Sailkatu gabe

GIPUZKOA (ARTE Y PENSAMIENTO: MÚSICA Y DANZA)

Música culta.

Es conocido el principio de que las Cortes, en el plano civil, o las Catedrales en el religioso, engendran movimientos culturales y artísticos de importancia. Guipúzcoa, que no conoció núcleos urbanos de este nivel, no ha dejado constancia de movimientos musicales hasta los siglos XVI y XVII, en que se certifica la existencia de un movimiento musical de importancia en las iglesias. Los órganos, los libros de economía parroquiales con sus cuentas de cantores e instrumentistas, los archivos de música con sus partituras de coro y orquesta son otros tantos argumentos, que comprueban un brillante pasado de la música en las parroquias. En este sentido son determinantes las palabras de Manuel de Larramendi (Andoain, 1690-1766) en su Corografía de Guipúzcoa, donde dice: "De aquí nace el fervor, diligencia y esmero de los eclesiásticos en celebrar los oficios divinos en los días clásicos y solemnes con una majestad y tal grandeza en todo, que cuadraría bien a colegiatas y catedrales". Todo esto corrobora la afirmación de que la música en las iglesias era la ópera del pueblo. Entre los centros religiosos de irradiación musical se destaca ya desde el siglo XVII con una gran influencia el Santuario de Aránzazu, punto a donde venían a formarse músicos enviados de otros lugares. Su coro de cantores era gran atracción de los devotos y era contratado con frecuencia para solemnizar actos religiosos en otros pueblos. Fondo documental de importancia es su Archivo de Música Antigua con más de mil partituras de música barroca.

Entre sus compositores figuran más de 30 del país. Esta tradición musical de los PP. Franciscanos de Aránzazu ha sido continuada desde su regreso al santuario en 1878, tras su ausencia por el incendio provocado en 1834. Ya en el siglo XX, Aránzazu se convierte en el centro musical religioso, adonde convergen los esfuerzos de gran número de compositores vascos, que dedican sus obras al Santuario, ampliando así el Archivo de Música Contemporánea. El Coro de los tiempos de los PP. Arregui, Arrúe, Ezcurdia, etc., muy famoso durante muchos años, ha conocido en el decenio del 70 el declive típico de los coros parroquiales. Otros muchos centros religiosos han sido también puntos de irradiación musical, de donde han salido los maestros de capilla y cantores que se ven distribuidos por las catedrales españolas. Con frecuencia esto se debía a una sola persona, que se convertía en el educador musical de la zona, hasta la aparición de las primeras academias de música y luego los Conservatorios. Así es el caso de los Albéniz y los Santesteban en la parroquia de Santa María en la capital, o el de Gorriti en la parroquia de Tolosa. Con la renovación de la música religiosa, surgida tras el Concilio Vaticano II (1962-65), un mal entendido espíritu pastoral ha dado al traste con los coros parroquiales y ha degradado el nivel de la música en la liturgia, si bien hay que distinguir en Guipúzcoa que la música pastoral en euskera ha sabido mantenerse a mayor altura que la música pastoral en castellano. Y esto gracias, en gran parte, a los PP. Benedictinos de Lazcano.

Merece un comentario especial el rey de los instrumentos musicales, el órgano tubular, que, además de ser protagonista en la música, se constituye en un ser querido por el pueblo, mimado por los mecenas, y en los tiempos modernos un apartado más del patrimonio artístico nacional. Desde el siglo XVI hay constancia de la existencia de importantes órganos, según crónicas de Isasti, Garibay y Larramendi, procedentes unos de Flandes y otros del país. En el siglo XIX los "indianos", en su regreso al pueblo, frecuentemente lo obsequiaban con un órgano nuevo, en la época en que la invasión de las organerías románticas extranjeras (Cavaillé-Coll, Merklin, Stoltz...) estaba de moda. Así es como los órganos barrocos en Guipúzcoa fueron sustituidos por románticos, en un grado superior a otras provincias. En Guipúzcoa existen un total de 154 órganos de distintas épocas y marcas. De más de 60 órganos Cavaillé Coll existentes en España, la mitad están en el País Vasco, y de ellos una docena en Guipúzcoa. En el plano civil debe destacarse la personalidad del Conde de Peñaflorida (Azcoitia, 1729-1785), que creó un núcleo importante de influencia cultural entre su pueblo natal y Vergara con su Sociedad Vascongada de Amigos del País. Fundada en 1764, ha conocido etapas de brillantez en sus ideales de apoyar la cultura y, en concreto, la música, con un balance altamente positivo de continuidad hasta nuestros días. El Conde de Peñaflorida supo rodearse de los hombres más significados en la ciencia y el arte. Esta misma línea ha seguido siempre la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, fructificando en una gran influencia cultural en el pueblo.

