Lekaide eta lekaimeak

GONZÁLEZ MATEO, Santiago

Presbítero alavés de asendereada vida y de largas cuentas con los tribunales de Inquisición, que puede ser considerado en cierta medida como un síntoma de la crisis espiritual que conocieron ciertos sectores minoritarios de la sociedad vasca en las postrimerías del Antiguo Régimen. Nació en Lapuebla de la Barca (Álava) hacía 1764, y en 1795, a raíz de sus primeras cuentas ante los oficiales de Inquisición, lo veremos como beneficiado de la villa de Laguardia (Álava). Según sus declaraciones ante el tribunal del Santo Oficio, fue su hermano jurista Judas Tadeo González (v.) el que le trastornó la cabeza con sus continuos ataques a las doctrinas de la fe. Lo que sea de esto, los testigos citados depusieron abundantemente contra el beneficiado guardiense, achacándosele dichos y expresiones parecidos a los de su hermano Judas, y otros de sabor muy personal, tales como el de que "en la hostia consagrada no estaba Cristo, y que... aquello era un carajo", y que la Virgen era una p. De resultas, fue castigado a residir ocho años en Pamplona / Iruña; pero, al negarse los pamplonicas a recibirlo, fue recluido en el convento de los padres franciscanos de Olite, desde donde, al cabo de los tres años y en vista del buen ejemplo y muestras de arrepentimiento que había dado entre los franciscanos de Olite, se le permitió pasar a ejercer sus funciones sacerdotales en la ciudad de Orduña. En 1808, al paso por Laguardia del mariscal Verdier, se unió entusiasmado a las tropas francesas, dándoles consejos sobre cómo tenían que atacar a la ciudad de Logroño. Esto, más un memorial en el que detallaba las penalidades sufridas por causa de la Inquisición, le valieron del gobierno intruso una canonjía en Soria. Luego lo vemos en Laguardia como agente propagandístico de los franceses, amedrentando a la gente y gritando por las calles "que más quería ser Napoleón que ser Dios" y dando, por lo demás, pruebas de una conducta relajada. En los años de desconcierto que siguieron a la retirada de los franceses, Santiago González no cambió apenas en sus formas de pensar y de obrar, mostrándose en privado entusiasta de Napoleón y de su obra y profiriendo, en materia de sexto mandamiento, proposiciones totalmente ajenas a la doctrina de la Iglesia. A la postre, la Inquisición hubo de proceder por segunda vez contra este clérigo alavés, al que todos los testigos concordemente lo califican de la clase vulgarmente llamada de los "saltatumbas". Fue relegado a Chamartín, cerca de Madrid, donde perdemos su pista hacia 1815. Debió de escribir una autobiografía con este encabezamiento: Vida de Santiago González, Job del siglo dieciocho escrito por él mismo. Ref. Gonzalo Manso de Zúñiga: Un proceso de la Inquisición, en "Boletín de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País" 8 (1952), pp. 511-515. Los expedientes inquisitoriales a los que se ha hecho alusión obran en el Archivo Histórico Nacional, sección de Inquisición, legajo 3.732, número 83, y legajo 4.490.

Luis F. LARRAÑAGA