Udalak

CORTES

Dotada de un campo feraz y de óptimas condiciones climatológicas, el término de Cortes acusa las huellas de poblamiento humano desde cerca de los 3.000 años antes de C. En 1946 fueron hallados en el Cerro de la Cruz los restos de un poblado de la edad de hierro que constituye, en estos momentos, el recinto urbano de esta época más perfecto e interesante del país. Posteriormente se encontró un incineratorio de los s. V-III antes de C., en el término de la Atalaya, además de cerámica y diversos vestigios prerromanos en el cabezo de Santa Engracia y Torre de Mora. El poblado del Cerro de la Cruz parece haber sido asolado hacia el año 550 antes de C.; a partir de esta fecha puede decirse que se inicia un segundo tipo de poblamiento, más humilde que el anterior y cuya vida se prolonga sólo un par de centenas de años. Hacia el 250 antes de C. el Cerro de la Cruz puede ser considerado como un despoblado. (Ref. "Príncipe de Viana", n.° 35-36, 4445, 46-47, 50-51, 54-55, 59, 65, 74-75)· Con la llegada de los romanos parece afianzarse un período de tranquilidad. Al amparo de la pax romana se traza la calzada que surca el S. y O. del término del actual Cortes que algunos asimilan a la Balsium de Ptolomeo. Ocupada por los árabes al invadir éstos Navarra, fue reincorporada al reino cristiano por Alfonso el Batallador en 1119. En 1128 la plaza pasó a depender de Ramón de Alperche, incluyéndose en ella a su bien nutrida aljama, una de las más importantes del país. Por estas fechas Cortes era una plaza murada, con dos puertas: la del Portal Alto y la del Bajo o de Mallén. Se sabe que perteneció a D. García Abarca; su hermano, D. Pedro, cedió, en testamento otorgado el año 1203, la iglesia al cabildo de Tudela, sobre la cual hubo pleito con el obispo de Zaragoza. En 1234 era del Señorío de D.ª Toda Rodríguez, hija de D. Rodrigo Abarca, la cual dio al rey D. Teobaldo I el castillo y villa de Cortes, el bosque de Mora, y la viña de los Santos, a cambio de las villas de Urroz, Azpuroz o Aspurz, Muru, Gorrizlucea, Artazi, Orindain u Orendain, Zurindoain [Parece que debe decir Zuriain, pero no puede asegurarse], Muzquiz, Arzoiz y Otazu, con todas sus pertenencias. Pasó así la villa a ser realenga hasta la segunda mitad del s. XV. Alcaides del castillo de Cortes, de los que podemos facilitar detalle nominal, fueron los siguientes: Año 1265, D. Juan Périz de Mallén; 1276, D. Johan de Loysi (1.ª vez); 1294, D. Pedro de Barillas, con remuneración de 7 libras; 1299 a 1303, D. Pedro Péritz de Gorriz (1.ª vez); 1304 a 1306, el mismo; 1307 y 1308, D. Simón Péritz de Gorriz; 1309 a 1318, D. Simón de Olleta; 1325, D. Pedro Péritz de Gorriz (2.ª vez); 1328, D. Juan Martínez de Necuesa (sueldo 40 libras); 1331 a 1338, D. Johan de Loysi (2.ª vez); 1341, D. Martín García de Olloqui (anteriormente mílite: 8 libras); 1390, D. Juan Martín de Aldaz; 1451, D. Juan de Aguirre (el junior, que lo fue antes de Rocabruna). Como lugar fronterizo a Cortes fue elegido en 1333 para la firma de las capitulaciones matrimoniales entre la heredera del trono navarro, D.ª Juana, con D. Pedro, sucesor, a su vez, del rey de Aragón. En 1352 parece que la población de Cortes se componía, principalmente, de moros; la aljama dijo a Gil García de Aniz, teniente gobernador del reino, que no podía sostener la gran carga del tributo del rey, porque se habían empobrecido, ya por deudas contraídas, y ya por los derechos de los porteros en la exacción de aquél; a más de que de 400 moros que había antes de la mortandad (peste), estaban reducidos a 60 entre chicos y grandes, de los cuales apenas la mitad podían labrar la tierra, por cuya razón, para libertarse de la pecha, se iban a poblar