En cuanto a la incorporación del euskera en la música culta, Guipúzcoa presenta los documentos más antiguos. Si prescindimos de casos aislados de canciones del siglo XV que presentan palabras o frases euskéricas entremezcladas con el francés o el castellano, la partitura polifónica de mayor antigüedad, Eder dec olaan gauia de autor anónimo, data de 1705 y fue localizada en el Palacio de Laurgain (Aya de Orio). En el Archivo de Música Antigua de Aránzazu abundan las partituras en euskera, a partir del último tercio del siglo XVIII. De esta misma época datan las partituras del Conde de Peñaflorida Gabon-sariak y algunos números en euskera de El borracho burlado(1764).

La enseñanza de la música se hace oficial en San Sebastián con la aparición en 1897 de la "Academia de Música de Bellas Artes", fundada por la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. En 1912 se refundió en la Academia de Música Municipal, que en 1929 se convirtió en el Conservatorio Municipal de Música, siendo su primer director Regino Ariz. En 1933 estrenó su actual edificio de la calle Easo. El 29 de febrero de 1936 el Gobierno de Madrid le reconoce la validez académica elemental y el 15 de abril de 1939 validez académica superior. En 1941 es nombrado director Ramón Usandizaga. Con motivo de la reestructuración de los Conservatorios en España en 1944, el de San Sebastián extrañamente queda en grado profesional, inferior al superior que se le otorgó en 1939. Es nombrado director Francisco Escudero en 1961, quien en 1980 consigue que el Conservatorio sea Superior con todas sus cátedras. Desde 1980 es director Tomás Aragüés. El Conservatorio de San Sebastián ha gozado siempre de gran categoría. De él han salido importantes compositores, y destacados instrumentistas con especialidad en la cuerda. La línea actual del Conservatorio es descentralizar la enseñanza de la música, creando filiales en poblaciones de la provincia.

En el movimiento de Bandas de música debemos destacar la figura de Mariano San Miguel (Oñate, 1879-1935), que con la creación de la revista "Harmonía" (Madrid, 1916-1960) facilitó material musical a estas entidades, que carecían de él. En cuanto a las orquestas en la capital guipuzcoana, tuvo una influencia decisiva la aparición del Gran Casino (1887), donde además del juego y las fiestas de sociedad se creó un clima musical de importancia. Allí hacían música Trabadello, Torre Múzquiz, Leo de Silka y otros. Por lo menos desde 1905 funcionó la orquesta del Casino, dirigida por los maestros Ballo, Arbós, Villa, Saco del Valle y Larrocha. En 1922 se inauguró el Gran Kursaal que también contó con un conjunto orquestal, dirigido por César Figuerido. Cerrados ambos edificios de juego por el general Primo de Rivera en 1926, Beltrán Pagola fundó en 1927 la Orquesta Sinfónica de San Sebastián, dirigida por los maestros Sorozábal, Larrocha y Bustinduy. Al mismo tiempo Figuerido transformó la Orquesta del Kursaal en Orquesta Filarmónica de San Sebastián. Ambas funcionaban de manera irregular. La Orquesta Sinfónica creó un gran ambiente de sinfonismo, consiguiendo que los compositores vascos se dedicasen a este género, en el que se distinguió Beltrán Pagola. Ambas orquestas desaparecieron en 1936. Sus conciertos tenían lugar exclusivamente en la capital. En 1942, Ramón Usandizaga fundó la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Municipal de Música, que bajo su dirección funcionó con una gran regularidad, proyectándose además en la provincia. Tras el fallecimiento de Ramón Usandizaga en 1964, fueron sus directores Francisco Escudero y Javier Bello Portu. En la década de 1970 sus intervenciones fueron esporádicas y, sin que se pueda hablar de fecha de desaparición, fue convirtiéndose en Orquesta de Cámara de San Sebastián, a la que dio vida José Luis de Salvide hasta 1980, año en que se ausentó. Desde 1974 coexistia en San Sebastián el Conjunto Barroco, dirigido por Tomás Aragüés. En estos años se abre en Guipúzcoa un preocupante paréntesis de inactividad orquestal, sólo mitigado por la esperanza que suponen las orquestas juveniles, como la Orquesta Pro Arte, compuesta por alumnos y profesores del Conservatorio, dirigida por Tomás Aragüés, o la Orquesta Arrasate, compuesta también por profesores y alumnos del Conservatorio filial de Mondragón, o la Orquesta de Irún, dirigida por Primitivo Azpiazu. Junto a los conjuntos orquestales, debemos fijar la mirada en la gran tradición coral y orfeónica que ha existido en Guipúzcoa.

