Udalak

Lekeitio

Historia, IV. Noticias del siglo XVIII. La villa de Lekeitio tenía en el año 1740 dos barcos con una cabida total de cien quintales, además de un patache de doscientos quintales y doce lanchas, según se desprende de una inspección de todas las embarcaciones que existían en el señorío, efectuada en el citado año (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. VI, p. 225). Una descripción anónima de este año retrata así a los lekeitarras: Sus habitantes son económicos y bien entendidos, algunos matemáticos y enseñan pilotage: Hay al presente sobre setenta pilotos que han estudiado en esta villa, navegando con mucho crédito en las armadas reales y navíos de particulares, son también dados al comercio el que no se puede adelantar por que no hay salida para Castilla en este puerto, sino solamente de pescado fresco, por hallarse la villa de Bilbao mucho más cerca de ella con buenos caminos y otras // grandes conveniencias. Tratan algunos en hierro, llegará á nueve mil quintales los que se labran en toda la ría que desagua en este puerto, en ella hay siete herrerías, en estas doce fraguas. Las mugeres son muy laboriosas, á estas se debe casi toda la cosecha que se coje de vino; además de la marineria que se halla minorada por falta de pesca y sobra de armadas en que muere mucha gente como en otros viajes, pues este año mil setecientos treinta y siete en un navio de San Sebastian que venia de Tarranoba cargado de Bacalao y se perdió con toda la gente á la entrada de los Pasages en cuatro de octubre dia de San Francisco perecieron de este puerto veintidos honbres los mas escojidos en edad y habilidad: El navio se llamaba San Francisco. El Capitan Francisco y el piloto tambien Francisco. Hay // buenos gremios de carpinteros, canteros, zapateros, labradores, y otros oficios de calidad, que la gente de tierra es tanta como la marineria fuera de la Ciudad de San Sebastian es el mejor lugar y de gente mas politica que hay en toda la costa de la provincia de Guipuzcoa y Señorio de Vizcaya en esta tierra, dentro fuera de Bilbao, Durango la puede competir; Bermeo lleva mucha ventaja en la pesqueria por razon de su buen puerto, buenas y cercanas calas abundantes. Y se conoce en la fabrica de la Iglesia y en las paredes desmoronadas de sus canales, fué algun tiempo lugar de mucha suposición [Ref. Rz. Herrero: Descripción sumaria de la Villa de Lequeitio, "Estudios vizcainos" n.º 2]. De Lekeitio salieron en una leva hecha en abril del año 1757 cuatro artilleros, seis marineros y cuatro grumetes, para formar un contingente de marinería con destino al Ferrol (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. VI, p. 324). De un censo, efectuado en el año 1760, sobre la gente de mar existente en el Señorío de Vizcaya se desprende que en Lekeitio había noventa y dos marineros y artilleros y cuarenta y seis grumetes, además de 17 hombres que se encontraban en la Armada real, diez en la compañía de Guipúzcoa, doce en Buenos Aires, catorce navegando en los mares de Andalucía y 21 en diferentes naves de comercio (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. VI, p. 337). En el repartimiento que se hizo en el Señorío para cubrir el personal del nuevo barco San Juan Nepomuceno, botado a comienzos de 1767, Lekeitio tuvo que contribuir con 4 marineros y 1 grumete (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. VI, p. 376). Desde hacía tiempo el ayuntamiento de esta villa se había apropiado de las ermitas de San Juan Evangelista y Santa Catalina, introduciendo en ellas diversos pertrechos de guerra. El fiscal eclesiástico de la diócesis, enterado de ello, tomó cartas en el asunto. Sin embargo, el asunto no fue nada fácil, ya que el ayuntamiento hacía caso omiso de los mandatos llegados de los tribunales eclesiásticos. Finalmente, el 11 de diciembre de 1780 quedó resuelto el asunto con el desalojo de tales pertrechos, a pesar de la oposición de las autoridades del ayuntamiento (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. VI, p. 465-467). En 1779 se hizo un reconocimiento de los fuertes que había en la costa del Señorío. En el memorial que presentó el síndico encargado consta cómo el fuerte de Santa Catalina de Lequeitio tenía 2 cañones de 18 libras con cureñas de navío y bandera blanca. El de San Juan de la Atalaya, de la misma villa, tenía otros 2 cañones del mismo calibre. En la campa de dicha Atalaya había dos piezas iguales a las anteriores, y 4 cañones de antigua fundición, del calibre de 10 libras, inservibles (Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorio de Vizcaya", t. VI, p.

