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JUNTAS DE AVELLANEDA

Fue Avellaneda, hasta la extinción del régimen foral, el centro político de las Encartaciones, donde se congregaban los representantes de las mismas para tratar los problemas comunes.

En Avellaneda residía el teniente general del Corregidor de la merindad, funcionario establecido en 1401, a cuyo cargo estaban, por apelación en primera instancia, todas las causas civiles, políticas, criminales, militares y gubernativas, mientras que el Corregidor y los Diputados sólo conocían en apelación. Este funcionario debía ser no-vizcaíno y a él se apelaba de las sentencias de los alcaldes de los pueblos encartados. Desde la segunda mitad del s. XVI hay carcelero permanente para guardar de los presos. Antes de establecerse el Corregimiento (1401) la justicia corrió a cargo del prestamero mayor de Vizcaya, y en tiempos más remotos, cabe suponer que la justicia y administración merindal recayera en los cabezas de linaje, creándose así, a partir de una sociedad gentilicia, una casta dominante vinculada muchas veces a los apellidos Salazar, Valmaseda y Mendoza.

Las primitivas juntas se celebraban en la campa situada frente a la Casa de Juntas, al pie del árbol cuya especie se desconoce aunque se supone fuera un roble. Los libros de Acuerdos no lo mencionan; la única referencia al mismo aparece en una escritura de venta del 27 de octubre de 1587: «un árbol que está delante de la dicha cárcel y torre (de Avellaneda)». D. Antonio de Trueba afirma que dicho árbol fue cortado y quemado por los franceses. En la actualidad crece, frente a la Casa del Corregidor, un renuevo del árbol de Gernika. Posteriormente, en la casa torre de Avellaneda se habilitó una sala para la celebración de las reuniones que, con el tiempo, acabaron por celebrarse siempre allí.

Según el acta primera de 1554, presididos por el teniente de Corregidor, tomaban asiento los siguientes apoderados: Consejo de Güeñes, C. de Zalla, valle de Gordejuela, C. de San Martín de Sopuerta, C. de San Pedro de Galdames, C. de San Julián de Musques, C. de San Pedro de Abanto, C. de Santurce, C. de Santa María de Sestao, C. de San Salvador dei Valle, C. de San Román de Ciérvana, C. de Trucios, cinco concejos de Carranza, C. de San Miguel de Ahedo, San Juan de Biañez, Santesteban y Santa María de Soscaño del C. de Arcentales. También acudían varios pueblos burgaleses o «aforados de Moneo»: Moneo, Bustillo, Villalacre, Villarán, Momendiano, Villaventín, Bascuñuelos y Paresotas. Estos pueblos, denominados por el Fuero (Ley V, Tít. I) «adherentes», asistieron a Avellaneda hasta bien entrado el s. XVIII.

Hoy persisten muy modificados la Casa del Corregidor, la Casa de Juntas y el antiguo hostal de los junteros. Fueron varias veces modificados en el s. XIX y más tarde, en 1949. En 1635 se acordó poner el escudo de armas de Vizcaya en la puerta. En la Casa de Juntas propiamente tal hay unas escuelas y un museo. Este último posee el altorrelieve de la capilla, obra del escultor Bernardo F. de Belasco. La torre es un edificio cuadrado de sólidos muros almenados abiertos por escasas saeteras y pequeñas ventanas adinteladas protegidas por barrotes de hierro. En ella estuvo la cárcel de la merindad y la sala de justicia del teniente mayor de las Encartaciones. Con la supresión del régimen foral, la jurisdicción del teniente de Avellaneda fue asumida por el partido judicial de Valmaseda, en lo tocante a administración de justicia.

Idoia ESTORNÉS ZUBIZARRETA