Mendilerroa

IZKIZ

Las primeras exploraciones en grutas artificiales de la zona de Izkiz, entre Faido y Arlucea, fueron efectuadas por J. M. de Barandiarán en junio de 1917. Su informe a la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales fue: «En las descarnadas laderas de tantas colinas que se escalonan desde Faido hasta Marquínez, asoman las rocas areniscas de la época senonense..., cuyos verticales tajos ostentan 72 puertas de otras tantas grutas artísticamente excavadas. Son éstas unas ordenadas estancias, de muchas y variadas cámaras, y de una sola, a modo de pequeña garita, las más. Su planta es a veces semicircular, y otras completamente redonda, o también un perfecto rectángulo, sobre todo cuando las dimensiones son mayores, como en el que mide 6 o más metros de largo, 4 de ancho y otro tanto de alto, con dos o tres cámaras, además, abiertas en sus paredes. El techo presenta, en general, la forma de bóveda, de medio punto a veces, y rebajada casi siempre. Las paredes son, en algunas, nada más que desbastadas, y aún dejan ver las marcas del rudo pico con que se trabajó en ellas; mas otras, sin salir del mismo tipo de distribución y forma, muestran una labor más delicada, como si todas sus partes estuviesen labradas con finísimo cincel o hacha eneolítica; y otras, por fin, tienen completamente lisos el suelo, el techo y las paredes. ocultándonos así el nombre del instrumento con que se - trabajó en ellas». (...). «Es cosa extraña no dejaran en tan larga serie de muros excavados más figuras que las hasta ahora publicadas. Bien conocidos son los bajo-relieves de una de las cuevas de Marquínez...». A continuación daba cuenta de las figuras incisas y de dos pinturas halladas por él en las cuevas de Albaina y de Faido. y luego planteaba el problema del destino de las grutas artificiales en estos términos: «¿Cuál habrá sido el destino de estas misteriosas cuevas? En 29 de ellas conté l35 sepulturas. abiertas en el suelo y en las paredes; todas trapezoidales con ángulos más o menos redondeados y con una media canal labrada en los bordes donde, sin duda, ajustarla la tapa... ¿Serían grutas funerarias que, al mismo tiempo que contenían los cuerpos de los difuntos, eran templos donde se celebraban funciones prescritas por algún rito desconocido, o viviendas y cementerios a la vez, donde los vivos velaban por los despojos de los muertos? ¿A qué edad pertenecían los que socavaron tantas y tan hermosas grutas con tan larga serie de sepulturas'? No pudimos hallar ningún resto de mobiliario que nos solucionase esta cuestión. ni he sabido que se hallase antes...» Comparándolas, sin embargo, con grutas de igual factura estudiadas hasta entonces en España y en Francia, me atreví a concluir «que no sería muy aventurada la opinión del que creyese que estas grutas datan de la edad del bronce, sin que esto quiera decir que no han sido habitadas en épocas posteriores» (J. Miguel de Barandiarán, Investigaciones prehistóricas en la diócesis de Vitoria, Bol. de la Sdad. Aragonesa de Ciencias Naturales. Zaragoza, noviembre 1917). Unos años más tarde ( 1920) publicó el resultado más detallado de aquella exploración en el Boletín de la Sociedad Ibérica de Ciencias Naturales (Zaragoza, marzo-abril de 1920). En este artículo señaló la situación de cada una de las grutas de aquella zona. describía casi todas, ilustrando su exposición con croquis, en planta. de ocho de ellas, con la figura de un altar de nicho, de Faido. con la de una pintura arborescente de la misma localidad. con la de un grabado de Albaina que representa un hombre. con la de otros grabados geométricos de Urarte y la copia de una inscripción, al parecer de época visigótica, que descubrió en el dintel de la cueva superior del peñón de Kruzia o de Nuestra Señora de Faido. (J. Miguel de Barandiarán. El arte rupestre en Alava. Bol. de la Sdad. Ibérica de Ciencias Naturales. Zaragoza. marzo-abril 1920). «Pero este dato no es bastante para determinar la edad de las nuestras, pues está demostrado que el tipo inicial neolítico, lo mismo en los trabajos de construcción como en las manifestaciones de cultura espiritual, dura por largo tiempo, hasta muy, avanzada la edad del hierro. En una palabra: no sabemos todavía desde cuándo datan estas grutas. Cabré las cree neolíticas; (Avance al estudio de la escultura prehistórica de la Península Ibérica, Coimbra, 1918). Al doctor Eguren le parecieron eneolíticas, y el ilustre prehistoriador abate Breuil se inclina a considerarlas como de época romana (L'Anthropologie, T. XXVII, p. 444, París, 1916. Le.s bas-reliefs de Marquínez (Alava), Revue Archéologique. 