Guerra de la Convención. El 28 de agosto de 1794, al ser destruida Ondárroa por los franceses, las tropas españolas que allí se encontraban se retiran a Lekeitio.

Guerras carlistas. En 1833 la mayoría de los campesinos y clases urbanas bajas de las provincias vascas, Cataluña y Aragón toman las armas contra el gobierno liberal. En el País Vasco el ejército carlista dominará pronto extensos territorios, exceptuando las capitales y algunos pueblos. Lekeitio, estando en manos de los liberales, será fortificada en agosto de 1834, por real orden del gobierno. Pero el 12 de abril de 1836 será conquistada la plaza fuerte de Lekeitio por los carlistas. Sus 800 soldados capitulan. Durante el año 1875, segunda guerra carlista (18-72-1876), los carlistas artillaron las poblaciones de la costa que más les interesaban para sus desembarcos de armas, etc., como Lekeitio, Deva, Bermeo, Motrico, etc., y tan bien actuaron las baterías situadas en estos puntos que los buques liberales de guerra apenas se atrevían acercarse a tierra. El 10 de julio de ese año la fragata "Vitoria" bombardeó la villa y posteriormente la de Ondárroa.

Las mejoras de Abaroa. Pascual de Abaroa fue el artífice del bello Lekeitio de finales de siglo. Un artículo periodístico de 1892 glosa las mejoras introducidas: "Imposible sería hacerse cargo de la radical transformación sufrida por esta hermosa y pintoresca villa -decía-; si para ello se tomara exclusivamente en cuenta el esfuerzo de su administración municipal, dada su importancia, la cuantía de los recursos de su ayuntamiento y lo que ordinariamente puede esperarse del celo y la rectitud de su administrador en el manejo de los fondos públicos; pues aun dada la concurrencia de estos factores que gustosamente reconocemos, no sería posible explicarse la serie de mejoras y reformas que en pocos años se han realizado en dicho pueblo. Al espíritu celoso y emprendedor de los lequeitianos en pro de los intereses comunes, hay que añadir un elemento poderosísimo sin el cual no sería fácil la explicación de sus mejoras llevadas a feliz término en estos últimos años o en vías de ejecución. En efecto, de no haber existido allí la familia de Abaroa y de no haber contado aquel pueblo con un bienhechor como su ilustre hijo, don Pascual de Abaroa, ni ostentaría hoy la joya artística de su preciosa iglesia parroquial, ni hubiese sido posible dar cima a sus reformas en el alcantarillado, la traída de aguas, la construcción de sus fuentes y del magnífico lavadero y, sobre todo, de la soberbia avenida de Pascual, que circuye y limita al pueblo en toda su extensión, desde su entrada llamada del Portal, en la carretera antigua de Bilbao, hasta su terminación en el amplio y nuevo puerto. Con estas mejoras ya terminadas o en vías de realización, además de las que anteriormente había realizado aquel hijo predilecto de la villa edificando un nuevo hospital agregado al antiguo hospicio, ha podido colocarse ésta en la situación ventajosísima en que se encuentra, hasta el punto de figurar como una de las primeras villas del litoral cantábrico. Si a esto se agrega la importantísima reforma de su puerto, cuya extensión y ventajosas condiciones hacen que pudiera ser considerado en primera categoría, y además el espíritu emprendedorde los hijos de este pueblo, que no han vacilado en formar una sociedad para implantar una mejora en el alumbrado público y particular, como es el de la instalación de la luz eléctrica, se comprenderá que no nos excedemos. Actualmente se está terminando una plaza de toros de mampostería y madera, que se inaugurará para las fiestas de San Antolín. También se ha cambiado el frontón actual y se van a instalar algunas industrias".

Nuevo incendio (1903). "La Gaceta del Norte" del 21 de febrero de 1903 insertaba telegramas procedentes de Lekeitio dando cuenta del pavoroso incendio desarrollado la víspera en aquella localidad. A las dos de la mañana se inició el fuego en la fábrica de conservas situada en el distrito de Arrane, propagándose a cinco casas. Se telegrafió al gobernador para que enviase rápidos auxilios, porque apenas se contaba con medios para sofocar el voraz incendio. Las dos brigadas de bomberos de Bilbao salieron sin pérdida de tiempo en dirección a Lekeitio. El incendio, declarado en la fábrica de conservas "La Verídica", de Ignacio Echeverría, contabilizó importantes daños tanto en la fábrica como en el edificio perteneciente a la cofradía de mareantes, así como en el edificio y establecimiento de Bartolomé Correa. Las llamas se propagaron a las casas inmediatas a la fábrica, aunque pudo evitarse que cobrase las enormes proporciones que en un principio se temía. A las siete de la mañana quedaba extinguido, pero a las cuatro, la fábrica de conservas era un inmenso montón de escombros. No se produjeron desgracias personales, aun cuando todo el vecindario rivalizó en actos de valor para dominar las llamas.