al reino de Aragón y pedían se les redujese a lo que habían pagado antiguamente, que era el cuarto de sus cosechas. A su virtud el teniente gobernador convino con los moros en que por título de pecha anual, o tributo perpetuo, pagasen 37 libras; que de cada 22 fajos de lino o cáñaño que se cogiesen diesen al rey (Carlos II), como solían, 7 libras; que pagasen por la pecha que daban de 186 gallinas y 2.680 huevos, 7 libras en dinero; por las hortalizas, y demás derechos, 7 cahíces de cebada al año; que los hornos fuesen del rey, así como 4 piezas que le pertenecían, el huerto llamado del Rey, el censo de las casas que fueron de Domingo de Tara- zona y dos piezas que fueron también de Rodrigo. Hacia el año 1353 había, pues, en Cortes un fuerte núcleo de moros, contándose hasta 85 "fuegos" de este grupo. Pero en el apogeo de 1366 tenía 44 fuegos pudientes de cristianos y moros que contribuyeron con 110 florines; a razón de 2,30 florines cada uno. En 1377 tenía el señorío de Cortes, por el rey, su camarero Ramón Alemán de Cerbellón; pero por justas razones lo volvió a tomar el rey para sí, y en recompensa mandó dar a Alemán 3.000 florines, pagados la mitad para San Miguel inmediato y la otra mitad para la fiesta de las Candelas. Nuevamente sirvió la villa de lugar de cita con vistas a efectuar esponsales reales. En 1402 se entrevistan en ella D. Carlos III de Navarra y el rey de Aragón, D. Martín I "El humano", padre del candidato a la mano de una de las infantas reales. En 1413 el rey D. Carlos III instituyó el Condado de Cortes, donando su castillo, hombres y mujeres, cristianos, judíos y moros, pechas, rentas, casas, baillos, medios homicidios, sisantenas y jurisdicción, baja y mediana, a su hijo natural Godofre, que se tituló conde de Cortes. El rey D. Juan II, cuñado de Godofre, le secuestró después este señorío; pero D.ª Teresa Arellano, su mujer, siguió titulándose condesa de Cortes. Durante las guerras civiles que enfrentaron a agramonteses y beamonteses, el castillo de Cortes sirvió de prisión al condestable de Navarra, Luis de Beaumont. Contribuyó a aliviar la penuria el descubrimiento realizado en 1460 por el alcaide del castillo, Juan de Aguerre, de una fuente, con cuyas aguas, y las que descendían del Moncayo por el río que llamaban la Hueche, se pudo dar riego a las heredades. En 1962 el mismo rey D. Juan, contradiciendo el testamento de su esposa D.ª Blanca ("queremos e maridamos que el dicho condado de Cortes sea siempre de la corona real de Navarra, e que nunca pueda saillir d'ella"), dio a perpetuo, a su hijo natural D. Alonso de Aragón, hermano de Fernando el Católico y Duque de Villahermosa, la villa de Cortes con su castillo y fortaleza y la jurisdicción baja y mediana, campos, términos, montes, molinos, pechas, calonias foreras y arbitrarias, homicidios y con los hombres y mujeres y todos los demás derechos, excepto los cuarteles y alcabalas y la alta justicia. En 1476 los moros de Cortes se quejaron al rey D. Juan de que los servicios y cargas no se repartían con igualdad entre cristianos y moros; y el rey mandó que en lo sucesivo los cristianos .pagasen la tercera parte y las dos restantes los moros. En 1481 D.ª Leonor de Soto, duquesa de Villahermosa, mujer de D. Alonso de Aragón, duque de Villahermosa, con licencia de éste, vendió a D. Pedro Martínez de Luna, señor de la villa de Illueca, el castillo y villa de Cortes con sus términos y con los bajiellos vinarios e olearios [bodegas de vino y aceite] estantes en dicha villa y castillo, heredades, posesiones, aguas, molinos, hornos y con la jurisdicción baja y mediana, y con todos sus derechos, por 900 florines de oro. Hízose esta venta a carta de gracia perpetua. El señorío de Cortes volvió luego al dominio de los duques de Villahermosa, pues consta que en 1489 hubo pleito compromisal entre D. Alonso de Aragón, hijo del otro D. Alonso y de D.