1921, T. VIII, pp. 25-32)». Desde luego se puede asegurar que algunas de ellas son posteriores al neolítico, pues están abiertas con instrumentos de punta cónica muy fina que excluyen toda idea de empleo de la piedra. De las demás, poco se puede decir en concreto, pues las semejanzas traídas de acá y de allí no acaban de convencer. En el año 1921 volvió Barandiarán a ocuparse brevemente de estas grutas en «Eusko-Folklore» ( 1921 , núm. 12) para señalar el sentido popular, de carácter religioso, de varias de ellas. Más tarde realizaron otra prospección en las cuevas de Izkiz y en las de Corro, Telesforo de Aranzadi. Enrique de Eguren y Barandiarán, catalogaron 87 cuevas artificiales y luego publicaron el resultado en un folleto que editó en San Sebastián la Sociedad de Estudios Vascos (Grutas artificiales de Alava. San Sebastián, 1923). Treinta y dos años después de esta publicación apareció en «Cuadernos de Trabajos de la Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma» el estudio de Francisco Iñiguez Almech titulado: Algunos problemas de las viejas iglesias españolas, CSIC. Del. Roma. Después de breve descripción de varias de estas grutas, dice en la pág. 50 lo siguiente: «¿De qué fecha es todo esto? Si vemos solamente las plantas de las iglesias, la contestación es obvia: visigoda». No halla Iñiguez Almech razones para atribuirlas a época anterior a la visigótica. Tampoco son posteriores, según él, a la dominación árabe: si lo fueran hubiera constado el hecho en documentos de donación que en gran número han sido estudiados aquí por rebuscadores de archivos. Y en la pág. 51 concluye diciendo: «Si tal atribución (la de las grutas alavesas a la época visigótica) resultara cierta, tendríamos unos grupos monásticos visigodos bastante completos, con sus diversos núcleos de celdas, sus templos dúplices en tantos casos, las celdas con tumbas y todos los demás elementos que han ido saliendo al paso». Hay, en efecto, entre las 87 cuevas artificiales -dice Barandiarán- 13 ó 14 templos o capillas de planta semejante a la de muchas iglesias visigóticas. Los hay que tienen ábsides de planta en forma de arco de herradura. con altares de bloque salidizo, provistos de hueco para las reliquias, altares que siempre están situados en el lado oriental de la gruta. Los hay que tienen dos ábsides colocados en lados contrapuestos. En varios de estos templos existen también altares de nicho. En uno de ellos, situado en la peña de Kruzia (Faido), las paredes están pintadas con pintura roja, siendo una figura arborescente la única que hemos podido reconocer. Añádanse a esto las inscripciones y figuras grabadas que hemos visto y copiado en varias de estas cuevas, como la inscripción (¿visigótica?) de la gruta superior de Kruzia, la de la jamba de la primera gruta de las dos que existen sobre el camino que sube de Faido a Nuestra Señora de la Peña, otras recientemente descubiertas por Armando Llanos y colaboradores, en Laño (nombres en latín, cruz visigótica, crismón y figuras de animales), la figura humana de Sarratxo, el rosetón de una de las grutas de Santorkaria, los rombos y semirrombos de la Venta de Urarte, los relieves de Santa Leocadia en Marquínez, etc. Estos hechos pueden no pertenecer todos a la misma época, pero es indudable que algunos (los templos, ábsides y altares y varias de las inscripciones) deben datar del período visigótico y que en una zona extensa de Alava, desde Arlucea hasta Tobillas, hubo una población, quizá grupos cenobíticos, en dicho tiempo, tal vez antes. En 1962 publicó Barandiarán en el Boletín de la Institución «Sancho el Sabio» de Vitoria, una nota acerca de una cata realizada en el año 1928 en las peñas de Txarratu (Albaina), concretamente al pie de la de «El Montico». Entonces creyeron que la tierra removida por ellos cubría un abrigo roqueño artificial y que, siendo al parecer de formación prehistórica algunas de sus capas, cabría decir lo mismo de aquél. Pero esta conclusión queda ahora sin la base en que trató de apoyarla, porque después de trabajos recientes efectuados allí, el abrigo no pareció artificial. Aquella excavación, sin embargo, no fue inútil, puesto que dio a conocer que en aquel paraje hubo una población muy antigua, quizá anterior a la gruta artificial que ahora existe, abierta en el muro del mismo abrigo, a poca altura sobre la base de éste.Luego se pensó que en este relleno o tierra que forma el suelo de dicho abrigo podrían estar los escombros que acumulara el cantero o artífice de la gruta y que examinándolos en el contexto de las demás capas de tierra, sería posible determinar la época en que se trabajó en ella. Por eso realizó Barandiarán dos campañas de excavación al pie de las grutas situadas en los escarpes de Txarratu en los años 1965 y 1966. Son cuatro grutas. En el peñón de Sarratxo, que avanza en el acantilado, a modo de salidizo, se hallan tres, de las que dos -las bajas- parecen templos con sus ábsides y altares en su lado oriental. En el peñón de «El Montico», situado a pocos metros al oriente de las anteriores, existe otra así como una sepultura mural y una cueva inacabada. Al pie de las entradas de tales cuevas descubrió dos yacimientos arqueológicos: el de «El Montico» de Txarratu y el de «Sarratxo», y es en ellos donde efectuó las excavaciones. Ref. Barandiarán, J. M. de: Excavaciones delante de unas grutas artificiales de Izkiz (Alava), BISS, X, 1966, 173-184 (ilustraciones y gráficos diversos).