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IBARRA


Parroquia de San Martín de Zalgo

Edificio neoclásico levantado entre 1805 y 1831 con trazas de Alejo de Miranda, arquitecto academicista, y bajo la dirección de Mateo de Garay.

Ibarra contaba con una antigua parroquia de San Martín de Zalgo que estaba dominando el núcleo urbano desde una ladera, de origen medieval pero con ampliaciones importantes de principios del siglo XVI.

Cubierta con bóvedas, tenía coro, sacristía y campanario, y albergaba varios sepulcros y un retablo mayor renacentistas y varios laterales barrocos. Desde el siglo XVII el culto se fue trasladando a la ermita de San Sebastián, en el centro urbano, y la vieja parroquia se abandonó hasta que en 1799 el obispo de Calahorra en visita pastoral ordenó su derribo y la construcción de una nueva.

La parroquia tiene planta de cruz griega con los lados Este y Oeste más desarrollados, como gustaba en la arquitectura neoclásica. El espacio central se cubre con cúpula octogonal con ocho gajos, decorado con pinturas de Urbano Larrañaga de mediados del siglo XX, como las de la cabecera, realizadas en 1954 por M. Zugaza como marca la inscripción.

La fábrica es de mampostería con esquinas de sillería. Los brazos se abren con ventanas termales, tan usados por los neoclásicos. En 1954 el templo sufrió importantes reformas con Jesús Guinea y Emilio de Apraiz.

La imagen del titular, San Martín, es del siglo XVI y nos presenta al santo obispo entronizado y vestido con capa pluvial y mitra, y portando el báculo con la izquierda mientras que con la diestra bendice. Se dice que la imagen tenía una la fecha de 1545, pero no se le puede ver nada. En las reformas de 1954 se retiró el retablo mayor dorado en 1565 que procedía de la parroquia vieja, dejando en un alto la imagen, como está en la actualidad.

El sagrario es romanista, de principios del siglo XVII. Tiene un cuerpo sobre basa decorada con motivos geométricos entrelazados. La puerta del sagrario presenta un buen relieve de la Última Cena de composición envolvente y marco muy clasicista, de fina talla. Sobre ella hay un frontón partido, y a los lados, cuatro columnas toscanas. Tuvo que tener un expositor que sustituyó a otro original en 1773, pero hoy en día no conserva nada. Se dice que lo donó Alonso de Idiáquez Manrique de Múgica, conde de Aramaio y patrono de la antigua iglesia.

En la parroquia hay seis retablos laterales, puestos en los muros de los brazos laterales, cobijados en un arco pétreo.

El primero del lado del Evangelio es el de la Inmaculada, de estilo neoclásico, con columnas jónicas, un friso con guirnaldas doradas y óvalo en el remate. La imagen es moderna. El primero del lado de la Epístola está dedicado a San José y tiene una dinámica imagen barroca del siglo XVIII que procede, como otros muchos elementos, de la vieja parroquia.

En el crucero está el retablo de Ntra. Sra. de la Piedad, que alberga buena y bella talla de Mauricio de Valdivielso, el "santero de Payueta", donación del indiano Ignacio de Ormaechea. Debajo, talla barroca articulada de Cristo Muerto, en una urna de cristal, de la antigua parroquia. El retablo es neoclásico, de dos columnas jaspeadas y capitel jónico, con entablamento con campánulas y medallón flanqueado por guirnaldas.

En el otro lado del crucero se ubica el de las Ánimas, con un lienzo de la Virgen del Carmen con gestos dulces liberando a las ánimas, realizado por Manuel Vasco antes de 1842 con pinceladas suaves y fundidas. Los cuatro retablos citados fueron realizados por Rafael de Zabala y Albizu en 1849.

