Mendiak

EREÑOZAR

Peña situada entre los pueblos de Ereño, Gautegiz Arteaga y Kortezubi (Bizkaia). Vista desde Gernika, que está a poco más de cuatro kilómetros, aparece en el lado oriental su perfil bien destacado por su forma cónica y elevado pico (447 m. sobre el nivel del mar). Constituida por calizas infracretáceas y margas, su superficie se halla bastante cubierta de vegetación arbórea, con laurel silvestre (en vasc. ereñotza) y, sobre todo, encina y madroño. En sus laderas se hallan las cavernas de Santimamiñe, Sagastigorri, Atxondo y Elesu. La primera es la más celebrada hasta ahora por sus dibujos rupestres y su yacimiento con restos de vida humana del Paleolítico superior hasta la época romana. Cerca de esta última caverna se halla la ermita de Santimamiñe (San Mamés), en cuyas piedras aparecen motivos decorativos de monumentos medievales (¿románicos?). San Mamés es invocado y visitado por quienes tienen ensueños angustiosos. Por eso muchos tienen costumbre de decir antes de acostarse: San/Ames, bart ein dot amets. / Ona ba-da, bion aldez, / txarra ba-da, beyu artez (San Mamés, / anoche he soñado. / Si es bueno, en beneficio de ambos, / si es malo, váyase derecho). Coronando el pico de Ereñusarre se halla la ermita de San Miguel del siglo XIV. Cuentan que en otro tiempo eran traídos aquí muchos de los muertos en la comarca, hasta de Durango. Quedan todavía en su recinto algunas muestras de sus viejas funciones en sepulturas labradas en bloques de arenisca y en bajo-relieves y grabados de varias de sus piedras. Existe en los pueblos del contorno la creencia de que es obligatorio visitar tres veces esta ermita: quien no lo hace en vida, deberá hacerlo después de muerto. Por eso se decía que un ambiente voraginoso de viento arremolinado giraba siempre, sobre todo durante la noche, alrededor de esta pobre ermita. "En cierta ocasión los vecinos de Ereño derribaron la ermita y, utilizando su piedra, trataron de construir una iglesia en el sitio que hoy ocupa el casco del pueblo. Mas todo el material que bajaban durante el día, era devuelto misteriosamente a la ermita durante la noche. Una mujer del caserío Gaztelu, situado junto al camino que de Ereño conduce al pico de Ereñusarre, púsose a atisbar por la rendija de la puerta a quien malograba los proyectos de sus paisanos. El misterioso trabajador nocturno, al pasar con sus bueyes y carro cerca de Gaztelu, dijo en voz alta: Aida, txuri ta belegi, or atezuluen dagoen atsueri kanpora begi (Aida, blanco y rubio; sáltele fuera el ojo a la vieja que se halla tras la rendija de la puerta). En efecto, saliéronle los ojos a la que acechaba. Entonces comprendieron todos ser voluntad de Dios que la ermita continuase donde estaba antes, y así volvieron a construirla en Ereñusarre. Delmas, en su Guía histórico-descriptiva del viajero en el Señorío de Vizcaya (Bilbao, 1864), dice que la parroquia de Ereñu estaba antes en Ereñusarre y que se la trasladó el año 1660. Según otra leyenda, un muchacho de Ereño se entretenía golpeando con la mano la ventana de la ermita. El diablo que allí dentro se halla aprisionado bajo el pie del Arcángel se soltó de su prisión y corrió hasta el muchacho. Pero San Miguel lo alcanzó en tres saltos y sujetándole volvióle a su primitivo lugar, donde todavía continúa. Las marcas que, según la leyenda, fueron producidas por los pies del santo en esta carrera, se ven en unos peñascos, junto al camino que de Ereño sube a la ermita. Esta es visitada por muchas personas, devotas o turistas, durante el verano. Los peregrinos anuncian a los cuatro vientos su llegada tocando una campana que cuelga junto a la puerta por el lado de fuera. Al arcángel que allí se venera -tal vez a las aguas que bajan del techo de la ermita-se atribuye virtud especial contra la sarna. A mano derecha, entrando en la ermita, hay un sepulcro labrado en un bloque de piedra, con su hueco para la cabeza, como otros de época medieval y más recientes. Mas hoy su función es muy distinta, puesto que sirve de depósito a las aguas que, a consecuencia de la lluvia, descienden del tejado del pequeño santuario. Muchos peregrinos lavan allí las manos y la cara, y antes de secarse dan tres vueltas alrededor de la ermita, pues creen que esto les cura o les preserva de la sarna y de otras enfermedades cutáneas. Cuentan, a este propósito, que un niño robó dinero del cepillo de la ermita; mas, cuando volvía a su casa, se llenó de sarna y no se curó hasta haber devuelto lo robado. v. SANTIMAMIÑE. Ref. José Miguel de Barandiaran: Paletnografía vasca, "Euskalerriaren Alde", 1921, p. 58; Aranzadi, Barandiarán y Eguren: Exploraciones de la caverna de Santimamiñe. 1.ª Memoria, pp. 8-9 (Bilbao, 1925).