Kontzejuak

Etulain

El casco urbano está conformado por unas pocas casas dispuestas de manera agrupada pero exenta. Las dos calles que lo componen forman un bucle en cuyo centro se dispone un frontón-rebote y unas casas adosadas de reciente construcción. En cuanto a la iglesia, ocupa el lugar más elevado del conjunto, y se encuentra delante de una zona ajardinada y bien acondicionada, que compone un entorno agradable y evocador. Junto a los pies de la iglesia se encuentra la casa abacial, que es un bloque de buen tamaño, adaptado al desnivel del terreno. La planta es rectangular y los muros van enlucidos, con cadenas de sillar en esquinas y enmarques. En el frente de mayor desnivel los muros se prolongan con dos contrafuertes, entre los que corre una galería cubierta. Los vanos son rectos, salvo el acceso, que es un sencillo medio punto sin decoración.

En la calle Larrainburua encontramos un edificio palaciano, conocido como casa Lopitxenea. La planta es rectangular, muy desarrollada, y se organiza en tres alturas, bajo tejado a dos aguas con grandes limas y proyectado con alero airoso. Los muros van enlucidos, con cadenas de sillar en esquinas y enmarques. Todos los vanos son rectos, y la fachada se abre en uno de los frentes cortos. Consta de un portalón adintelado en planta baja, y por encima se aprecian dos balconadas, de las cuales la inferior apoya en el suelo mediante columnas de hierro. Sobre la puerta hay una inscripción en la que se lee: "CASA LOPICHENEA/ CONSTRUIDA POR D. SIMON GUERENDIAIN Y/ Dª. CLETA ASCOBERETA/ AÑO 1904". Enfrente se encuentra la casa Etxeberria, un bloque mucho más sencillo, con muros enlucidos que salvan esquinas y enmarques, y con vanos rectos y de reducido tamaño. Ya en la parte baja de la calle, se encuentra la casa Etxezuria, que es un elegante y cuidado bloque, en el que ya reparara Julio Caro Baroja. Sigue un esquema muy común en la zona, con planta rectangular alargada y desarrollada, y muros enlucidos que lucen cadenas de sillar en esquinas, enmarques y en un zócalo bajo. Se distribuye en tres alturas más ático, y todos los vanos son rectos a excepción del acceso, que es un medio punto con trece dovelas cortas y sin moldurar. Se cubre con un tejado a doble vertiente, que se proyecta con saliente alero. La fachada está flanqueada por dos contrafuertes que prolongan longitudinalmente los muros laterales, para dar protección a los vanos principales del edificio, y en dichos contrafuertes apea una vistosa y elegante balconada de madera. Preside esta fachada un escudo rococó, propio de la segunda mitad del siglo XVIII, con yelmo por timbre y decoración a base de rocalla. En el campo, que va partido, se distinguen a la izquierda tres fajas, y en la parte derecha, que a su vez va cuartelada, se ve un lobo pasante con árbol, dos fajas con caldero, cruz con cuatro panelas, y árbol con oso pasante.

Ya en la calle de San Esteban, que recorre la parte baja del templo, vemos el inmueble remozado que alberga la sociedad Lizarrondo. Sigue un edificio palaciano de cierto empaque, con planta cuadrada, tratamiento mural idéntico al ya reseñado y vanos rectos que incluyen el portalón de entrada. El tejado es de pabellón, con gran alero. En la fachada podemos ver un escudo rococó de la segunda mitad del siglo XVIII, con rocalla, yelmo por timbre, niños tenantes y parte inferior en la que se representa, de manera gráfica, la pelea entre un león y un jabalí. En el campo lucen dos fajas, armas que se corresponden con las del palacio de cabo de armería de Etulain (LARN nº 214 y 506). Siguen los edificios llamados Etxaundia e Iturrondoa. Este último es una interesante variante del tipo más extendido en la zona, aunque ha sido profundamente remozada. La planta no va tan desarrollada, y para compensarlo se proyecta en vertical con tres alturas hábiles. Recibe el tratamiento mural habitual, aunque los vanos han sido notablemente agrandados en alguna reforma. La fachada va situada en uno de los lados cortos, dando frente a la calle, y va enmarcada, como tantas otras veces, por sendos contrafuertes. La puerta es adintelada, y va cobijada por un pórtico de madera, conformado por la primera de las dos vistosas balconadas con estructura de madera que se superponen en alto. El tejado, a dos aguas, se proyecta igualmente sobre la fachada con un prominente alero, y la primera de las tijeras o caballetes de madera se ha liberado, incorporándola a la propia portada como un elemento más de la misma.