Guerra de 1936-1939. Al estallar la guerra de 1936-1939 estaba en poder de las fuerzas leales a la República. El avance de las columnas nacionales por la línea costera se detuvo tras la ocupación de Ondárroa en octubre de 1936, estabilizándose la línea del frente entre ambas poblaciones. La iglesia de la compañía fue convertida en cuartel de milicias y el palacio de la emperatriz Zita en hospital de la Cruz Roja. José Rodríguez Espina murió en la matanza del 4 de enero de 1937 en Bilbao. Desde mediados de septiembre los republicanos ocuparon el palacio de Zubieta, convirtiéndolo en cuartel y haciendo salir a la propietaria M.ª Adán de Yarza y Mazarredo. Los primeros que lo ocuparon pertenecían a la Acción N. Vasca y después al Partido Comunista. Al iniciarse la gran ofensiva de las fuerzas del general Mola sobre Vizcaya las posiciones vascas en Lekeitio sufrieron diversos ataques a lo largo del mes de abril, siendo finalmente ocupada la villa vizcaina el 29 de aquel mes por efectivos de la brigada mixta "Flechas Negras". El palacio de la emperatriz Zita de Austria pereció en un incendio. Entrevistado después Ignacio de Arámbarri Aguirreamalloa, administrador de la familia imperial austríaca en Lekeitio, manifestó: Que antes del incendio del palacio de la emperatriz Zita, había sido ofrecido y aceptado como hospital de la Cruz Roja, para que éste se estableciese en la planta baja y quedasen precintadas y garantizadas el resto de las habitaciones. A raíz del fusilamiento del cónsul austriaco don Guillermo Wakonigg fueron precintadas todas las dependencias de la parte superior por orden del comité rojo, previa expulsión de la administradora D.ª Albine Stohr, esposa del declarante y de nacionalidad austríaca. Más tarde, los precintos fueron violentados y saqueadas las dependencias antedichas por el mismo personal sanitario encargado del hospital, saqueo que continuó durante todo el tiempo que siguió ocupado el palacio. El 27 de abril cargaron en varios camiones todos los objetos de valor que pudieron sacar y después lo incendiaron, quedando reducido totalmente a cenizas. Entre los objetos más interesantes y de más valor que se hallaban en el palacio, y han desaparecido en el saqueo o en el incendio, figuran: el mobiliario personal de ropa blanca y de vestir de la familia real de Austria Hungría; tapices, pieles, objetos de orfebrería, tules, encajes; un cuadro representando a la emperatriz Ludovica (autor desconocido), otro representando al emperador Francisco I (de autor desconocido), otro representando al archiduque Otto, obra de Flatter, otro al archiduque Otto, obra de Forglen, otro representando al archiduque Félix, debido a Fini Zuprecht, y cuatro miniaturas; igualmente se han perdido las imágenes, cálices, armonium con su papeles y libros de música; la biblioteca con 3.000 volúmenes; plata labrada y alhajas montadas. Calcula que las pérdidas ascienden, sin contar el edificio, a un millón de pesetas. Aparte del valor intrínseco y artístico del palacio, tenía un valor histórico extraordinario, habiendo sido residencia de la reina Isabel II antes de serlo de la emperatriz Zita. Sobre su emplazamiento se halla hoy el Hostal de la Emperatriz. Los bienes del palacio de Zubieta fueron trasladados a Bilbao por orden del Gobierno Vasco. Destacaban un gran número de cuadros, de firmas conocidas, entre ellos tres de Goya, mobiliario de valor, como sillerías, tapices, alfombras, relojes, etc., objetos de plata, arañas artísticas, todo lo de la capilla, como vasos, ornamentos, etc., ropas. Otra pérdida atribuible a la guerra fue el archivo de protocolos del notario Gerardo Arriola y Aguirre. Este comunicó que "después de haber sido detenida toda su familia y ante noticias ciertas de que iba a ser perseguido, salió de Lequeitio el 20 de octubre, refugiándose en San Juan de Luz, de donde pasó inmediatamente a San Sebastián, incorporándose a la España nacional. Su archivo de protocolos se mantuvo intacto hasta que, días antes de la entrada de las tropas en Lequeitio. lo trasladaron a Guernica, donde se incendió totalmente".