En los siguientes paños de la cúpula, están los dos últimos retablos. En el lado del Evangelio el de la Dolorosa, con talla donada por el indiano Ignacio de Ormaechea, y en el de la Epístola el retablo de la Virgen del Rosario, con una elegante talla de 1806 realizado por Juan Bautista Mendizabal. Ambas mazonerías son de Felipe Arrese de 1877 y son neoclásicas. Presentan un nicho de medio punto flanqueado por dos columnas compuestas jaspeadas y entablamento con campánulas. El segundo cuerpo es rectangular con un medallón en medio y rematado por un frontón.

La iglesia tiene dos campanarios bajos, de sillería, levantados entre 1822 y 1825 por Francisco de Arribi. Apenas sin decoración, los vanos tienen unos simples marcos rehundidos. Tienen cinco campanas, la más antigua de 1741, el resto de los siglos XIX y XX.

La sacristía es de 1821 y contiene una cajonería sin interés artístico así como dos mesas de estilo popular y un reloj de caja de 1860. Tiene tres imágenes del Crucificado, una de ellas romanista y de buena talla, procedente de la vieja parroquia.

La Sala de juntas tiene su acceso desde el presbiterio, y es el lugar donde se celebran las misas diarias. La preside una bella Andra Mari del siglo XIV avanzado, tocada con velo corto, ciñendo corona, y con el Niño en el regazo, aunque esté mutilada para vestirla. Puede que proceda de alguna ermita.

La pila bautismal procedente de la antigua parroquia y es de copa lisa, pie cilíndrico y decoración de garras en la base. Son neoclásicos y de la época de la construcción de la parroquia el coro, el órgano, la sillería coral y los cantorales.

La parroquia tenía buenas dotaciones de indianos que hoy en día no se conservan en su mayoría. Las piezas más destacadas se custodian en el Museo Diocesano de Arte Sacro de Vitoria-Gasteiz.

Una de ellas es una custodia rococó del siglo XVIII de plata sobredorada, con adornos vegetales y de rocalla, de pie ovalado de perfil ondulado con relieves, y de gran calidad. También existen unas vinajeras del siglo XVIII, mexicanas, con marcas del artífice José Antonio Lince González. Son unas jarritas estriadas de cuello estrecho y pico largo, a juego con campanilla y salvilla, y fueron donadas por José de Mascaiano, indiano.

El cáliz y la patena de Vicente Goikoetxea, barrocos, también fueron una donación a la parroquia. El cáliz es dorado con mucho adorno de flores y ces, querubines y vegetales y con pie octogonal. Otra pieza destacada es el relicario de San Claudio y San Abundancio, barroco del siglo XVII con tapa convexa y decorado con cartelas planas y con marca del platero Pedro de Arenas.

Ermitas y otros edificios

Todas son de origen medieval pero reconstruidas en los siglos XVII y XVIII, y presentan analogías: planta rectangular, fábrica de mampostería, pórtico y frente abierto protegido por una reja. Algunos tienen espadaña y hasta torre.

Ermita de San Sebastián o "Sastiña". En la plaza de Ibarra. Construida en los años 1681-1689, por Antonio de Herrasti. Tiene sillares en las esquinas y vanos. Tiene espadaña en la fachada y torre. El coro es de madera, de tres cuerpos en forma de U, de 1680. contiene una imagen de San Sebastián, buena talla de hacia 1500. Muestra al santo atado con los brazos en alto, anatomía marcada y ancho torso, con aires góticos en los pliegues aristados y el cabello largo y rizado.

Ermita de Nuestra Señora de la Concepción, o de la Andra Mari de Ibabe. Santuario de mucha devoción. Reconstrucción de 1707-1709, con el cantero José de Amilburu. Tiene una cabecera semicircular con bóveda de horno adornado con una gran venera realizado en yeso, como toda la decoración interior. El coro es de 1706-1707, de Matías de Arriola. Tiene anexas la sacristía y la casa de la cofradía, de 1772 y 1784 respectivamente. Espadaña de 1780.