ª Leonor de Soto, y los vecinos cristianos y moros del pueblo, sobre sus respectivos derechos en sotos, tierras, yerbas y montes. Fueron los jueces Garci Pérez de Veraiz, alcaide de la fortaleza de Tudela, Pedro Gomiz de Peralta y Miguel de Eguaras, consejero de los reyes D. Juan y D.ª Catalina. Declararon, entre otras cosas, que todas las tierras, viñas o piezas en que había edificios antiguos, de que no pareciesen dueños, fuesen del duque; que las heredades que tenían los vecinos, dadas por los comisarios del rey, fuesen propias de aquéllos; que el término del Prado se dividiese en dos partes, la una para el duque y la otra para el consejo, bajo la circunstancia de que aquél pudiese dar a labrar su parte a quien quisiere, pero no así el concejo sin consentimiento del duque; que todas las yerbas del prado y de los otros términos y montes, que se acostumbraban vender (arrendar), exceptuando las mejanas (isletas del Ebro) que eran del duque, fuesen de la villa de Cortes para hacer de ellas a toda su voluntad. En 1495 el pueblo de Cortes intentó sacar una acequia de regadío desde Tudela; para los gastos tomó a censo 30.250 sueldos jaqueses de D. Alonso de Aragón con el rédito anual de 2.062 sueldos; pero se gastó el capital sin conseguir el objeto. En 19 de agosto de 1513 otorgó en Valladolid su testamento D. Alonso de Aragón, duque de Villahermosa, comendador de Paracuellos. Disponía que fuese enterrado en el monasterio de Poblet, en Cataluña, donde lo había sido su padre; dejaba la mitad de todas sus rentas a su madre la duquesa de Villahermosa; a su hija D.ª Leonor 4.000 ducados, y por heredero universal al príncipe de Salemo, su sobrino, hijo de D.ª Marina de Aragón, su hermana; y que si aquél muriese sin sucesión legítima, heredase el conde de Ribagorza y después su hijo mayor. En 1513 D.ª Leonor de Aragón, duquesa de Villahermosa y señora de Cortes, concedió facultad a sus vasallos los moros de ese pueblo para casar sus hijas fuera de él; y a los cristianos y moros para vender y cambiar casas y heredades. Hay un testimonio que dice que no podían venderse casas en Cortes sin licencia del señor. En 1516 D. Alonso de Gurrea y de Aragón, conde de Ribagorza, señor de las villas de Pedrola y de Cortes, compró a Mahoma Alpetio, y los demás moros de Cortes, todos sus bienes porque los reyes D. Carlos y D.ª Juana los expelían del reino; hízose la venta en dos escrituras; importó la una 160.000 sueldos jaquenses, y 90.000 la otra. En 1522 D.ª Leonor de Aragón, duquesa de Villahermosa, señora de Cortes, hizo su testamento mandando se la enterrase en el monasterio de Poblet donde estaban los reyes y su marido, el duque de Villahermosa, hermano del rey católico; que su ataúd fuese de paño negro con una cruz de raso blanco y que lo llevasen, con los huesos de su madre, tres capellanes; que se diesen a dicho monasterio 10.000 sueldos para misas perpetuas que fundarían sus testamentarios, y otros 10.000 para fundar misas en las ermitas de Santa Ana y de los Santos del lugar de Cortes; dejaba a su nieta D.