Toponimoak

CONDADO DE TREVIÑO

Toponimia. Por lo demás, dentro del carácter híbrido que, al igual que el habla, presenta la toponimia, el componente más destacado es sin duda el vasco.

a) Con relación al empleo del vasco desde el punto de vista histórico Sánchez González señala:
1.º En la zona que estudiamos se han catalogado nueve lápidas romanas con distintas inscripciones y motivos decorativos: una al sur de la Puebla de Arganzón, dos en San Esteban, una en San Martín Galvarín, cuatro en Saraso (una de las cuales está dedicada a Júpiter, constituyendo la única inscripción de entre las treviñesas de carácter votivo a una divinidad pues las demás conocidas son de tipo funerario) y la última en la ermita de Nuestra Señora de Granado, jurisdicción de Albaina. Si observamos la distribución de estos restos romanos veremos que pueden agruparse en dos zonas concretas: la primera correspondería a la Puebla de Arganzón y al vecino lugar treviñés de San Esteban, mientras que la segunda se situaría en la parte sur-este del Condado (exceptuando la cuña ocupada por Laño, Bajauri y Obécuri), comprendiendo Albaina, San Martín Galvarín y, un poco más al norte, Saraso; es decir, a juzgar por los restos encontrados, la romanización debió ser intensa por lo menos en estas dos zonas. No poseemos, en cambio, noticias del resto del actual Condado de Treviño.
2.º Con independencia de la situación lingüística de esta zona en la época de la romanización, creemos altamente probable que los movimientos repobladores de la Alta Edad Media, históricamente atestiguados, tuvieran importancia desde el punto de vista lingüístico, esto es, contribuyeran en alguna medida al auge del empleo del vasco. En este sentido podemos recordar que una buena parte de los topónimos mayores treviñeses compuestos con vasc. -uri, "ciudad", presentan como primer elemento un nombre personal o gentilicio: Imíruri, Núnuri, Obécuri, Marauri, lo que parece apuntar hacia un tipo de repoblación de carácter señorial. Téngase además en cuenta que Marauri, Imíruri y Núnuri no aparecen en el "Voto de San Millán" de 1025 aunque sí figuran en el siguiente documento con que contamos sobre esta zona, la Carta del Obispo Aznar, de 1257, lo que indicaría que su nacimiento es tardío. En la toponimia menor destaca Genipuza, término de la Puebla de Arganzón, cuya segunda parte corresponde al vasc. giputz, Ipuça, Ipuza "guipuzcoano", que también parece hacer referencia a gentes foráneas. En cualquier caso, si admitimos una repoblación con influencias lingüísticas, ésta hubo de ser mayoritariamente vizcaina (o alavesa) por las características del vasco de la zona y, por el empleo de -uri, var. occidental de iri, en los nombres de lugar antes señalados. El hecho de que haya vestigios de romanización en partes concretas del Condado o en la Puebla de Arganzón apoyaría la posibilidad de una posterior repoblación por gentes de origen vasco.