Contiene un retablo rococó, realizado en 1767 por Juan de Munar y dorado en 1770 por Manuel de Hano. Consta de dos cuerpos con basa, de planta movida, cartelas, rocallas y pinjantes, etc. Tendría una Andra Mari hoy perdida.

La talla fue realizada en 1689 por Pedro García de Zaroa, escultor popular seguidor del estilo de Gregorio Fernández. De este importante santuario proceden las interesantes vasijas de barro cubiertas con barniz blanco y decoradas que se conservan en el Museo de Ollerías.

Ermita de San Andrés de Goikoerrota. El edificio actual es de 1882, de propiedad particular. Edificio de mampostería con pequeño pórtico y abierto, alberga un retablito de la misma fecha de tres calles con imágenes de hechura popular en cada una de ellas, que son San Francisco de Asís, San Andrés y San Roque. Procedentes de la antigua ermita serán una imagen barroca popular de San Antonio de Padua y otra de la Dolorosa, ésta del siglo XVI.

Ermita de San Pedro de Arraga. De origen medieval, el edificio de mampostería actual es de 1892, levantado a expensas de un indiano. Con pórtico como las demás y abierto, tiene un pequeño retablito con las imágenes de San Pedro como papa y San Pablo, éste último, barroco.

En el caserío Arraga-Azpikoa, dentro de la cual se levantaba la vieja ermita de San Pedro, se conservan aún algunos restos. Entre otros, cabe destacar dos ménsulas y un capitel románicos fechados a finales del siglo XII o principios del XIII decorados con relieves esquemáticos, que junto a otros pequeños restos de Uribarri, son las únicas obras románicas de Aramaio.

Ermita de Santa Ana de Likiñano. Antiguamente dedicada a San Lorenzo, es una construcción de mampostería reconstruida en 1848-1850 y restaurada en 1974. Tiene espadaña neobarroca. En su interior conserva fragmentos de un retablo antiguo con la imagen de Santa Ana de fines del siglo XVI o principios del XVII. Son de devoción popular las dos imágenes de los "Santos Antonios", el de Padua y el Abad, ambas contratadas en 1675 y de ejecución tosca. Encima de ellos se sitúa un Cristo Crucificado.

Ermita de Santa Lucía de Elosua. La pequeña imagen gótica de la titular está muy repintada, es frontal, con la palma del martirio y una copa que seguramente tuvo sus ojos. Tiene recogidas otras imágenes de otras ermitas desaparecidas como San Andrés, San Antolín y San Pablo, las tres del XVI pero populares.

Existen referencias documentales de otras ermitas hoy desaparecidas que son de la San Antolín de Maskaiano, San Tirso o San Crispín, San Torcaz de Arriola y la de María Magdalena de Amezua o de Mendiola, algunas de advocaciones del santoral de la liturgia visigótica.

Arquitectura civil

Ibarra es el núcleo más poblado del valle de Aramaio, y por esta razón es el que más arquitectura moderna tiene. De todas formas, ha conservado la arquitectura rural de sabor popular en sus caseríos. Suelen ser edificios exentos y de mampostería.

En Ibarra se encuentra el caserío Maskaiano, el más antiguo de todo el valle de Aramaio, que data de 1454. La fachada principal se abre con arco carpanel de sillería con dovelas labradas.

Otros caseríos destacados son Berasategi, con fachada simétrica, dos arcos y balcón con barandilla de hierro a un lado, Zubialde, con dovelas talladas, Goiko-errota, casa de gran volumen y patín en la fachada y que debe su nombre al molino que albergó, e Iturrieta, del siglo XVIII y con horno de pan.

El caserío Arraburu es del siglo XVIII. La planta baja es de sillería así como los recercos de los vanos, y se separa de la primera con una línea de imposta. Un acceso es adintelado, otro de arco ojival. También destaca la casa Arraga gainekoa que tiene un acceso adintelado con una columna en el centro, de fuste liso, éntasis y capitel decorado.

Itziar AGINAGALDE LÓPEZ
Aintzane ERKIZIA MARTIKORENA (2006)