Auñamendi Eusko EntziklopediaBernardo Estornés Lasa Funtsa

Había dos escuadras vascas, la de Vizcaya y la de Guipúzcoa. Cada una de ellas tenía su general y su almirante. La de Vizcaya que salió a navegar en 1619, constaba de diez galeones y dos pataches, y la de Guipúzcoa, que salió más tarde, de siete galeones y dos pataches. Estas escuadras se construían en un país pobre y rural como el vasco lo que da idea del esfuerzo titánico para poder competir con escuadras tan poderosas como la inglesa, la holandesa o la francesa dotadas de astilleros y puertos muy importantes. Así, en 1618 se comprometió Vizcaya a construir y aparejar y dotar de tripulación y oficialidad completa, una escuadra de ocho navíos y dos pataches para incorporarse a la armada real del rey Felipe III. Y todavía el Señorío se comprometía a construirla y ponerla en orden de navegar, por su cuenta. La escuadra debería tener hasta 30.000 toneladas, más o menos, y debería estar tripulada por marineros vizcaínos, general, almirante, capitanes y demás oficiales "de la misma nación" según carta del propio rey. Los citados ocho navíos debían tener, uno, 550 toneladas, que ha de servir de capitana; otro, de 444, que ha de ser almiranta; dos de 371 toneladas y media; dos, de 309 y media; dos, de 198, y los dos pataches de 106 toneladas y un octavo de otra. Para financiar la construcción y navegación entregaría la Real Hacienda un empréstito de 23.000 ducados en la villa de Bilbao y cuando estén aparejados y enjarciados otros 16.644, lo que hace trece ducados y medio por tonelada. Esta suma se descontaría del sueldo que ganaren en los cinco años primeros de servicio. Como se ve, las condiciones económicas no pueden ser más míseras de parte de lo que hoy llamaríamos el Estado, o sea la Realeza de entonces. Euskalerria, pobre y rural, protagoniza un esfuerzo desproporcionado a sus medios. No puede competir pero a veces se pone a nivel, suple las deficiencias reales por el valor humano de sus intrépidos generales, almirantes y capitanes. Caro Baroja comenta: "El sistema de embargos y contratas seguía. Se pedía a los armadores que hicieran naves más largas y estrechas, más adecuadas para la guerra y el combate. Pero ellos, por razones económicas atendibles, preferían los barcos cortos y panzudos, donde cabía mayor cantidad de mercancía. Los vascos en esta discusión fueron muy conservadores. Pero, sin embargo, con respecto a los andaluces y portugueses resultaban avanzados". No obstante, los avances de la construcción naval española, y aun, en ocasiones, francesa, se deben a vascos como Gastañaga en la primera (siglo XVIII), y la armada francesa de Luis XIV a Elissagaray. De este Renaud-Bernard Elissagaray se dice que nació geómetra. Compuso un tratado que se hizo famoso. De la teoría de la maniobra de los buques, verdadera obra maestra sobre nuevos sistemas de construcciones, de evoluciones navales, de señales y ordenación para batallas. En cierta ocasión ensayó un buque de su invención contra una nave inglesa, armada con 76 cañones, de la que se adueñó. La evolución de marina hacia una diferenciación entre la mercante y la de guerra ocurrió en la época de Felipe V a comienzos del siglo XVIII. El sistema de construcción inglés predominaba pero a fines del siglo XVIII decaía la construcción en madera, y con ella la industria naval vasca.-W. Z.