b) Caracterización del vasco: Como era de esperar el vasco que pervive en la toponimia tanto mayor como menor de esta zona corresponde al vasco vizcaino. Conviene recordar en este sentido que L. Michelena ha utilizado en varias ocasiones la denominación de vasco meridional, referida al dialecto hablado en tierras alavesas y que hoy conocemos casi sólo a través de la toponimia, vasco fundamentalmente vizcaino, pero que presenta algunas diferencias, en especial léxicas, con respecto a éste. Apuntemos que la toponimia estudiada ofrece de manera sistemática las variantes vizcainas (o en sentido más amplio vasco-occidentales) en aquellos casos en que los dialectos vascos presentan formas distintas para una misma voz. Entre los sufijos más frecuentes tenemos: -Vasc. -tza, suf. occidental con valor abundancial frente al or. tze (cf. L. Michelena: Fonét. hist. vasca, pp. 110-111: "Ofrece particular interés el suf. occid. -tza / or. -tze, que puede muy bien ser idéntico por su origen al casi común -tze que forma sustantivos verbales. Fue Menéndez Pidal quien señaló que es frecuente verlo escrito -ça(h)a, za(h)a en documentos de los ss. XI al XIII, referentes principalmente a Alava..."). En toponimia: Ascarza, Bustinza (Bustiza), Escuza, Esquiunza (Esquinza), Galarza, Garduza, Iraza, Isunza (Isnuza), Legarza, Lorza, Mimenza, Ubiza (Ibiza), Urquiza, etc. -Vasc. -oste, "parte trasera" (cf. L. Michelena: Ap. vasc., p. 143: "En toponimia -oste es exclusivamente occidental y aun en esta zona da la impresión de ser de introducción más tardía que el común gibel". El mismo autor en F. L. V. III (1971), p. 248: "En el sentido de parte posterior gibel es claramente anterior a atze y al occid. -oste. Me limito a consignar que gibel es común con este valor a la toponimia de toda el área de habla vasca, con inclusión de Vizcaya, Alava y la Rioja. Desde luego oste es frecuente en toponimia menor, por lo menos en la alavesa, cosa nada extraña dada su vitalidad moderna en la lengua. Pero falta en la mayor y no conozco testimonio alguno que nos llegue a la Edad Media"). Indiquemos que en la toponimia menor de esta zona es abundantísimo -oste, pero no contamos con ningún compuesto del vasc. gibel; únicamente en el habla encontramos la voz belurdín, un tipo de seta comestible, "Russula virescens", en distintos puntos de Alava y del dominio vasco guibelurdín, guibelurdiña, compuesto del vasc. gibel y urdin. En toponimia: Achoste, Arloste, Armostia, Arrioste, Artazoste, Bellioste, Donarioste, Garrapetostia (Garrapitostia), Gobeloste, Gorrichoste (Goritoste), Isoste (Isosti, Esoste, Soste, Isaustia), Lejoste, Lintoste, Maraloste (Mareloste, Marloste), Mendiloste (Menditoste, Bendinoste), Mendroste, Mendoste, Mendigurinoste, Parracoste (Parracostre), Roborustea, Torrigostia, Turrustea (Turrustia), etc. Coincide también con el vasco occidental el hecho de que -a final del tema nominal + -a artículo dé como resultado -ea, -ia (cf. L. Michelena en R. F. E. XLVIII, 1965). En toponimia: Goba, Gobea; Madura, Madurea, Maduria; Padura, Padurea, Paduria; Escortea, Parlandia, etc.

c) Observaciones con respecto a la distribución de la toponimia vasca: En principio, basándonos en la comprobación de las listas toponímicas que ofrecen los distintos lugares de la zona estudiada, podemos señalar que el menor índice de topónimos de origen vasco se registra en la Puebla de Arganzón y en la parte oeste (o suroeste) del Condado, próxima precisamente a la Puebla. Por el contrario, los pueblos que presentan un índice más elevado de topónimos de procedencia vasca son los de la zona nordeste, es decir, Aguillo, Ajarte, Sáseta e incluso los situados al oeste de éstos, esto es, Imíruri, el ya desaparecido Ochate (basándonos en los datos de registro de fincas del pasado siglo), Uzquiano y San Vicentejo. En líneas generales, da la impresión de que la toponimia vasca se conserva con mayor intensidad según se avanza en dirección oeste-este, más que de sur a norte, puesto que pueblos situados al sur coi-no Albaina y Obécuri, por ejemplo, presentan índices de toponimia vasca muy semejantes a los de otros lugares del centro o norte del Condado. Es preciso apuntar también que, si exceptuamos las dos zonas señaladas de menor y mayor porcentaje de toponimia vasca, no hay grandes diferencias en el índice de topónimos vascos conservados en el resto de los pueblos treviñeses, pues éstos son bastante uniformes.

