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LEGAZPI

La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción es fundamentalmente una construcción del siglo XVII. Aunque en 1618 la iglesia estaba ya construida, el edificio sólo tenía algunos pilares y el crucero. De este modo, en 1634 Juan de Iturbe y Juan de Ibarzábal de Villarreal se comprometen a efectuar el último tramo del coro y su escalera. Sin embargo, a finales de la centuria el Visitador del Obispado mandaría que se derribaran las paredes de los costados y la cabecera. Así, el nuevo proyecto correspondería a Lucas de Longa, encargándose de la construcción -en 1700- Martín de Garro y Lázaro de Laincera Vega. Tras los exámenes efectuados por Martín de Zaldúa primero y Esteban de Abaría después, en 1716 se inician las tres bóvedas del último tramo de la iglesia. En 1716 Pedro de Carrera asume la realización de lo que restaba por hacer, otorgándosele un plazo de cinco años y medio. Por otro lado, en 1762 Martín de Carrera diseñaría los cobertizos de los lados del edificio. El resultado de todo lo señalado es un templo columnario de tres naves, más alta la central, con bóvedas de crucería estrelladas. Además, los arcos presentan un apuntamiento propio del gótico, si bien el tratamiento de las molduras nos indica la cronología más avanzada de su confección. La torre se sitúa a los pies del templo. Posee tres cuerpos y actúa como fachada, hallándose unida a las naves laterales por medio de aletones.

El retablo mayor es un destacado mueble barroco realizado a principios del siglo XVIII. En 1713 Pedro de Quintana se compromete a erigirlo en un plazo de tres años. Aunque no se conoce el nombre del escultor que tomó parte en esa empresa, sí que sabemos que el responsable del dorado fue Juan Ochoa de Brevilla, quien otorgaría carta de pago final en 1717. Provisto de banco, dos cuerpos de tres calles y ático semicircular, conviene destacar el uso de columnas salomónicas y, sobre todo, estípites en el monumental organismo, además del profuso repertorio decorativo. Dotado de una inusual verticalidad, el conjunto resulta muy acertado. Los retablos laterales de San Ignacio y Santa Ana son anteriores. El primero de ellos fue ejecutado por Juan García de Berástegui, maestro arquitecto, y su suegro Juan de Mendiaraz, maestro escultor, quienes adquirieron el compromiso para ello en agosto de 1631. Como modelo para la imagen se señaló el de la misma advocación existente en la iglesia parroquial de Azkoitia, realizado por Miguel de Goroa. El de Santa Ana, por su parte, fue contratado en enero de 1637 por el mismo Juan de Mendiaraz, indicándosele que debía tener idéntica formulación arquitectónica que el anterior. Ya en 1639 Diego de Mayora se comprometería a efectuar la imagen que preside este retablo. El esquema arquitectónico de estos muebles es muy sencillo, con banco, único cuerpo provisto de dos columnas corintas y su entablamento como cierre. Los retablos laterales de San José y del Sagrado Corazón se realizarían a principios del siglo XVIII. Provistos de banco, cuerpo único ordenado por columnas salomónicas y un remate semicircular, se trata de realizaciones ciertamente modestas. Se conservan, además, en dependencias parroquiales, una serie de imágenes procesionales de Semana Santa, pertenecientes todas ellas al siglo XX.

La casa consistorial es una construcción iniciada en torno a 1730. Muy probablemente, el tracista sería también en esta ocasión Pedro de Carrera, mientras que los artífices materiales serían Santiago Eceiza, Vicente Guridi, Ignacio de Urcelay y Basilio Aguirreburralde. En 1734 ya se estaba realizando el primer suelo. Fallecidos los dos primeros maestros, José de Lizardi examinaría lo efectuado, indicando algunas variaciones para los dos cuerpos superiores. En 1737 Miguel de Beobide examinó el segundo piso, continuando con la obra Martín de Minteguía. Sería en 1750 cuando se finalizó completamente el edificio. Provisto de planta rectangular, en su fachada se disponen tres arcos, un balcón corrido y el escudo, potenciándose de esa forma el eje central.

El palacio Bikuña se erigió en la segunda mitad del siglo XVII. De planta rectangular, carece de patio interior y se cubre a cuatro aguas. La zona más antigua del edificio correspondería a una casa torre, constituyéndose esta zona en núcleo del edificio. Dado el desnivel del terreno en el cual se asienta, posee un pequeño sótano, disponiéndose sobre él la planta baja, la principal y los desvanes. La mitad inferior se realizó con piedra de sillería, mientras que la parte superior es de ladrillo. En la fachada sur posee una galería de madera, mientras que en la principal, la situada hacia el este, posee un acceso en forma de medio punto, igual que ocurre con la pequeña puerta situada a la izquierda. En la planta principal se disponen cuatro balcones, ubicándose en medio de ellos el escudo de armas del linaje.

La cruz de término de Mendiaraz es una realización de la segunda mitad del siglo XVI. La casa Olaetxe sería en origen casa torre también, manteniéndose algunos elementos que nos hablan de su carácter original, fundamentalmente algunas ventanas geminadas y el acceso principal provisto de tres arcos.

En el barrio Ergoena destacan el caserío y ferrería de Mirandaola. Esta última fue rehabilitada, pudiendo ser visitada actualmente. Al otro lado del río se sitúa un humilladero que alberga una imagen renacentista de San Miguel. Además, la ermita de San Miguel es una sencilla construcción. En Telleriarte sobresale el caserío Elorregi, edificio de grandes dimensiones que destaca por su porche formado por tres arcos apuntados, hallándose sus claves decoradas con motivos geométricos. La ermita de San Juan fue erigida en 1824. Además, mantienen restos de carácter gótico los caseríos Araiztegi y Ubitarte.

En Brinkola la iglesia de San Agustín es de cronología neoclásica. Se trata de una realización de modesta factura. Por otro lado, los caseríos Igeralde Goikoa y Agirreburualde mantienen accesos reseñables. Además, el caserío Etxe Haundi mantiene algunos vanos de carácter medieval, mientras que Guriditegi mantiene su escudo de armas. Por último, en el alto de Udana perviven algunos de los elementos del complejo minero de Katabera.

En cuanto a la escultura pública, señalemos que Ricardo Balenciaga cuenta con dos realizaciones en la localidad, una fuente con máscara en la plaza San Inazio y una figura abstracta realizada igualmente en 1991. A Ricardo Domínguez se debe la efigie de Harrijasotzaile y a Pilar Mencías el Caracol existente en Nafarroa Klaera, de 1991 también.

Bibliografía:
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  • Ignacio CENDOYA ECHÁNIZ
    Profesor de la U.P.V.-Euskal Herriko Unibertsitatea