Sailkatu gabe

GIPUZKOA (ARTE Y PENSAMIENTO: LITERATURA)

Dialecto literario guipuzcoano.

En tiempos un tanto antiguos no parece que este dialecto tuviera relevancia especial como lengua escrita. Michelena ha escrito: "En cuanto al guipuzcoano, parece haber estado en una clara situación de inferioridad con respecto al vizcaíno -no hablamos ya del labortano-, en cuanto a su uso como lengua escrita, durante los siglos XVI y XVII" (La lengua vasca, p. 54). En cambio, en los últimos siglos ha gozado de una cierta preponderancia (esto por lo que se refiere al país vasco peninsular, pues en el país vascofrancés en lo literario ha prevalecido el labortano). El P. I. Omaechevarria ha podido hablar de esa "koiné" o lengua común de predicadores, bertsolaris y escritores clásicos (Euskera, 1959, pp. 7-8). Esta "koiné" es, ni más ni menos, el dialecto guipuzcoano literario. En el origen de este despegue del dialecto guipuzcoano se halla sin duda la obra del P. Larramendi (siglo XVIII). Su gramática vasca, El Imposible Vencido (Salamanca, 1729) se basa en el dialecto guipuzcoano. Con su gramática, diccionario y apología del vascuence impulsó el cultivo literario de esta lengua. La situación geográfica un tanto céntrica de este dialecto, su afinidad con los dialectos que están más hacia el Este, etc., le hacia también particularmente idóneo para servir de lengua escrita común.

El dialecto guipuzcoano como base de la lengua literaria vasca común. En el I Congreso de Estudios Vascos, celebrado en Oñate en 1918, Luis de Eleizalde planteó la necesidad y urgencia de una lengua literaria común y única para toda la extensión del euskara. El Informe Campión-Broussain (1920) propone que para dicho cometido se tome como base el guipuzcoano o el labortano, o bien, una combinación de ambos. Azkue propuso para servir de lengua literaria común lo que él denominó Gipuzkera Osotua (= el guipuzcoano completado), es decir, una lengua que se basa en el dialecto guipuzcoano, pero enriquecido con incrustaciones numerosas procedentes de los otros dialectos. Parece que fue Víctor Garitaonaindia el que sugirió a Azkue la fórmula, no precisamente el nombre, del gipuzkera osotua. Véase Euskera, revista de la Academia (1933), 222. Azkue escribió incluso un ensayo titulado Gipuzkera Osotua, donde se especifican los trasplantes de otros dialectos que habría que hacer al guipuzcoano para que sirviera de lengua literaria común de todos los vascos; en la práctica compuso también varias obras en que trata de realizar este ideal. Varios autores de la época contemporánea han seguido, cada cual un poco a su modo, este camino propuesto por Azkue: R. Olabide, J. Zaitegui, A. Ibinagabeitia, etc. Después de un eclipse más o menos largo -explicable por la guerra y la situación de la postguerra-, en la década de los 60 rebrota con fuerza la cuestión de la lengua común, llamada ahora euskara batua. Sobre la relación entre el euskara batua y el gipuzkera osotua ha escrito Michelena: "Este guipuzcoano enriquecido y desdialectalizado en intención coincidía de manera notable, en contra de lo que reiteradamente se ha sostenido, con el euskara batua: a éste simplemente se le buscarían los orígenes algo más hacia el Este (y, si acaso, algo más arriba en el tiempo) que a aquél" (Prólogo al libro La H en la ortografía vasca, de VILLASANTE, 1980, p. 9). Al sustentarse el euskara batua, más que en ningún otro, en el dialecto guipuzcoano, es obvio que éste resulte el más afectado. De todos modos, el euskara batua no intenta desplazar los dialectos literarios. Es un tipo de lengua aséptico, necesario para ciertos cometidos; para otros, en cambio, como los de la creación literaria, hoy por hoy parecen insustituibles los viejos dialectos literarios.

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