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Errenteria

La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción es una construcción, o más correctamente ampliación, iniciada a principios del siglo XVI. En un primer momento, entre 1523 y 1541, se trabajaría en la parte absidal, tal y como nos indican los apoyos del ábside, algunas pilastras de los ábsides laterales y, sobre todo, los dos soportes más cercanos al presbiterio. Después, entre 1541 y 1571, se erigiría el resto, bajo la responsabilidad del maestro cantero Francisco de Marruquiza, al que luego sustituirían Domingo de Aranzalde en un primer momento y Domingo y Juanes de Aranzatroqui después, encargándose el primero de éstos de la sacristía en 1570. El examen de lo obrado correspondió a Juan de Aranzobi. Provista de tres naves y planta de salón, se cubre mediante bóvedas de crucería, si bien destaca la más tardía realización de una media naranja con casetones sobre el presbiterio. Cuenta con tres capillas a cada lado y una torre junto al último tramo por el lado de la epístola que se halla abierta en su base para permitir el paso. La portada, ejecutada en 1625, fue diseñada por Juan Gómez de Mora y realizada por Cristóbal de Zumarrista, mientras que de la escultura se ocupó Juan Bautista de Ureta.

Se trata de una realización destacable, provista de carácter netamente clasicista, con dobles columnas con hornacinas entre ellas escoltando al arco central y ático coronando el conjunto. La torre, por su parte, fue renovada en 1825, correspondiendo el diseño a Juan Bautista de Huici. El retablo mayor se ejecutó entre 1777 y 1784, según lo señalado por Ventura Rodríguez, encargándose de su concreción Francisco de Azurmendi, mientras que la labor escultórica correspondió a Alfonso Bergaz. Es precisamente en ese momento cuando se reforma el presbiterio, ejecutando la media naranja anteriormente citada. Este organismo neoclásico es un correcto retablo fachada de cuerpo único y remate, con un complemento escultórico de calidad. Todo ello, junto a las variaciones efectuadas en el marco en el cual se inserta, hacen de esta zona del edificio un espacio de gran coherencia. Cuenta, además, esta iglesia, en el primer altar del lado del evangelio, con el tríptico de la Asunción-Coronación, ejecutado hacia 1505-1510 y relacionado con María de Lezo, natural de la villa y dama de Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos y primera mujer de Enrique VIII. Procedente muy probablemente de un taller de Bruselas, el conjunto es muy destacado, circunstancia subrayada por la adopción de un programa iconográfico poco habitual, las composiciones escultóricas y la utilización de la técnica del brocado aplicado. En ese lado hallamos a continuación el retablo de San Ignacio, obra de fines del siglo XVII que consta de banco, cuerpo único con columnas salomónicas y remate. Finalmente, el altar de la Piedad es una realización neoclásica de hacia 1770. En el lado de la epístola, y tras el altar de San Juan Bautista hallamos el altar de San Antonio, mueble rococó próximo al neoclásico y el altar de San Miguel o Purísima, con un retablo de hacia 1625 presidido por la Inmaculada Concepción. Además, conviene señalar la presencia de dos retablos neogóticos a ambos lados del presbiterio, el del Sagrado Corazón de Jesús en el lado del evangelio y el del Sagrado Corazón de María en el de la epístola, ambos trazados por Saturnino López. A los pies del templo, bajo el coro, hay un pequeño altar con un interesante Calvario, cuyas imágenes corresponden a mediados del siglo XVII.

La casa consistorial es una realización clasicista, ejecutada entre 1604 y 1605, cuyo diseño se debería a fray Miguel de Aramburu. En su fachada principal apreciamos la presencia de un soportal con cuatro arcos y sobre él dos alturas con cuatro vanos cada una de ellas, situándose el escudo de la localidad en el centro del primer piso. Corona el conjunto, sobre un correcto entablamento, un alerón tallado. Como es norma en el periodo, las molduras apenas tienen resalto, si bien la diferenciación entre las diferentes plantas se efectúa de modo muy claro. El resultado es muy destacable. En la calle Orereta destaca el palacio de Arrambide, aunque es en la calle de Arriba donde encontramos algunos de los mejores exponentes con que en el seno de la arquitectura civil cuenta la villa. La casa de Morrontxo es una casa-torre medieval muy modificada a lo largo del tiempo, pero que mantiene su carácter general, además de algunas ventanas geminadas y diferentes arcos. Algo similar ocurre con Torrekua, que también ha sufrido numerosas alteraciones, si bien nos muestra aún algunos arcos apuntados. El número 8 de la misma calle posee un acceso en arco de medio punto, igual que ocurre con el número 10. También la calle del Medio conserva determinados vestigios en algunas viviendas. Igual ocurre en la calle de Abajo, donde además conviene citar la casa Zubiaurre, realización del siglo XVII. En la calle Andra Mari el número 8 mantiene elementos medievales, circunstancia perceptible también en las casas número 2 y 4 de la calle Santxoenea, donde además el número 19 mantiene un acceso de medio punto. En la calle Kapitanenea se sitúan la casa solar de Iturriza y la casa solar de Kapitanenea, realizaciones ambas del siglo XVII. En la rotonda de Larrazábal se sitúa el Ave Fénix de Koldo Merino, quien lo realizó en 1995.

En el arrabal de la Magdalena hallamos la ermita de Santa María Magdalena, erigida a mediados del siglo XVI y que pronto tendría en sus inmediaciones el Hospital de San Lázaro, aunque este último no perviviría largo tiempo. También en un arrabal se situaba el convento de las Agustinas, aunque de este último tan sólo se ha mantenido su fachada, con un arco de medio punto escoltado por columnas y la imagen de San Agustín sobre él.

Fuera del núcleo urbano, las realizaciones más señaladas son los fuertes de San Marcos y Txoritokieta. Erigidos en 1888 y 1890 respectivamente, el primero de ellos fue definitivamente proyectado por Luis Nieva, tras diferentes propuestas de Pedro Llorente, Juan Roca y José Brandis. Se trata de fortificaciones dotadas de gran interés para el visitante, con sus fosos y demás elementos de defensa. El caserío Txirrita, de planta rectangular, es una construcción de la segunda mitad del siglo XVI, si bien sufriría una importante intervención a fines del XVII. En el barrio de Zamalbide, la iglesia es un edificio reciente, mientras que la otrora ermita del Santo Cristo ya no cumple su función originaria. Por último, en Aldura se encuentran la nevera de idéntico nombre y el caserío de Baringarate.

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