A continuación, la casa llamada Juanperitzena presenta un aspecto más macizo y con menor riqueza volumétrica, acercándose a los modelos que hemos visto en zonas como Sakana. Presenta gran desarrollo en planta, y la fachada va alojada en uno de los lados cortos. El tratamiento mural es el habitual, con un enlucido que exceptúa los enmarques de los vanos y las intersecciones de los paños. El tejado, a dos aguas, se proyecta con grandes aleros. La fachada consta de puerta de medio punto con trece dovelas cortas y sin moldurar. En planta principal se abren tres ventanas, por encima hay tres ventanucos, aunque el central se ha rasgado para alojar un corto balcón, y culmina un solitario tragaluz.

Enfrente vemos una fuente, cubierta en la actualidad con un extemporáneo tejado de hormigón. En su interior hay un lavadero de piedra, que se nutre de una monumental pila, en dos de cuyos frentes se leen las fechas de 1788 y 1903. La calle se cierra con una casa remozada, llamada Etxotoa, que repite elementos y características ya reseñadas. Se abre con arco de medio punto sin moldurar, y el resto de los vanos son de reducido tamaño. Una inscripción de madera la fecha en el año 1728.

Parroquia de San Esteban. A juzgar por algún escaso resto que ha pervivido, como la puerta de acceso, debemos pensar que hubo una iglesia primitiva, tal vez de origen medieval y rehecha en el siglo XVI, aunque la actual fábrica obedece a una reconstrucción realizada en el siglo XX. La planta, de extrema sencillez, consta de una única nave sin divisiones espaciales y terminada en testero recto. El acceso se practica por el lado de la Epístola, y la sacristía, que se adosa a la cabecera por el mismo lado, es una estancia de planta cuadrangular irregular.

Los muros, de mampostería y con cadenas de sillar, van enlucidos al exterior, siguiendo los parámetros de la arquitectura civil del entorno. Para dar luz al interior se abrieron en ellos cuatro ventanitas por el lado de la Epístola, y en el muro hastial hay un óculo circular. A los pies de la nave se levanta un coro de obra. Toda la fábrica se cubre con un tejadillo simple a doble vertiente, sobre estructura de madera, y la sacristía recibe un cielo raso simple.

Al exterior, la torre se levanta a los pies del edificio, al modo más habitual en los templos del entorno rural navarro. Consta de fuste alto y sencillo, en el que se abren dos ventanas de medio punto, más un cuerpo de campanas al que da paso una imposta lisa. Culminan los medios puntos para las campanas y un chapitel piramidal. La puerta es un medio punto de sabor civil, con dovelas que llevan la rosca moldurada, y va cobijada por un pórtico ligero sobre pies derechos de madera, que apean en zapatas de piedra, con tejadillo simple sobre estructura también de madera.

El presbiterio va ocupado por un retablo moderno de inspiración neoclásica, obra sin duda del siglo XIX y tal vez contemporáneo de la actual fábrica. La traza presenta banco, un único cuerpo y remate con frontón partido entre machones. Esta arquitectura se articula mediante columnas de orden corintio. Alberga dos imágenes representando a San Esteban, titular del templo, y un Crucificado, ambas obra de un artista de segunda fila. A ambos lados de este retablo se encuentran otros dos retablitos de menor tamaño pero de ejecución también moderna y siguiendo el lenguaje formal del neoclasicismo. El del lado de la Epístola está dedicado a San José, y el del Evangelio a la Virgen del Rosario. Ambos presentan un único cuerpo y frontón triangular como remate.

En el bajo coro hay una pila de bautismos medieval, resto seguro de la iglesia primitiva. Consta de basa cuadrangular decorada con pomas, fuste prismático y taza semiesférica decorada con gallones. En la sacristía, por último, podemos encontrar un sagrario del siglo XVII y alguna pieza de orfebrería.

  • CARO BAROJA, J. La casa en Navarra, Pamplona. Vol. II, C.A.N. 1982, p. 295.
  • GARCÍA GAÍNZA, M.C. (et. al.). Catálogo Monumental de Navarra, vol. V*, Merindad de Pamplona, Adiós-Huarte Araquil. Pamplona: Gobierno de Navarra, Arzobispado de Pamplona, Universidad de Navarra, 1994, pp. 78-81.
  • LACARRA DUCAY, Mª Carmen (et. al.). Navarra, guía y mapa. Estella: C.A.N. 1983, p. 138.
  • MENÉNDEZ PIDAL, Faustino; MARTINENA, Juan José. Libro de Armería del Reino de Navarra. Pamplona: Gobierno de Navarra, 2001, pp. 152, 202, 203.

JAS 2011.