Al lado del histórico coro de Aránzazu y los coros parroquiales del pasado deben figurar los antiguos orfeones de Tolosa, Beasain, Rentería, Vergara y San Sebastián, particularmente estos dos últimos, que mayor continuidad y éxitos han alcanzado. Junto a ellos los coros y corales de gran número de poblaciones guipuzcoanas, como el Coro Easo, Maitea, Schola Cantorum, Donosti-Ereski, Santa Cecilla, San Ignacio, etc., de San Sebastián; Ametsa, de Irún; Coral Loinaz, de Beasain; Leidor, de Tolosa; Lartaun, de Oyarzun, etc. Entre todos ellos destacaremos a la Coral Andra Mari, de Rentería, que además de su actividad coral ha ofrecido al País Vasco la creación del principal centro de investigación de la música vasca, el Archivo de Compositores Vascos Euskal Ereslarien Bilduma, que cuenta con más de 15.000 partituras de más de mil compositores vascos de todos los tiempos. De este archivo nacen los ciclos de conciertos Eresbil-Eresiak, que programan exclusivamente compositores vascos, y el festival anual Musikaste, el principal entre los festivales de músicos vascos. Hay otras entidades que organizan también ciclos musicales de importancia, como la Quincena Musical Donostiarra (Ciclos de la Asociación de Cultura Musical), Ciclo de Semana Santa, Festival Bach, Festival de Intérpretes Vascos, Festival de Intérpretes Guipuzcoanos, todos ellos en San Sebastián; Festival Internacional de Loyola, Musikegunak (Aránzazu), Festival Coral de Guipúzcoa, Festival Interescolar de Coros, Semana provincial del órgano, Certamen de Canción y Polifonía Vascas (Tolosa), etcétera.

Complemento importante de esta visión de la música en Guipúzcoa es la lista de compositores guipuzcoanos, que en el archivo Euskal Ereslarien Bilduma constituyen el bloque más numeroso de todas las provincias. De entre ellos podría hacerse esta selección:

En el siglo XV y XVI Juan de Anchieta y Gonzalo Martínez de Bizcargui; en el XVII Antonio Arriola; en el XVIII el Conde de Peñaflorida y el bloque de Aránzazu, los Sostoa, Ibarzábal, Eguiguren, Lonbide, Bengoa, Larrañaga, etc.; en el XIX Murguía, Larramendi, los Aldalur, los Santesteban, Sarriegui, Iparragirre, Manuel Mendizábal, Valentín Arin, Peña y Goñi, los Furundarena, los Eleizgaray, etc.; en el siglo XX los Usandizaga, los Mocoroa, los Sorozábal, los Olaizola, los Tellería, los Urteaga, los Iruarrizaga, los González Bastida, P. Otaño, P.Donostia, P. Elduayen, P. Madina, Almandoz, Gorosarri, Ugarte, Pagola, Busca, Garbizu, Escudero, Iturcalde, Bello Portu, etc., y junto a ellos la nueva generación de los Pildain, Aizpurúa, Cordero, Isasa, Ibarrondo, Alberdi, etc.