relación estilística y técnica con el sepulcro real y pueden atribuirse, por lo tanto, al taller de Lome. Una de ellas es la puerta del crucero norte de la catedral de Pamplona, comúnmente llamada puerta de San José; otra es la efigie preparada para don Sancho Sánchez de Oteiza mientras éste servía como deán de la colegiata de Santa María de Tudela (1409-1420). Un tercer monumento, el segundo sepulcro preparado para don Sancho Sánchez de Oteiza -éste en la catedral de Pamplona-, también se relaciona en algunos aspectos con las obras ya comentadas. Data de los años posteriores al nombramiento de don Sancho como obispo de Pamplona en 1420. Otra obra que ejemplifica estos diversos estilos es el sepulcro de mosén Francés de Villaespesa, canciller de Navarra, y de su mujer doña Isabel de Ujué en la colegiata de Tudela. Parece probable que el taller real, bajo la dirección de Lome, hubiera ejecutado las efigies, mientras que otros albañiles-escultores, quienes habían sido empleados con toda probabilidad por los herederos del canciller, se encargaron de la escultura sepulcral restante. Su labor no parece haber sido completada hasta finales de los años veinte del siglo XV, el sepulcro Garro, que se encuentra en el claustro de la catedral de Pamplona. Contiene la serie más importante de figuras navarras de la primera parte del siglo XV que demuestran una afinidad estilística con el desarrollo borgoñón, estando terminado al menos ya en el año 1422. El sepulcro de doña Juana, hija de doña Blanca y don Juan de Aragón, acrecienta nuestro conocimiento de la variedad de los monumentos góticos existentes en Navarra antes de la destrucción ocasionada por la moda cambiante y las guerras. El arca sepulcral que se conserva en Pamplona está apoyada sobre los lomos de unos leones y está adornada con una serie de escudos en los cuales están representadas las armas de Aragón y de Navarra, alternadas en una serie regular. Este tipo no se encuentra por lo común en Navarra,aunque pueden hallarse algunos ejemplares en Aragón. La efigie, conocida únicamente a través del dibujo de Poleró, parece haber sido de una calidad y un tipo parecidos a los de la figura de doña Isabel de Ujué, mujer de mosén Francés de Villaespesa, y, como ésta, debe asociarse con el taller de Lome.
Aún se encontraba éste trabajando como escultor cerca de la frontera oeste de Navarra, en el pueblo de Viana, al sobrevenirle la muerte, en enero de 1449. Aunque su estilo fue suplantado por un nuevo gusto estético, su obra principal, el sepulcro de Carlos el Noble y doña Leonor, permanece inigualado entre los monumentos funerarios de Navarra.