d) Consideraciones cronológicas: Hemos recogido los testimonios con que contamos acerca del retroceso del vasco en tierras alavesas y navarras, incluidas las pocas alusiones directas que hemos encontrado sobre la situación de la lengua vasca en la zona concreta del Condado en siglos pasados. Fue J. Caro Baroja, ya en 1945, quien, basándose en los escasos testimonios relativos a la situación del vasco en Alava y Navarra de los ss. XVI-XVIII, dedujo que en la mayor parte aproximadamente de la zona media de la provincia de Alava se hablaría la lengua vasca hasta un período comprendido entre los ss. XVI y XVIII; en esta zona se incluye la casi totalidad del Condado de Treviño, exceptuando una pequeña franja al sur del mismo en la que probablemente -apunta- ya no se hablaba vasco a comienzos del XVI. En principio esta posibilidad parece reforzarse con dos testimonios aportados recientemente por J. M. Sasía. Ambos pertenecen al s. XVI y en ellos se califica a los comerciantes treviñeses que negociaban en los Países Bajos y a un fraile carmelita natural de la Puebla de Arganzón como "vizcainos", es decir, gente vascófona. El mismo autor apunta que en el XVII hay aún indicios de persistencia del vasco por Lagrán, pueblo alavés próximo al Condado en la zona sureste, pues en una disposición municipal de dicho lugar que señala que los encargados del ganado habían de sacar a éste por las mañanas se llama a cada especie con la correspondiente palabra vasca. Por otro lado, el estado de la toponimia menor de la zona en los ss. XVI-XVIII no aporta noticias de gran interés, entre otras cosas porque las escrituras que poseemos son escasísimas y por tanto conocemos un número muy reducido de topónimos. Unicamente vale la pena destacar el término de Meana Erroiiturri, documentado en 1482, compuesto del vasc. erroi, "cuervo mayor" e iturri, "fuente". Por lo que respecta a los pueblos del Condado, aparte de las formas documentadas a finales del XV en Meana (mayoritariamente vascas), no contamos con otros testimonios hasta finales del s. XVII y comienzos del XVIII cuando el vasco era ya desconocido en estas tierras. No obstante, a juzgar por la escrituras de mojonera, sigue siendo muy abundante la toponimia de origen vasco, aunque naturalmente no faltan los términos de procedencia romance. Finalmente, destaquemos que en un documento de fines del XVIII, conservado en la biblioteca de la Institución "Sancho el Sabio", de Vitoria, se habla de "...la dificultad que hay en Treviño de pronunciar los términos Bascongados, por no hablarse en todo el Condado otra lengua que la castellana que es la que siempre han usado los naturales..."; en realidad, dado que está escrito en fecha bastante avanzada, este documento no aporta ningún dato de interés, pero si tenemos en cuenta que en 1791 ya no bahía noticias de que aquí se hubiera hablado la lengua vasca (y entre los firmantes del documento hay varios vecinos treviñeses, uno de ellos de Imíruri, pueblo situado al norte del Condado) será preciso remontarse al menos cuatro o cinco generaciones, más de un siglo por tanto, para establecer mediados o, a la sumo, finales del XVII como límite máximo del conocimiento del vasco en esta zona (o quizá mejor en la parte nordeste de la misma donde hay más restos vascos). Ahora bien, aunque a finales del XVIII el euskera ya no era conocido en las tierras treviñesas, la frontera lingüística entre el vasco y el castellano parece que se situaba a escasa distancia de los pueblos del norte del Condado, según un escrito, no muy posterior a 1787, publicado por J. M. de Barandiarán en el año 1926, en el que se señala que "hablan el idioma bascongado muchos pueblos de la vicaría de Vitoria, todos los de Gamboa, los más de la de Salvatierra, los de la de Mondragón, Cigoitia, Zuya, Orduña, Ayala, Orozco y Tudela"".