Udalak

HALTSU

Primeras noticias. La localidad es citada en el cartulario de Bayona, siglo XIII, y en las colaciones de la diócesis de 1760 bajo el nombre de Beata María de Halsou.

Brujería. También se encuentran indicios de prácticas brujeriles en Halsou a principios del siglo XVII. Una mujer de sesenta años, Catherine de Barrendeguy, declaró que se celebraban akelarres en su parroquia. En ellos una tal Marie Pipy d'Olgaray hacía de copera, una tal Ioannes d'Olgaray era la despensera del diablo y se solía ver a Hirigoien, vicario de la parroquia, bailando con dos mujeres, Marie de Haussy y otra llamada Salbouharia, además de a otros curas.

La Revolución. La Revolución halló a la cabeza de la parroquia a Pierre Haramboure que, rehusando prestar el juramento constitucional, se exilió para escapar a la deportación. Su hermana, Gratianne, junto con sus hijas Hurra-Marie, Marie y Josefa fueron apresadas y llevadas a la iglesia de San Juan de Luz, donde Josefa murió debido a las privaciones. Pierre Harriet, hijo también de Gratianne y procurador del rey en el bailiaje de Ustaritz, fue condenado a muerte pero pudo exiliarse. Los revolucionarios se llevaron de la iglesia un cáliz con su patena, una custodia y una cruz además de otros objetos del culto. El 7 de junio de 1813, varias comunas, entre las cuales se encontraba la de Halsou, fueron devastadas por soldados del ejército francés que se batía en retirada del territorio español. Ante el robo y el asalto de los soldados, la población se defendió con armas enviadas por el subprefecto.

Inventarios de 1906. El inventario se hizo el 14 de marzo, con la presencia del comisario de Bayona y una compañía de infantería y de varias brigadas de policías. El recaudador logró realizar su misión después de varios incidentes, se buscó en vano al párroco, al alcalde y a los encargados de la fábrica; dos soldados intentaron abrir las puertas con ganzúas y no lo consiguieron; tuvieron que utilizar las tenazas, entraron entonces el comisario, el recaudador y el maestro para salir inmediatamente, ya que el interior estaba lleno de humo; después de entrar y salir varias veces con los ojos llenos de lágrimas, pudieron llevar a cabo el inventario. Una vez que se marcharon, un cura que se hallaba en el lugar dio la bendición del Santo Sacramento a la multitud que se encontraba delante de la iglesia. El boletín religioso "Les Annalles catholiques" comenta la expresión que utilizó el comisario: "Quel pays de sauvages!".