ª Leonor los 9.000 sueldos vitalicios que le daba el Rey Católico, quien la tenía prometido que después de ella serían para casar a dicha su nieta; que el castillo de dicho pueblo fuese para el príncipe de Salerno, su nieto; pero que, antes de tomar posesión, reintegrase 1.000 ducados que la testadora había dado a su hijo, de orden del Rey Católico. En 1532 el emperador Carlos V dio licencia para la venta de la villa de Cortes, y al mariscal D. Pedro de Navarra para que la comprase, vendiendo al efecto varias rentas de sus mayorazgos. Y el mariscal hizo la compra al príncipe de Salerno por 22.000 ducados de oro y tomó posesión de la villa. Para dicha compra le prestó su hermano, D. Antonio Enríquez de Navarra, 5.000 ducados y por ello le adjudica la cuarta parte de la villa y castillo y 250 ducados anuales, reservándose el derecho de rescatarlo todo devolviendo el capital dentro de quince años. Carlos V otorgó a D. Pedro Enríquez de Navarra el título de marqués de esta villa el 10 de noviembre de 1539. En 1581 era marqués de Cortes y mariscal de Navarra, sucediendo a D. Pedro, D. Juan de Navarra y Benavides, y por su muerte hizo el rey mariscal a D. Felipe Enríquez de Navarra, señor de Ablitas. Los marqueses poseían además de la villa sendos palacios en Eusa, Pitillas, Estella y Ucar, más posesiones diversas en Muruzábal, Ucar, laguna de Sabasán, etc. Cerca de medio centenar de casas pertenecían en Cortes al marquesazgo. Según refiere Idoate en Rincones... [t. III, pp. 286-290] a petición del rey Felipe IV, Navarra levantó en el año 1642 un tercio de 1.300 hombres para servir en Cataluña y Aragón durante cuatro meses a cuenta del rey, contra los franceses que, al mando del mariscal La Motte, habían penetrado en aquella zona. El tercio salió de Navarra mandado por el mariscal de campo D. Jerónimo de Ayanz y Xabier, entrando en Aragón por Cortes. En Fuentes el propio Felipe IV y su valido, el conde-duque de Olivares, pasaron revista a las fuerzas navarras, encontrando que faltaban casi 30 hombres. Los desertores eran de toda Navarra, habiendo una mayor proporción de la Ribera. El tercio siguió hacia Alcañiz, mientras que el rey quería marchar hacia Lérida. Buena parte de las deserciones producidas era debida al recuerdo del desastre sufrido en el año 1640 por dos tercios navarros en Tamarite de Litera, donde las tropas navarras perdieron en una noche 600 hombres. Refiere también Idoate [Rincones..., t. II, pp. 450-453] que en el año 1652, ante la gran cantidad de lobos que había en Navarra las Cortes decidieron tomar medidas drásticas para extirpar la plaga. Se decidió que los propietarios de ganado pagasen tarja y media por cada cabeza de ganado mayor y la misma cantidad por cada veinte cabezas de menor o diez de porcino. Con estos fondos se pagaría a los loberos, a razón de seis ducados por cada cabeza de fiera grande cazada y dos por cada cría. La mayoría de las ciudades, villas, y lugares del reino protestaron contra esta ley, incluyendo Cortes. Alegaban los de Cortes que en sus términos había pocos lobos y que cuidaban bien su ganado. Además argüían que Pamplona les quedaba lejos para cobrar la recompensa. Sin embargo la ley se mantuvo en práctica y fue corroborada por las Cortes de 1662, aunque con algunas modificaciones. La villa de Cortes pagaba a sus marqueses una pecha anual de 939 robos de cebada, a pagar entre 36 quiñones, 103 libras en concepto de censo, además de cinco sueldos pagaderos en septiembre y otros impuestos por diversos conceptos [Idoate, en Rincones..., t. III, p. 165]. Los concejales de la villa fueron constreñidos durante la segunda guerra carlista a entregar los fondos del Ayuntamiento a la partida de Bartolillo que irrumpió en el lugar la noche del 22 de mayo de 1874. El dinero procedía de la venta efectuada por el municipio de la rueda hidráulica adquirida por la "Unión y Constancia", en 1844. Por los años 20 fue fundado en Cortes un Sindicato Católico Agrícola por iniciativa del duque de Granada y su párroco, con vistas a aliviar la situación de los campesinos pobres. Dicho sindicato siguió las vicisitudes de los fundados en otros lugares de Navarra. Ver COOPERATIVISMO.